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oponen á ello, es la gran consistencia que adquiere la mezcla por la primera accion del calor: resulta tan espesa que no es posible batirla mas, y hay necesidad de moderar singularmente el fuego para evitar que todo se queme; mientras que añadiendo la fécula en muy cortas porciones al agua acidulada y ya herviente, se evita este grave inconveniente y la operacion marcha con una rapidez infinitamente mayor. Cuatro horas bastan para convertir en jarabe mil kilógramos de fécula cuando hay vasos de una capacidad conveniente. Tambien sirve una caldera ordinaria en que se echa el agua acidulada en proporcion de tres de ácido concentrado por ciento de la fécula que se emplea. Caliéntase el licor, y cuando está en completa ebullicion se va echando uniformemente, por medio de una pequeña tolva, fécula bien seca y agitando siempre con fuerza. A medida que se deslie la fécula con el agua acidulada. hirviendo, se disuelve inmediatamente sin que el licor tome consistencia. En muchas fábricas se sirven, pero con alguna ménos ventaja, del método indicado por Lampadius, que consiste en hacer esta transformacion de la fécula en jarabe en cubas de madera, y con auxilio del vapor de una caldera cubierta con un tubo, que comunica con el fondo de la cuba: pero por este medio es menester emplear mas ácido y mas tiempo. La presion que esperimenta el vapor ejerce en la caldera una reaccion bastante fuerte para deteriorarla en poco tiempo.

Lampadius recomienda poner primero en la cuba de madera, para una dósis de 40 libras de fécula, 60 litros de agua, que se calienta por medio del vapor hasta la ebullicion, echándose despues 4 libras de ácido sulfúrico dilatado en 10 litros de agua; cuando el

ácido está mezclado, se añade por libras la fécula desleida en igual parte de agua. A cada adicion se espesa el líquido, pero despues de algunos minutos de reaccion perdiéndose esta consistencia se añade la libra siguiente. Continua sosteniéndose la ebullicion por medio del vapor durante 7 horas consecutivas, y entónces queda concluida la accion química. Con este procedimiento no hay riesgo de quemar el jarabe ni de que se introduzca cobre, mas la maniobra de esta operacion es difícil, y nos parece mucho mas preferible la otra. Por lo demas de cualquier modo que se proceda para determinar esta formacion del azúcar á espensas de la fécula, es menester una vez terminada, arrebatarle el ácido por medio de la greda, añadiendo la conveniente mientras que produzca efervescencia. Se da tiempo al sulfato de cal para que se deposite, y despues se decanta. Lo que queda en el fondo se echa en una manga y estos resíduos se vuelven á tomar con una corta cantidad de agua fria y se filtran de nuevo. Todos estos licores claros se reunen en una caldera y se someten á la evaporacion hasta el grado que se quiere obtener. Cuando estan á 30° del areómetro, se sacan 150 libras de jarabe por 100 de fécula: si se lleva hasta 459 se obtienen 100 por 100; y en fin 90 solamente de azucar seco (*).

Los resultados son siempre los mismos cuando se obra del mismo modo, pero pueden variarse cambiando la temperatura ó la proporcion del ácido. En general se ha observado que aumentando la temperatura podia disminuirse la dósis de ácido y reciprocamente;

(*) Observaremos que es inútil pasar del grado necesario para poder establecer la fermentacion, cuando el objeto principal es el fabricar el alcohol.

TOMO II.

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por esto algunas personas se han servido de calderas autoclavas para esta operacion, y aunque empleasen una dósis ménos fuerte de ácido, no obstante en ménos de dos horas la reaccion quedaba finalizada, sin otra precaucion que hacer cocer el agua acidulada ántes de añadir la fécula desleida, y cerrar la caldera. Es lástima que estas especies de aparatos estén acompaña→ dos de algunos peligros, pues á no ser asi ofrecerian grandes ventajas en esta clase de operación.

No es solamente azúcar lo que en esta operacion se obtiene, sino que tambien se forma una materia gomosa en mayor ó menor cantidad. Las proporciones de estos dos productos dependen de las causas que hemos indicado, hasta tal punto, que se puede obtener segun se quiere mas de uno ó del otro. M. Couverchel, hábil farmacéutico de Paris, disminuyendo mucho la dósis de ácido y la duracion de la ebullicion, ha logrado no obtener casi otra cosa que goma, ó á lo ménos una materia perfectamente semejante, pues es quebradiza, trasparente, soluble en el agua é insoluble en el alcohol; però atrae algo la humedad del aire, y creo que no da ácido múcico, cuando se trata por el ácido nítrico.

En vista de todo lo que precede, es claro que para obtener los mas ventajosos resultados hay ciertos límites á que es menester ceñirse. La proporcion que indicamos al principio de 3 de ácido concentrado de fécula es la mejor para hacer la mayor cantidad de azúcar posible.

por

100

Cuando se trata de trasformar en alcohol el jarabe obtenido, se procede absolutamente del mismo modo que para hacer fermentar cualesquiera otro licor azucarado, esto es, despues de haberle puesto á 7 ú 8 gra

dos del areómetro, se deslie en él espuma, abandonándose durante un tiempo relativo á la masa en que se trabaja. Esta fermentacion no se establece bien sino á una temperatura de 20 á 259 centígrados, y es ademas esencial que este calor esté sostenido y repartido con uniformidad, pues de lo contrario la fermentacion podria interrumpirse, y hacerse estremadamente difícil y muchas veces imposible el restablecerla.

Si se hallan reunidas todas las circunstancias favorables, la fermentacion marcha con rapidez y se manifiesta por una especie de hervor bien sostenido. A medida que el alcohol se desarrolla, disminuye la densidad del licor, y cuando ha bajado á 1o, ó mejor á 0o, habiendo cesado ademas el movimiento tumultuoso, se juzga entonces que ya es tiempo de someterla á la destilacion. No debe haber ningun retardo, porque esta especie de vino artificial pasa prontamente al estado ácido. De 100 litros de jarabe de fécula se sacan 15 litros de alcohol á 220 No insisto mas en esta operacion porque volverémos á tratar de ella, y mucho mas detalladamente, en el artículo de la FERMENTACION.

El procedimiento que hemos descrito ofrece ventajas efectivas; el alcohol que por este medio se obtiene es de buena calidad, y no tiene el desagradable gusto que caracteriza á los aguardientes de grano ó de orujo. Ademas se ejecuta con tanta prontitud, que aun en un corto espacio pueden fabricarse masas bastante grandes. Por esto en la actualidad estamos bien seguros que fuera del caso de escasez, nunca en Francia podrá encarecerse el alcohol.

Si el alcohol de fécula no tiene sabor aromático particular, debe presumirse que no contiene aceite volátil análogo al que se halla en los aguardientes de oru

jo. Sin embargo, los fabricantes me han enseñado una especie de aceite tan ligero como el nafta, y me han asegurado haberlo sacado en bastante grande cantidad de la rectificacion de las aguas del espíritu de fécula. Este líquido tenia un olor etéreo, y me ha parecido muy semejante al que llamamos aceite dulce de vino; producto que se obtiene en la operacion del éter sulfúrico, y que no es mas que el resultado de la combinacion de un aceite craso con una cierta proporcion de éter. Soy de opinion que este líquido oleaginoso obtenido por los destiladores del espíritu de fécula, debe tener tambien una composicion parecida á la del aceite dulce; á lo ménos, rectificándole con la potasa cáustica, he separado de él un producto que tenia sensiblemente un olor etéreo.

Hasta ahora no se ha hallado esplicacion satisfactoria de la transformacion de la fécula en azúcar por el - ácido debilitado. M. Teodoro de Saussure ha pensado que la fécula, en esta operacion, se combinaba con una cierta porcion de agua para convertirse en azucar; pero esta teoría es bastante poco probable, porque no está de acuerdo con los hechos. Si asi fuese, la fécula esperimentaria un aumento de peso, y esto es en efecto lo que Saussure pretendia; mas la práctica diaria prueba que no se obtiene mas que 90 por 100. Aun hay otras razones que militan contra la opinion de Saussure. Es sabido que la fécula ligeramente tostada, se transforma en una materia gomosa semejante á la que se obtiene tratando esta misma fécula con una dósis muy leve de ácido sulfúrico debilitado. De consiguiente, practicando esta torrefaccion en vasijas cerradas y con las precauciones convenientes, se ve que se efectua bajo la sola condicion de una sencilla sustraccion de agua

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