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1551-1563

XII-Maria de León, muger que fué de Juan Pinel, difunto, y sus hijos, vecinos de la ciudad de Granada, con el Gobernador Valdivia, Jerónimo Alderete y otros, sobre la muerte del dicho Pinel.

(Archivo de Indias, 52-5-2-13.)

Sobrescrito. A mi señora y muger María del León, ó en su ausencia á Rui Diaz, su padre, mi señor, en la gran ciudad de Grapada: vive en la plaza de Bivaramba; es de Juan Pinel; de porte un ducado. »

Señora: Con el padre Gonzalo Yáñez, clérigo presbítero, natural de la cibdad de Braga, ques en el reino de Portugal, escribí largo á vuestra merced, con el cual envié doscientos é cincuenta é siete pesos de buen oro, como parecerá por un conocimiento firmado de su nombre é de ciertos testigos, el cual llevó Diego Pérez, clérigo presbítero, natural de la villa de Medina del Campo, para que los diese á vuestra merced ó á mi sefior Rui Diaz, como creo que vuestra merced los habrá ya rescebido, según era persona de bien é de mucha confianza, é también juntamente escribí con el dicho Diego Pérez, é dentro de la carta iba el dicho conocimiento y entonces escrebí muy largo; la falta del papel me hará ser breve, solamente diré del deseo que tengo de saber de vuestra merced é de mis amados hijos é hijas, pues el deseo que tengo de illes dar estado, con el ayuda de Dios, me ha puesto viejo; yo estoy bueno de salud y con este deseo de saber como está vuestra merced é mi señor Rui Diaz, todos nuestros é deudos.

Después de por éstas que digo que he escrito con las personas dichas, visto que la vida es breve y considerada la edad de nuestros hijos, yo dispuse de toda mi hacienda y la vendí é me quedé con sólo lo que tenía encima, como persona que deseaba dar buena cuenta de mí y tener la vejez donde más mereciese con Dios, y estar en el estado que me puso: hice della tres mil pesos de oro de ley perfeta, y estando embarcado en un navío nombrado Santiago, de que era capitán y señor dél Jerónimo de Alderete. Y el gobernador, que gobernaba esta tierra, que se dice Pedro de Valdivia, natural de la villa de Zalamea de la Serena y casado en ella, como persona que estaba en lugar de S. M., nos mandó llamar y salimos todos los que estábamos para irnos desta provincia

de Chile á las provincias del Perú, que seríamos quince ó diez y seis personas, é salidos á tierra, tomó el batel é se metió en él con ciertas personas é se fué al dicho navío é nos dejó en tierra, no consintiendo ni queriendo que ninguno se volviese á embarcar, antes se tomó todo el oro de todos y mis tres mill pesos questaban en un cofre de Hernando de Vallejo, natural de la villa de Madrid. Sin parecernos que en ello había cuenta ni razón, ni sin que dello nos dejase por donde lo pudiésemos cobrar, mas de la virtud del que dejó en su lugar, al cual dejó tan adeudado que si allá S. M., en esto no puso algún remedio, no se puede dejar de perder mucho, é yo trabajo por la mejor manera é ruego que puedo cobrar de Francisco Villagra, ques persona que dejó en su lugar y por su teniente general con todos sus indios é haciendas é grangerías, porques muy persona de bien é de mucha confianza, servidor de Dios é de S. M., creo se condolerá de mis trabajos y servicios que he fecho á S. M. en esta tierra é me pagará esta demora, teniendo respeto á la buena obra de mi intención, que creo la conoce, y aunque con otros caiga en falta, segund lo mucho que le queda que cumplir, cumplirá conmigo.

Bien podéis, señora, considerar cual quedé, siendo en la playa quince leguas de poblado, sin ninguna cosa que comer ni en que venir, quitándome tres mill pesos de buen oro que me habían costado muchos más gotas de sangre, habiéndolos habido con grandes trabajos é hambres para nuestro remedio é de nuestros hijos é dar estado á nuestras hijas, que tanta razón tenía, pues tienen edad para tenello; ruegoos, señora, que las pongáis á que con sus oraciones merezcan con Dios más que yo con mis trabajos, pues sin su ayuda ninguna cosa se puede facer. Esta es la causa porque no cumplí mi palabra como en las cartas que dichas tengo, prometí. Ha sido Dios servido con el servicio que anduve sacando de las personas á quien el gobernador los dió que yo antes tenía y era mío, que eran indios de mi servicio, me fuí á las minas, é andando á pie de quebrada en quebrada é de cerro en cerro, he sacado en esta de mora mill é ochocientos pesos de deste oro, sin quintar, é quintado é aderezado é pertrechado de cosas que me deshice, me han quedado ochocientos pesos de oro, pagados los quintos á S. M., de los cuales con el señor Juan de Avalos Jufré, natural de la villa de las Garrobillas, ques en Extremadura, invío á vuestra merced en un tejuelo de oro, doscientos é doce pesos, ques cada peso, cuatrocientos é cincuenta maravedís, é

cada peso es un castellano. Hizo dos conocimientos de un tenor, quel uno cumplido el otro no valga. Halos de asegurar entre mercaderes en la cibdad de los Reyes, ques en las provincias del Perú, á costa de los dichos doscientos é doce pesos para que no corran riesgo, para que vuestra merced los haya más seguros. El conocimiento va en un envoltorio de cartas de Garci Diaz, que envía á Sevilla un hermano suyo, vecino della, que se llama Rui Diaz de Jibraleón, yerno de Alonso Núñez de Illescas, é porque son personas muy conocidas, é creo serán muy ciertas, envío tres traslados desta carta, el uno por esta vía que digo y otra lleva el dicho señor Juan Avalos, porque es muy mi señor; é con tal confianza creo vuestra merced los habrá. Mi señor Rui Diaz lo converse porques un caballero á quien yo debo mucho é los señores mis hermanos que con él se vieren hagan lo mismo, porque desto é de otras muchas buenas obras le soy en cargo.

A mi señora hermana Beatriz de León, cuando me vine para acá, dende la cibdad de Paria, ques en Tierra-firme, en cartas que escribí á vuestra merced, me acuerdo que prometí un mico y parece que ya sale de la edad, y en su lugar le suplico reciba un grano de oro que pesa treinta castellanos ménos medio, pero porques el mayor grano que se ha sacado en estas minas después que las venimos á poblar; sacólo una anacona mía y luego lo puse en su nombre; quisiera que fuera muy mayor, porque mi servicio pareciera delante de quien yo tanto quiero; vuestra merced la abrace por mí é reciba mi voluntad.

Señora, mi estada acá, siendo Dios servido, no me detendré más tiempo de cuando acabe de cobrar los tres mill pesos que me tomó é llevó el gobernador Pedro de Valdivia, y el enojo y el deseo me consumen mis días por el absencia de verme apartado de vuesta merced é de mis hijos é hijas, é mientras no pudiese cobrar, siempre enviaré oro y escribiré á vuestra merced; no deje de acudir á casa del señor Rui Díaz, como arriba tengo dicho, porque el señor su hermano es muy amigo, é siempre escriba en su envoltorio de cartas. No envío agora más oro á vuestra merced, porque en todos los navíos que desta tierra salieren, podré enviar la cantidad que agora en éste envío, por no arriesgar lo que tanto trabajo y absencia nos cuesta, la cual suplico á vuestra merced supla con aquella cordura y virtud que yo conozco, conformándose con la voluntad de Dios y mirando mis trabajos, que no he podido más. A nuestros amados hijos é hijas, vuestra merced abrace por mí y los críe con

aquella dotrina que yo de vuestra merced espero, teniendo respeto á que son nuestros hijos y que no haya descuido en su dotrina y aprendan las cosas que á hijos de buenos convengan. A mi señor Rui Díaz beso las manos de su merced y haya ésta por suya é me perdone porque particularmente no le escribo, y le suplico tenga el cargo de vuestra merced é hijos, como siempre ha fecho: plega á Dios me lo deje ir á ver é servir tan buenas obras y cargo, como le soy, al cual ruego tenga en mucha prosperidad é me deje ir á ver á vuestra merced; y á todos esos señores de esa Audiencia Real, mis señores, beso las manos mil veces con el señor dotor Morales y la señora Villafranca, su muger. A mis señores hermanos Alonso de León y Juan Diaz é Diego Pinel, mi hermano, con mi señora Isabel Diaz de León, é todas las señoras mis hermanas, Leonor Diaz, é las demás con la señora mi tía, si fuese viva, con el señor su marido y la señora muger de mi hermano Diego Pinel, y con el señor Gutiérrez, receptor de S. M., é con el señor Pedro Ruíz beso las manos mil veces con la del señor Alonso de León, que haya gloria, con todos los demás debdos de vuestra merced. Desta cibdad de Santiago del Nuevo Extremo, ques en las provincias de Chili, á veinte y cinco días del mes de Septiembre de mill é quinientos é cuarenta é ocho años, el que como á sí la ama y vive con su deseo.-Juan Pinel.

Sobrescrito:

A mi señor Alonso de Luque, vecino de la cibdad de Arequipa, mi señor. Esta carta se encamine á Granada en casa de Luis de Cartagena. Señor:-Yo he escrito à vuestra merced antes de agora, é pues vuestra merced no me ha respondido, habrá sido la cabsa no la haber rescebido y como yo tengo á vuestra merced por mi señor antes de agora, por haber rescebido de vuestra merced toda honra é cortesía que los tiempos. pasados que en esa provincia nos conocimos é comunicamos, por lo cual siempre estoy en obligación de le servir y deseo mucho se ofrezca con qué y saber por carta de la salud de vuestra merced y de todo su bien. é contento, pues en las alteraciones pasadas que en esa provincia ha habido en deservicio de S. M., con tantas muertes de cristianos, vuestra merced se ha sabido gobernar, porque de todo el bien é salud de vuestra merced me holgaré tanto como de mi señor y hermano mayor. Aquí en ésta daré alguna cuenta á vuestra merced de mi vida, después que desa cibdad de Arequipa vine á estas provincias con el gobernador don Pedro

de Valdivia, adonde pobló esta cibdad de Santiago, é yo he residido en ella todo este tiempo, é si no hubiera sido tan desperdiciado, fuera rico é como tras los días viene el seso amesurado el tiempo y he acordado ántes de pecar, ganar de nuevo, hame Dios dado más que yo merezco y no estoy tan pobre que con tener salud, tendré hasta mill é quinientos é dos mill pesos de oro que valdrá mi hacienda, y con esto estoy muy contento y doy gracias a Dios por ello que me lo ha dado. Hame dado Dios dos hijos, y si no fuera por ser tan niños como son, hubiérame ido con esto poco que tengo á España entre los míos, porque me paresce que para tan poca vida poca moneda abasta; porque los hombres miéntras más esperan do se pierden, é al fin desta jornada no se lleva sino el bien que hiciéremos y esto puede se hacer mejor en España que no en estas partes, porque acá con mucho no se puede hacer sino poco, y esto hélo dicho á vuestra merced por lo que aquí diré de Juan Pinel, vecino de Granada, que Dios perdone, que al tiempo quel gobernador Pedro de Valdivia partió desta cibdad, por la mar, para ir á las provincias del Perú á servir á S. M. en la rebelión de Gonzalo Pizarro, Juan Pinel se iba á España y llevaba suyos propios tres mill pesos de oro, menos sesenta ó setenta pesos, y el dicho señor gobernador se los tomó prestados para pagásellos; y el dicho Juan Pinel se quedó en esta cibdad y á la vuelta que el gobernador dió de las provincias donde fué, para éstas, el dicho Juan Pinel pidió sus dineros para irse á España, y como no se los pudiera dar breve y él se quería ir, en este tiemo le vinieron cartas de Granada de su muger é hijos, con las cuales tomó tanto pesar de como no se le daba el dinero, que deste pensamiento cayó en una grave enfermedad, de que murió, y ántes de su muerte hizo un testamento cerrado adonde está una cláusula que dice ansí:

Item, digo é declaro que yo me iba á los reinos de España desta cibdad de Santiago, en el navío nombrado Santiago, de que era capitán é señor Jerónimo de Alderete, en el cual dicho navío estaba embarcado. é llevaba míos propios en un cofre de Fernando de Vallejos tres mill pesos de oro, fundidos é marcados, ménos sesenta ó setenta, y el muy illustre señor gobernador don Pedro de Valdivia hobo menester el dicho mi oro para negociar cosas que convenían al servicio de S. M. y pro desta tierra, é me lo tomó prestado para me lo pagar, é yo me quedé en esta cibdad de Santiago porque no fué su voluntad que fuese en el dicho navío: suplico á su señoría humilmente, por servicio de Dios, si es

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