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habría consentido jamás que un artista se le presentase á declamar sin conocer ni el idioma ni el valor de las palabras en que y con que había de expresarse, no en una función suelta y que pudiese tomarse á broma, sino en una temporada corrida y regular. Recuérdese, porque aun viven muchas personas que lo presenciaron, y porque en este libro consta, cómo recibió el público á la actriz María di Prato, cuando sin saber el castellano quiso declamar en nuestro idioma: recuérdese con cuántas dificultades hubo de luchar la cantante italiana, la Marchetti cuando quiso ingresar en nuestras compañías de zarzuela, y eso que poquísimas zarzuelistas han llevado nunca á ese género una voz y un arte como los que la Marchetti poseía. El artista que sólo se haya hecho aplaudir en tandas, no puede vanagloriarse de haber sido aplaudido en México. Es necesario repetirlo, para conocimiento de quienes no hayan visitado nunca nuestro país y para instrucción de los que, andando los años, estudien nuestros sucesos de hoy: el público de tandas es enteramente distinto y diferente del público de nuestros espectáculos serios y verdaderamente artísticos.

Ahora bien, como empresarios-negociantes no puede negarse que los hermanos Arcaraz con la adquisición de Pina Penotti pusieron, como se dice, una pica en Flandes. Su medio vacío teatro hasta entonces, se vió desde ese momento lleno de bote en bote. Bastó anunciar que la Penotti cantaría la Paloma, para que las localidades se agotasen. El cronista de El Teatro Cómico, decía á este propósito: "La Paloma sí está buena para hacer brincar á los concurrentes: hasta cinco veces hubo de cantarla Pina la noche del domingo. El martes último el antiguo Coliseo tuvo dos llenos á reventar en la tarde y en la noche: púsose la Gran Via desempeñando la Penotti la parte de Menegilda: la Gran Via fué mutilada horriblemente, pero la Menegilda de la Pina fué el verdadero atractivo: la ovación fué ruidosa cuando la Penotti se presentó á cantar aquello de "Yo non sé, come fué........" al oír esto el público se entusiasmó y la célebre tiple tuvo que repetir el número. Pina es actualmente la artista á la moda, y todo contribuye á rodearla de una atmósfera de celebridad pasajera: los que no la han visto nunca, quieren conocerla, los que ya la han visto buscan la manera de reírse con aquel estropeo del idioma de Cervantes que con toda impunidad y aplauso lleva á cabo la graciosa italiana. En la Mascota, por ejemplo, Pina hizo reír ella sola, más que Cires, la Monjardín y Vargas, y la Padilla y Quijada: parte en toscano y parte en español, se hizo comprender bien, quitando del libreto, suprimiendo las frases largas, sustituyéndolas con algo de su propia cosecha. Pina recargó alguna que otra frase de interpretación equívoca, debido, según se comprende, más á ignorancia del idioma que á malicia: fuera bueno, sin embargo, que la dirección de escena evitase que algún día suelte alguna palabra que lastime los oídos de las

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sefioras...." Allí, necesario es repetirlo á todas horas y en todos los tonos, no se iba en busca del arte, sino de juerga y de bromazo: veíase lo que el cronista del Monitor decía á mediados de Agosto: "El Teatro Principal exhibe á Pina Penotti una noche sí y otra también. Doña Juanita, En busca de Felicidad y La Mascota, son hasta ahora las tres operetas en las que la donna brillante hace sus apariciones escénicas. Cada día escarabajea más la lengua que hablamos: no adelanta en sus estudios lingüísticos, no le da á la bola, pero sigue cayendo en gracia con sus disparates italo-mexicanos. En cambio retoza sobre la escena como si estuviera en su casa; la otra noche le he visto retorcer las narices del tenor cómico, como quien templa un bandolón; la he visto cascarle un pellizco y zurrarle un cachete, que el público aplaudió con tal furor, como si hubiese sido la nota más bien emitida. Excelente é inmejorable Juan Diego!"

Todo era propio de las tandas, que son el non plus ultra del rebajamiento del arte. En las que en Arbeu daba, allá cuando podía, la desorganizada Compañía Italiana, no dejaba de suceder algo por el estilo: el jueves 24 de Agosto los ex-pensionistas de los Verona dieron allí Doña Juanita, cantando Enriqueta Ors el papel de la protagonista, "en pendant, habla el Monitor, con Pina Penotti, es decir, cantando ella en español y los demás en italiano; y salió una monserga que no dejaba de tener chiste, pues hablaba la Ors en puro idioma de Cervantes y sus interlocutores le contestaban en la lengua de Bocaccio: alguna vez soltaba una palabra ó dos en italiano, y entonces el público aplaudía admirado, entusiasmado, alterado, embobado: y fué muy aplaudida aquella Doña Juanita, y le arrojaron flores y le pidieron bis." En otra función á beneficio del cuerpo de coros, los italianos aquellos dieron la Gran Via con los sexos trocados, como se dice en argot teatral. Y aquí dejo hablar al Teatro Cómico: "Qué entusiasmo el del sábado! No hubo un solo número que no fuera repetido á instancias del público. A las Ratas se les ocurrió presentarse de sombrero ancho, tilma al hombro, chaquetilla roja y pantalón á rayas azules: esto arrancó el aplauso. Las mujeres con pantalones estaban pasables, pero no así los hombres con faldas. El público aplaudió estas payasadas, es cierto; pero es porque muchos tienen estragado el gusto. Hemos llegado á la prostitución del buen gusto y á la degeneración del arte."

Esta exclamación de los redactores del Teatro Cómico, acreditado y único semanario de espectáculos en ese entonces, está perfectamente justificada, no con mi opinión particular que hago á un lado humildemente, sino con lo que voy á referir.

El periódico de la prensa grande y diaria, llamado "La Raza Latina," en su núm. 58 de su segunda época, correspondiente al viernes 8 de Setiembre del año de 1893, dijo lo que sigue y copio á la letra:

'La famosa Pina Penotti, continúa siendo el gran atractivo del Teatro Principal. Sus adversarios, por más que han trabajado para concitarle el odio ó cuando menos la indiferencia del público, han sido derrotados por completo. Censuran los enemigos de la Penotti la desenvoltura de esta artista, pero la verdad es que Pina Penotti no hace otra cosa que dominar las tablas de una manera absoluta, y como al teatro no se va en busca de recato ni á admirar el pudor ó la candidez de una monja, no tienen razón los críticos de la tiple italiana. Esta conducta poco noble creemos que no les dará tampoco resultado, y opinamos de esta manera porque el buen criterio rechazará estos ardides de mala fe. Pina Penotti ha sido contratada nuevamente.... porque en la Compañía que trabaja actualmente en el Teatro Principal, Pina Penotti es un contingente considerable....'

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Este párrafo dictó á La Patria del domingo 10 de Setiembre, el que también copio en seguida:

"La Penotti.-El jueves de esta semana salió el público que asistió á Mascota, en el Teatro Principal, muy disgustado de la artista cuyo nombre sirve de rubro á este párrafo.

"En una pequeña reunión de caballeros y señoras de juicio y de buen gusto en asuntos teatrales, oímos una crítica terrible, pero muy razonada, de las acciones de aquella dama y de su deficiente manera de vestir.

"Señálanla como persona que se preocupa únicamente de contentar las exigencias libres del cócora, y demuéstrase que está lejos de ser una verdadera artista; pero hay algún periódico que no teme asentar este principio: al teatro no se va en busca de recato ni á admirar el pudor ó la candidez,-y delante de tan moralizadoras doctrinas ¡canario! ¿qué vamos á hacerle?

"Ya lo saben ustedes, por si quisieran que sus familias disfruten de espectáculos que recreen el espíritu á la vez que lo ilustren y lo eleven: no se va en busca de recato ni á admirar el pudor ó la candidez. ¿A qué se va entonces? á contemplar á la Penotti.

"La empresa Arcaraz sabe pagar bien la regeneración del teatro." Realmente, nos sería imposible decir cuánta es la perversión del gusto del público en la actualidad, con mayor elocuencia que lo dice el párrafo tomado de La Raza Latina.

CAPITULO V

1893.

Casi sin éxito estrenó la Compañía Arcaraz en el Principal en la función del sábado 12 de Agosto, la zarzuela del compositor alemán Rudolf Dellinger, Don César de Bazán, con libreto arreglado por Francisco Javier Osorno; su reparto fué el siguiente: Maritana, Cecilia Delgado; Lazarillo, Vicenta Peralta; Doña Urraca, Enriqueta Monjardín; Don César de Bazán, Quijada; El Rey, Vargas; Don José de Santareno, Perié; Onofre, Cires Sánchez; El Alcalde, Fonseca; El Capitán, Trocherie. Esta obra que ya era conocida del público de zarzuela por haberla cantado la Compañía de Enrique Labrada, pasó y nada más, pues aunque Vicenta Peralta estuvo muy linda y valía la pena de verla, y la Delgado y Quijada cantaron bien, los abonados á tandas sólo recibían bien las obras en que trabajase la Penotti: por fortuna para ellos la cuarta tanda de esa noche la formó el segundo acto de Doña Juanita, gran triunfo de la tiple italiana. No estando ella en escena, ni quien hiciese caso de La Leyenda del monje, Mignon, Aventuras en Africa, Sueño dorado, ni ninguna otra. En comprobación de esto, En busca de felicidad, en que la Penotti desempeñaba la Fanny, produjo colosales llenos: volvió á hacerse el vacío con Miss Helyett, tan favorecida en otro tiempo; apestó Chateaux Mar· gaux por la Peralta, antes también muy aplaudida en ella; de nuevo se repletó el Viejo Coliseo con la centésima Mascota y la milésima Doña Juanita, porque en ellas reaparecía Pina, quien en la noche del 26 del mismo Agosto se atrevió con la desventurada Carmen de Bizet; el fiasco fué grande, pero habríalo sido más á no haber el público perdonado todo á la actriz á la moda en dicho teatro. Por la misma razón no se llevó Gestas á El vendedor de pájaros, opereta de Zeller con libreto de Juan R. de la Portilla, cantada por la Compañía del Principal, en la tarde y noche del domingo 3 de Setiembre, con el siguiente reparto: La Princesa, Cecilia Delgado; Cristina, Pina Penotti; Adelaida, Enriqueta Monjardín; Adán, Quijada; Weps, Trocherie; Estanislao, Vigil y Robles; Profesor primero, Cires Sánchez, Segundo, Perié; El Podestá, Fonseca; Consejeros, Perié, Cires, y Rodríguez; Mesonera, la Moya; Criado, León. Esta opereta, de agradabilísima música y con tanto éxito dada á conocer y repetida por la

Compañía italiana, casi no hizo efecto en la Compañía Arcaraz, aunque en ella tomaba parte la Penotti. Según el Monitor, el público se mostró hosco y huraño y poco dispuesto á aplaudir y de mal humor: Quijada cantó bien el aria coreada del ruiseñor que hubo de repetir; Cires Sánchez y Perié estuvieron mal en la escena de los Profesores: la Penotti vistió mal é interpretó bien las canzonettas del primer acto; la Delgado fué mucho más aplaudida que la Penotti, y cantó casi á la perfección un precioso walse que ella introdujo en la obra: los coros, como de costumbre, anduvieron fatales; la aglomeración del público produjo conflictos y disgustos entre los espectadores, la policía y la empresa, haciendo exclamar al Monitor, "ello es que nada es más molesto y más desagradable que las tales tandas, en donde el público sufre molestias y paga caro; pero ese es su gusto; cuando hay buenas Compañías y reina el orden en el teatro, entonces no acude á él.''

El mismo periódico, en su Crónica de los Domingos, decía: “La última zarzuela, la que más gente llevó al Viejo Coliseo en estos días, fué Carmen, cantada y hablada por la terrible Pina: sólo que Pina es bufa, hasta la médula de los huesos; bufa, hasta más allá de la pared de enfrente; bufa en sus palabras, obras y pensamientos, y por lo tanto no comprendió el tipo de Carmen. La primera noche salió á la escena, vestida como alma gloriosa; pero Pina, ¡por Dios!: aquellas mangas perdidas; aquella falda de crespón, ampona como piñata; aquel amplio descote, fueron impasables cuando Carmen andaba á salto de mata en los caminos, perseguida por los carabineros. No obstante que aquella Carmen no es Carmen, la donna Penotti fué aplaudida en algunos números y en sus bailes, que no eran españoles."

De esa representación de la misma obra dijo El Teatro Cómico: "La Penotti fué aplaudida porque sí, por simpatía ó por costumbre; pero aquella no era la heroína de Bizet. Le faltaron todos los distintivos y aun el traje de la Carmen: en cambio le sobraban unas mangas perdidas que se desprendían de los hombros y bajaban hasta el borde de la enagua. Aquello no era vestido andaluz.... En el acto segundo la Penotti tomó las castañuelas y .............. no, Pina, no: eso no fué baile, ni flamenco, ni nada, y faltóle sal, gracia, estética, posturas pintorescas, todo, absolutamente todo. El último dúo entre Carmen y José no causó buena impresión, no agradó. En resumen, Carmen no fué un triunfo para la Compañía.

Para beneficio del primer tenor de la Compañía Arcaraz, púsose en escena en la noche del sábado 9 de Setiembre la opereta de Offembach, La Gran Duquesa, desempeñada por la Penotti, la Padilla, Vigil, Cires Sánchez, Perié, Vargas, Trocherie, Gutiérrez, la Moya y las López. En el intermedio del primero al segundo acto Quijada cantó un aria de la zarzuela Colón, y en el intermedio siguiente el

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