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Las sales magnesias no son tan fáciles de determinar como las precedentes, porque por una parte son susceptibles de unirse á otras y formar sales dobles que gozan de bastante solubilidad para no manifestarse en un licor muy estendido, y por otra muchas de las combinaciones insolubles de la magnesia, tienen sus análogas igualmente insolubles por la cal, de modo que es bastante difícil distinguir estas dos bases entre si. Con todo, para conseguirlo en lo posible, se echa en el agua que se quiere ensayar, separada ya de los carbonatos insolubles que pudiera contener, una solucion de carbonato saturado de potasa; la cal que podria permanecer en el licor, se precipita al estado de carbonato, al paso que la magnesia queda en disolucion. Se filtra, se somete á la ebullicion, y el carbonato de magnesia se descompone y pasa al estado de sub-carbonato, que es insoluble, y de consiguiente se precipita.

Cuando el amoniaco está en estado salino, es menester para descubrirle ó ponerle de manifiesto, evaporar hasta la sequedad una porcion del agua en la cual se sospecha hallarse, y pulverizar el resíduo que se obtiene, con un poco de potasa, de sosa ó de cal cáus→ tica; entonces se pone en espansion, y se reconoce por su olor. Está admitido generalmente, que en las aguas minerales ferruginosas existe el metal, ó bien en estado de carbonato, y entonces está retenido en disolucion por un esceso de ácido carbónico, ó bien en estado de sulfato. En el primer caso, se puede como con el carbonato de cal, eliminar el carbonato de hierro por medio de la ebullicion, pero el sulfato no se separa de este modo, y de aqui resulta que si una agua despues de una ebullicion sostenida, continua indicando por los reactivos la presencia del hierro, se con

cluye que este metal está necesariamente contenido en el estado de sulfato. No obstante, de las observaciones hechas recientemente por M. Lonchamp, resulta que el hierro que por la ebullicion se precipita de ciertas aguas, no está precisamente contenido en ellas en estado de carbonato, y M. Vauquelin ha justificado por otra parte que el hidrógeno sulfurado podia retener hierro en disolucion, y que entónces este metal no podia reconocerse por ningun reactivo; el agua mineral que le presentó este carácter, dejaba depositar en las botellas que la contenian, un sedimento negro bastante abundante.

de

Despues de todos estos ensayos que conducen á reconocer la presencia de la mayor parte de los cuerpos que pueden hallarse reunidos en una misma agua, falta el aislarlos unos de otros y determinar su respectiva proporcion. Ya hemos indicado la marcha que be seguirse para las sustancias volátiles; asi pues, no tenemos ahora que ocuparnos mas que de los productos fijos. Se obtienen primero colectivamente por la sola evaporacion del agua; pero esta operacion, por simple que sea, exige con todo mucho cuidado. Ante todas cosas no deben usarse para este objeto mas que vasos de superficies pulimentadas é inalterables, como los de platina, de plata ó de porcelana, de lo contrario seria muy espuesto el no poder arrebatar la totalidad del resíduo ó el introducir en él alguna cosa estraña. Despues es esencial no adelantar nunca el calor hasta determinar la ebullicion, sin lo cual una parte del líquido se vertería, perjudicando evidentemente á la exactitud del resultado. En fin, no debe omitirse precaucion alguna para no dejar caer las suciedades en el vaso evaporatorio durante todo el curso de esta lar

ga operacion, lo que exije por una parte el colocar el hornillo en un parage bastante cerrado para que no se agite el aire, y por otra tapar la cápsula con una gasa fija sobre un pequeño cerco; y á fin de dejar mas salida á los vapores, se pone este disco sobre dos varillas que se atraviesan encima de la cápsula. Es necesario ademas cuidar de atizar lo ménos posible el fuego y poner la cápsula á alguna distancia, cuando haya de limpiarse el hornillo.

Una vez terminada la evaporacion, se recoge toda la porcion del resíduo que se puede facilmente despegar, y luego con un poco de agua destilada y con el dedo índice, se lava el vaso cuidadosamente, se hace secar este lavado en una cápsula pequeña, se reune el todo y se pesa con exactitud; bien entendido que la cantidad de agua en que se opera, debe haberse determinado con escrupulosidad y evaporádose bastante, para obtener á lo ménos una veintena de granos de producto, lo que supone haberse hecho un ensayo preliminar que sirva de guia en este punto.

Pudiendo este resíduo ser muy variable en su composicion, no es posible prescribir una marcha susceptible de aplicarse á todos los casos particulares; es preciso hacer algunas eliminaciones para simplificar la cuestion, y como ya hemos manifestado el modo como deben analizarse las aguas sulfurosas, supondrémos que aquellas de que aqui hemos de tratar no lo sean. Sentado esto, es de observar que entre las sustancias fijas que se encuentran en las aguas, unas son delicuescentes, es decir muy solubles, y otras lo son mucho ménos. Las primeras gozan, como es notorio, de la propiedad de disolverse en el alcohol: asi es que este vehículo ofrece un medio de dividir los productos en dos series.

Tómese pues un peso determinado, 10 gramos por ejemplo, del resíduo de la evaporacion; introduzcase en un frasco muy limpio, y viértase sobre este resíduo cuatro ó cinco veces otro tanto de alcohol bien rectifi

cado; tápese, agítese por distintas veces, decántese por

medio de una pipeta, pásese al traves de un pequeño filtro pesado, échese una nueva dósis de alcohol, y agítese como precendentemente, reiterando estos lavados hasta que el alcohol no saque ya nada mas. Hecho esto, se reunen todos, se evapora el alcohol y se obtiene un nuevo resíduo que se pesa igualmente. Este no puede contener mas que hidrocloratos de cal ó de magnesia, nitratos de las mismas bases, sosa cáustica, si el agua la contenia, una parte solamente del hidroclorato de amoniaco y del cloruro de sódio que pueden encontrarse en el primer resíduo, porque estas dos sales son poco solubles, y que otra corta cantidad no es tampoco acarreada sino á favor de las otras. Tales son entre todos los productos fijos que hasta ahora se han encontrado en las aguas minerales, los únicos que sean susceptibles de disolverse por el alcohol, y aun es menester advertir, que para que la sosa haga parte de ellos, es indispensable que sea cáustica, lo que es en estremo raro, y aun asi se carbonaria necesariamente durante el curso de la evaporacion, á ménos que esta no se hiciese en vasos cerrados, y una vez carbonada ya, no se disuelve en el alcohol. Debe ademas observarse que hay muy pocas aguas minerales que contengan nitratos, lo que tambien sucede con el hidroclorato de amoniaco; por esto se ve por lo regular, que el número de los cuerpos que disuelve el alcohol es bastante reducido. Supongamos sin embargo, que este resíduo se componga de hidroclorato de cal, de mag

nesia y de sosa, y de nitratos de cal y de magnesia. En tal caso, he aqui la marcha que aconseja seguir M. Thenard: se vuelve á disolver primeramente en agua una cantidad conocida de estas sales, echando luego en esta disolucion sub-carbonato de amoniaco en esceso, con lo que se descomponen las sales calcáreas y las de magnesia. Se filtra para recoger el carbonato de cal que se ha precipitado, se lava con el mayor cuidado, y se seca y pesa el carbonato para deducir en seguida el peso de la cal. Por otra parte se evapora la disolucion hasta la sequedad y se calcina al rojo el resíduo; las sales de base de amoniaco se volatilizan, y no queda en el crisol mas que muriato de sosa y magnesia cáustica. Se vuelve á pasar por el agua, con lo que se disuelve la sal marina, se filtra para separar la magnesia y se evapora para obtener la sal. No se trata ahora sino de determinar las proporciones de ácido nítrico y muriático que estaban unidas á las dos bases que se han aislado. Para esto se hace disolver en el agua otra porcion del mismo resíduo, y se echa en esta disolucion nitrato de plata en ligero esceso. Se reune en un filtro el precipitado de cloruro de plata que se produce, y cuando está perfectamente seco, se pesa, y segun su composicion se determina la cantidad de ácido hidroclórico que representa, rebajando de esta cantidad la que pertenece á la porcion de muriato de sosa recogida. El resto estará necesariamente combinado con la cal y la magnesia, cuya proporcion es ya conocida; pero hemos supuesto tambien la existencia de los nitratos de cal y de magnesia. Asi pues, debe hallarse un esceso de estas bases con relacion á la cantidad de ácido hidroclórico, y la diferencia pertenece necesariamente á los nitratos. Podrá pues deducirse de aqui,

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