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un tiro de arcabuz. Y no fueron llegados los de caballo, cuando los indios dieron lado é vuelven las espaldas, y los otros tres escuadrones, viendo rotos éstos, hacen lo mesmo, secretándose hasta la noche. Matáronse hasta mill é quinientos ó dos mill indios, y alanceáronse otros muchos, y prendiéronse algunos, de los cuales mandé cortar hasta doscientos las manos y narices, en rebeldía de que muchas veces les había enviado mensageros y hécholes los requerimientos que V. M. manda. Después de hecha justicia, estando todos juntos, les torné á hablar, porque había entre ellos algunos caciques é indios principales, é les dije é declaré como aquello se hacía porque los había enviado muchas veces á llamar y requerir con la paz, diciéndoles á lo que V. M. me enviaba á esta tierra, y habían rescibido el mensaje y no cumplido lo que les mandaba, é lo que más me paresció convenir en cumplimiento de los mandamientos de V. M. é satisfación de su real conciencia; y así los envié

Luego hice recoger la comida que había en la comarca é meterla en nuestro fuerte, é comencé á correr la tierra y á conquistarla; y tan buena maña me he dado, con el ayuda de Dios é de Nuestra Señora é del Apóstol Santiago, que se han mostrado favorables y á vista de los indios naturales en esta jornada, como se dirá adelante, que en cuatro meses traje de paz toda la tierra que ha de servir á la ciudad que aquí he poblado.

Certifico á V. M. que después que las Indias se comenzaron á descobrir, hasta hoy, no se ha descubierto tal tierra á V. M.: es más pobladaque la Nueva España, muy sana, fertilísima é apacible, de muy lindo temple, riquísima de minas de oro, que en ninguna parte se ha dado cata que no se saque, abundante de gente, ganado é mantenimiento, gran noticia, muy cerca, de cantidad de oro sobre la tierra, y en ella no hay otra falta sino es de españoles y caballos. Es muy llana, y lo que no lo es, unas costezuelas apacibles; de mucha madera y muy linda. Es tan poblada, que no hay animal salvaje entre la gente, de raposo, lobo y otras sabandijas de esta calidad; é si las hay, les conviene ser domésticas, porque no tienen donde criar sus hijos sino es entre las casas de los indios y sus sementeras. Tengo esperanza en Nuestro Señor de dar en nombre de V. M. de comer en ella á más conquistadores. que se dió en Nueva España é Perú; digo que haré más repartimientos que hay en ambas partes, é que cada uno tenga muy largo é conforme

a sus servicios y calidad de su persona. Y paresce nuestro Dios quererse servir de su perpetuación, para que sea el culto divino en ella honrado y salga el diablo de donde ha sido venerado tanto tiempo; pues segund dicen los indios naturales, que el día que vinieron sobre este nuestro fuerte, al tiempo que los de á caballo arremetieron con ellos, cayó en medio de sus escuadrones un hombre viejo en un caballo blanco, é les dijo: «Huid todos, que os matarán estos cristianos, y que fué tanto el espanto que cobraron, que dieron á huir; dijeron más, que tres días antes, pasando el río Biubíu para venir sobre nosotros, cayó una cometa entre ellos, un sábado á medio día, y deste fuerte donde estábamos la vieron muchos cristianos ir para allá con muy mayor resplandor que otras cometas suelen ir, é que caída, salió della una señora muy hermosa, vestida también de blanco, y que les dijo: «Servid á los cristianos, y no váis contra ellos, porque son muy valientes y os matarán á todos,» É como se fué de entre ellos, vino el diablo, su patrón, y los acaudilló, diciéndoles: «que se juntasen muy gran multitud de gente, y que vernía con ellos, porque en viendo nosotros tantos juntos, nos caeríamos muertos de miedo,» é así siguieron su jornada. Llámannos á nosotros ingas, y á nuestros caballos hueque ingas, que quiere decir ovejas de ingas.

Ocho días después que desbaratamos los indios en este fuerte, llegó el capitán y piloto Juan Bautista con el armada; con que nos regocijamos mucho, é los indios andovieron muy mústios. Luego la envié á Arauco á que cargase de maíz, y al capitán Jerónimo de Alderete, con sesenta de caballo, por tierra á que le hiciese espaldas. Fueron, y trujeron buen recabdo, y cargaron en una isla, diez leguas de aquí, y salieron de paz los de la isla, y vieron la cosa más próspera que hay en Indias, y asientos milagrosos para fundar una ciudad mayor que Sevilla: trajéronme indios de Arauco, é dijeron que querían venir á servir.

Dende á cuatro meses, torné á enviar al mesmo capitán y piloto con el armada, á que envíe mensageros de los indios que tomase en la isla donde saltó la primera vez, que dejó de paz, á los caciques de la comarca en tierra firme, donde saltase, y de las islas que topase, diciéndoles que viniesen de paz á donde yo estoy, y si no enviar á que los maten, é á que trujesen más comida, que toda era menester; pasó á otra isla que estaba veinte leguas adelante, donde cargó de comida; era grande

y de población; ha un mes que volvió. Torné á enviar tercera vez el armada, diez días ha, por más comida, é á que corran la tierra por aquella costa, porque vengan, porque me envían á decir los indios que no quieren venir, pues no imos allá.

Viendo yo como los caciques desta comarca han ya venido de paz é sirven con sus indios, poblé en este asiento é fuerte una ciudad, y nombréla de la Concepción del Nuevo Extremo. Formé cabildo, justicia é regimiento, y puse árbol de justicia, á los 5 días del mes de Octubre de 550, y señalé vecinos, y repartí los caciques entre ellos; y así viven contentos, bendito Dios.

Héme aventurado á gastar é adeudarme tan largo, é ahora comienzo de nuevo, porque tengo gran tierra de buena sementera entre las inanos. Y tenga V. M. entendido que lo que fué de próspera la del Perú al principio á los descobridores y conquistadores della, ha sido y es trabajosa ésta hasta ahora, é hasta tanto que se asiente; porque después, yo fiador, que será á los de acá de harto más descanso que la dicha. E lo que principalmente yo deseo es poblar cosa tan buena, por el servicio que se hace à Dios en la conversión desta gente, y á V. M. en el acrescentamiento de su real corona, que este es el interese prencipal mío, y no en buscar, agonizando por ello, para comprar mayorazgos; porque deste metal con su ayuda, asentada y pacífica la tierra, habrá en abundancia, y todo lo demás quella, en demasía fértil, puede producir para el descanso del vivir.

Yo certifico á V. M. que, á no haber sucedido las cosas en el Perú después que Vaca de Castro vino á él de tan mala disistión, que segund la diligencia y maña que me he dado en hacer la guerra á los indios y enviar por socorros, con el oro que he gastado me persuado hobiera descubierto, conquistado y poblado hasta el Estrecho de Magallanes y Mar del Norte; aunque las doscientas leguas é poco más es de tanta gente, que hay más que yerbas, y toviera dos mill hombres más e la tierra para lo poder haber efectuado, dejando los demás para la guarda dellas. El fruto que de los trabajos que aquí significo que he pasado, servicios é gastos que he hecho ha surtido, es la pacificación é sosiego de las provincias del Perú, y el haber poblado en éstas de la Nueva Extremadura las ciudades de Santiago, la Serena y ésta de la Concepción, y tener quinientos hombres en esta gobernación, para pasar con los trescientos y con las yeguas é caballos mejores que hobiese,

á poblar otra cibdad, de aquí á cuatro meses, con el ayuda de Nuestro Dios y en la ventura de V. M., treinta leguas de aquí, en la grosedad de la tierra y asiento visto, bueno de Arauco.

Prometo mi fé y palabra á V. M. que desde los 13 de Diciembre del año de 547, que parti del puerto de Valparaíso, hasta que volví á él por Mayo de 549, que fueron diez é siete meses, gasté en oro é plata en servicio de V. M. ciento é ochenta é seis mill y quinientos castellanos, sin pesadumbre ninguna; y gastara un millón de ellos, siendo menester para tal efecto, si los toviera ó hallara prestados, y aún consentir echarme un hierro por la paga dellos. Y esta manera de servir á V. M. me mostraron mis padres y aprendí yo dellos, generales de V. M., á quien he seguido en la profesión que he hecho de la guerra.

Asimismo doy fé á V. M. que he gastado en beneficio desta tierra, después que emprendí la jornada hasta el día de hoy, por su sustentación y perpetuación, dejando fuera desto, como dejo, el gasto que se ha fecho con mi persona, casa é criados, doscientos é noventa y siete mill castellanos, en caballos é armas y ropa y herraje que he repartido á conquistadores, para que se ayudasen á pasar la vida é servir, sin tener acción para demandar á ninguno un tan solo peso de oro, ni más, ni escritura dello; que cuando me den algun vado las ocupaciones tan grandes que al presente tengo por conquistar é poblar, ques de más importancia, enviaré probanza por donde conste claramente ser verdad esto.

«Sacra Magestad: en las provisiones que me dió y merced que me hizo por virtud de su real poder que para ello trajo el Licenciado de la Gasca, me señaló de límites de gobernación hasta cuarenta é un grados de norte sur, costa adelante, y cient leguas de ancho hueste leste; y porque de allí al Estrecho de Magallanes es la tierra que puede haber poblada poca, y la persona á quien se diese, ántes estorbaría que serviría, é yo la voy toda poblando é repartiendo á los vasallos de V. M. y conquistadores, de aquélla muy humillemente suplico sea servido de mandarme confirmar lo dado, y de nuevo hacer merced de me alargar los limites della, y que sean hasta el Estrecho dicho, la costa de la mar é la tierra adentro hasta la Mar del Norte. Y la razón porque lo pido es . porque tenemos noticia que la costa del Río de la Plata, desde cuarenta grados hasta la boca del Estrecho, es despoblada y temo va ensangostando mucho la tierra, porque cuando envié al piloto Juan Bautista de Pastene, mi teniente general en la mar, al descubrimiento de la costa

hácia el Estrecho, rigiéndose por las cartas de marear que de España tenía imprimidas, hallándose en cuarenta é un grados, estovo á punto de perderse; por do se ve que las cartas que se hacen én España están erra las en cuanto al Estrecho de Magallanes, andando en su demanda, en gran cantidad, y porque no se ha sabido la medulla cierta, no envío relación dello hasta que la haga correr toda, porque se corriga en esto el error de las dichas cartas, para que los navíos que á estas partes vinieren enderezados, no vengan en peligro de perderse. Y este error no consiste, como estoy informado, en los grados de norte sur, de la demanda del dicho Estrecho, sino del leste hueste. Y no pido esta merced al fin que otras personas de abarcar mucha tierra, pues para la mía siete piés le bastan, é la que á mis subcesores hobiere de quedar para que en ellos dure mi memoria, será la parte que V. M. se servirá de me hacer merced por mis pequeños servicios, que por pequeña que sea, la estimaré en lo que debo; que sólo por el efecto que la pido es para más servir y trabajar, y como la vea ó tenga cierta relación, la enviaré particular, é darla he á V. M., para que, si fuere servido, partirla y darla en dos ó más gobernaciones, se haga.

«<Asimismo suplico á V. M. sea servido de me mandar confirmar la dicha gobernación, como la tengo, por mi vida, y hacerme merced de nuevo della por vida de dos herederos, subcesive, ó de las personas que yo señalare, para que después de mis días la hayan é tengan como yo.

«Asimismo suplico á V. M. sea servido de me mandar confirmar y hacer de nuevo merced del oficio de alguacil mayor de la dicha gobernación, perpétua, para mí y mis herederos,

«Asimismo suplico á V. M., sea servido de me hacer merced de las escribanías públicas y del cabildo de las ciudades, villas é lugares que yo poblare en esta gobernación, y si V. M. tiene hecha alguna merced dellas, á aquélla suplico la mía siga, expirando la primera.

«

Asimismo, si mis servicios fueren aceptos á S. M. en todo ó en parte, pues la voluntad con que yo he hecho los de hasta aquí y deseo hacer en lo porvenir es del más humilde y leal criado, súbdito y vasallo de su cesárea persona que se puede hallar, á aquella muy humillemente suplico, en renumeración dellos, sea servido de me hacer merced de la otava parte de la tierra que tengo conquistada, poblada y descubierta, descobriré é conquistaré é poblaré andando el tiempo, perpétua, para mí é para mis descendientes, y que la pueda tomar en la parte que me

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