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Para los verdes. El verdete destilado ó acetato de cobre congelado, la tierra verde, el verde de montaña ó verde de Ungria. el verde de Scheele, el verde de Schweinfurt, el verde de Liebig, el verde de vegiga y el verde Iris.

Para los violados. La púrpura de Cassius y los óxidos violados de hierro.

Para los morenos. La tierra de sombras, el color de grano moreno ó de Inglaterra, la tierra de Colonia, la tierra de Cassel, el betun, etc.

que

Todos los colores de que acabámos de hablar, y todos aquellos que se emplean en todos géneros de pinturas, son substancias sólidas producidas por la naturaleza ó por el arte. En este estado no podrian estenderlos ni aplicarlos sobre otros cuerpos para coagularlos allí, si no se empezaba por molerlos y reducirlos en polvo impalpable. Es muy fácil de concebir si se molian en seco bajo la moleta, se escaparian en polvo. Para esto pues se han buscado líquidos que puedan Iretener las ligeras partículas divididas por la moledura as que, cuando están molidas puedan desleirlas de mo-, do que se estiendan fácilmente bajo el pincel; estos líquidos que se encuentran entónces teñidos del color de la substancia que han impregnado, se aplican sobre la superficie de los cuerpos, los penetran, se les incorporan, se fijan y conservan el color.

Los utensilios de que se valen para moler los colores, son el porfido y la moleta. El pórfido es una mesa cuadrada mas ó ménos grande, hecha de una piedra la mas dura posible. Se llama á estas mesas porfido, aun que no siempre estén compuestas de esta substancia para indicar que es menester tener cuidado de tomar las mas duras, porque el pórfido es una de las piedras mas

duras. El pórfido debe ser perfectamente unido, pulida la superficie sobre la cual se muele y bastante extensa á fin de que el artífice no le sea incómodo el pasear la moleta por encima en todos sentidos, formando círculos ó espirales.

La moleta es una piedra de la misma naturaleza que el pórfido; está cortada en forma de cono truncado pulida de su grande base, la que debe ser ligeramente convexa para que se muelan los colores. Se conoce que es importante valerse de piedras muy duras, lo mismo para la moleta que para el pórfido. Las piedras blandas se gastan moliendo, se mezcla su polvo con el de los colores, y los desdora cuando son vivos ó en cambiando las matíces.

Todos los colores primeramente se muelen en agua, aunque en seguida deba molerse algunas partes en aceite, se les mete en trociscos, se les deja secar bien, y despues de su perfeta desecacion se muelen en aceite. En esta primera operacion, el agua los lava, los desapega de las partes groseras, las que vuelven morenas las substancias coloradas, conserva los colores, y no solamente es ella el primer líquido de la pintura al temple, si que tambien dispone y clarifica las substancias que deben ser aolidas en el aceite, los que resultan mucho mas hermosos cuando se ha tenido la precaucion de molerlos primeramente en agua. Es necesario escoger agua de rio pura, límpia, ligera y dulce, con preferencia á las aguas de pozos ó de manantiales, que son casi siempre demasiado crudas y cargadas de sales calizas, las que en descomponiéndose dejan precipitar la cal, que, mezclada con el color, pierde el tono y aclara la matiz.

El cuchillo es un tercer instrumentɔ indispensable al

DA

fabricante de colores: está formado de una hoja delgada, flexible, haciendo resorte, casi cortante de cada lado y redondo por el extremo. Esta hoja está sólidamente fijada á un mango de madera ó de cuerno, etc.

Los colores deben ser molidos con mucha exactitud, y hasta que estén reducidos en partículas impalpables. Cuanto mas finas se los muele, mejor se mezclan y presentan una pintura mas suave, mas unida, mas graciosa, se derriten mas bien y de una manera ménos sensible. Para moler bien es menester primeramente poner poco líquido, y solamente la cantidad necesaria para humedecer las substancias sólidas, añadiendo en seguida poco a poco el líquido, y sobre todo hacia el fin de la operacion.

A medida que se muele, como la moleta separa siempre las substancias hácia fuera, se las reune y se las aproxima al centro con el cuchillo. Con la punta redonda se desprende primeramente lo que se halla al rededor de la moleta, haciendo volver á esta sobre ella misma con una mano, y presentando con la otra á su encuentro la punta del cuchillo; en seguida se reune todo lo que se halla separado sobre el pórfido, y se vuelve á echar en el centro.

Cuando se ha concluido de moler y se queda asegurado de la finura del color, se le reune con el cuchillo, se hacen pequeños montones sobre papel de estraza, el cual absorve con bastante prontitud la humedad, en donde se dejan hasta que el agua esté del todo evaporada. Despues de una perfecta desecacion se los encierra dentro de botes para resguardarlos del polvo: y de este modo se despachan á los pintores de pintura al temple, ó bien hasta que se quiera molerlos en el aceite. Estos pequeños montones se llaman trociscos. En

este estado se pueden conservar los colores durante un tiempo indefinido.

Preparados bien estos colores en el agua, puestos en trociscos y bien desecados, se muelen en seguida en el aceite de la misma manera y con igual precaucion.

El aceite de nuez es preferido al de lino á causa de su blancura, para moler los colores claros, tales como el blanco, pardo, etc.; pero no es tan secante como el aceite de lino. Por esta razon, el aceite de lino es preferido para todos los demas colores. Sin embargo se conoce una operacion para hacer volver el aceite de lino tan blanco como el de clavel; esta es. Se pone este aceite en un barreño de plomo; se echa en él blanco de albayalde y talco calcinado, exponiéndolo todo al sol durante un verano entero; el albayalde y el talco atraen las partes grasas al fondo y aclaran el aceite.

Los colores molidos en el aceite se depositan dentro de vasos de tierra embarnizados, á fin de que se sequen ménos pronto, y de alli se encierran dentro de pequeños pedazos de vegiga de cerdo, en los que se hacen nudos del grueso de un huevo de pichon poco mas ó ménos.

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Como la piedra y la moleta deben ser siempre muy límpias, es necesario lavarlas con agua, por medio de una esponja, si los colores han sido molidos en agua. Si el color se resiste y que no le pueda quitar á causa de las desigualdades de la piedra, se frega lo uno y lo otro con arenilla y agua, lo que se muele con la moleta. Esta operacion se efectua sobre todo cuando se quiere moler un color de un tinte diferente, como amarillo despues de blanco ó de negro.

Cuando los colores han sido molidos en el aceite, se limpian la piedra y la moleta con el mismo acei

te puro sin color como si se molia. Despues de haber despegado todo el color que habia quedado, se quita el aceite con el cuchillo y se guarda para moler una otra vez el mismo color ú otro, á cuya matiz no pueda dañar, pasando luego por encima una miga de pan medianamente tierno, á fin de quitar el color que queda; lo que se repite muchas veces con nuevas migas de pan, apoyando bastante fuerte con la moleta, hasta tanto que la miga se ponga en pequeños rollos y no queden teñidas por el color. Si por descuido ó por cualquiera otra causa se secase el color sobre la piedra ántes de haberla limpiado, es menester fregarla muchas veces, con piedra arenisca ó arenilla, ó con la legía de los jaboneros, hasta tanto que la piedra quede limpia; lo que se conoce lavándola con agua.

Los fabricantes que muelen á menudo albayalde, tienen un porfido particular, el cual no sirve sino para este uso, porque este color pierde prontamente por poco que se le mezclen otros.

Hay muchos colores, tales como el de piñuela y el cardenillo, que son venenos; otros que son muy perniciosos y causan enfermedades horrorosas; estos son el albayalde, el minium y el vermellon, por lo que es muy prudente resguardarse de las emanaciones que exhalan y de los polvos que salen, advirtiendo que por mas precauciones que se tomen nunca deben considerarse suficientes para evitar el menor daño posible. Cualquiera cuidado que se tome, parece que es muy difícil, por no decir imposible, de sustraerse de las emanaciones de los óxidos de plomo; pues se vé casi á todos los moledores de colores atacados de esta terrible enfermedad que se llama cólico de los pintores.

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