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é [ie] adeudé por lo poco que hallé prestado, demás de lo que al presente 'yo tenía, en más de setenta mill castellanos.

Informar asimismo de los trabajos que pasé en el camino por conducir la gente á estas provincias, para hacer el fruto que se ha hecho en ellas y en servicio de Dios y de S. M., siendo algund instrumento para que no pereciesen españoles, así por los grandes despoblados que hay y falta de comida é agua, como indios de nuestro servicio é cargas; y llegado al valle de Copiapó, lo que trabajé en hacer la guerra á los naturales é fuertes que les rompí. y la guerra que hice por todos los valles adelante. hasta que llegué al valle de Mapocho, que es cien leguas de Copiapó, é fundé la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, á los veinte é cuatro de Febrero del año de mill quinientos é cuarenta é uno, formando Cabildo, Justicia é Regimiento.

Informar asimismo como después de nos haber servido los naturales cinco meses é dado la obediencia á S. M., se me rebelaron, quemando el buen bergantín que había hecho hacer con harto trabajo, para enviar mensagero á S. M. á darle cuenta de mí é de la tierra é conquista é población de la ciudad, y para solicitar al Marqués Pizarro á que me enviase algún socorro de gente de á caballo é armas para constreñir á los . naturales á que sirviesen, é á poblar otra ciudad más adelante.

Informar asimismo como se juntó toda la tierra andando yo con ciento de á caballo á desliacer los fuertes donde la gente de guerra se favorecía, á quince é veinte leguas de la ciudad, habiendo dejado la guardia de ella al capitán Alonso de Monroy con treinta de á caballo é veinte peones, vinieron hasta ocho mill indios de todos los valles atrás, é dieron en la ciudad y quemáronla toda, sin dejar un palo enhiesto en ella, y pelearon todo un día con los cristianos y matáronnos veinte é tres caballos é dos cristianos, quemándosenos cuanto teníamos para remediar y proveer á los trabajos de la guerra, no quedándonos más de los andrajos é armas que traíamos á cuestas; y al venir de la noche, estando todos los cristianos heridos, dan en los indios con tanto ánimo que los desbaratan, é huyeron; é fueron matando, en el alcance toda aquella noche; y como lo supe, dí la vuelta y reedifiqué la ciudad.

Informar asimismo como despaché, viendo el bergantín quemado, con cinco soldados á caballo, que no le pude dar más, al capitán Alonso de Monroy, caballero hijodalgo, por tierra, á las provincias del Perú á que llevase los despachos de V. M., é los enviase de allí, y él volviese

con el socorro que pudiese traer, é fué en grande aventura como [en] la [que] quedábamos asimismo acá; y llevaron todos hasta diez mill castellanos, que por el embarazo é porque habían de ir á noche é mesón por tierra de guerra é despoblados, hice hacer dellos seis pares de estriberas, é los pomos é puños é cruces de las espadas, é así se despidieron de mí para su jornada. Cómo en el valle de Copiapó mataron los indios los cuatro con salirles de paz, é prendieron al Monroy é al otro compañero, tomáronles el oro é rompieron los despachos. Al cabo de tres meses mataron al cacique principal, é huyeron en sendos caballos á las provincias del Perú. Llegaron á tiempo que gobernaba el Licenciado Vaca de Castro, estando en la ochava de la vitoria que había habido contra el hijo de don Diego de Almagro. Pidióle licencia é favor para volver con el socorro de gente que pudiese hacer. Diósela, y el Monroy buscó quien le favoreciese para lo traer: halló hasta ocho mill pesos, con que dió socorro de sesenta de á caballo que trajo consigo por tierra, é un navío con hasta cuatro mill pesos de empleo de Arequipa; y con media docena de botijas de vino para decir misa, porque cuando partió podía quedar en la ciudad hasta una azumbre,, lo cual faltó cinco meses antes que fuese de vuelta; y cómo me obligó á que pagase yo acá por la cantidad dicha para el socorro é pago, más de setenta mil pesos. Tardó desde el día que partió hasta que volvió ante mí, dos años justos.

Informar asimismo el trabajo que pasé en estos dos años en la guerra, é cómo hice un cercado é fuerte, destado é medio en alto, de mill y seiscientos pies en cuadro, que llevó docientos mill adobes de á vara de largo y un palmo de alto; é que á ellos y á el hicimos á fuerza de brazos los vasallos de S. M., é con nuestras armas á cuestas, sin descansar un hora trabajamos en él hasta que se acabó; y esto á fin de que se acogiese allí la jente menuda, é lo guardasen los peones, é los de á caballo saliésemos á los indios que nos venían á matar nuestras piezas de servicio é hijos á las puertas de nuestras casas, según estaban tan desvergonzados, é arrancarnos nuestras sementeras; porque viendo que nos dábamos á sembrar temían que no nos habíamos de volver; é por forzarnos á ello, nos hacían grand guerra en todo; y ellos no sembraban, manteniéndose de ciertas cebolletas é otras legumbres que produce la tierra de suyo; y en estos trabajos perseveramos los dos años dichos, y el primero sembramos hasta dos almuerzas de trigo que hallamos buenas entre obra de media hanega que nos quemaron los indios

y habíamos traído para simentarnos; y de aquellas dos almuerzas se cogieron aquel año doce hanegas, que parece lo quiso Dios dar así. E con aquellas nos simentamos. Cogimos el otro año al pié de dos mill; é con una cochinilla é un porquezuelo, que todos los demás nos mataron los indios, multiplicamos en aquellos dos años. E una pollita é un pollo, questos salvó una dueña que con nosotros estaba, se ha multiplicado gran cantidad de ganado é gallinas; y en ésto y en defendernos y en defender á los indios no dejándolos estar seguros en parte ninguna, entendí los dos años dichos; é [en] repartir la tierra (á) oscuras é sin tener relación, porque así convino á la sustentación de ella por aplacar los ánimos de los conquistadores, dando cédulas de repartimiento á más de setenta, porque con aquello atenderían á los trabajos que por delante tenían.

Informar asimismo cómo por el mes de Enero del año de quinientos é cuarenta é cuatro llegó el capitán Alonso de Monroy de vuelta á la ciudad de Santiago con los sesenta de caballo, é cuatro meses antes llegó el navío que despachó desde el Perú.

Informar asimismo cómo, llegada esta gente, salí á conquistar la tie rra, y constreñí tanto á los naturales, rompiéndoles todos los fuertes que tenían, que de puro cansados y muertos de andar por las nieves é bosques, como alimañas brutas, vinieron á servir, é nos han servido hasta el día de hoy sin se rebelar, é ví la tierra toda, é declaré los caciques é indios que había, que eran pocos, é de aquellos habíamos muerto en las guerras buena parte.

Informar asimismo cómo poblé luego la ciudad de la Serena, en un puerto de mar muy bueno é seguro en el valle que se dice de Coquimbo, que es á la mitad del camino de entre la ciudad de Santiago y el valle de Copiapó, á efecto que pudiesen venir sin riesgo los cristianos á servir á S. M. en estas provincias, de las del Perú, y que los indios no los matasen ni pereciesen por falta de comidas; y con el trabajo que la sustenté, teniendo siempre, demás de trece vecinos que eran, otros diez ó doce soldados á la sustentación de ella, visitándolos de dos en dos meses con gente por tierra, é con un barco que hice hacer para este efecto, enviándoles siempre trigo, gallinas é puercos para que criassen y sembrasen y se pudiesen sustentar.

Informar asimismo cómo en Junio adelante del dicho año de cuarenta y cuatro, vino al puerto de Valparaíso, que es el de la ciudad de

Santiago, un navío que trajo el capitán Juan Bautista de Pastene, suyo, piloto mayor de esta Mar del Sur, por los señores de la Real Audiencia de Panamá, con hasta quince mill castellanos de empleo de Panamá, que trajo un criado del Licenciado Vaca de Castro, que se llamaba Juan Calderón de la Barca; como tomé de mercaderías, armas é otras cosas necesarias para repartir entre los conquistadores para la sustentación de la tierra, al pié de ochenta mill castellanos.

Informar asimismo que para estos efectos he ayudado á soldados con armas é caballos, que les he dado en veces, más de cincuenta; hecho otros gastos muy crecidos para perpetuar esta tierra á S. M.; se me ha perdido gran cantidad de oro por enviar mensageros á S. M., y por socorro á las provincias del Perú y de todo ello no ha cabido fruto ninguno, ni tampoco han llegado mis despachos ante S. M.; y no ha sido por falta mía sino por la malicia de algunos de los mensageros, como adelante se informarán, y por las alteraciones que ha habido en el Perú, é por haberse quedado allí algunos de los mensageros que enviaba á S. M., é otros muerto.

Informar asimismo cómo vista la voluntad del piloto é capitán Juan Bautista de Pastene y con el celo que había venido al socorro de esta tierra con su navío llamado San Pedro, que fué por servir á S. M. y se me ofreció de le servir, y á mí en su cesáreo nombre, y le conočí por hombre de valor y de prudencia y experiencia de guerra de indios é nuevos descubrimientos, le fié y di la notoriedad de mi lugar teniente. de capitán general en la mar, y le envió con su navío y con otro en conserva é gente la que era menester, á que me descubriese por la costa arriba del estrecho de Magallanes hasta doscientas leguas, é me trajese lenguas; y envié en su compañía é para que me tomase posesión de la tierra, al capitán Jerónimo de Alderete, criado de S. M., é á Juan de Cárdenas, escribano mayor del juzgado desta gobernación, á que diese testimonio de la posesión que se tomaba, é porque todos tres son muy celosos del servicio de S. M. E así se fuerón é me trajeron lenguas, tomaron la posesión, como se podrá ver por el treslado abtorizado del mismo Juan de Cárdenas, que vuestras mercedes llevan, diciendo como este descubrimiento me causó otra cantidad de pesos de oro de gasto, que pasó la suma que por lo poder hacer hice, de más de veinticinco mill pesos.

Informar asimismo cómo en viniendo del descubrimiento dicho, pro

curé de echar á las minas los anaconcillas é indios de nuestro servicio, porque los naturales atendiesen á sembrar, é los vasallos de S. M. les llevábamos la comida en nuestros caballos á las minas, que eran doce leguas de la ciudad; y esta comida la sacábamos de los cueros partiendo por medio lo que teníamos para nos sustentar á nosotros y á nuestros · hijos, habiéndola sembrado y cogido con el trabajo de las personas; é· asi aquella demora, que fueron hasta ocho meses, con estas pececillas, que fueron hasta cuando se sacaron, hasta setenta mill castellanos. Todos los vasallos de S. M. me dieron é prestaron lo que era suyo; é con ello é con lo que yo tenía acordé de enviar de nuevo con el un navío de los dos que tenía, mensagero á S. M. y otros al Perú á que me tornasen á traer más socorro.

Informar asimismo cómo despaché luego al capitán Alonso de Monroy é al capitán é piloto Juan Bautista de Pastene en su navío para que el uno por tierra y el otro por la mar se volviesen con socorro de gente, caballos é armas é las demás cosas necesarias, trayéndome de esto todo lo que pudiesen, y cnvié á S. M. un mensagero que se llamaba Antonio de Ulloa, natural de Cáceres, con el cual escribí largo, dando cuenta á S. M. y á los señores de su-Real Consejo de Indias, de la conquista de esta tierra é población de la ciudad de Santiago y descubrimiento por mar. Entre ellos tres y otros dos mercaderes repartí el oro que digo se sacó, para que todos trajesen el recaudo que pudiesen á esta tierra para su perpetuación é para que Antonio de Ulloa pudiese ir á dar cuenta á S. M. de mí, y presentarle mis despachos. Así partió el navío á los cuatro de Septiembre de mill y quinientos é cuarenta é cinco años.

Informar cómo fuí á la ciudad de la Serena á despachar este navio con los mensageros que habían de ir á S. M. y al Perú, é por visitar aquella ciudad y dejar buen recaudo en ella, porque determinaba, luego de vuelta que fuese en la ciudad de Santiago, ir por tierra á descubrir donde pudiese poblar otra ciudad. Y así, en llegando, hice apercibir sesenta de caballo, bien armados con las lanzas en las manos á la ligera, é descubrí hasta un río grande que se dice Biobío, que está cincuenta leguas de la ciudad de Santiago, donde me dieron hasta ocho mill indios, una noche, habiéndoles dado guazábaras. Otros dos días pelearon muy reciamente, y estuvieron fuertes al pie de dos horas en un escuadrón, como tudescos. Al fin los rompí, é huyeron y matamos

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