ciativa individual entre los ciudadanos que representan los intereses vitales de la nación, puesto que esa iniciativa es el verdadero nervio de la democracia. La iniciativa individual no puede brotar expontáneamente entre las masas ignorantes, como se imaginan los doctrinarios ilusos, pero con frecuencia se le ha visto nacer entre las clases ilustradas, cundir lentamente entre las inferiores y arrebatar, en fin, la nación entera. El Gobierno no puede crearla, pero debe estar dispuesto y no dudamos que lo está, á allanarle el camino, fomentarla y sobre todo respetarla en sus manifestaciones pacíficas y legales. * * * Estando ya por terminar la difícil tarea que me impuse, no puedo prescindir de hacer antes algunas breves observaciones finales con referencia al conjunto de las importantes cues. tiones á que hemos venido dedicando nuestra atención. He procurado en el presente estudio dar una idea general del estado de postración, miseria é ignorancia en que nuestro pueblo se encontraba antes de la reforma y de cómo el partido liberal se ha dedicado á remediar ese mal, obteniendo un éxito bastante satisfactorio en cuanto á la instrucción primaria y resultados no despreciables en cuanto á la creación de una clase media y al mejoramiento de las condiciones de vida de las últimas clases sociales; pero por desgracia nuestros legisladores al expedir nuestras leyes fundamentales, desconocieron por completo la incapacidad del pueblo para adaptarse al régimen democrático y esto ha traido consigo el desprestigio de las leyes y los males que son su consecuencia. Si la Constitución ha sido un fracaso parcial, las leyes de refor. ma por lo contrario han dado los más brillantes resultados, contribuyendo enormemente á nuestro desarrollo material é intelectual, así como darnos prestigio ante las naciones civili zadas. ¿Significa esto, que conservando las leyes de reforma, deberíamos desechar la Constitución de 1857? No lo creo así, pues aun cuando es cierto que esa Constitución no puede funcionar por ahora mas que imperfectamente, ella nos dá los medios para introducir las reformas necesarias; estando basada por otra parte en principios políticos que son verdaderos títulos de gloria para la civilización moderna. Es en su conjunto un ideal digno de que trabajemos por su realización; debiéndose tener presente que solamente en la persecución de un ideal adecuado pueden las naciones alcanzar prosperidad, cultura y verdadera grandeza. |