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noche del 27, y sólo en la tarde la hubo con una repetición del Sombrero de copa. Por la misma causa hubo de suspenderse una función extraordinaria anunciada para el lunes 28, á beneficio del actor mexicano Gerardo López del Castillo, que este favor solicitó del distinguido artista español. Para el 31 se dió la décima de abono: estuvo anunciada La Cruz del Matrimonio, de Eguilaz, pero al ir á comenzar la representación, se avisó al reducido público, pues aun los abonados iban dejando de concurrir, que por seguir indispuesto Vico, en vez de La Cruz se pondrían en escena las piezas en un acto Lagarti jo, Ratoncito Pérez, La hija de Don León, y el monólogo Dia completo: escandaloso abuso fué el de hacer pagar á dos pesos cincuenta centavos una función compuesta de tres ridículos sainetes malamente desempeñados. El 2 de Febrero diéronse, en la tarde, Un tercero en discordia y en la noche La levita, como undécima de abono: el día 3 en la tarde se repitió La levita y en la noche para duodécima, se dió La Cruz del Matrimonio. El 4, con poquísimo éxito se verificó el beneficio de López del Castillo con El tanto por ciento, de López de Ayala, y el monólogo Pirateria y abordaje recitado por el actor mexicano. El 5, se repitió en la tarde El tanto por ciento, y para décimatercera de abono se dió en la noche Traidor, inconfeso y mártır, de Zorrilla. El miércoles 6 y el Jueves 7, no hubo funciones para que Vico pudiese descansar un poco y presentarse en la del viernes 8, décimacuarta de abono, y á su beneficio, con Un drama nuevo, de Tamayo y Baus.

Esa función estuvo bien concurrida, y Antonio Vico, haciéndose superior á su rebelde enfermedad, trabajó concienzudamente y con entusiasmo, obteniendo frecuentes, nutridos y bien ganados aplausos. Al concluir el magnífico drama, el actor español se adelantó al proscenio y con voz muy conmovida recitó el siguiente soneto:

"Salud, noble Ciudad. ¡Edén de amores!
Campos de libertad. ¡Suelo bendito !

Que escalaste soberbio el infinito.
Embalsamando el Eter con tus flores....

"Belleza, aromas, aves y colores
Surgen de tu jardín, jamás marchito,
Y lo proclaman, en su rostro escrito,

Tantos ojos de fuego seductores.

"¿Y para qué el Creador á tanta altura
Te quiso colocar? Si así no fuera
Yo respirara con mayor holgura

"Y acabar mis funciones consiguiera....

Mas ya que no me es dada tal ventura
Acepta en homenaje mi alma entera. . . . .

El galante y caballeroso público mexicano acogió estos versos del actor español, con entusiastas aplausos, sin acordarse para nada de los chascos de aquella deslucidísima temporada. Después se presentó en escena Gerardo López del Castillo á pronunciar un largo discurso manifestando su gratitud á Vico por la función que le había cedido, y le ofreció una banda con los colores españoles. Por último, el poeta mexicano José M. Gutiérrez Zamora leyó la siguiente composición.

"No importa que tu voz, genio eminente,
Hoy rebelde á salir de tu garganta,

Te impida el desplegar la refulgente
Inspiración que altares te levanta,
Porque no se te oye, se te siente,
Se te admira y aplaude y se te canta.

"¡La voz! Y qué es la voz? si la mirada,
Y el corazón, el gesto, el sentimiento
Y el arte, catarata desbordada,
Expansión del sublime pensamiento,
Nos dejan escuchar la no escuchada
Y gigante explosión de tu talento!

"Si te falta la voz, si casi muda
La apaga el trueno que tu nombre aclama,
Si pertinacia de dolencia ruda

Aquí te aflige, emperador del drama,

El pueblo entusiasmado te saluda

Con la voz de de la gloria y de la fama."

Entre los varios obsequios que le fueron ofrecidos á Vico, figuraron un buen alfiler de brillantes, una purera y cerillera de plata esmaltada; una cartera de piel de Rusia con corona de brillantes en una esquina; una tarjeta de oro, y un buen bastón con puño del mismo precioso y escaso metal.

El siguiente día, 9 de Febrero, y en décimaquinta de abono, dió su beneficio Antonia Contreras con el drama de López de Ayala, Consuelo: tan desanimada estuvo esa función que de ella dijo el periódico español El Correo: "el sábado por la noche, beneficio de la Sra. Contreras, no había arriba de ciento cincuenta á doscientas personas en el Teatro Nacional." La Contreras había dedicado su función de beneficio al Casino español, que le regaló un magnífico pren. dedor de brillantes en un joyero de plata.

El Domingo 10 de Febrero, en función de la tarde, se repitió La Cruz del Matrimonio, y en la noche, décimasexta de abono, se ofreció al público el drama de D. José Echegaray, Vida alegre y muerte triste. Vico en el papel de Ricardo estuvo muy feliz y alcanzó de su escaso público una ruidosa y entusiasta ovación, última que obtuvo en México pues el programa traía la siguiente nota: "Teniendo que llegar D. Antonio Vico á la Habana en un breve y fijo plazo, á cumplir un compromiso teatral, se ve en la imposibilidad de dar las veinte funciones ofrecidas. Siendo la anunciada para esta noche la décimasexta, los sefiores abonados se servirán recoger el importe de las cuatro restantes, acudiendo á la Contaduría del Teatro mañana de diez á una y de tres á cinco de la tarde."

Tal fué el tristísimo fin de aquella poco lucida temporada: Vico, sólo alguna que otra noche brilló como distinguido actor: la Contreras, aun sin tener actriz que le hiciese sombra, agradó tan poco casi como en su anterior visita á México: sólo el actor cómico Francisco Perrín mereció cuantas noches trabajó, los aplausos del público: lo demás de la compañía no pasó de muy mediano, y de ninguna manera valía el conjunto el alto precio que se les puso á las localidades. En resumen aquello fué un fiasco piramidal.

En los finales de funciones se aplaudieron las siguientes piezas cómicas: Los corridos, Entre doctores, Sueño dorado, La criatura, Echar la llave, Lagartijo, La primera postura, La ocasión la pintan calva, Los tocayos, Vivir para ver, Mercurio y Cupido, Colgar el hábito, Los cortos de gento y Un tigre de Bengala.

La Compañía Vico apenas un mes escaso pudo mantener abierto el Gran Teatro, y dió en él diez y siete funciones en la noche y siete en la tarde, con obras ya conocidas y diversas veces presentadas por otras empresas.

CAPITULO V

1895.

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Por lo cómico, aunque no en el género teatral, merecería aquí un párrafo el relato de un viaje que emprendieron dos periodistas cubanos desde la Isla á nuestra Capital, para regresar al poco tiempo á la Habana á hablar y escribir mal de México, con la más suprema injusticia y la más injustificable ligereza. Me refiero al periodista cubano D. Francisco Varona Murias, que tras de haberse mezclado por su propio gusto en algún escándalo que le valió verse detenido en una prisión, escapó sin despedirse, para hablar y escribir, vuelvo á decirlo, en la Habana, en descrédito y con ofensa de México. El periódico El Universal, cuyos redactores fueron amigos de Varona Murias y aun le defendieron contra otros diarios mexicanos, se vió obligado á condenar la conducta del escritor cubano, diciendo de él: "Para emitir una opinión sobre un país no basta leer dos ó tres artículos de periódicos, asistir á dos banquetes y pasearse á pie por Plateros y en coche por la Reforma; es preciso ver algo más, es indispensable estudiar usos y costumbres, tratar personajes y vivir en el medio algún tiempo. Es preciso sobre todo no traer juicios y que el criterio no se extravíe por la pasión política. El Sr. Varona creyó que no debía encontrar nada bueno en nuestro país, creyó que tenía que encontrarlo todo malo para justificar así su filiación al partido conservador español. Juzgó tal vez que hablando mal de una nación que en otro tiempo fué colonia española demostraba la corrección de su conducta ante sus compatriotas. Esto explica en buena parte la conducta del periodista cubano por más que no la justifique. Justificar sus ataques jamás podrá hacerlo Varona Murias, lejos de eso, tarde ó temprano se arrepentirá de haber procedido con la ligereza con que lo ha hecho. El Sr. Varona ha sido injusto, ha faltado á la confianza que el periódico que lo envió en él depositara, ha faltado en última palabra á la verdad. Pero no devolvamos injuria por injuria, evidenciemos los errores, depuremos las mentiras y despreciemos los insultos. Nuestro país y nuestros gobernantes están á demasiada altura, tienen el suficiente prestigio para que puedan sufrir lo más mínimo por las apre

ciaciones de una persona que carece de títulos para preocupar la opinión ya no en el mundo sino en Cuba misma."

Pero pasemos adelante y sobre este asunto que lo fué de las conversaciones de la generalidad en los primeros días de Enero: lo hemos citado solamente para lamentar el que con ese motivo varios periodistas de poco seso agraviaran á España y á los españoles, sin pensar que ni la una ni los otros pueden ser responsables de las torpezas de uno de sus súbditos y compatriotas.

Hablemos de algo más serio y verdaderamente lamentable. El Domingo 3 de Febrero, como á las tres de la tarde falleció en la Capital el distinguidísimo periodista, poeta y literato Manuel Gutiérrez Nájera, después de una larga y penosa enfermedad, cuyo curso tuvo muchos días preocupados á cuantos querían al insigne escritor, y amable y fiel amigo. Su fallecimiento fué causa de un duelo público verdaderamente general, pues Manuel Gutiérrez Nájera, aparte del talento con que honraba á su país, fué siempre de un carácter noble y grande que por donde quiera conquistaba simpatías y cariño imperecederos. Su entierro fué una imponente y conmovedora solemnidad, á la cual concurrieron no sólo elevados personajes del Gobierno y de la política, sino todos cuantos en México cultivan con honra las letras y consagraban á Gutiérrez Nájera sinceros aplauso y admiración. Sobre su fosa en el Panteón francés se pronunciaron hermosos discursos y poesías, sobresaliendo por la belleza y galanura de sus pensamientos y palabras en honor del ilustre muerto, el magnífico discurso de Antonio de la Peñía y Reyes, el muy bueno de Angel de Campo, y las poesías de Manuel Larrañaga y de José Bustillos. Esa desgracia para las letras mexicanas fué lamentada durante meses enteros por todos los escritores del país, y si esas manifestaciones de profundo pesar se reuniesen, formarían más de un grueso volumen. Después de todo, feliz aquel que al desaparecer de la vista de sus amigos es tan sinceramente llorado como lo fué Manuel Gutiérez Nájera!

Volviendo á los teatros de la Capital pasemos por el de Arbeu, haciendo, pues la cosa no merece más, brevísima mención de una compañía de novedades y cuadros vivos dirigida por un Mr. Tisso, entiendo que norte-americano. El estreno de esa compañía se hizo el Domingo 3 de Febrero, figurando en su programa un acto mágico burlesco-musical por Mr. Williams y Miss. Estella: un acto cómico por el perro Brass: unas danzas por Mlle. Maudine: el Gabinete misterioso por los Lehts: escenas de nigromancia egipcia, y prestidigitación á la francesa; actos acrobáticos y de baile por Arneld, Canvelt, Giure y Blanche Sequeste. Todo ello fué malo y no alcanzó éxito bueno. En su función de la tarde, cuando iba á empezar el grotesco espectáculo, Pedro Pérez, empleado de la empresa de luz eléctrica, al estar revisando sobre el cielo raso los alambres, sufrió algún acci

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