El Periquillo Sarniento, Volúmenes 3-4

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J. Valdes y Cueva, R. Araujo, 1885
 

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Índice

I
3
V
28
VI
44
VII
57
IX
78
X
99
XI
123
XII
131
XXIX
47
XXX
63
XXXI
78
XXXII
91
XXXIII
106
XXXV
119
XXXVI
135
XXXVII
150

XIII
154
XVII
171
XXI
188
XXV
5
XXVII
21
XXVIII
29
XXXVIII
159
XXXIX
173
XLI
189
XLII
207
XLV
228

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Términos y frases comunes

Pasajes populares

Página 21 - ... lo acompañaron ; pues ya todos estaban contentos al ver al señor alcabalero fuera de riesgo, tomando su atole y platicando muy sereno como uno de tantos. Le prescribí su régimen para los días sucesivos, ofreciéndome a continuar su curación hasta que estuviera enteramente bueno. Me dieron todos las gracias, y al despedirme, la señora me puso en la mano una onza de oro, que yo la juzgué peso en aquel acto, y me daba al diablo de ver mi acierto tan mal pagado, y así se lo iba diciendo...
Página 16 - ... otra a Andrés, dándole a la vieja casi el resto para que nos dieran de comer algunos días, sin embargo del primer ajuste. Como en los pueblos son muy noveleros, lo mismo que en las ciudades, al momento corrió por toda aquella comarca la noticia de que había médico y barbero en la cabecera, y de todas partes iban a consultarme sobre sus enfermedades.
Página 7 - No fue bastante la vanidad del oficialito a resistir tamaña pesadumbre, sino que inmediatamente corrió hacia el negro tirando de la espada. El pobre negro se sorprendió porque no llevaba armas, y quizá creyó que allí llegaba el término de sus días. La señorita y otros que acompañaban al oficial, lo contuvieron, aunque él no cesaba de echar bravatas, en las que mezclaba mil protestas de vindicar su honor ultrajado por un negro. Tanto negreó y vilipendió al inculpable moreno, que éste...
Página 21 - ... a los espectadores, abrió los ojos el enfermo y comenzó a conocer a los circunstantes ya hablarles. Inmediatamente hice que Andrés aflojara las vendas y cerrara las cisuras, lo que no costó poco trabajo, ¡ tales fueron de prolongadas ! Después hice que se le untase vino blanco en el cerebro y pulsos, que se le confortara el estómago por dentro con atole de huevos y por fuera con una tortilla de los mismos, condimentada con aceite rosado, vino, culantro y cuantas porquerías se me antojaron;...
Página 6 - ... según se proporcione^ quarto, los tegumentos exteriores heterogéneos de tu materia física; quinto, asegurada la parte de la higiene que apetecer puedes, pues aquí se tiene mucho cuidado con la dieta y con la observancia de las seis cosas naturales, y de las seis no naturales prescritas por los hombres más luminosos de la facultad médica; sexto, beberás la ciencia de Apolo ex ore meo, ex visu tuo y ex bibliotheca nostra, de mi boca, de tu vista y de esta librería; por último...
Página 8 - ... del acaso, como pudiera en un naufragio. A esto añadía, que, pues, el partido no era ventajoso a nadie, pues ninguno de los dos sabía a quién le tocaría la pistola descargada, el rehusar tal propuesta no podía menos que deber atribuirse a cobardía.
Página 19 - ... hacer alto en mis charlatanerías, y así me contestó: — Señor doctor, el caso en que estamos no da lugar a argumentos, porque el tiempo urge; yo sé mi obligación y esto importa. Decir esto y comenzar a absolver al enfermo, y el vicario a aplicarle el santo sacramento de la Unción, todo fué uno.
Página 19 - ... digo nada, porque creo que lo dijo por mero pasatiempo; pues no puede ignorar que no hay derecho divino ni humano que califique de justo el comerciar con la sangre de los hombres.
Página 4 - ... ojos verdes, nariz de caballete, boca grande y despoblada de dientes, calvo, por cuya razón usaba en la calle peluquín con bucles. Su vestido cuando lo fui a ver era una bata hasta los pies, de aquellas que...
Página 8 - Con esta resolución, esa misma noche le di a doña mula ración doble de maíz y cebada, y cuando estaba toda la casa en lo más pesado de su sueño, la ensillé con todos sus arneses, sin olvidarme de la gualdrapa; hice un lío en el que escondí catorce libros, unos truncos, otros en latín y otros en castellano; porque yo pensaba que a los...

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