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mandarme confirmar lo dado, y de nuevo hacer merced de me alargar los límites della, y que sean hasta el Estrecho dicho, la costa de la mar é la tierra adentro hasta la Mar del Norte. Y la razón porque lo pido es porque tenemos noticia que la costa del Río de la Plata, desde cuarenta grados hasta la boca del Estrecho, es despoblada y temo va ensangostando mucho la tierra, porque cuando envié al piloto Juan Bautista de Pastene, mi teniente general en la mar, al descubrimiento de la costa hácia el Estrecho, rigiéndose por las cartas de marear que de España tenía imprimidas, hallándose en cuarenta é un grados, estovo á punto de perderse; por do se ve que las cartas que se hacen en España están erradas en cuanto al Estrecho de Magallanes, andando en su demanda, en gran cantidad, y porque no se ha sabido la medulla cierta, no envío relación dello hasta que la haga correr toda, porque se corriga en esto el error de las dichas cartas, para que los navíos que á estas partes vinieren enderezados, no vengan en peligro de perderse. Y este error no consiste, como estoy informado, en los grados de norte sur, de la demanda del dicho Estrecho, sino del leste hueste. Y no pido esta merced al fin que otras personas de abarcar mucha tierra, pues para la mía siete piés le bastan, é la que á mis subcesores hobiere de quedar para queen ellos dure mi memoria, será la parte que V. M. se servirá de me hacer merced por mis pequeños servicios, que por pequeña que sea, la estimaré en lo que debo; que sólo por el efecto que la pido es para más servir y trabajar, y como la vea ó tenga cierta relación, la enviaré particular, é darla he á V. M., para que, si fuere servido, partirla y darla en dos ó más gobernaciones, se haga.

<Asimismo suplico á V. M. sea servido de me mandar confirmar la dicha gobernación, como la tengo, por mi vida, y hacerme merced de nuevo della por vida de dos herederos, subcesive, ó de las personas que yo señalare, para que después de mis días la hayan é tengan como yo.

Asimismo suplico á V. M. sea servido de me mandar confirmar y hacer de nuevo merced del oficio de alguacil mayor de la dicha gobernación, perpétua, para mí y mis herederos.

Asimismo suplico á V. M., sea servido de me hacer merced de las escribanías públicas y del cabildo de las ciudades, villas é lugares que yo poblare en esta gobernación, y si V. M. tiene hecha alguna merced dellas, á aquella suplico la mía siga, expirando la primera.

Asimismo, si mis servicios fueren aceptos á S. M. en todo ó en par

te, pues la voluntad con que yo he hecho los de hasta aquí y deseo hacer en lo porvenir es del más humilde y leal criado, súbdito y vasallo de su cesárea persona que se puede hallar, á aquella muy humillemente suplico, en renumeración dellos, sea servido de me hacer merced de la otava parte de la tierra que tengo conquistada, poblada y descubierta, descobriré é conquistaré é poblaré andando el tiempo, perpétua, para mí é para mis descendientes, y que la pueda tomar en la parte que me pareciese con el título que V. M. fuere servido de me hacer merced con ella.

«Asimismo suplico á V. M. por la confirmación de la merced de que pueda nombrar tres regidores perpétuos en cada uno de los pueblos que poblare en nombre de V. M. en esta gobernación, y de nuevo me haga merced de que los tales regidores por mí nombrados no tengan necesidad de ir por la confirmación al Consejo Real de Indias, á causa de los gastos que se les podría recrecer en enviar, y daño que podían rescebir en el ir, por largo é trabajoso viaje.

«Asimismo suplico á V. M., atento los grandes gastos que en lo porvenir se me han de recrecer, porque no tengo hasta el día de hoy diez mill pesos de provecho, y son más de cient mill, por lo menos, los que gastaré cada un año para me prevenir en algo para ellos, sea servido de me hacer merced y dar licencia para que pueda meter en esta gobernación hasta el número de dos mill negros, de España é de las islas del Cabo Verde, ó de otras partes, libres de todos derechos; é que nadie pueda meter de dos esclavos arriba en esta gobernación sin mi licencia, hasta tanto que tenga cumplida la suma dicha.

Asimismo suplico á V. M. que atentos los gastos tan excesivos que he hecho después que emprendí esta jornada, por el descubrimiento conquista, población, sustentación y perpetuación destas provincias, é los que se me recrecieron cuando fuí á servir contra la rebelión de Gonzalo Pizarro, como paresce por los capítulos desta mi carta, sea servido de me mandar hacer mereed y suelta de las escrituras mías que están en las cajas reales de la ciudad de los Reyes y de la de Santiago, que son de la cantidad siguiente: una de cincuenta mill pesos que yo tome en oro de la caja de V. M. de la ciudad de Santiago, cuando fui á ser vir al Perú, como es dicho, y otra escritura que hice á los oficiales de la ciudad de los Reyes, del galeón y galera que me vendieron de V. M. comida que me dieron en el puerto de Arica para proveer la gente que

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traje á estas partes, de cantidad de treinta mill pesos, é más de treinta é ocho mill pesos que debo por otras escrituras á un Calderón de la Barca, criado que fué de Vaca de Castro, en el navío del capitán é piloto Juan Bautista de Pastene, para remedio de la gente que en esta tierra estaba sirviendo á V. M., como está dicho, que por haber sido de Vaca de Castro es ya de V. M., que montan estas tres partidas dichas ciento diez y ocho mill pesos de oro: desto suplico á V. M., como tengo suplicado, me haga merced y suelta.

Asimismo suplico á V. M. sea servido se me haga otra nueva mérced de mandar sea socorrido con otros cien mill pesos de la caja de V. M. para ayudarme en parte á los grandes gastos que cada día se me ofrecen, porque mi teniente Francisco de Villagrán aún no es vuelto con el socorro por que le envié, é ya despacho otro capitán que parte con los mensageros que llevan esta carta, con más cantidad de dinero al Perú, á que me haga más gente; y como el teniente llegue, irá otro, y así ha de ser hasta en tanto que se efectúe mi buen desco en el servicio de V. M.

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Asimismo suplico á V. M. que por cuanto esta tierra es poderosa de gente, y belicosa y la población della es á la costa, que para la guardia de sus reales vasallos sea servido de me dar licencia que pueda fundar tres ó cuatro fortalezas en las partes que a mí me pareciese convenir desde aquí al Estrecho de Magallanes, é que pueda señalar á cada una dellas para las edificar é sustentar el número de naturales que me pareciere, é darles tierras convenientes como á los naturales para su sastentación, las cuales fortalezas V. M. sea servido de me las dar en tenencia para mi émis herederos, con salario cada un año, cada fortaleza de un cuento de maravedis.

Asimismo suplico, á V. M. sea servido, atento que la tierra es tan costosa y lejos de nuestras Españas, de me hacer merced y señalar diez mill pesos de salario, y ayuda de costa en cada un año.»

Asimismo escribo á S. M. haga merced á esta tierra y sus vasallos de mandar nombrar por obispo al padre bachiller Rodrigo González, y él señor Alonso de Aguilera atenderéis á solicitar esto, que si no es por mandárselo S. M., no hay para él obispado, atento que no presuntuoso de dignidad, y en esto diréis lo que sabéis de su integridad de lo que todos le amamos acá, por sus letras, predicación é buena vida. Edesta ciudad de la Concebeión, á quince de Otubre del mill quinientos

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es nada

é cincuenta años.-Pedro de Valdivia. Por mandado de S. S. el gobernador-Joún de Cárdenas.

15 de Octubre de 1550

IV. Relación hecha por Pedro de Valdivia al Emperador, dándole cuenta de lo sucedido en el descubrimiento, conquista y población de Chile y en su viaje al Perú.

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(Archivo de Indias y publicada en Gay, Documentos, t. I, pp. 86-138, y Torres de Mendoza, t. IV, pp. 5-68.)

S. C. C. M.-Después de haber servido á V. M., como era obligado, en Italia en el adquirir el estado de Milán y prisión del Rey de Francia, en tiempo del Próspero Colona y del Marqués de Pescara, vine á estas partes de Indias, año de 535. Habiendo trabajado en el descubrimiento y conquista de Venezuela, en prosecución de mi deseo, pasé al Perú año 536, do serví en la pacificación de aquellas provincias á V. M., con provisión de maestre de campo general del Marqués Pizarro, de buena memoria, hasta que quedaron pacíficas, así de la alteración de los cris tianos como de la rebelión de los indios. El Marqués, como tan celoso del servicio de V. M., conosciendo mi buena inclinación en él, me dió puerta para ello, y con una cédula y merced que de V. M. tenía, dade en Monzón, año de 537, refrendada del secretario Francisco de los Cobos, del Consejo secreto de V. M., para enviar á conquistar y poblar la gobernación del Nuevo Toledo y provincia de Chile, por haber sido desamparada de don Diego de Almagro que á ella vino, á este efeto nom brándome á que la conquistase é toviese en gobernación, é las demás que descobricse, conquistase é poblase, hasta que fuese la voluntad de V. M. Obedescí volviendo el ánimo, por trabajar en perpetuarle una tierra como esta, aunque era jornada tan mal infamada, por haber dado la vuelta della Almagro, desamparándola con tanta é tan buena gente como trajo. Y dejé en el Perú tan bien de comer, como lo tenía el Mar qués, que era el valle de la Canela en los Charcas, que se dió á tres conquistadores, que fueron Diego Centeno, Lope de Mendoza y Boba dilla, y una mina de plata, que ha valido después acá más de doscien tos mill castellanos, sin haber un solo interese por ello, ni el Marqués me lo dió para ayuda de la jornada.

Tomado mi despacho del Marqués, partí del Cuzco por el mes de

Enero de 540, caminé hasta el valle de Copiapó, que es el principio desta tierra, pasado el gran despoblado de Atacama, y cient leguas más adelante hasta el valle que se dice de Chili, donde llegó Almagro y dió la vuelta, por la cual quedó tan mal infamada esta tierra. Y á esta causa, é porque se olvidase este apellido, nombré á la que él había descubierto é á la que yo podía descubrir hasta el Estrecho de Magallanes, la Nueva Extremadura. Pasó diez leguas adelante, é poblé en un valle que se llama Mapocho, doce leguas de la mar, la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, á los 24 de Hebrero de 541, formando cabildo y poniendo justicia.

Desde aquel año hasta el día de hoy, he procurado é puesto en efeto de dar á V. M. entera relación é cuenta de la población é conquista de aquesta ciudad y del descubrimiento de la tierra de adelante y de su prosperidad, y de los grandes trabajos que he pasado y gastos tan crecidos que he hecho y he hecho y se me ofrecen de cada día, por salir con tan buen propósito adelante. He escripto las veces, con los mensageros que aquí diré, y en qué tiempos, para advertir que lo que á mí ha sido posible, he hecho, con aquella fidelidad, diligencia y vasallaje que debo á V. M.; é la falta de no haber llegado mis cartas y relaciones ante su cesáreo acatamiento, no ha sido á mi culpa, sino de algunos de los mensageros, por haber sido maliciosos, y pasar por tierra tan libre, próspera é desasosegada como ha sido el Perú, y á otros tomar los indios, en el largo viaje, los despachos, y á los demás la muerte.

Estando poblado, traje á los naturales, por la guerra é conquista que les hice de paz; y en tanto que les duraba el propósito de nos servir, porque luego procuran cometer traiciones para se rebelar, que esto es muy natural en todos estos bárbaros, atendí á que se hiciese la iglesia y casas, é la buena guardia de todo lo que convenía. Para enviar por socorro y dar á V. M. cuenta, di orden de hacer un bergantin, y el trabajo que costó, Dios lo sabe; hecho, me lo quemaron los indios é mataron ocho españoles de los doce que estaban á la guarda dél, por exceder de la orden que les dejé. E á un punto se me levantó y rebeló la tierra, que fué todo en término de seis meses, é comenzáronme á hacer muy cruda guerra. Viendo la imposiblidad de poder hacer otro, despaché por tierra, con harto trabajo y riesgo de los que fueron y quedábamos, al capitán Alonso de Monroy, mi teniente, con cinco soldados de caballo, que no pude ni se sufría darle más. Partióse de mí por el mes de

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