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«Las docientas leguas ó poco mas es de tanta gente que hay mas que yerbas.» Sea lo que fuere de estos testimonios, ellos nos sirven para formar una idea aproximada de la población indígena de los primeros tiempos de la conquista.

Al monasterio de las Isabelas precedió tal vez el de las monjas de Santa Clara, que fundó en la Imperial su primer obispo D. Antonio de San Miguel, el cual monasterio, como el de Osorno, debió desaparecer á fines del siglo XVI de resultas del ya mencionado alzamiento general. ¡Feliz idea la de quien llevó á la práctica tan necesario recurso de civilización! Nunca debió faltar en la Araucanía. Pero horrorizadas aquellas vírgenes, consagradas á mantener el sacro fuego del conocimiento y adoración del verdadero Dios, con los inenarrables padecimientos de todo género que hubieron de soportar en el prolongadísimo cerco y destrucción de la siete ciudades, y sin garantías para vivir tranquilas entre los salvajes, no volvieron á establecerse en aquellas indígenas comarcas. No obstante, la historia recordará siempre con respetuosa admiración y gratitud que los tres primeros monasterios que ha habido en Chile fueron obra de los franciscanos y dos de ellos en plena Araucanía. Volveremos á encontrar monjas franciscanas en esta región, pero sólo en el último tercio del siglo XIX.

6. Doctrina de San Francisco del Monte.-Siguió á las antedichas la conversión de San Francisco del Monte, en que entendió el provincial P. Torralba desde el 15 de enero de 1579, con el fin de doctrinar á una crecida re ducción indígena llamada Talagante junto al desvío que hace el Mapocho en «Lo Aguirre,» donde aun se hallan unas palmeras que recuerdan la primitiva planta de la doctrina. Estuvo suprimida por algún tiempo, no obstante la oposición de uno y otro cabildo; y, finalmente, convertidos á la fe los naturales, fué trasladada al sitio donde se halla al presente.

7. Fundación de Chillán y del convento doctrinal de San Ildefonso. Siguiendo el orden cronológico, toca su turno á la de San Ildefonso de Chillán. Esta ciudad fué fundada el 26 de julio de 1580 por el mariscal D. Martín

mayo

Ruiz de Gamboa, gobernador de este país desde el 8 de del mismo año por fallecimiento de su antecesor Rodrigo de Quiroga. El Gobernador se hallaba de asiento en Chillán, donde el año anterior había construído un fuerte para defenderse de los indios, que desde tiempo atrás se mantenían en continua inquietud, recorriendo los campos y cometiendo toda suerte de depredaciones. Desde el fuerte mandaba Gamboa sus avanzadas, y á él volvían como á sitio de refugio. El acta de la primitiva ciudad, que Ruiz de Gamboa llamó San Bartolomé (bien que después prevaleció el nombre indígena del lugar) (1) parece que no ha llegado á noticia de ningún historiador. Barros la da por perdida á consecuencias de una irrupción indígena que hubo pocos años más tarde, y dice bien; pero quedó copia autorizada debida al cuidadoso gobierno del Ilmo. D. Antonio de San Miguel, que la obtuvo con el objeto de marcar las lindes entre los curatos de Penco y Chillán. En ella dice Gamboa que «para asegurar los caminos reales, el trato y comunicación de las demas ciudades deste Reino y por muchos otros provechos y utilidades, en nombre de su Majestad poblaba e pobló en el dicho asiento la ciudad de San Bartolomé, e por sus propias manos en presencia de muchos españoles... alzó horca y picota en nombre de su Majestad... Y para que haya entero cumplimiento nombró alcaide al capitán Fernando de Alvarado..., por alcaldes al capitán Francisco Xufré y capitán José de Castro, y por regidores a Francisco Ortiz de Atenas, a Francisco Tapia, a Fernando Vallejos, a Esteban de Lagos, Alonso Gomez, Alonso de Valladolid, y por procurador é mayordomo la dicha ciudad al capitán Diego de Baraona..., y les mandó tomar juramento, el cual hicieron bien y cumplidamente.» Á los ya nombrados y á muchos otros reconoció como encomenderos de indios y vecinos de la ciudad, ordenando que la poblaran en el término de dos meses,

(1) La palabra Chillán, según Febres, significa ensillar; pero el más probable significado es el que le asigna D. Juan de Ojeda: silla del sol; de silla, araucanizado en chilla; y antù, sol, apocopado en an. Agrega Ojeda que tal nombre se debe al aspecto que presenta la cordillera, mirada desde Chillán á la salida del sol (Archivo Nacional. «Capitanía, volumen 707).

<<so pena de perdimiento de indios y quinientos pesos para la cámara de su Majestad» (1),

No se ha podido averiguar si al mismo tiempo se les dió sitio á los PP. franciscanos para que fundaran convento en Chillán; pero por la citada Relación del P. Montalvo sábese que en 1584 contaban con solar para ello. Refiere el historiador Rosales que, habiendo hecho prisionero los españoles al cacique Millachiñe, por creerle cabecilla de los indios insurrectos, los parientes de éste determinaron vengar la injuria, y que el 13 de setiembre de 1599 cayeron como aves de rapiña sobre la ciudad, le prendieron fuego, mataron á muchos y se llevaron cautivas gran número de mujeres; que en un segundo ataque repitieron las mismas fechorías y que, «habiendo principiado a pegar fuego al convento de San Francisco,» salió contra ellos el militar D. Miguel de Silva y los desbarató (2).

Adrede nos hemos detenido en referir la fundación de Chillán, pueblo semillero en todos tiempos de valientes, cuna del gran padre de la patria libre D. Bernardo O'Higgins y del impertérrito general D. Pedro Lagos, el héroe del asalto y toma de Arica. Chillán habrá de acoger en su seno al célebre Colegio de Misioneros, que después de 1767, cargará solo y por dilatados años con las conversiones de los naturales desde el Bíobío hasta Magallanes.

(1) Historia general del Reino de Chile t. II, pág. 327.

(2) Archivo Nacional. Capitanía. Gl.

CAPÍTULO III

Los PP. FUNDADORES. SUS CARTAS AL REY
EN FAVOR DE LOS INDIOS

1. Apuntes biográficos sobre los PP. Robleda, Torralba y Ravanera. Por aquellos tiempos en que los PP. establecieron su casa-conversión en Chillán apenas daban los últimos destellos de vida dos ó tres de los primitivos fundadores de la orden seráfica en Chile. Bien merece la veneranda memoria de hombres tan piadosos y apostólicos que interrumpamos la serie de fundaciones para darlos á conocer, aunque sea en brevísimos rasgos biográfi cos (1).

Del P. Martín, que probablemente nació en la villa de Robleda, cerca de Ciudad Rodrigo, en España, sólo sabemos que antes de venir á Chile ejerció su ministerio apostólico en el Perú incorporado á la Provincia de los XII Apóstoles. El P. Alcocer, en su Relación, que escribió siendo ministro provincial en Lima en 1581, cuenta á los PP. Robleda, Ravanera y Torralba entre los religiosos más sobresalientes en virtud y letras, y agrega sobre el primero que «era un religioso muy esencial», dejándonos su biografía en esas cuatro palabras que valen por un volumen. Y tan verdad es esto, que en 1556 la Provincia de los XII Apóstoles lo eligió Custodio de los custodios ra que fuese á representarla en la congregación general que la Orden celebró en Aquila (Italia) en 1559, según afirma el mismo P. Alcocer. Los PP. Vega y Gálvez, con

pa

(1) Los datos los tomamos de la Crónica del P. Córdova adicionados de algunas noticias más publicadas en 1898 en la revista titulada La Voz de San Antonio por el P. Bernardino Gutiérrez, malogrado cronólogo de la provincia de la Santísima Trinidad, que falleció en 1897 en toda la plenitud de su vida.

temporáneos del P. Robleda, dejaron escrita una Relación sumaria (1), en que aseguran que el P. Robleda fué el primer obispo electo de Chile; y á decir verdad, este aserto se basa en testimonios de mayor excepción, como lo veremos en el capítulo destinado á dar noticia de los obispos fran

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R. P. MARTÍN DE ROBLEDA (De una antigua pintura del convento de S. Francisco de Santiago)

ciscanos que ha habido en nuestro país. Murió el P. Robleda en Trujillo de España por los años de 1560.

El P. Juan de Torralba, alumno de la Provincia de la Concepción, nació en el pueblo de su apellido en España y, como el P. Robleda, ejercía su ministerio apostólico en el Perú antes de venir á Chile. Parece indudable que, fundado el convento de Santiago, fué uno de los que entendieron en el establecimiento del de Penco y que prevali

(1) El autógrafo con letra del P. Vega está en el archivo del convento máximo de Santiago, traído de Roma por el P. Gutiérrez, según me dijo el mismo Padre, si mis recuerdos no me engañan.

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