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pedir liberación de derechos para los objetos de subsistencia que los misioneros de Valdivia encargaban al Callao.

En el expediente seguido en Lima encontramos por primera providencia lo siguiente: «Lima, 11 de agosto de 1797. Informe prontamente el administrador general de derechos»; y á renglón seguido: «Real Aduana, agosto 14 de 1797. Por recibido hoy, informe con preferencia la contaduría». O'Higgins tenía verdadero concepto de la administración y por eso no permitió jamás que los demandantes fueran á bostezar días y meses enteros en las oficinas de gobierno, en cambio de obtener una providencia, tarde, mal y nunca.

En ese expediente se halla inserto un testimonio magnífico en favor de los misioneros, suscrito por el gobernador de Valdivia D. Juan Clarke, individuo nada inclinado á elogiar, sin pleno conocimiento de los hechos. «La ejemplar vida de todos los verdaderamente Rdos. Padres Misioneros residentes en Valdivia y sus adyacentes es notoria, dice; tanto que me sirve de satisfacción el contemplar la felicidad mia en tenerlos establecidos en este pequeño distrito confiado interinamente a mi cuidado. Testigo de vista de su celo, de su cristiano modo de proceder y de su gran caridad con los indios, que expende con ellos aun mas de lo que prescribe la ley de la obligacion, no concibo que la misma calumnia pueda tachar a V. RR. con la mas leve insinuacion de tráficos mercantiles, porque en este caso la respetable voz pública de toda la provincia, la de los Indios y la mia contradiria a la injusta acusacion. Juan Clarke» (feb.° 23 de 1797).

El 19 de septiembre del mismo año el virrey O'Higgins, Marques de Osorno, firmó el decreto siguiente: «Visto, y que por las razones manifestadas lo comprado por el Padre Fr. Francisco Javier de Alday no excede de la cantidad que se le ha entregado en esta tesoreria por cuenta de los Misioneros de Valdivia, se declara que los dichos efectos o los mas que se acopiaren hasta la concurrente cantidad de tres mil pesos, poco mas o menos, deben ser embarcados libres de derechos por virtud de la gracia que

25 Historia de las Misiones del Colegio de Chillán.

S. Majestad ha dispensado a los Misioneros y de este decreto (1)

Con esta providencia pudo aliviarse en mucho la angustiosa situacion económica de las misiones de Valdivia.

(1) El expediente está en el arch. del Colegio. Vol. V, fol. 37.

CAPÍTULO XX

PROGRESOS Y FALTA DE RECURSOS DE LA CONVERSIÓN DE ARAUCO; ESCASEZ DE MISIONEROS; AL PREFECTO R. P. PÉREZ SUCEDE EL P. ALDAY; REPRESENTA AL GOBIERNO

LAS PENALIDADES DE LOS MISIONEROS.

1. El P. Torrico pide aumento de sínodo; espléndidos informes del Obispo y del comandante de Arauco. Por, el mismo tiempo, ó sea desde 1793, el R. P Tomás Torrico, conversor de la plaza de Arauco, entabló recurso ante el Gobierno pidiendo aumento de sínodo para subvenir á los crecidos gastos que le demandaba la subsistencia de los indios; y nadie con más justicia que él debía ser oído en su solicitud. El P. Torrico y compañeros se habían dedicado con verdadero tesón y con una constancia férrea á doblegar la durísima cerviz de los araucanos al suave yugo del Evangelio. De sus trabajos y frutos alcanzados con imponderables afanes no cabe dudar; hay sobra de testimonios y de muy variado origen que confirman esta verdad. Doscientos cincuenta pesos de sínodo anual apenas bastaban para la subsistencia de cada conversor, y se habían contraído deudas para alimentar y gratificar á los indios de todo el cantón marítimo comprendido entre los ríos Bíobío y Toltén que acudían á la casa misional, algo también por el hospedaje de los misioneros que pasaban á sus destinos, y «sobre todo (dice) siendo muy rudos aquellos indios, hay que retenerlos hasta treinta dias en la mision para instruirlos, agasajarlos con tabaco, sal, ají, cintas y llancatus (1), para despedirlos contentos» (2). La solicitud del P. Torrico durmió como aquellas de los misioneros de Valdivia, de que hemos he

(1) Collar de piedras vistosas, ó cuentas de vidrio. (2) Arch. del Colegio, Vol. V, fol. 37.

cho mención, en las oficinas de gobierno por cuatro años, lo que motivó una nueva solicitud fechada en 22 de marzo de 1797, en que el P. Torrico considera que sin retener á los indios en la casa de conversión, alimentarlos, agasajarlos y atenderlos en sus necesidades, todo otro arbitrio no produce buen resultado. «Es constante, dice, que en muchos años (de otros tiempos) se hizo poco fruto en esta misión, quizá por no haberse usado de aquellos medios que son la llave maestra para hacerse dueños de estas interesadas voluntades; pero habiéndolos aplicado de algunos años á esta parte, hemos logrado con la ayuda del Señor que se hayan reducido en la Plaza de Arauco 346 personas de todas edades, entre los cuales hay 320 de confesión y 26 de doctrina, como es constante al Co mandante de la Plaza de Arauco, a su antecesor y a todo el vecindario, pudiendo serlo también el Ilmo. Sr. Obispo de la Concepcion.>>

En vista de la nueva solicitud, el Gobierno pidió informe al Ilmo. Diocesano don Tomás de Roa y Alarcón, el cual lo dió en los términos siguientes: «Visto el expediente que ha iniciado el R. P. Fr. Tomas Torrico en que solicita aumento de sínodo con que se halla dotada su Misión, que V. S. se ha servido pasarme con oficio del 5 del presente, debo decir: que hallándome en la Plaza de Arauco por el mes de octubre p.o pasado actuando mi pastoral visita, he reconocido con íntimo consuelo de mi corazon muchos de los indios de aquella reduccion, cuya conque version y doctrina está a cargo de los Religiosos franciscanos del Colegio de Propaganda de Chillan, se hallan al presente instruidos en los misterios de nuestra Religion y obedientes a los preceptos de nuestra santa madre Iglesia: lo que no se ha logrado en tiempos anteriores, de que me asiste bastante conocimiento con motivo de mis repetidos tránsitos y aun permanencia en dicha plaza, sino que por el contrario vivian en una total indiferencia: que a estos indios reducidos, instruidos y obedientes administré el Santo Sacramento de la Confirmacion en cantidad de mas de doscientos en el tiempo de mi visita, por haberlos hallado suficientemente dispuestos para recibirlo: que

aunque no me consta experimentalmente que sean gravosos a las entradas de la Mision y congrua de sus Ministros; pero siendo naturalmente rudos y tardos para comprender las verdades de la Religion y estudiosamente desprevenidos de mantencion cuando transitan, o moran entre los Españoles, atenidos a que estos los socorren, y por otra parte muy interesables aun en aquello que redunda en su bien, es muy persuasible que así para atraerlos como en las estaciones largas que permanecen entre los Religiosos para ser doctrinados, les sirvan de gravamen en los términos que expone el R. P. Presidente de dicha Mision.-Abril 8 de 1797-Tomas, obispo de la Concep

cion».

Río

Igualmente informaron los comandantes D. Gaspar del у D. Juan Daroch, ambos en los términos más elogiosos en favor de los misioneros. Daroch, comandante de la Plaza, dice: «Es insoportable, si bien se considera, el peso de esta Mision en la enseñanza de los Naturales que pocos dias ha, me consta, se retiraron de ella no solo confesados, sino tambien instruidos en los divinos misterios de nuestra santa fe y llenos de aquel consuelo que debe inspirarles el temor de Dios: cosa que no lograron ver otras edades, pues, aun cuando se bautizaban, jamas se atraian al gremio de S. Madre Iglesia. Ahora no solo disfrutan de estos beneficios, sino que viven sujetos enteramente al Catecismo, olvidando todos aquellos supersticiosos ritos que antiguamente acostumbraban en sus entierros y casamientos... Luego que se sienten enfermos, corriendo van a buscar Padres para confesarse, y si mueren, sus cuerpos han de ser enterrados en Sagrado, cuyo nombre veneran con el mayor respeto y no sin general admiracion de todos los Españoles. Este trabajo se debe sin la menor duda al celo de los Reverendos Padres, que, sin reparar en gastos ni medios, han logrado a esfuerzos de su constancia adelantar esta conquista y atraer siete reducciones, que son: Arauco, Casa vieja, Meseta, Horcones, Quiraquilla, Buenos Aires y Millatavu, sin que por ahora puedan extenderse a mas, por no serles posible mantener un número tan considerable con el corto sínodo de quinientos pesos que disfrutan, el

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