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dos, así él como los PP. Robleda y de la Torre, del ascendiente que habían alcanzado en el ánimo del conquistador, lo reconocieron eficazmente por el escandaloso olvido de sus deberes conyugales y la dureza con que trataba á los indios. «Valdivia fué en adelante más humano con los indios, reformó sus costumbres y envió en el acto á España por su esposa doña Marina de Gaete, la cual llegó cuando ya su marido había muerto» (1),

El P. Torralba fué electo comisario de la Orden en Chile en 1559, y su gobierno, largo y fructuoso, duró hasta que en 1571 la Custodia pasó á Provincia. Vivía aun en 1594, pero rendido al peso de los años y de los trabajos emprendidos por la gloria de Dios, sea en las conversiones primitivas, algunas establecidas por él en persona, y otras bajo su dirección, sea en la enseñanza de los indígenas, á quienes predicaba en su propia lengua, que hablaba con notable facilidad (2).

El tercero de los fundadores fué el P. Cristóbal de Ravanera, natural de Logroño é hijo de la provincia de Burgos; compañero inseparable del P. de la Torre, tanto en el ejercicio de su ministerio en el Perú, como en la evangelización de los naturales de Chile, especialmente en Valdivia, y, como aquél, hablaba perfectamente la lengua de los indígenas.

Sabemos que el P. Ravanera vivía aún en 1585; año en que dirigió al Rey una carta en favor de la libertad de los indios, concebida en los siguientes términos:

«S. C. R. M.:

>>Habrá cerca de treinta y cuatro años que por mandato de su Majestad nos trasladamos del Perú á esta tierra de Chile, de los cuales estamos sólo tres religiosos sacerdotes». Pide en seguida al Rey que envíe más misioneros, porque hay escasez de ellos y prosigue: «Mandónos vuestra Majestad por su real carta, cuando por su mandado vinimos a poblar esta Provincia, que avisásemos lo que conviniera al bien de los naturales: lo que pasa es que to

(1) ERRAZURIZ, «Los Orígenes de la Iglesia Chilena». Vid. Córdova de Figueroa y Olivares.

(2) Véase la «Relación» citada del P. Montalvo.

dos los de paz andan alcanzadísimos de trabajos y cada día los van consumiendo: es necesario que vuestra Majestad mande se les de alivio y que luego acabada la pacificación venga uno de los oidores del Perú, el de mas crédidito de justicia, letras y prudencia, porque de otra manera en pocos años quedará esta tierra, que es la más fertil, rica y sana que hay en todos estos amplísimos reinos de vuestra Majestad, despoblada, con haber sido, cuando a ella llegamos, la más poblada en tanto que ninguna otra de estas partes, aunque entrara en competencia la Nueva. España.

>> De nuestra Señora del Socorro y Santiago 20 de febrero de 1585. Besa la mano de V. S. M. su menor siervo, capellan y vasallo-Fr. Cristóbal de Ravanera» (1).

ya

No es este el único testimonio autorizado que depone en contra de los abusos de todo género que cometían los conquistadores contra el derecho natural de los indios; veremos cómo, aparte de las reclamaciones de otros eclesiásticos que no son de nuestra Orden, los franciscanos formularon amargas y no interrumpidas quejas y recursos ante el Rey, especialmente las que le dirigió con varonil é insistente perseverancia el señor obispo don Antonio de San Miguel, hasta conseguir de S. M. que se mandaran tasar los tributos exorbitantes que pesaban sobre los infelices araucanos.

En Chile terminó su larga vida el P. Ravanera, y sus cenizas reposan en el convento máximo, según lo asegura el P. Lezana en declaración jurídica que prestó en Lima en 1620, la cual termina así: «Murió para eterno descanso y está sepultado en aquella santa casa con opinión de santo el padre predicador fray Cristóbal de Ravanera, varón excelente en virtudes» (2).

2. Lo que fueron el P. de la Torre y el Hermano Fregenal.-En Chile terminó también su larga carrera el P. Juan de la Torre. Atentos á su vida verdaderamente angelical, los prelados le confiaron por muchos años el delicado oficio de Maestro de novicios, durante los cuales for

(1) Está en el archivo del convento máximo de Sentiago.

(2) Vid. Crónica de Córdova.

mó aventajadísimos discípulos, cuales fueron el citado P. Sebastián de Lezana, que por más de cuarenta años sirvió en las misiones del Perú, y á quien Santo Toribio tuvo por Vicario general y visitador de la Provincia de Jauja, y el P. Jerónimo de Herrera, que por cuarenta años fué solícito y ejemplar procurador de su Provincia. Todo el tiempo que el P. de la Torre estuvo libre de su magisterio lo ocupó generalmente en las conversiones de indígenas. Vivía aún en 1584, y tanto los españoles como los indios no le daban otro nombre que el de Fray Juan el Santo (1).

El último de los fundadores fué el H. Francisco Fregenal, originario de Fregenal de la Sierra en España. Acaudalado en bienes de fortuna y adornado de vasta ilustración en el siglo, renunció una y otra ventaja que le constituían en envidiable posición social, para consagrarse á Dios en el humilde estado de lego en el convento de Salamanca, de donde pasó primero al Perú y después á Chile. «Dióle la majestad de Dios particular don y gracia en curar todo género de enfermedades con medicinas fáciles, lo que fué grande ayuda y remedio para gran multitud de enfermos que había entre los naturales» (2), y más positivos é importantes servicios prestó en el hospital de Nuestra Señora del Socorro que nuestros PP. tuvieron á su cargo contiguo á la ermita, conocido ahora por de San Juan de Dios. Por el año 1584 pasó á mejor vida. El P. Montalvo nos dejó escrita su vida en este brevísimo concepto que vale por una biografía: «Vivió y murió con loable testimonio de mucha caridad» (3).

la

De los fundadores de la orden en Chile no hemos encontrado, sino uniformes testimonios consignados aquí y allá en las crónicas y manuscritos primitivos acerca de su ministerio apostólico é intachable tenor de vida. En esta parte quedaba cumplido el deseo del gran monarca Felipe II cuando en 1551 encargaba al Provincial de Lima que enviase á Chile sujetos «en quienes concurrieran las calidades que se requieren para semejante obra». Resta

(1) Relación del P. Montalvo, archivo del convento máximo. (2) y (3) Ibidem.

saber cómo cumplieron el otro encargo del monarca, esto es, que los religiosos «entendiesen en la defensión y protección de los indios». Por fortuna se guardan en el archivo de la Provincia algunas cartas de aquellos santos fundadores, que dan testimonio de la apostólica libertad con que manifestaban al Rey los males que trabajaban la colonia. Leamos una de ellas, dirigida al Supremo Consejo de Indias.

4. Interesante carta de los PP. al Rey, en que le manifiestan el mal tratamiento que reciben los indios y piden se establezca una Real Audiencia que haga justicia. <Chile 6 de mayo de 1562. El Espíritu Santo asista á V. Alteza, porque así con toda equidad se gobierne su alto Consejo.

>>Entre otras obligaciones que los religiosos desta tierra sentimos tener sobre nosotros es avisar á vuestra Alteza de lo que acá pasa, porque viéndolo V. A. se ponga el remedio que viere que conviene; y pues nosotros con zelo de que nuestro Señor se sirva y su santísima fe se ensalce nos movemos á escribir la presente a V. A., justo será que consiga el alto fin que nuestra carta desea. Bien sabemos que van cartas muy de otra manera que esta y que para el abono de los que relatan va suma de pesos de oro para su Majestad y que irá también alguna carta para V. A.: mas, pues esta lleva firma de tres sacerdotes, pobres religiosos, no dominados de interés mundano, sino estimulados del zelo de la honra de Dios y bien de las almas, justo será que en presencia de tan recto y santo Consejo tenga más crédito esta sola pobre que no lleva oro para se

autorizar.

»Sabrá, pues, V. A. que nosotros estamos en esta tierra de Chile anda ya en nueve años con deseo de servir á Nuestro Señor en la conversion de los naturales. Los primeros cuatro estuvo esta tierra muy perdida en parte de guerra y se despoblaron algunas ciudades y murieron muchos españoles y muy muchos indios: en otra parte que había paz fueron muchos los malos tratamientos que recibieron los indios en minas y otros trabajos sin orden ni concierto, sin que en ello pudiéramos hacer doctrina; y

fué Nuestro Señor servido que por la Real Audiencia de la Ciudad de los Reyes se proveyó, por muerte de Jeró nimo Aldarete, D. García Hurtado de Mendoza, el cual la pacificó con todo el menos daño que pudo y quitó el re cargarse los indios y tazó el número que se había de echar á las minas y proveyó en como se les diese bien de comer; y ordenó en gran bien de los naturales que les diesen de seis partes del oro que sacaren, la una parte ganada, porque estaban muy pobres. Finalmente con su buen ejemplo estaba la tierra muy bien gobernada, así españoles como indios; y fuera mas cada día si... no hubiera mandado su Majestad que saliese de esta tierra; y vino por gobernador Francisco de Villagra y alzó la taza que hizo D. García y que no se diese de seis partes la una a los indios, sino de ocho, y finalmente perdió todo lo que bien hecho D. García había ordenado; y hase tornado a rebelar la tierra y han muerto algunos españoles y negros, y algunas ciudades esperan cada día los indios sobre si.

»A V. A. toca, pues, remediar esta pobre tierra antes que se acabe de perder; y el remedio que entendemos convenir es una Audiencia, y con brevedad. Y si algunos de los que van de acá, por el poco deseo que tienen de verjusticia, dixeren que la tierra es pobre y que no la podrá sustentar, el remedio es que S. Majestad no rebaje mas sus reales quintos en décimos, ni en ochavos, y así sobrará en solo esto para audiencia y audiencias.

>>Esto es lo que hay que avisar a V. A., con el cual aviso descargamos nuestras conciencias: y si en esto no se provee, no hay para que mandar acá religiosos, sino tornarnos los que acá estamos a la quietud que teníamos en nuestras provincias: las almas que se pierdan irán no a nuestro cargo, sino al de V. M. y V. A.

>> De esta casa de Nuestra Señora del Socorro de la ciudad de Santiago en seis de mayo de mil quinientos sesen. ta y dos años. Capellanes de V. A.-Fr. Juan de Torralba. Fr. Cristóbal de Ravanera.-Fr. Antonio de Carvajal».

5. La primera Audiencia se establece en Penco.Cinco años más tarde, los PP. vieron cumplidos sus deseos..

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