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cóida, sin mica ni hornblenda, pero conteniendo, ademas del piróxeno y el feldespato vidrioso, unas puntas cenicientas parecidas á las que se advierten en las obsidianas de Lypari y del cerro de las Navajas. La existencia de los granates en las rocas mezcladas generalmente de hornblenda, recibe alguna importan

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por las observaciones ingeniosas de M. Berzelius ( Nouveau système de minéralogie, pág. 301) sobre la afinidad química del granate y de la hornblenda que contienen silicates de alúmina y de óxido de hierro. En las obsidianas que yo he traido de la NuevaEspaña, es donde M. Collet Descotils ha encontrado el primer ejemplar de la existencia simultánea de dos álcalis en una misma sustancia mineral. Posteriormente se ha observado este fenómeno en algunas variedades de feldespato, de vernerita, de sodalita, de chabasia y de eleolita ( piedra grasa de Haüy). He observado que muchas obsidianas negras y rojas de Quinché y del cerro de las Navajas tienen unos polos magnéticos, absolutamente como los pórfidos (de) transicion), de Voisaco, y como un bello grupo de trachita del Chimborazo (altura 2100 toesas). Estas trachitas eran gris verdosas y contenian algunos cristales de feldespato hojoso y lechoso.

El último asiento del terreno trachítico está formado de conglomerados ó restos conglutinados y retocados par las aguas. Estos conglomerados cubren superficies inmensas, no al pie de las cordilleras, sino en sus flancos y sobre unas mesas elevadas de 1200 á 1600

toesas de altura. En una region donde todos los volcanes activos se elevan por cima del límita de las nieves perpetuas, y donde las aguas lentamente recaladas en cavernas, y las nieves que se derriten en el momento de la erupcion, causan destrozos horrorosos, la extension y grueso de los terrenos de acarreo y de las rocas fragmenticias regeneradas, debe necesariamente tener conexion con las fuerzas que acarrean aun en nuestros dias estas masas desunidas. Los conglomerados son, unas veces desmoronables y tufacios (base de Cotopaji y del Altar), y otras compactos y endurecidos como la arenisca (base de Pichincha). Las piedraspomez en masas pulverizables y en pedruscos de 25 á 30 pies de largo forman la parte mas interesante de estos conglomerados del terreno trachítico. Observaremos al paso, que la palabra piedrapomez es muy vaga en mineralogía; porque no determina un fosil simple, como sucede con las denominaciones de calcedonia y de piróxeno, indica mas bien un estado, una forma capilar ó estoposa bajo la cual se presentan sustancias diversas, arrojadas por los volcanes. La naturaleza de estas sustancias es tan diferente como el grueso, la tenacidad, la flexibilidad y el paralelismo ó la direccion de sus fibras (Humboldt, Relation historique, t. 1). Existen piedraspomez negras de una textura bulosa, con fibras cruzadas, en las que se advierte mucho piróxeno, y aparecen debidas á lavas basálticas escorifiadas (llano que circunda el cráter de Rucu Pichincha, toba de Pausilipo, cerca de Napó

les). Algunos volcanes arrojan trachitas blancas, coinpuestas de feldespato compacto, de mucha hornblenda, de poca mica, de la cual una parte se ha vuelto fibrosa (Rucu Pichincha y Cotopaji, en la mesa de Quito, volcan de Cumbal cerca de Chilanquer, en la mesa de los Pastos; Sotara cerca de Popayan; Popocatepetl al este de Méjico). Muchas veces, en unas trachitas bastante compactas y de una textura no fibrosa," los fragmentos rombóideos del feldespato se vuelven huecos y como estoposos (mesa de Quito y de Mejico). Algunas variedades de perlstein (perlita) presentan una textura fibrosa (llano de la Nueva España, entre la venta del Ojo del agua y la venta de Soso, valle de Gran y de Glashütte, en Hungría). Por fin, unas obsidianas negras verdosas ó grises de humo alternan con mantos de piedrapomez con fibras asbestóidas blancas verdosas, rara vez paralelas entre sí, sin embargo algunas veces perpendiculares con los mantos de obsidiana, y parecidas á una espuma filamentosa de vidrio (llano de los Genets, en el Pico de Tenerife). Estas últimas variedades han originado entre algunos geognostas la idea que todas las piedraspomez se debian á la fusion y á la inflamacion de las lavas vidriosas; confundian las obsidianas color de amapola (asclerinas de M. Cordier) con las verdaderas piedraspomez con fibras paralelas ( pumitas ligeras de M. Cordier), caracterizadas por grandes tablas hexagonas de mica, y debidas probablemente á cierto modo de accion particular que ejerce el fuego de los volcanes

sobre las trachitas blancas (granitos de las Islas Ponces de Dolomieu. Un sabio que ha estudiado profundamente las rocas trachíticas de Europa, ha confirmado este bosquejo. « La piedrapomez, dice, M. Beu« dant, en el estado actual de la ciencia, no puede <«< considerarse ni aun como una especie distinta de << roca; porque es un estado celusoso y filamentoso, « bajo el cual muchas rocas de los terrenos trachíti« cos y volcánicos pueden presentarse. »>

El terreno basáltico se une por un lado con las trachitas, en las cuales el piróxeno se hace progresivamente mas abundante que el feldespato (Cordier, sur les masses des Roches volcaniques, p. 25), en parte, y yo creo que de una manera mas íntima, con las lavas de los volcanes que han salido en forma de corriente. Las fonolitas corresponden á la vez al terreno trachítico y al terreno basáltico. Mucho dudo que se halle intercalado un verdadero basalto con olivina como manto subordinado á la trachita. La fonolita, que forma de estos mantos en las trachitas de las Cordilleras y de la Overnia, no está mas que sobrepuesta á los basaltos; cuando no se eleva en picos aislados en los llanos, generalmente corona las colinas basálticas. La hornblenda y el piróxeno se hallan diseminados en las trachitas y los basaltos; la primera de estas sustancias corresponde quizá aun mas particularmente á las formaciones trachíticas. La olivina caracteriza las formaciones basálticas, las lavas muy antiguas de la Europa y las muy

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modernas corriente de 1759) del volean de Joru

llo en Méjico.

Cuando no se consideran los grupos de roca trachítica y basáltica esparcidos en ambos continentes sino respecto de su volúmen, se advierte que las grandes masas de estos grupos se hallan muy distantes unas de otras. Los paises mas abundantes en basaltos

la Bohemia y el Hesse), carecen de trachita, y las cordilleras de los Andes, trachíticas en inmensas extensiones, las mas de las veces carecen enteramente de basaltos. Ni el Chimborazo, ni el Cotopaji ni la Antisana, ni la Pichincha presentan verdaderas rocas basálticas; al paso que estas rocas, caracterizadas por la olivina, separadas en hermosas columnas de tres pies de grueso, se encuentran en la misma mesa de Quito, pero lejos de estos volcanes, al este de Guallabanba, en el valle del Rio Pisque. Cerca de Popayan los basaltos no cubren las cúpulas trachíticas de Sotará y Puracé; haHlánse aislados en la orilla occidental de Cauca, en los llanos de Julumito. El gran terreno basáltico del valle de Santiago, en Méjico (entre Valladolid y Guanajuato), dista mucho de los volcanes trachíticos de Popocatepetl y de Orizaba. Todos estos basaltos de que acabamos de hacer mencion (Guallabamba, Julumito,' y Santiago), probablemente tienen tambien su asiento en grandes profundidades, sobre un terreno trachítico; pero aqui no consideramos sino aisladamente, la separacion de las montañas de basaltos y de trachitas.

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