Obras de Manuel Acuña

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Maucci, 1898 - 287 páginas

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Página 112 - Y, en medio de esos cambios interiores, tu cráneo lleno de una nueva vida, en vez de pensamientos dará flores, En cuyo cáliz brillará escondida la lágrima, tal vez, con que tu amada acompañó el adiós de tu partida. La tumba es el final de la jornada, porque en la tumba es donde queda muerta la llama en nuestro espíritu encerrada. Pero en esa mansión, a cuya puerta se extingue nuestro aliento, hay otro aliento que de nuevo a la vida nos despierta.
Página 196 - A veces pienso en darte mi eterna despedida; borrarte en mis recuerdos y hundirte en mi pasión; mas si es en vano todo y el alma no te olvida, ¡qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida; qué quieres tú que yo haga con este corazón!
Página 113 - Allí acaban la fuerza y el talento, allí acaban los goces y los males, allí acaban la fe y el sentimiento. Allí acaban los lazos terrenales, y mezclados el sabio y el idiota se hunden en la región de los iguales.
Página 112 - Tú, sin aliento ya, dentro de poco Volverás a la tierra ya su seno, Que es de la vida universal el foco. Y allí, a la vida en apariencia ajeno, El poder de la lluvia y del verano Fecundará de gérmenes tu cieno. Y al ascender de la raíz al grano, Irás del vegetal a ser testigo En el laboratorio soberano ; Tal vez para volver cambiado en trigo Al triste hogar, donde la triste esposa Sin encontrar un pan sueña contigo.
Página 110 - ¡Y bien! aquí estás ya... sobre la plancha donde el gran horizonte de la ciencia la extensión de sus límites ensancha. Aquí donde la rígida experiencia viene a dictar las leyes superiores a que está sometida la existencia. Aquí donde derrama sus fulgores ese astro a cuya luz desaparece la distinción de esclavos y señores. Aquí donde la fábula enmudece y la voz de los hechos se levanta y la superstición se desvanece.
Página 195 - ¡Pues bien! yo necesito Decirte que te adoro, Decirte que te quiero Con todo el corazón; Que es mucho lo que sufro, Que es mucho lo que lloro, Que ya no puedo tanto, Y al grito que te imploro Te imploro y te hablo en nombre De mi última ilusión.
Página 214 - Ah, gloria ! ¡ De qué me sirve tu laurel mágico y santo, cuando ella no enjuga el llanto que estoy vertiendo sobre él !« ¡ De qué me sirve el reflejo de tu soñada corona, cuando ella no me perdona • ni en nombre de ese laurel ! La que a la luz de sus ojos despertó mi pensamiento, la que al amor...
Página 214 - ... la luz de sus ojos Despertó mi pensamiento, La que al amor de su acento Encendió en mí la pasión; Muerta para el mundo entero Y aun para ella misma muerta, Solamente está despierta.
Página 113 - Él recoge la masa únicamente, y cambiando las formas y el objeto, se encarga de que viva eternamente. La tumba sólo guarda un esqueleto: mas la vida en su bóveda mortuoria prosigue alimentándose en secreto.
Página 214 - Cuando yo comprendí que te quería con toda la lealtad del corazón, fue aquella noche en que al abrirme tu alma miré hasta su interior. Rotas estaban tus virgíneas alas que ocultaba en sus pliegues un crespón y un ángel enlutado cerca de ellas lloraba como yo. Otro, tal vez, te hubiera aborrecido delante de aquel cuadro aterrador; pero yo no miré en aquel instante más que mi corazón; y te quise, tal vez, por tus tinieblas, y te adoré, tal vez, por tu dolor, que es muy bello poder decir...

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