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o La completa destrucción de los argumentos contrarios es una prueba nada equívo ea de la buena causa que sostiene ellorador. Lantefutacioase verifica muchas veces: despreciandonóztornando en ridículo con gracia, y delicadeza, las débiles cavilaciónės ode los que pretenden,zofuscar lal verdad. Ridiculum acri fortius, ac melius magnas plerumque, secat resta convenciendo al contrario con sus propias razones ;ɔhiriéndole çon sus mismos filos Si las objeciones mere cen alguna corisideracion, las razoneszi sólo das y bien sentidas son á un tiempo las ar yo mas! invencibles iparan ofender y laégida im penettable para defenderse y embotar los tirosasestados en contra suya, Pero sin las razones del antagonista fueren mas podero sas, en este caso el partido mas prudente es rendir las armas, acogerse á los Duegos, implorar clemencia, y excitar la conmiseracion para obtener el perdon, ó disminuir por lo menos la severidad del castigo.

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PERORACION Ó CONCLUSION.

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-En esta parte del discurso, que es como la última escena de las accions, emplea el orador los mayores y mas eficaces esfuerzos para traer á su partido é inflamar los ánimos de los oyentes, ya renovando las impresiones que habia excitado durante el discurso,y ya resumiendo las pruebas. Estas conservan do el carácter dominante de la obra, y pre→ sentadas baxo un solo punto de vista, producen efectos maravillosos en el ánimo de los oyentes, señaladamente si son fuertes, concisas rápidas, bien sentidas, y anunciadas con gracia, energía y nobleza. Verificado así, yo aseguro que el orador saldrá triunfante, el auditorio aficionado á él y pesaroso de que tan presto se haya acabado su discurso.

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Por patético entiendo todo lo que es

entusiasmo ó vehemencia natural, toda pintura fuerte que mueve, que hiere, que agi

ta el corazon: todo lo que trasporta al hombre fuera de sí mismo: todo lo que con fuerza irresistible cautiva su entendimiento y subyuga su voluntad.» (Du Broca.) Preguntan no pocos autores, ¿en qué parte del discurso se ha de colocar el patético? Pregunta á mi parecer la mas fátua y ridícula que se ha imaginado; porque en primer lugar supone al patético como una cosa aislada y sujeta al arbitrio del hombre, quien puede arrancarle de una parte y trasportarle donde mejor le acomode: en segundo lugar supone que una persona inflamada por una violenta pasion puede expresarse con calma , y esta última con entusiasmo; ó que mientras se halla en un estado de apatía, puede estar vivamente conmovida, y miéntras está devorada por el tumulto de pasiones puede gozar de quietud; que el fuego puede ser frio, y el yelo cálido.

Yo te pregunto ¡ó preguntador! quando un objeto mueve, hiere y agita tu corazon extraordinariamente; quando te miras trasportado fuera de tí mismo con la admiracion ó la sorpresa; quando tu alma está arrebatada, tu entendimiento convencido, subyugada tu voluntad; finalmente, quando eres víctima de una pasion irresistible, ¿dexarás,

aunque no quieras, de estar poseido de la admiracion y de la sorpresa, arrebatado por el entusiasmo y la pasion poderosa? ¿dexarás de expresarte en su lenguage? Y te atreves á preguntar dónde se debe colocar el patético? Los miserables reglistas arrogándose el derecho de sujetar todo á sus fórmulas, en medio de la insensible frialdad que tiene como entorpecido su corazon, promulgan leyes relativas á las pasiones que no sienten, y al ene tusiasmo que no conocen. ¿Quándo se ha visto que el sordo juzgue de los sonidos, y el ciego de los colores?

El lenguage de las pasiones y de la imaginacion es muy diferente del que dicta el entendimiento. Este sigue el órden sucesivo de las ideas aquellas saltan algunas intermedias, y empiezan comunmente por los objetos que mayor impresion les causan, ó que se presentan con mas viveza (1). El pri¬ mero despeja las ideas para contemplarlas separadamente las segundas las asocian para exâltarse con ellas juntamente. El lengua ge del entendimiento es reposado: el de las pasiones vehemente. Aquel no conoce el calor; estas no conocen la frialdad, y suelen

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((I) En esto se fundan las inversiones.

ver de otra manera que el entendimiento, puesto que no pocas veces aprueban lo que él condena, y hallan hermosura y encan yol tos en lo que estotro fealdad y desconcierto, De aquí es, que los preceptistas preciados de filósofos, queriendo reglar la imaginacion las pasiones por la pauta de su entendiy miento, caen en una solemne contradiccion consigo mismos; porque en el hecho de portarse como filósofos, dexan de serlo.

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Ahora bien, en qué parte del discurso se colocará el patético? Respondo: en donde quiera que se exciten fuertes conmociones, sea en el exordio exabrupto 2 sea en las pruebas, sea en la refutacion, sea en la peroracion; porque todas estas partes son susceptibles de los mas animados é impetuosos movimientos. ¿Y en la narracion? tambien quando es de tal naturaleza, que basta por sí sola á encender las pasiones. ¿Quién no se estremece de las inauditas atrocidades que Verres cometió en Sicilia contra inumerables inocentes, munícipes de los Romanos, amigos suyos, defendidos por sus leyes?....?

Includuntur in carcerem condemnati: supplicium constituitur in illos: sumitur de miseris parentibus navarchorum: prohibentur adire ad filios: prohibentur liberis suis ci

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