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Si quisiéramos citar aplicaciones de estos principios, se nos presentarian numerosísimos ejemplos, y solo titubearíamos en su eleccion. Estaria á nuestro arbitrio el tomar la estraccion y la purificacion de todas las sales y del azúcar; la fabricacion de los ácidos y los alcalis, la preparacion de las materias colorantes y su fijacion en los tejidos, etc, etc.

El agua, está muy distante de estar siempre reducida á esta accion auxiliar que se le ha asignado en los casos precedentes, pues muchas veces forma tambien parte constituyente de estas mismas combinaciones ya por entero ó por uno de sus elementos. Tal es en efecto la manera con que obra en la oxidacion de las sustancias metálicas espuestas al contacto del aire. Unas veces contribuye con su oxígeno á su combustion, y otras se combina por entero, formando lo que Proust ha llamado hidratos.

Añádase á las consideraciones espuestas, el grado de utilidad del agua en una multitud de operaciones secundarias, como la reduccion de un mixto á polvo impalpable, la maceracion, la confeccion de las pastas, y podrémos concebir que aquellos á quienes en otro tiempo se dió el nombre de filósofos por el fuego, hubieran merecido con igual fundamento el de filósofos por el agua.

Establecidos los primeros datos generales para manifestar el inmenso interes que debe ofrecer un cuerpo siempre presente á nuestras operaciones, es necesario indicar, cuales son las calidades que debe reunir para obrar eficazmente en tal ó tal circunstancia ; porque desgraciadamente la naturaleza no nos le ofrece siempre idéntico á si mismo. Aqui se halla sobrecargado de sales, alli se contiene en gases, y entre es

tas sustancias estrañas, unas perjudican á los animales que hacen uso de ellas, mientras que otras ofrecen por el contrario nuevos recursos al arte de curar, Ciertas aguas, sin contener nada de perjudicial, no pueden sin embargo servir para los usos domésticos, y otras tampoco convendrian á ciertas fabricaciones; las blanquerías, los molinos de papel, las tintorerías y otras fábricas, exigen en el agua calidades especiales, Es pues de toda necesidad indicar los medios de reconocer las sustancias que contiene, no de una manera exacta y precisa, pero suficiente no obstante para que cualquiera pueda guiarse bien en la eleccion que debe hacer de ellas.

Como ya lo hemos observado, la naturaleza nunca nos ofrece este líquido en su estado de pureza: el agua de lluvia no contiene sin embargo mas que rastros de sustancias estrañas; pero para obtenerla asi, es menester que se reciba directamente en los vasos destinados á recogerla, porque si debiese ántes de llegar á ellos correr sobre ciertas superficies, arrastra entonces y disuelve siempre una pequeña parte de los cuerpos que se hallan á su paso. En este caso es muchas veces preciso purificarla cuando la necesidad de las operaciones lo exije. El medio es fácil, pues consiste en separarla por simple evaporacion de las materias heterogéneas que contiene, es á decir en destilarla. (V. ALAMBIQUE, DESTILACION).

Es constante que este método de purificacion se apoya en la hipótesis de que todas las sustancias contenidas en el agua no son susceptibles de volatilizarse por si mismas durante su ebullicion, y esto es en efecto lo que casi siempre sucede, aunque con todo algunas veces ocurre lo contrario; y asi es que ciertas

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aguas encierran ácido carbónico libre, otras carbonato de amoniaco, cuyo último caso sucede particularmente en tiempos de sequedad, con el agua del Sena sacada de lo largo de su curso al atravesar la Ciudad de Paris. Entonces el producto de la destilacion retiene una cantidad notable de estas sustancias volátiles que alteran su pureza. Fácil es desembarazarse del ácido carbónico, arrojando las primeras porciones de agua que pasan á destilacion; y para el carbonato amoniacal añadir á esta precaucion, la de echar en el agua, ántes de destilarla, un ácido poco volátil que fija el amoniaco; en este caso el ácido carbónico ya libre se escapa con los primeros vapores que se producen. El ácido sulfúrico llena perfectamente este objeto.

La destilacion del agua no ofrece de suyo dificultad alguna, siendo las únicas condiciones esenciales el no emplear mas que vasos muy limpios y sostener una ebullicion muy moderada, pues es claro que si fuese tumultuosa, tendria por necesidad partículas de agua, arrojadas por la fuerza del hervor, hasta en el capitel, donde se mezclarian con los vapores. En todo ca→ so es conveniente dividir los productos, y ensayarlos por separado con los reactivos, ántes de hacer la mezcla.

El agua perfectamente pura no goza, por decirlo asi, sino de propiedades negativas; es insípida, sin color, perfectamente neutra, y sin influencia por consiguiente en los colores vegetales; no se precipita ni altera con ningun reactivo; espuesta á la accion del calor entra en ebullicion á la temperatura de 100 grados centígrados, y bajo la presion de 0m, 76 de mercurio, se volatiliza sin dejar resíduo, etc. Enfriada bajo cero, se concreta en una masa transparente, conoci

da con el nombre de hielo. Un centímetro cúbico de agua pesa un gramo. El peso específico del agua se ha tomado por tipo del de todos los cuerpos sólidos y líquidos, y se ha hecho igual con la unidad.

El agua pura es siempre idéntica á si misma. Unicamente está formada por la reunion de un átomo de oxígeno y otro de hidrógeno, lo que corresponde á un volúmen del primero y dos del segundo, ó bien á 88, 90 de oxígeno, y á 11, 10 de hidrógeno en peso. Para cerciorarse de ello, basta ponerla en contacto con cuerpos combustibles muy ávidos de oxígeno, y favorecer su reaccion por el calórico, á lo menos en algunos de entre ellos: tales como los metales que componen las primeras secciones y aun el hierro, al que recurrió Lavoisier para conocer la composicion exacta del agua. Dirémos en pocas palabras de que modo este ilustre químico llegó á tan importante análisis. Introdujo primero en un tubo de porcelana una cantidad cuidadosamente determinada de hilo de hierro bien puro, y luego adaptó á una de las estremidades del tubo, una pequeña retorta de vidrio exactamente tarada, conteniendo un peso conocido de agua destilada. En la otra estremidad colocó un tubo corvo que se sumergia en un frasco seco y rodeado de una mezcla refrigerante, para poder recoger la porcion de agua procedente de la descomposicion. Finalmente, de este frasco salia otro tubo doblemente encorvado que iba á parar bajo unas campanas. Exactamente cerrado con lúten el aparato, calentó Lavoisier el tubo de porcelana, y despues de haberle enrojecido, puso el agua de la retorta en ebuIlicion, hizo marchar asi la operacion por cierto tiempo, y cuando la juzgó bastante adelantada, dejó enfriar el aparato. Por último, le quitó el lúten con cui

dado, y pesó todos los productos con la mayor precision. Lavoisier vió que el hierro habia aumentado de peso, y se habia convertido en óxido negro; que el gas era hidrógeno, y que el peso de este gas añadido al escedente del hierro, representaba exactamente la pérdida esperimentada por el agua; de lo que debió necesariamente deducir, que el agua estaba solamente compuesta de estos dos principios, y esto en la relacion determinada por los pesos obtenidos.

La demostracion de esta interesante verdad fué uno de los mayores hechos de la época que vió nacer la química moderna; habia sido tan poco presentida, que todos los espíritus quedaron como pasmados de admiracion, y aun muchos la desecharon; pero pronto se multiplicaron las pruebas hasta el punto de que la incredulidad cediese á la conviccion. Este hecho capital, fué orígen de una multitud de descubrimientos, y la razon humana, fortificada con este nuevo apoyo, pudo alcanzar y concebir una serie de fenómenos que hasta entonces la habian sido inaccesibles. Pero seria apartarnos demasiado del objeto que nos hemos propuesto, querer esponer aqui el conjunto de estos hermosos resultados; el cuadro de esta obra no lo permite, y nosotros debemos evitar una larga digresion.

Si el agua, tal como nos la ofrece la naturaleza, no es jamas de una pureza absoluta, por lo menos la hallamos muchas veces en un estado que difiere muy poco de ella, para poderse aplicar á los diversos usos domésticos, reconociéndose entónces en su claridad, en su falta de sabor, en la transparencia que conserva durante su ebullicion, y en el poco resíduo que deja al evaporarse. El jabon se disuelve en ella sin agrumarse, y las legumbres secas se cuecen sin endurezerse; apénas la

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