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para admitir la declaracion de guerra hecha por el Presidente de Colombia, le pasé otra nota en la que le reiteraba mis deséos de evitar las consecuencias funestas que tendria un rompimiento semejante, y que dejándose de comisionados, señalase un punto de reunion, en que él y yo tranzásemos amigablemente esas diferencias. El mismo Presidente de Colombia, sin duda despues de haber reflexionado por sí, y aun ántes de haber recibido mi nota última, ofició desde Huaraz por medio de su Secretario José Domingo. Espinar, al Ministro de guerra en los términos que expresa la siguiente certificacion; y cuya nota no fué recibida por hallarse en esa fecha en una total incomunicacion y arresto el referido ministro, como se verá en el capitulo que sigue.

Certificacion.

"El abajo suscrito certifico: Que estando arrestado en Trujillo por la traizion cometida por el coronel La Fuente, me presentó el sargento mayor del regimiento de corazeros D. Ramon Castilla una nota del Presidente de Colombia, suscrita por su secretario interino teniente coronel José Domingo

Espinar, cuya nota era de 26 de Noviembre en el cuartel general de Huaraz, y recibida en Trujillo cuatro dias despues; en la que el referido presidente de Colombia decia al del Perú por medio del ministro de la guerra á quien venía dirijida dicha nota que habiendo sido anunciada una entrevista por los comisionados del Presidente del Perú en Pativilca, convenía desde luego en ella, y que al efecto se ponia en marcha que sus deséos eran concluirlo todo de cualquiera modo: que nos uniésemos para hacer la guerra al enemigo comun; y que esperaba que por parte de S. E. el Presidente, no habria inconveniente, supuestas sus proposiciones presentadas por sus diputados en Pativilca, y para que conste, firmo esta á bordo de la corbeta Garlande al frente de la Isla de la Puná á 12 de Enero de 1824.

"El General Ramon Herrera."

Esta nota última, á que se refiere la antecedente certificacion, manifiesta que el Presidente de Colombia se habia ya penetrado de mis razones, y accedido á las fundadas y racionales proposiciones que se le habian hecho por mis dipu

tados; por que á no ser bajo las bases expresadas en ellas, no habia para que tener entrevista, con los que no conociamos mas autoridad en el Perú que la de sus pueblos. La espresion del referido Presidente de Colombia, de que sus deseos eran de concluirlo todo de cualquiera modo, y de que esperaba que por mi parte no hubiese inconveniente, supuestas las proposiciones presentadas por mis comisionados, &c., prueba la lijereza con que sus diputados estamparon las groseras frases que se advierten en la citada contestacion de Pativilca, y me exime de refutarla detenidamente.

No puedo prescindir de llamar aquí toda la atencion del lector para que cotejando el contenido de las proposiciones de Pativilca y el sentido terminante de la última nota, á que se refiere el documento anterior, compare las expresiones con el resultado; cuyos sucesos se harian increibles, si se dijese que habian acaecido en los siglos de la mayor barbarie, ó entre los berberiscos mismos. Presentados ya estos documentos, ¡ qué campo no se abre para reflexionar sobre los acaecimientos del Callao en el 19 de Junio! En mis proposiciones me resolví yo á pasar por todo, como que

mi principal objeto en ellas era obligar á que se acabasen de descubrir las miras y mano oculta de la faccion que habia aparecido. Cabalmente la contestacion de los comisionados de Bolivar lo descubre todo, porque, tomando un estremo tan insustancial y soez, mostraron lo que ellos son y el espíritu de usurpacion que los animaba. Ellos han dado, pues, la prueba mas relevante en favor de lo que los pueblos del Perú rezelaban con tanto fundamento, que no era auxilio sino dominacion la que intentaba dar el jefe de Colombia al Perú.

CAPITULO VIII.

TRAICION DEL CORONEL FUENTE, MI PRISION

Y ENTREGA DE ΜΙ PERSONA AL PRESI

DENTE DE COLOMBIA.

LA historia de las revoluciones es la de los crímenes mas enormes, y de las virtudes mas acrisoladas. Parece que al tiempo de trastornarse los estados, se manifiestan los hombres excesivamente perversos, ó extraordinariamente honrados; tal es el efecto de las pasiones. Desarrollándose estas, precipitan á los unos á cometer los mas execrables delitos, y ponen á prueba la constancia y virtudes de los otros. El suceso acaecido en la ciudad de Trujillo, en el Perú, el 25 de Noviembre de 1823, es de aquellos, cuya iniquidad no presenta igual la historia; ni parece que entre las maldades de que es susceptible el corazon humano cupiese tanta perversidad. Jamas se ha visto una traicion mas infamemente tramada

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