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dente y el pobre artesano cayó desde una gran altura sobre la primera fila de lunetas haciéndose pedazos el cráneo, y lastimando en su caída al espectador Carlos Heredia.

En la noche del miércoles 6 del mismo Febrero, la Empresa de los dignísimos hermanos Orrin ofreció á las damas de la Junta Directiva del Asilo Colón, un escogido espectáculo á beneficio de las pobres niñas por esa institución favorecidas con singular caridad. De la Junta de ese Asilo y de su instituto benéfico dijo un periódico:

"Hace algunos años que varias señoras y señoritas de nuestra sociedad elegante, tuvieron la idea de fundar un asilo para tanta niña desgraciada que, en lugar de recibir caricias y buena educación al lado de sus padres, son objeto de maltrato y presencian diariamente escenas inmorales que paulatinamente van envenenando sus tiernos corazones. Forman parte de ese grupo de personas caritativas, de corazón de oro, las Sritas. Lola y Eugenia Escalante, Adelita Fernández, la Sra. González Cosío de López, la Sra. Elena Mariscal de Limantour y varias otras damas distinguidas. La muy estimable Sra. Da Julia Gómez de Escalante, cedió cuatro lotes de su propiedad, en terrenos de la Hacienda de Santa Julia, y el joven ingeniero D. Manuel Gorozpe y Cervantes, se prestó bondadosamente á dirigir la obra, sin retribución alguna. El edificio que ha de abrigar á tanta criatura desvalida, está ya muy adelantado debido á los constantes esfuerzos de las estimables damas que componen la junta Directiva." El público acudió á la función susodicha en número grande y escogido, y el espectáculo resultó de mucho lucimiento y buen producto. Muchos aplausos valió á la simpática é inteligentísima joven Srita. Concepción Rivero, la audición de varios números de una Misa solemne original de la bella compositora. El grupo de profesores y de aficionados que se encargó de interpretar las ideas musicales de la Srita. Concepción Rivero, estuvo así formado:

Director, Sr. F. M. Alcérreca; Solistas: Sritas. María G. Obregón, Rosaura Negrete, Carlota Negrete, Dorotea Hagelstein; Sres. I. Navarrete, G. Beraud, M. Sánchez. Coro: Sritas. María Pomar, Concepción Sánchez, Leonor López, Ana Labourdette, Beatriz Gómez, Aurora Villa, Julia Pomar, Merced Sánchez, Carlota Hurtado, María Díaz; Sres. J. M. Valle, C. Hurtado, J. Bech, J. Hurtado, A. Acosta, A. Ondarza, T. Muriel, A. Sánchez, M. Ondarza y M. Negrete. Un género de composición tan difícil como el abordado en esa ocasión por la Srita. Concepción Rivero, no suele dar desde luego el triunfo á quien le acomete: no obstante, la joven y simpática compositora quedó muy bien y fué muy celebrada y aplaudida en diversos números que agradaron en extremo. Esa audición se verificó en la grande sala de conciertos del Centro de San Pedro, la noche del 9 de Febrero. Dignas de aplauso son jóvenes como la Srita. Rivero,

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que, sin necesidad ninguna de buscar en su talento recursos, que no necesita, para vivir de esos estudios, á ellos dedica parte de su tiempo, cultivando arte tan hermoso como el de la música, para el que tiene muy notables disposiciones, que, bien cultivadas como ella las cultiva, pudieran algún día darle envidiable fama. Mucho nos felicitaríamos de que así sucediese.

Inmediatamente después de haber suspendido sus funciones la compañía Vico, los hermanos Arcaraz volvieron con su compañía de zarzuela al Gran Teatro, que habían dejado el 10 de Diciembre anterior á virtud de la orden de clausura dictada por la autoridad. Su primera función de la nueva temporada y vigésima novena de abono, la dieron el martes 12 de Febrero con El monaguillo, El húsar y La verbena de la Paloma. En la primera de esas zarzuelas se presentó la tiple Felicidad Pastor, en la segunda la Rusquella, y en la tercera la Peralta. En la noche del 13 fué cantada, según dijo el programa, La Traviata de Verdi, con el libro traducción de Joaquín Bartrina, corriendo á cargo de la Goyzueta el papel de Margarita, el de Armando al de Pedro Buzzi, el de Duval al de Pastor y el Gastón al de Cires Sánchez: aunque no faltan méritos á la Goyzueta, y tenía algunos Buzzi, la obra quedó mal como siempre que con ella arremeten nuestros zarzuelistas.

Como no vale la pena de hacer la crónica de esos espectáculos, me limitaré á citar las funciones de beneficio menos malas: empezaron el viernes 15 con la de Vicenta Peralta que formó su programa con la malaventurada traducción de Cavalleria rusticana, el sainete lírico español Los dineros del sacristán, y la siempre aplaudida Verbena de la Paloma: el teatro estuvo numerosamente concurrido y la beneficiada recibió muchos aplausos, muchas flores, y varios buenos regalos: como á las diez de la noche ocurrió en México un ligero temblor de tierra, del que pocos espectadores en el Nacional se dieron cuenta, pero no por eso dejaron muchos de quedar en alarma al enterarse de que no lo habían notado y esto aumentó el pánico que al comenzar la Verbena se produjo á las voces de fuego dadas en la galería: según se dijo, debajo de las gradas de aquella incómoda localidad se observó por algunos concurrentes que había fuego: varias personas procedieron á arrancar unas tablas que empezaban á arder: el ruido y las voces consiguientes alarmaron al público que trató de ganar las salidas con la confusión que se usa en casos tales, y no sin trabajo fué dominada. Según un periódico, "por maldad ó por descuido un concurrente arrojó un cerillo ardiendo sobre un montón de zacate y trapos sucios, comunicándoles fuego, que, afortunadamente fué notado á tiempo y sofocado."

El sábado 16, la compañía Arcaraz puso, al fin, en escena la zarzuela de Ramos Carrión y Ruperto Chapí, La bruja, que hasta en

tonces pudo sacar á luz, retardada por enfermedades de sus artistas, el temblor de Noviembre, el derrumbe del escenario del Principal y la clausura del Nacional: La bruja pasó medianamente y sin más catástrofe que la de su pobrísimo desempeño. El 19, la siempre celebrada Fernanda Rusquella ofreció á sus muchos amigos su función de gracia con El juramento, de Olona y Gaztambide, y el famoso Dúo de la Africana, de Miguel Echegaray y de Fernández Caballero: abundó la función en regalos, aplausos, flores, coronas y buenas entradas. No se puede decir otro tanto del beneficio del primer tenor Aurelio Morales, la noche del 22, con El anillo de hierro y la Verbena de la Paloma. En nota al programa de esa noche se anunció para la del 23 el estreno de un arreglo hecho por Juan Ramón de la Portilla, del libreto de Fra Diavolo, con la música del Maestro Auber. La mísera obra, al repertorio zarzuelesco arrastrada, estuvo así repartida: Zerlina, la Goyzueta: Pamela, la Peralta: Fra Diavolo, Buzzi: Milord, Cires Sánchez: Lorenzo, Morales: Reppo, Quijada: Giácomo, Carriles: Mateo, Parra: y Francesco, Gutiérrez. Conocido nuestro modo de pensar en lo relativo al desacato artístico de encargar las obras notables á quienes no se han educado para cantarlas, innecesario nos parece decir que nadie aprobó el atrevimiento de la Empresa, y sus artistas quedaron, salvo uno que otro número, mal y de mala manera. El primer día de Marzo, la muy apreciable tiple, la artista mejor en su género, Soledad Goyzueta, dió su beneficio con una repetición de Fra Diavolo y la indispensable Verbena de la Paloma, en que ella no tomaba parte: no faltaron á la distinguida cantante mexicana las manifestaciones de estima y aprecio á que es muy acreedora por su talento y por sus conocimientos en el divino arte, que por desgracia cultiva en uno de sus más pobres y humildes ramos. El 5 del mismo Marzo el tenor Pedro Buzzi ofreció su función de gracia con dos actos de El milagro de la Virgen, de Pina Domínguez y Chapí; el último de Lucia, de Donizetti, que cantó con Carriles y el coro; y la cuarta representación de Los africanistas, zarzuela de Merino, López Marín, Hermosa y Caballero. Imparcialmente y en obsequio de la verdad, debo decir que en esa noche Pedro Buzzi cantó como hasta allí no había cantado en México: la romanza Flores purisimas del primer acto del Milagro le valió una justa ovación: en la escena de Lucia demostró su buena escuela y sus notables dotes artísticas, que por su desgracia no fueron bastante cuantiosas para permitirle continuar en la grande ópera para que fué educado, desgracia que le condujo á filiarse en la zarzuela española en la que nunca será distinguido, por más de que cante como no cantan sus compañeros en ese género, y sepa lo que la mayor parte de ellos ignoran. La zarzuela los Africanistas gustó en esa repetición como en la misma noche de su estre no: graciosa parodia de la obra del mismo maestro Caballero, El dúo

de la Africana, cuya jota pasa por una maravilla en su especie, á muchos pareció que la titulada Los africanistas, tiene más mérito que la obra parodiada: yo no he formado opinión sobre asunto tan trascendental; pero en el ramo zarzuelero todo es posible.

La empresa Arcaraz, para que sus favorecedores no olvidasen que existe otro género de música más elevado que el que ellos sirven á los partidarios de las tandas, introdujo en algunas funciones, en las del domingo 24 de Marzo por ejemplo, unas audiciones de piano eléctrico: entre las piezas por el dicho instrumento martajadas, figuró la más conocida de las Rapsodias húngaras de Liszt, ó sea la segunda. El viernes 29 dió su beneficio el tenor cómico Miguel Gutiérrez, con la Verbena de la Paloma, La Revista, el estreno de La mascarita, y Los africanistas. En Abril, en la noche del jueves 4, los hermanos empresarios, dieron una función patrocinada por el Ayuntamiento, á beneficio de las víctimas de la feroz catástrofe ocurrida en la línea del ferrocarril Interoceánico el jueves 7 de Marzo, en el punto llamado Temamatla, al regreso de un tren de peregrinos que habían ido á visitar el santuario del Sacromonte en Ameca. La espantosa catástrofe que costó la vida á gran número de los peregrinos, y dejó mal heridos al resto de los que allí no perecieron, conmovió hondamente al país entero y particularmente á la Capital, cuyos habitantes promovieron con sumas caridad y filantropía generosas, suscriciones que llegaron á una muy alta cifra; así pudo remediarse en parte esa desgracia causada por ese fatídico ferrocarril Interoceánico, ya célebre por otra espantosa catástrofe, la de Escontzín en 1882. Para la función del 4 de Abril, á que me refiero, la Compañía representó y can. tó las obras más gratas al público, esto es: El dúo de la Africana, Los africanistas, y La Verbena de la Paloma. La última función de la temporada anterior á la Pascua, se dió el 7 de Abril, á beneficio del cuerpo de coros, con la Verbena, Don Dinero, La Mascarita, y De Madrid à Paris.

Digamos algo de los demás espectáculos en esos mismos meses. El jueves 28 de Febrero se presentó en Arbeu la "Compañía mexicana de ópera popular," de la que se anunció como empresario el maestro director y concertador José G. Aragón. Con modestia rara en tales casos, los artistas aficionados dijeron en su programa: "No nos presentamos como artistas, porque no lo somos, y al dar á la escena estas representaciones lo hacemos confiados en que el público sabrá apreciar los esfuerzos de un grupo de artistas mexicanos que comienza: buscamos solamente un motivo que nos estimule á estudiar." La presentación del cuadro lírico á que me refiero, se hizo con Favorita, del maestro Donizetti, así repartida: Leonor, Dorotea Hagelstein: Inés, María Haller: Alfonso, Alfredo Solares: Fernando, Adrián Guichené: Baltasar, Manuel Sánchez de Lara: Gaspar, Germán Mier. Los

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coros estuvieron así formados: María y Soledad Cortés, Clotilde y Celia Chené, María Choperena, Amalia y Sofía Haller, María Guerrero, María Laroche, Mercedes López, Hipólita y Severiana Moreno.-Carlos Avilés, Alfredo Casarín, Arturo Cardeña, Enrique Cousalvi, Enrique Garibay, José Guerrero, Antonio Gutiérrez Cortina, Pedro Hagelstein, Lorenzo Huici, Fernando Iglesias, Manuel López Guazo, Arturo Loretto, Ezequiel Moreno, Manuel Navarrete, Arturo Posada, Joaquín Quintanilla, Eduardo Rodríguez, Enrique Zozaya. Los precios en las principales localidades fueron: palcos, ocho pesos; luneta, un peso veinticinco centavos. Lo mismo en la noche de su primera presentación que en la siguientes representaciones, aquel conjunto de modestos aficionados gustó mucho y fué muy aplaudido, por el talento de varios de sus artistas y las buenas facultades de algunos, como Alfredo Solares, Adrián Guichené y Dorotea Hagelstein.

El Circo Teatro Orrin hizo una muy buena temporada de invierno, con sus acróbatas, gimnastas y muy notables Hermanos Deltorellos llamados los clowns húngaros, y sus pantomimas, Aladino y Cenicienta. En algunas de sus funciones llamadas de gran lujo, tomaron parte el muy distinguido pianista y compositor Gonzalo Núñez y el niño Ramón Rodríguez, nacido en Zacatecas, y llamado en los programas el Mozart mexicano. El domingo 17 de Marzo, en la Plaza de Bucareli se presentó un grupo de artistas de circo norte-americano, capitaneado por Arizona Charlie, rey de los tiradores de rifle y pistola, el capitán Meadows: éste ejecutaría "la sensacional y admirada suerte de romper á revólver y rifle, esferas de cristal colocadas sobre la cabeza, orejas y hombros de una intrépida amazona." El programa añadía: "Célebres y aplaudidas amazonas americanas llevarán á cabo peligrosos y sensacionales ejercicios, consistentes en saltos de obstáculos y otras suertes nunca vistas entre nosotros." Aquello no dió resultado por más de que á modo de anuncio las buenas amazonas americanas se soltaron varios días por las más concurridas calles luciendo, á pie y á caballo, en vez de las comunes faldas femeniles, flotantes pantalones, con escándalo del bello sexo y risa y broma de lagartijos y viejos verdes.

El 16 de Marzo, en Arbeu, dió su primer concierto el hábil guitarrista español Antonio Manjón, muy anunciado en prospectos y carteles como una superior notabilidad, y teniendo en su favor, para ganarse mayores simpatías, la circunstancia de ser ciego. Quienes hagan memoria de asuntos referentes á teatros, ó hayan seguido las que esta mi Reseña contiene, saben que no fué esta la primera vez que en México se oyó á un concertista ó solista de Guitarra. "Por sabido se calla-dijo un periódico de la Capital,-que este instrumento no fué hecho para crear melodías finas, delicadas, vagas y llenas de suspiros. El pueblo, y el pueblo español sobre todo, asocióle á sus

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