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DECIMA PARTE

De 1894 á 1896

RESPETUOSO HOMENAJE

A LA SRA. Da ELISA LYNCH DE CAMACHO

CAPITULO PRIMERO

1894.

Por haber sido una nota agradable en la poco amena vida de la sociedad elegante de la Capital, que sólo se deja ver en el monótono desfile de carruajes en el Paseo de la Reforma una hora antes de oscurecer, en las misas de once y doce en algunos templos en moda, en las temporadas de Opera Italiana ó Compañía francesa en el Nacional, en algún rarísimo baile del Jockey Club, y á la puerta de algunas modistas, mencionaré, al menos, el baile que en su casa habitación en la calle de Cadena, dió la distinguidísima esposa del Sr. Rincón Gallardo, Gobernador del Distrito Federal, la noche del 3 de Setiembre. A los invitados, que fueron como unos doscientos, se les suplicó que se presentasen en trajes de fantasía, pero no de los que exigen enormes gastos en telas y en accesorios y en alhajas para simular quien los viste históricos personajes ó tipos de determinadas provincias ó nacionalidades, sino de verdadera fantasía ó más bien capricho, y acordáronse la victoria y el triunfo al disfraz más original ó más gracioso, y fueron proscritas la seriedad y la ostentación. La fiesta resultó de lo más agradable concebible, pues los invitados, especialmente los de la sección femenina, sabían de antemano que no habría de mortificarles esa pasión de la rivalidad en lujo y elegancia

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que tanto influye en quitar á toda reunión el contento y el buen humor. Hubo allí garbosísimas Manolas, frescas Primaveras, delicadas Flores, lindísimas Mandarinas, simpáticas Américas, bellas protagonistas de Carmen, Madama Angot, Fausto y otras piezas de teatro, y entre los hombres, apuestos Toreros, espirituales Magos, Clowns y Pierrots, y hasta Chinas poblanas y vaporosas Bailarinas: en disfraces de original capricho abundaron los muy vistosos y bien ideados, la mayor parte hechos con telas ligeras y corrientes y muchos simplemente con papel de colores. Sólo se presentaron de rigurosa etiqueta ciertos altos funcionarios y las personas de determinada edad, que, graves ó serias, no habríanse visto bien con ese género de disfraces. En la fiesta aquella estuvo todo lo elegante y todo lo opulento que forma la alta sociedad de la posición y la riqueza, y el buen gusto en el sencillo decorado de la casa, y la delicada manera con que los distinguidos señor y señora de Rincón Gallardo hicieron los honores y acogieron á sus amigos, dieron por resultado que aquel baile dejase gratísimas memorias en los fastos de las reducidísimas reuniones particulares en la Capital. El gran cotillón con que terminó el baile, muy cerca ya del amanecer, fué notabilísimo por la abundancia y buen gusto y gracia de los juguetes que entre las parejas se distribuyeron.

Y pues de reuniones particulares hablamos, bueno será decir algo de varias tertulias y diferentes bailes en ese año habidos en la Capital de la República, además del muy agradable de la distinguidísima señora de Rincón Gallardo. Para poder incluirlos en un solo capítulo me desentenderé del orden de sus fechas.

En la noche del 13 de Setiembre los Sres. D. Andrés Roig, acaudalado propietario, y su esposa Da Amada Guirau, notable pianista á quien ya hice referencia en algún otro capítulo de esta obra, invitaron á sus amigos á una reunión familiar en su elegante habitación de la calle de Donceles. En un pequeño y bien dispuesto escenario fué cantada la agradable zarzuela del maestro español Fernández Caballero, Las nueve de la noche, según el siguiente reparto: Maria, Srita. Guadalupe Roig; Teresa, Srita. Dolores San Miguel; Capitán, Manuel Torres Torija; Sargento, Jesús Villa; Alcalde, Andrés Roig. Todos ellos se portaron en el desempeño é interpretación de sus papeles como verdaderos artistas, según la frase vulgar, debido ello á su propio talento y á la acertadísima dirección de D. Andrés Roig, cuyas cualidades de artista dramático y excelente cantante, podrían envidiar muchos de la profesión. Formaron los coros doce señoritas y quince caballeros todos muy expertos en su parte, y excusado parece decir cuán hermoso conjunto ofrecería la belleza de las unas, la corrección de los otros y la propiedad y buen gusto con que todos vistieron sus papeles: hé aquí los nombres de las personas que formaron los coros;

Sritas. María y Concepción Palacios, Teresa Torres Torija, Concepción, Emilia y Asunción Tagle, Luz y Guadalupe Bandera, María Romero, María Teresa Lagarde, María San Miguel, María Cortazar: Sres. José Arellano, Mariano Arteaga, Augusto Lozada, José Posada, Genaro González, Miguel V. Avalos, Juan Cortazar, Ricardo Guzmán, Alfredo Mateos, Luis y Javier Rodríguez, José Seoane, Antonio Palacios y Santos Roig.

El notabilísimo lucimiento de aquella agradable fiesta, hizo que las numerosas relaciones de la simpática familia Roig pidiesen su repetición, que se verificó á los pocos días y animó á aquel grupo de aficionados distinguidos á una nueva función que fué dada en el pequeño y artístico escenario el 30 de Noviembre, poniéndose en escena la agradabilísima comedia Por fuera y por dentro y la popular zarzuela La Gallina Ciega. La velada empezó con un gracioso sainete escrito y desempeñado por Luis G. León, habilísimo periodista, buen escritor, pintor notable y según pudo juzgarse discreto actor cómico. En Por fuera y por dentro tomaron parte la Sra. Amada G. de Roig, las Sritas. Guadalupe Roig, Dolores Rodríguez de San Miguel y Concepción Palacios, y los Sres. Andrés Roig, Alberto Michel, Javier Rodríguez de San Miguel y Jesús Villa. En La Gallina Ciega tuvieron papeles las Sritas. Lupe Roig y Asunción Posada, y los Sres. Jesús Villa, Andrés Roig y Alberto Michel. Cuanto en elogio de ellos pudiera decirse no daría idea bastante de lo oportunos y felices que en ambas obras estuvieron los improvisados artistas: pocas veces se habrá visto desempeño más perfecto en grupos de aficionados. Andrés Roig en Cleto y Alberto Michel en Venancio parecieron admirables, y la hermosa Lupe Roig hizo tan perfecta O como graciosa Criada en Por fuera y por dentro: Jesús Villa en Serafin, pudo ser envidiado por cualquier tenor cómico de no importa qué compañía de teatro público.

Debo también citar un agradabilísimo baile infantil que en su elegante casa de la calle de Donceles dió, en la tarde del 8 de Diciembre, el Sr. D. Carlos Rivas, perfecto caballero y amigo, á los pequefios camaradas de la encantadora niña Concepción Torres Rivas. Esta fiesta fué singularísima por el buen gusto con que estuvo dispuesta y por la bellísima reunión de lindísimas criaturas de las familias Icaza, Camacho, Landa, Lascuráin, Labadie, Castellanos, Redo, Morán, Campo, Cervantes y otras de lo más escogido.

En otro género de diversiones particulares debe mencionarse la dispuesta con objeto benéfico por las Colonias inglesa y americana, en el Tívoli del Eliseo en la última decena de Noviembre. El agradable local de dicho Tívoli fué decorado de modo que ofreciese el aspecto de una aldea ó villorrio de los tiempos de Cronwell y Carlos I: las casas, fingidas con telas y tablas bien pintadas hasta darles la apa

riencia antigua, eran tiendas de objetos curiosos, teatrillos, y cafés, y en ellas las más hermosas jóvenes de ambas colonias inglesa y americana en que abunda la belleza, procuraban realizar sus mercancías en bien de los pobres y necesitados. Esa diversión original y nueva en México duró los tres días 22, 23 y 24, y dejó gratos recuerdos entre quienes á ella fueron invitados y dió sin duda buenos productos á la beneficencia.

Bajo la denominación de Centro de San Pedro, y dedicado á la propaganda religiosa por medio de discursos y conferencias, habíase formado en la Capital un círculo de familias que semanariamente y por amigable turno se reunían en casa de alguno de los socios, entremezclando á la piadosa tarea algunas piezas musicales ejecutadas por los concurrentes: la amenidad de aquellas reuniones y el mérito de algunos de sus socios artistas, fueron motivo para que la agrupación de esas familias intentase dar algunos conciertos que resultaron lucidísimos y procuraban algunas limosnas que distribuía entre recomendables necesitados; para bien de éstos, la sociedad invitó más adelante á todo aficionado ilustre á dar mayor brillantez á sus reuniones y á proporcionarle más numeroso público, y en estos casos las audiciones de sus conciertos tenían lugar en un gran salón de la casa número 4 de la calle de Leandro Valle, en donde se hallaba instalada la Asociación, y allí deslizábanse agradablemente las horas, merced á la amabilidad de los caballeros que formaban la Junta Directiva y al talento de los artistas y aficionados que tomaban á su cargo las audiciones musicales. En la noche del 14 de Noviembre dió el concierto trigésimo octavo esa Sociedad, concierto en que fué la eje. cutante la distinguidísima pianista, Srita. Elena Padilla, artista eminente que ya hemos elogiado en estas páginas lo mucho que merece. Desde los primeros días en que se presentó en México y tuvimos el honor de ayudarle, con nuestras débiles fuerzas é ilimitado cariño, á darse aquí á conocer, los triunfos y las ovaciones se han multiplicado para la bella artista, á pesar de la injustificada mala voluntad de algunos individuos que parecen sometidos á la estúpida regla de ser enemigos de los de su oficio. Mal que les pese, Elena Padilla es una gran artista como ejecutante, y creemos firmemente que á los más famosos superaría en poco tiempo si se consagrase decididamente á un arte que cultiva hoy día por simple inclinación, sin preocuparse con vivir de él, porque afortunadamente para ella no lo necesita y esperamos y deseamos que no lo necesite jamás. El arte en que, lo repetimos, es tan eminente, constituye para ella una distracción y nada más que una distracción, y en su modestia exquisita ni pretende sobreponerse á músicos de profesión, ni disputarles recursos materiales que, lo repetimos también, no le son en manera alguna necesarios. Por esta causa los aplausos que por donde quiera conquista

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