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oscurece el nitrato de plata, el muriato de barita y el oxalato de hierro; en fin, ningun otro reactivo la hace sufrir variacion alguna. Tales son los carácteres que poseen las aguas potables y propias para todos los usos. económicos. En general, estas corren sobre un suelo silíceo, y no han tomado orígen en terrenos calcá

reos.

Despues de haber determinado el modo de asegurarse de la buena calidad de las aguas, vamos á investigar en que casos es posible mejorar las que estén alteradas por sustancias heterogéneas, y observarémos que con bastante frecuencia esta alteracion no es debida sino á circunstancias fortuitas, cuyos efectos pue-. den á veces prevenirse y destruirse generalmente. Se sabe por ejemplo, que las aguas encharcadas se enturbian, y se ponen fétidas durante los calores del verano, y que el agua encerrada en vasos, se corrompe al cabo de cierto tiempo, haciéndose su olor y sabor tan repugnantes, que solo la necesidad es capaz de hacer soportar el disgusto que causa su proximidad. Este estado de alteracion es debido á sustancias orgánicas que mantenidas en un principio en disolucion, han sufrido despues una descomposicion espontánea, de donde provienen esas combinaciones sólidas que alteran la transparencia del agua, y las emanaciones fétidas, consecuencia necesaria de la corrupcion.

Nadie hay que no haya tenido ocasion de observar, cuan cenagosas se hacen las aguas que corren ó permanecen en la superficie de la tierra, por efecto de las lluvias abundantes, y no sepa que solo el reposo basta para destruir este resultado de la agitacion. Con todo, este medio de purificacion no es admisible, sino cuando se puede emplear en él un tiempo bastante lar

go, porque de otro modo es menester recurrir á la filtracion.

Es fácil conseguirlo por medio de las FUENTES filtrantes (V. esta palabra). Estos sencillos aparatos, bastan para las necesidades ordinarias; mas cuando se trata de proveer al consumo de un gran número de individuos, ó al de ciertas Artes, que exigen un agua bien depurada, como las blanquerías, las almidonerías, las tintorerías y otras, se recurre entónces á grandes toneles ó pipas, ó bien á grandes arcones. A cuatro pulgadas poco mas ó ménos del fondo, se practica un desaguadero, y á algunas mas arriba, se fija en el interior un círculo ó sustentáculo cualquiera, sobre el cual se coloca un doble fondo abierto con un gran número de agujerillos; este fondo se cubre despues con tela gruesa, sobre la que se echa casquijo, y encima una capa de asperon fino, luego otra de carbon machacado groseramente, otra de asperon y otra tambien de carbon y por último una nueva capa de arena de rio. Es necesario que se establezca por medio de un tubo perpendicular, una comunicacion entre el doble fondo y la parte superior del tonel, á fin de facilitar las renovaciones de aire que deben verificarse. Finalmente, se llena de agua el tonel, pero cuidando de echar despacio las primeras porciones, para no mezclar las diferentes capas. Se abandona al reposo por algun tiempo, despues se saca el agua segun la necesidad, y se remplaza en cuanto es posible con la misma cantidad, á fin de que al echarla no se pueda nunca remover la arena y hacer pasar el agua enturbiada.

Se pretende que el agua filtrada de este modo ha perdido una gran parte del aire que tenia en disolucion, , y que desde entónces ya no es tan apropósito

para bebida. Asi es, que se ha aconsejado en este caso orearla de nuevo, elevándola por medio de bombas á una grande altura, y dejándola caer despues en forma de lluvia, en receptáculos preparados para este

uso.

Estos medios mecánicos, que son muy convenientes cuando el agua no está alterada sino por sustancias heterogéneas, que se hallan en ella en suspension á causa de su gran tenuidad, no lo son bastante para las aguas estancadas y fétidas de que hemos hecho mencion; entónces no solamente se trata de desembarazarlas de su limo, sino tambien de destruir el infecto olor que las hace repugnantes y muchas veces peligrosas. De todos los procedimientos propuestos para obviar tan grave inconveniente, ninguno es mas eficaz que el que debemos á Lowitz, y que ya hemos indicado en parte. Consiste sencillamente en añadir un poco de carbon machacado groseramente y bien calcinado, ó mejor aun negro de hueso, agitarlo y filtrar. Siendo suficiente la proporcion, el agua se desinfecta desde luego, cualquiera que sea su putridez. De los multiplicados esperimentos de Lowitz, resulta que el ácido sulfúrico acelera estraordinariamente la accion del carbon, ó á lo ménos que añadiendo la suya, permite disminuir la dosis del carbon, á cerca de los dos tercios, ventaja que en algunas circunstancias es muy preciosa. En los viages marítimos de carreras largas, por ejemplo, esta grande economía en la proporcion del carbon que se ha de emplear, merece toda consideracion; pues no tan solo entonces la provision necesaria es menor, lo que interesa mucho, sino que la cantidad de agua perdida en cada filtracion es mas corta, porque esta pérdida es siempre relativa á la masa del carbon empleado que

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permanece humedecido; y por consiguiente disminuyendo la proporcion del carbon, se economiza mas un recurso que frecuentemente es muy precioso. Segun Lowitz, 3 libras y 4 onzas de agua mala, exigen en lo general 4 onzas y media de carbon pulverizado para su entera purificacion, y este volúmen de polvo ocupa tanto lugar como una libra de agua, al paso que, añadiendo 24 gotas de ácido sulfúrico para la misma cantidad de agua, basta una onza y media de carbon, siendo de consiguiente conveniente, bajo ambos aspectos, el recurrir al uso simultáneo de estos dos agentes. Por otra parte, no debe tenerse rezelo alguno en cuanto al uso del ácido sulfúrico, porque ademas de ser demasiado mínima la cantidad para que ejerza una influencia perjudicial en los órganos, está absorvida por el mismo carbon, que contiene siempre una porporcion suficiente de álcali para saturarlo.

Nos falta esplicar la clase de accion que ejercen estas sustancias antipútridas, y el modo como hacen desaparecer hasta las menores señales de la descomposicion. El modo no es sin duda el mismo en todas; pero parece cierto, que los ácidos obran en general sobre estas materias estrañas, coagulándolas, es decir, crispando sus moléculas despegadas, y concentrándolas en menor volúmen, lo que determina su mas pronta separacion. Este efecto no puede ser mas que el resultado de una combinacion directa entre las partículas orgánicas contenidas en el agua y el mismo ácido. En cuanto al carbon, todo da lugar á creer que obra allí como en el descoloramiento, esto es, absorve en algun modo mecanicamente las moléculas en suspension. Falta que. tenga la misma accion sobre las que están en completa disolucion, porque se sabe que el agua desinfecta

da por este combustible es suceptible de corromperse de nuevo, lo que denota con evidencia que quedaban todavia materias orgánicas en disolucion.

La vegetacion de las plantas puede colocarse en el número de los medios de sanear el agua. La esperiencia ha enseñado que las aguas estancadas que se encenagan y corrompen habitualmente durante los calores, hasta el punto de que las bestias rehusen su uso, pueden convertirse en muy salubres, si por una causa cualquiera, se desarrollasen en ellas las plantas. Pareceria pues que los vegetales tienen, en este caso, la misma influencia que el carbon.

Los principios enunciados tienen felices aplicaciones á la conservacion del agua destinada á las tripulaciones de los buques; por esto se ha propuesto, y con razon, añadir en cada tonel un poco de polvo de carbon grueso, ó mejor, segun Berthollet, carbonar interiormente las mismas duelas de los toneles. Con semejantes precauciones, se evita, ó cuando ménos se detiene, la descomposicion de las materias orgánicas á cada paso que, por decirlo asi, intenta adelantar. El carbon, en contacto incesante con el agua, absorve inmediatamente los primeros productos de toda separacion y destruye la especie de fermento que nunca deja de ser el origen de mayor mal. La carbonisacion interior de los toneles, ofrece todavia otra ventaja, y es que las sustancias solubles y alterables por el agua que encierra la madera, se destruyen por este principio de combustion de toda la superficie en contacto, y queda esta ya sin poder comunicar nada; de modo, que si estos toneles se hubieran llenado de agua exenta de toda materia orgánica, se conservaria en ellos perfecta é independientemente de la propiedad particu

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