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CASA EDITORIAL, IMPRENTA Y LITOGRAFIA "LA EUROPEA"

RESEÑA HISTÓRICA

DEL

TEATRO EN MÉXICO

POR

Enrique de Olavarría y Ferrari

SEGUNDA EDICION

TOMO IV

MEXICO

IMPRENTA, ENCUADERNACION Y PAPELERIA

"LA EUROPEA"

Propietario, Fernando Camacho. | Director, Juan Aguilar Vera.

Calle de Santa Isabel Núm. 9.

1895

ESTA OBRA ES PROPIEDAD DEL AUTOR.

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Nació Adelina Patti el 8 de Abril de 1843 en la casa núm. 6 de la calle de Fuencarral, una de las principales y más céntricas de Madrid, Capital de España, calle perteneciente á la Parroquia de San Luis, en que fué bautizada. Al venir á México, no contaba, pues, menos de cuarenta y cuatro años de edad. Hija de padres italianos, también artistas líricos, hizo sus primeros estudios en el canto desde su más corta infancia, y en 1851, es decir, á los ocho años de su nacimiento, se presentó por primera vez en las tablas en el Teatro Italiano de Nueva York, al amparo de la célebre Mme. Bosio. Discípula de su hermano político Mauricio Strakosch, eminente pianista, en 24 de Noviembre de 1859 cantó en Nueva York, también con un éxito colosal, Lucia di Lammermoor, recorriendo después con igual aplauso los teatros de las principales ciudades de América, Boston, Filadelfia, Baltimore y Nueva Orleans. Pasó á Europa en 1861 y obtuvo una no interrumpida serie de triunfos en Inglaterra, en Francia, en Holanda, en Bélgica, en Austria y en Prusia. Un pleito entablado ante los tribunales hizo saber que en un año que duraron estas excursiones, las cantidades recaudadas por sus tutores se elevaron á

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la respetable suma de ciento veinte mil pesos. Declarada mayor de edad fué, á partir de 1864, una de las primeras cantantes del Teatro Italiano de París, y de allí salió á recorrer los teatros europeos, obteniendo en todas partes, Londres, Baden, Bruselas, San Petersburgo y Madrid, inmensas ovaciones. Sus grandes papeles estaban entonces en Crispino e la Comare, Elixir d'amore, Linda, Lucia, Sonámbula, Rıgoletto, Traviata, Pardon de Ploërmel y otras. En Mayo de 1866'se unió en matrimonio con el Marqués de Caux, favorito de Napoleón III; este enlace no fué feliz y tras muchos escándalos, la diva obtuvo el divorcio y casó al fin con el tenor Nicolini, con quien aseguró su felicidad que se mantiene durable y firme. La suerte y la fortuna han sido pródigas con su talento, y no ha existido artista alguna en el mundo que haya acumulado con más facilidad y abundancia que Adelina Patti tan enormes riquezas cuales las suyas, haciendo á la vez las de numerosos empresarios. Todos los magnates, todos los príncipes, todos los reyes, todos los emperadores, la han buscado y honrado con su amistad, tratándolos y siendo tratada por ellos de igual á igual. Prodigio único en su especie, aun de la edad triunfa, y la solicitan empresarios y públicos, y se le pagan por lo menos cuatro mil pesos por cada noche que canta.

Soberanamente hermosa en su juventud, todavía se la ve graciosa y bella en las tablas, y al mirarla aparecer esbelta y rebosando vida en el foro, necesario es consultar sus biografías para convencerse de que cuenta los años que en efecto tiene. Aun su privilegiada garganta posee el secreto y el tesoro de sus escalas limpias y brillantes, sus dulcísimas notas picadas, sus cristalinos trinos y gorjeos, sus elegantes fiorituri, su naturalidad inimitable para triunfar de las más arduas y complicadas armonías, su asombrosa facilidad para emitir la voz, jugando con todo aquello que para otras artistas es un escollo que ven venir con terror, sus singulares vocalizaciones, sus realmente excepcionales facultades que le han dado, sin que nadie haya podido arrebatárselo aún, el cetro de reina y soberana en su arte. Su voz, capaz de todos los matices, de todas las travesuras, como la de correr por la escena sosteniendo un difícil y delicioso trino, capricho que por nadie ha podido ser imitado, jamás se borra de las memorias gratas de quien siquiera una vez la ha escuchado: nadie como ella ha sabido llorar y reír cantando y hacer á las notas gemir dulces como gorjeo de ruiseñor, ó estallar imponentes como rugido de león, cual si ignorase que el arte lírico haya tenido ni pueda tener dificultades ningunas. Sólo parece que así como las hadas de los cuentos concurrían á verter sus dones sobre la cuna de sus criaturas favoritas, todas las grandes artistas de los pasados tiempos asistieron al nacimiento de Adelina Patti para ponerla en el secreto de todos los méritos que á ellas las hicieron inmortales.

Creería ofender á mis lectores deteniéndome en ponderarles los méritos de una artista como la Patti, cuya supremacía reconoce sin contradicción todo el Universo civilizado, y á su vez fué en México reconocida y admirada. Pero algo aún debemos decir, relativo á su lujo y buen gusto en la escena. Lo de mayor mérito, lo de más valor, formaba su riquísimo equipaje, obra todo de las mayores celebridades en lo que se ha convenido en llamar confecciones: signo elocuente de su elegancia y de su costumbre de vestir bien, era la sobriedad de los adornos y el tacto especial en su combinación: sus valiosísimos brillantes no se ostentaban insolentes como los ostentan quienes están á ellos poco acostumbrados. Puede decirse que casi con modestia llevaba todos sus primores en encajes y en alhajas. Cualquiera diría, ha observado un cronista, que la Patti ignora, no sospecha que en piedras, sedas y encajes lleva sobre sí cientos de miles de pesos; cada uno de sus trajes provoca un movimiento de admiración, y las revistas extranjeras hacen de ellos extensas y especiales descripciones.

Mas pasemos á decir algo de sus conciertos en el Gran Teatro. Nunca éste se ha visto concurrido como en esa época. "Desde la galería á donde acuden las señoras calzando el guante de ordenanza y con excelentes trajes-decía El Monitor—hasta el patio en donde ahora se tienen por muy felices damas que jamás habían descendido de un palco, es el Gran Teatro el cuadro más acabado de la elegancia y de la belleza mexicanas." El reducido número de conciertos anunciados, la absoluta imposibilidad de conseguir á ningún precio las localidades de preferencia cuyos propietarios todos ó casi todos habían hecho uso de su derecho para ocuparlas á los precios de abono, dieron por resultado que los siempre desiertos palcos segundos y terceros se viesen tan perfectamente concurridos y por tan selectas familias como cualquiera de las plateas ó primeros. La misma galería no fué entonces una excepción, como que un simple y poco cómodo asiento valía para esos conciertos más que una luneta ó lugar en un palco en las mejores Compañías de Opera. "Lo repito, añadía con justicia el cronista del periódico nombrado, nunca se ha visto de esa suerte el Teatro Nacional, y creemos que la más ostentosa Capital europea, que el soberbio y aristocrático Londres, que la encantadora París, nada tendrían que extrañar en nuestro Gran Teatro en esas noches en que nuestra sociedad dorada se presenta en todo su esplendor."

Sigamos ahora á El Siglo en su reseña del primer concierto, verificado el 31 de Diciembre de 1886. "Desde las seis de la tarde de ayer se veía invadido el pórtico de nuestro Gran Coliseo por una multitud de personas que, ávidas de oir á la notable artista Adelina Patti, acudieron con mucha anticipación á ocupar sus localidades. Poco

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