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una fuerte efervescencia; despues dejó reposar el globo teniéndole abierto para que si habia desprendimiento de gas hidrógeno sulfurado, pudiera escaparse; hallándose el vaso mas ó ménos cargado de ácido carbónico, le cerró con un tapon que no diese color, y agitándolo vivamente por algun tiempo, decantó el licor. Finalmente, repitió estos lavados hasta que obtuvo la blancura que deseaba, y entónces volvió á dar otro lavado con mucha agua.

M. Dall'armi afirma que tambien llegó á obtener por medio de algunos lavados acídulos, un blanco tan hermoso como el de Krems. Para darle el olor y la dureza que caracterizan á éste, manifiesta que basta dar á la pasta blanqueada ántes de amoldarla un lavado de vinagre destilado, privado absolutamente de color. El poco acetato que se forma, cristaliza y seca en toda su masa el albayalde, y une sus moléculas como un cimento.

El autor aconseja tambien el blanquear el albayalde en toneles de madera blanca, móviles sobre unos quicios, pero de modo que ningun metal vaya á parar á su interior, y asegura no obstante, que nunca se obtendrá un blanco perfecto sino cuando la madera se haya penetrado de albayalde y despojado de toda materia colorante. Como el uso del ácido no es considerable, esta operacion encarece muy poco el albayalde.

A la condescencia de M. Merimee debemos la nota siguiente, acerca del método que se sigue en Inglaterra para la fabricacion del albayalde.

>> He visitado, dice en Newcastle (sobre el Tyne), » una fábrica de albayalde en que se han sustituido ca» pas de casca á las de estiercol que se echan en otras » partes. Alli se cuela el plomo en los moldes, donde

» toma la forma de un enrejado de cerca de 15 pulga» das de largo y 4 ó 5 de ancho; se colocan sobre va» sijas cilíndricas de tierra barnizada de 4 á 5 pulgadas » poco mas ó ménos; se cubre una con otra, y me pa» rece que ponen muchos de aquellos enrejados sobre » las vasijas. El intérvalo está lleno de casca, que ha» cen fermentar ántes, mezclando en ciertas proporcio»nes, casea sacada de una capa antigua con otra cas» ca fresca, dejándolo todo de este modo durante ocho »ó nueve semanas.

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» Las capas estan en las piezas destinadas á estas operaciones, unas sobre otras, sobre tablas apoyadas con»tra las paredes, de modo que forman pisos muy ba»jos, donde á penas puede un hombre mantenerse en » pie.

» El molino para pulverizar la materia, está orga»> nizado tambien de manera, que esta pase de un mo>> lino á otro inferior.

>> Hacen secar este albayalde en una estufa donde >> permanece muchos dias en barreños de 9 á 10 pulgadas de diámetro, y de consiguiente, no lo amoldan » como en Holanda y en Alemania.

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» El vinagre que se emplea está hecho con melote. El albayalde fabricado por este procedimiento es de un >> blanco muy hermoso: se conoce pues la ventaja que » hay en sustituir la casca al estiercol, porque este desprende continuamente una corta cantidad de hidróge»no sulfurado, que ennegrece el carbonato de plomo. » Tal vez se conseguiría lo mismo remplazando la cas» ca con paja; á lo ménos uno de los concurrentes pro» puso en 1809 este medio, afirmando haber obtenido » con él, albayalde de la primera blancura. Mas adelan»te recibí de un establecimiento formado en Mons,

» un blanco de plomo en escama de tal blancura, que » muy probablemente debió haberse producido en una » capa formada con solo paja."

Por todo lo que precede sacamos en última análisis que para obtener el mas hermoso albayalde por los procedimientos indicados, no hay mas que oxidar lentamente el plomo, y combinar este óxido á medida que se produce, con el ácido carbónico; pero ha sido necesario mucho tiempo para saber apreciar en su justo valor todas las causas que influyen en esta fabricacion. Solo desde que la Química ha iluminado con su antorcha esta doctrina, ha sido posible olvidarse de los métodos empíricos acreditados, y llegar á productos superiores y siempre idénticos. La Sociedad de Fomento de Paris ha contribuido singularmente á este importante resultado, estimulando sin cesar el celo de los fabricantes por los concursos que ha establecido diversas veces con este motivo; y ha sido tal el éxito, que hace algunos años que se han formado en Francia un grande número de establecimientos de esta clase, cuando ántes no se poseia ninguno. Sin duda es un servicio muy importante el que se hace á un pais, cuando se le exime de ser tributario del estrangero por un producto de tan grande consumo como el de que tratamos. Si alguna reliquia de preocupaciones antiguas, y aun tal vez alguna inferioridad bajo ciertos aspectos, favorecen todavia la importacion de este género, debemos esperar que en adelante basten pocos esfuerzos para triunfar de los últimos obstáculos, y para hacernos sacudir enteramente el yugo.

En el estado actual de la ciencia, es fácil conocer á fondo todos los fenómenos que se manifiestan durante la formacion del albayalde. En efecto, es cierto que esta

y

produccion no puede tener lugar por el método que acabamos de citar sino en tanto que el metal se halle sumergido en una atmósfera cálida, húmeda, y cargada á un mismo tiempo de oxígeno y ácido carbónico. Examinemos el grado de importancia de cada una de estas condiciones y como podemos satisfacer á ellas. Todo el mundo sabe la influencia que ejercen el calor y la humedad sobre las combinaciones químicas; se sabe que el uno dilatando sus moléculas, disminuye su cohesion y las pone en una especie de libertad que las hace aptas para contraer nuevas combinaciones, mientras que la otra es un vehículo indispensable que sirve de lazo á la reunion de las moléculas de naturaleza diferente; las penetra, las ablanda y las acarrea en algun modo unas sobre otras para establecer el contacto soldarlas entre si. Muchas veces, y particularmente en el caso que nos ocupa, hace parte esencial de la combinacion. En cuanto al oxígeno y al ácido carbónico, su presencia es evidentemente necesaria, porque son los mismos cuerpos los que se trata de combinar con el metal. El estiercol empleado por los holandeses, la casca ó la paja en fermentacion que se ha sustituido á él tienen por objeto, no solamente producir la elevacion de temperatura necesaria, pero segun la opinion de muchos inteligentes, suministrar tambien una parte del ácido carbónico que entra en la composicion del albayalde. Sin embargo, no hay duda que otra parte de este ácido carbónico procede de la composicion del mismo vinagre ó de las materias estrañas que le estan agregadas. En esta operación, el vapor del vinagre va á condensarse poco á poco sobre las láminas de plomo que estan espuestas á su contacto; la grande afinidad del metal para con el oxígeno determina la

descomposicion de este ácido; parte de su oxígeno se fija sobre el plomo y parte se combina con el carbono, y produce ácido carbónico que se reune al óxido formado para constituir el carbonato. Con todo esto, esperimentos positivos han asegurado que el vinagre puro no basta á la produccion del albayalde; es menester que este vinagre contenga ciertas sustancias, tales como el tártaro, las heces, etc., que son susceptibles de producir por su descomposicion espontánea, ácido carbónico, ó bien los carbonatos que lo dan, á consecuencia de la reaccion del vinagre.

Cuando Bergman, Chenevix y otros, justificaron que el albayalde bien preparado era verdadero subcarbonato de plomo, los químicos pudieron producirle á su antojo por medio de las dobles descomposiciones, y elegir entre todos los sub-carbonatos solubles, y todas las sales de plomo tambien solubles; pero el establecer este producto al módico precio de los albayaldes estrangeros, era una condicion difícil de cumplir. De todos los procedimientos que se propusieron en el concurso de 1809, el de MM. Brechoz y Leseur, establecidos entóncès en Pontoise, mereció la preferencia y alcanzó el premio disputado tanto tiempo. La Sociedad de Fomento no ha tenido lugar de arrepentirse de la opinion que formó en aquella época, pues tal vez no se decretó jamas una recompensa mas justa. Efectivamente, esta fábrica, naciente entónces, recibió tal impulso, que bajo la direccion de Roard y Brechoz se hizo casi colosal, apesar de la concurrencia de los establecimientos formados á su imitacion. Procurarémos dar una idea precisa de este procedimiento, sin descender á ciertos detalles que pertenecen á los medios de ejecucion, y que si se divulgasen, podrian

TOMO II.

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