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CAPÍTULO PRIMERO

DATOS BIOGRÁFICOS Y DOCUMENTOS RELATIVOS
Á ESTE PERSONAJE

Importancia del siglo XVI en la ciencia española.-Nacimiento de Monardes.-Sus primeros años.-Su talla científica.-Estudia en la Universidad de Alcalá. - Fecha de su grado de Bachiller en Medicina.- Dedícase al ejercicio de la profesión en Sevilla.-Su crédito como médico práctico.Personajes á quienes asistió.-Composiciones poéticas que le dedicaron varios autores.-No estuvo jamás en América, aunque conocía perfectamente las producciones naturales de esta región.- Museo formado por Monardes. —Fama del mismo entre las personas eruditas.—Tributo que le han rendido los botánicos modernos.- La mejor recompensa á su trabajo.- Costumbres de Monardes.-Su natural modestia revelada en muchos de sus actos.-Muerte de Monardes.-Año de su fallecimiento.-Escasez de noticias biográficas de este sabio.-Su vida se halla en sus libros.--Otros datos curiosos del mismo.-El retrato de Monardes.-Intervención de Monardes en el reconocimiento de un canónigo de la catedral de Sevilla.-Distinción entre Nicolás y el llamado Juan Bautista. -Palabras de D. Nicolás Antonio.-Documentos interesantes y curiosos.

I

Entre los sevillanos ilustres que han merecido con indiscutible justicia pasar á la posteridad por multitud de títulos, se halla Nicolás Monardes, una de las lumbreras científicas de nuestra nación en el siglo XVI, en cuya época brillaron tantos españoles que supieron colocar el nombre patrio á una altura suficiente á ser por todos los pueblos admirado y en todas las regiones enaltecido.

En los últimos años del siglo XV, puesto que fué en 1493 (1), nació en Sevilla. En esa memorable centuria que ha cansado á la historia con sus hechos tuvo la fortuna de abrir los ojos á la luz. Sábese que estudió en la Universidad complutense y ejerció en la ilustre capital andaluza la profesión médica, residiendo constantemente en la ciudad del Guadalquivir, que le cuenta entre sus predilectos hijos y como una de las más preciadas perlas de su corona.

El e tudio biográfico y bibliográfico de Monardes da á conocer de un modo exacto el grado de cultura científica española en la centuria décimosexta, por lo que se refiere á las ciencias naturales en sus relaciones con la medicina y la farmacia, al propio tiempo que revela la importancia de un personaje cuyo nombre ha pasado con justicia á través de las generaciones, rodeado de los prestigios del sabio y de la aureola del talento de primer orden.

Finalizaba, pues, el siglo XV cuando el sol sevillano fué el que primero iluminó sus retinas, no habiendo jamás olvidado lo que á su patria debiera ni los sacrificios que los autores de sus días se impusieron por darle brillante educación y acumular en su mente la mayor suma de conocimientos que fueron semilla benéfica, que germinó y produjo al andar del tiempo sazonadísimos frutos.

Los años primeros de su existencia trascurrieron para él sin los atractivos y encantos que tienen para el mayor número, pues entregado por completo al estudio, más por afición propia que por ajeno mandato, apenas si pudo saborear las dulzuras propias de la primavera de la vida, por que no disfrutó de los placeres de la juventud, ávido de con sagrarse á la ciencia, á quien no quería sustraer ni aun breves momentos.

No ha consignado la tradición ni hay dato alguno relativo á los nombres de los padres de Monardes, así como tampoco se conoce cuál era su segundo apellido, y es de lamentar esta falta de noticias, que todas ellas vendrían á inte

(1) Hay algunas dudas respecto á esta fecha, pero está consignada en las obras de más reputación.

grar una completa biografía, si por ventura se hubiese con. seguido adquirirlas, aun cuando no parezcan de gran inte. rés; pero todo lo que se refiere á la personalidad de Monardes lleva envuelto una aureola de importancia tal, que la historia se apodera con avidez de cuanto á este personaje se refiere en todos los órdenes de su vida.

Acudió á realizar sus estudios médicos á la Universidad complutense, pues no existían en Sevilla cátedras donde pudiera verificarlos, llevándole indudablemente á tal deter. minación la fama justamente adquirida por el estableci. miento fundado por Cisneros y la bien sentada reputación de aquellos profesores que, inspirados en las ideas hipocráticas, sabían inculcar á sus discípulos los preceptos más sabios y las grandes síntesis encerradas en sentencias que las aprovechadas lecciones del tiempo había producido.

Tiénese noticia, entre las fechas memorables de su carrera científica, que en 19 de Abril de 1533 se graduó de Bachiller en Medicina en la Universidad de Alcalá, según consta en el libro de actos y grados de aquel memorable centro científico, habiéndole conferido dicha dignidad académica D. Pedro López de Toledo (1).

De sus estudios en la referida Universidad de Alcalá se sabe que los realizó con aprovechamiento, que siguió su carrera con vocación y entusiasmo, creyendo indudablemente que en ella había de hallar la satisfacción de su espíritu y el logro de sus aspiraciones, así como también se conoce la gran superioridad que sobre los demás tenía; manejaba con bastante soltura el idioma del Lacio, cual era indispensable en aquella época para seguir con fruto cualquier índole de estudios, y así se revela también en algunos de sus escritos.

La vida del estudiante sevillano en Alcalá de Henares fué exactamente la que de ordinario refieren las crónicas que acontecía á los jóvenes que en el siglo XVI

(1) Dicho libro existe hoy en el archivo de la Universidad Central, como continuadora de aquel ilustre establecimiento. Véase el documento inserto en el lugar correspondiante al terminar la biografía.

acudían á las aulas complutenses, de cuyos bancos salieron tantas celebridades que llenaron el mundo con su nombre y cuyos legendarios manteos eran no sólo la alegría de la gloriosa población que los albergaba, sino que constituían además una colectividad de donde brotaban, enmedio de al. gunos juveniles desvaríos, torrentes de ingenio, como aparecen las perfumadas flores después de los huracanes de Marzo y las primeras lluvias de Abril.

Bien joven era Monardes, puesto que no tenía más que veintiséis años y aún asistía á las aulas, cuando, según se deduce de los datos cronológicos, tendría ocasión de presenciar, con motivo de las vaciones estivales del año 1519, el 10 de Agosto, la partida de Sevilla de Fernando de Magallanes en pos del descubrimiento del estrecho que recuerda de una manera imperecedera su nombre, y que constituye uno de esos hechos históricos cuya importancia enaltece al pueblo que tiene la dicha de verlos realizar en su recinto.

Una vez terminados sus estudios, dedicóse inmediatamente Nicolás Monardes al ejercicio de su profesión en Sevilla, cuyo trabajo no interrumpió jamás hasta la terminación de su existencia. Aun cuando tuvo la fortuna de poseer algún capital, que le hubiera fácilmente consentido disfrutar de la paz del descanso, sobre todo en el último tercio de su vida, no consintió, sin embargo, su entusias mo por la ciencia, ni mucho menos la ejemplar laboriosi. dad de que le dotó naturaleza, trocar por las dulzuras del ocio los sinsabores de la práctica y su incesante trabajo que compartía entre los enfermos y el bufete, siendo la muerte la única encargada de apagar los fulgores de aque lla constante hoguera.

Monardes empezó á ejercer la medicina en Sevilla en 1534, como se deduce de lo que él mismo asegura en una de sus obras. En la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias occidentales, edición de 1574, impresa en Sevilla, dice en el folio 2.o vuelto lo siguiente: «Púdelo hacer juntamente con la experiencia y uso dellas de quarenta años que ha que curo en esta ciudad». Por lo tanto hay necesidad de referir á cuarenta años antes la fecha en que comenzó á

ejercer, y éste es un dato que contribuye á afirmarse en la creencia que acabamos de consignar de que no fué en Sevi lla, como erróneamente algunos aseguran, donde hizo sus estudios médicos, puesto que hasta 1572 no se establecie. ron en la Universidad de Sevilla cátedras de Medicina.

Que alcanzó gran crédito Monardes como médico práctico y experimentado clínico lo demuestra, entre otras cosas, su grande y escogida clientela, entre la que se contaban personajes ilustres, como la Duquesa de Béjar, á quien dedica una de sus obras; el Arzobispo de Sevilla D. Cristóbal de Rojas y Sandoval y el Duque de Alcalá, al que dedicó el diálogo del hierro, así como algunos otros, todo lo cual da á entender que su fama como médico se hallaba á igual altura que en el concepto de escritor, pues sus obras se agotaron con prontitud, siendo necesaria su reimpresión y fueron traducidas á extranjeros idiomas por personas impor

tantes.

Que tuvo gran fama en su tiempo y que sus contemporáneos hicieronle la debida justicia pruébanlo los muchos elogios que le tributaron, según atestiguan los varios docu. mentos que ha podido recoger la historia, y llegó fácilmente á manos de Monardes una carta que Pedro de Osma le dirigió desde Lima á Sevilla, sin otras señas que las siguientes: «Al muy magnífico señor, mi señor Doctor Monardes, médico en Sevilla». Con lo cual se deduce que no sólo la voladora fama llevó el prestigio de su nombre hasta Lima, sino que era igualmente considerado y enaltecido en todas partes, pues la carta llegó á su destino sin sufrir extravío ni retraso en trayecto tan largo.

Sonetos y otras composiciones poéticas que le dedicaron escritas en latín y en castellano son también muestras elocuentes del gran concepto público que alcanzó, debido todo á sus libros, recibidos con la consideración y el aprecio merecidos por unos trabajos que revelaban verdaderos inventos y conquistas científicas, así como también por sus actos profesionales considerados en otro terreno que en los resul tados del bufete y de las publicaciones.

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