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gamento de los buques que retornan á Guayaquil y á Lima es casi nada, y se reduce á algunos géneros de lana de las fábricas de Queretaro, á un poco de grana,

y

á mercancías de las Grandes Indias, que se exportan de contrabando. Lo largo y en extremo difícil de la navegacion desde Acapulco á Lima, es lo que opone los mayores obstáculos al tráfico entre los habitantes de Méjico y los del Perú. Se navega fácilmente, en seis ú ocho dias, desde el Callao de Lima á Guayaquil, pero se ponen tres, cuatro ó cinco semanas para ir de Guayaquil á Acapulco: al contrario, para llegar del hemisferio boreal al austral, esto es de las costas de Méjico á las de Quito y del Perú, es, necesario luchar á un tiempo contra las corrientes y los vientos. Desde Guayaquil al Callao no hay mas que 210 leguas marítimas, y muchas veces se gasta doble tiempo para hacer esta travesía en la direccion de N. al S. que para ir desde Acapulco á Manila por una derrota de mas de 2800 leguas marítimas. Sucede frecuentemente, que para ir de Guayaquil al Callao se emplean tantas semanas, como dias para volver del Callao á Guayaquil.

La travesía desde las costas del Perú á las de Nueva-España tiene tres enemigos: las calmas muertas, que reinan principalmente en las inmediaciones de la línea, los vientos furiosos conocidos bajo el nombre de papagallos, de que hemos hablado al fin del capítulo 1°, y el peligro de aterrar al E. de Acapulco. Las calmas son tanto mas temibles, cuanto que mien

tras duran, ejercen las corrientes toda su influencia. Ademas, los buques españoles que se emplean para el comercio del mar del sur, estan tan mal construidos, que son el juguete de aquellas corrientes con solo que los vientos sean flojos. Los parages en donde estas se hacen sentir con mayor fuerza, son las islas Galápagos, que M. Collnet examinó por primera vez con alguna exactitud. Hay ejemplos de buques construidos en Guayaquil, que obedeciendo mal al timon, han cruzado entre estas islas durante dos meses sin poder alejarse de ellas, expuestos á cada paso, á pesar de la calma muerta, á ser llevados por las corrientes sobre las orillas que estan cubiertas de escollos. Los pilotos peruleros procuran cortar la línea á siete ú ocho grados al E. del grupo de las islas Galápagos. Los ingleses y los anglo-americanos ** á quienes la pesca del cachalote llama á aquellas aguas, temen mucho menos que los españoles aquel archipiélago frecuentemente toman tierra en él, tanto para coger tortugas, que les dan un alimento sano y agradable, como para desembarcar los marineros enfermos. Como los barcos pescadores (whalers) son de una construccion muy fina, experimentan menos driva cuando los vientos son débiles y blandos.

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Cuando ya se ha escapado de las calmas que reinan bajo el ecuador, entre el cabo de San Francisco y el archipiélago de Galápagos, los barcos peruanos en

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cuentran hácia los 13° 30' de latitud boreal, y los 103° y 106° de longitud occidental, otra region igualmente temible por las calmas, que son frecuentes en los meses de febrero y marzo. El año anterior al en que visitamos aquellas aguas, una calma muerta de 28 dias, junto con la falta de agua que fue consiguiente, obligó á la tripulacion de un navío recien construido en Guayaquil á abandonar un rico cargamento de cacao, y salvarse en la lancha para buscar la tierra que estaba 80 leguas distante. No son raros semejantes accidentes en el mar del Sur, en donde los pilotos tienen la costumbre reprensible de embarcar un corto número de barricas de agua por dejar espacio para las mercaderías. Las calmas que reinan en el paralelo de 14° norte, que solo pueden compararse con las del golfo de Guinea, son tanto mas temibles, cuanto se sufren ya al fin de la travesía.

En la navegacion del Callao y de Guayaquil á Acapulco, se procura aterrar al O. del puerto á causa de los vientos y de las corrientes, cuya direccion es muy regular cerca de las costas. Generalmente se procura poner el cabo en los farallones de Siguantanejo, que estan distantes mas de 40 leguas al ONO. de Acapulco, un poco al occidente del morro de Petatlan. Como estos farallones son muy blancos, se ven á cuatro leguas de distancia en el mar. Cuando se han pasado, se costea tomando la direccion del SE. hácia la punta de Satlan y las hermosas orillas de Sitiala y de Coyuca, que estan cubiertas de palmas. Solo se

conoce el puerto de Acapulco por las tetas de Coyuca, y el gran cerro de la Brea ó Siclata. Esta montaña *, que se ve á 38 millas de distancia del puerto, está situada al O. del alto del Peregrino, y sirve de señal á los navegantes como el pico de Orizaba, la campana de Trujillo y la Silla de Payta. Desde las costas de California y Cinaloa hasta Acapulco, y aun muchas veces hasta Tehuantepec, en la estacion que allí se llama verano, que es de diciembre á abril, la corriente va de del NO. al SE., y en invierno, desde el mes de mayo hasta el de diciembre al NO., y mas frecuentemente al ONO. Este movimiento de las aguas del océano, que solo se percibe á 40 leguas de distancia de las costas, es la causa porque en verano la travesía de Acapulco á San Blas dura de veinte á treinta dias, al paso que á la vuelta en invierno no dura mas que cinco ó seis.

En las costas occidentales del nuevo continente, entre los 16o y 27° de latitud boreal, un navegante 'que se encuentre falto de medios para hallar su longitud, puede estar bastante seguro de que si la observacion de latitud le pone mas al norte que la corredera, han llevado las corrientes su buque hacia el O. : al contrario, su longitud será mas oriental que que resulta de la estima, si la latitud observada es menor que la estimada. Pero estas reglas resultan muy inciertas al sur del paralelo de 16° norte, y en

la

*

Veáse el mapa del camino de Acapulco á Mejico. ( Atlas méjicano, pl. v.)

todo el hemisferio austral, como yo mismo me he convencido de ello, comparando con mucho cuidado dia por dia en la parte oriental del grande océano el punto de estima con la longitud cronométrica y las distancias tomadas entre la luna y el sol. Los enormes errores de longitud, en que se incurre por la fuerza de las corrientes, hacen las navegaciones, en aquellas aguas, tan largas como dispendiosas: estos errores se acumulan en travesías de 2,000 leguas, y en ninguna parte se hace tan indispensable el uso de los guarda-tiempos y el poner en práctica el método de las distancias lunares, como en un mar de tan vasta extension. Asi es que de algunos años acá, aun los pilotos menos instruidos empiezan á persuadirse de la gran utilidad de las observaciones astronómicas. Yo he conocido en Lima comerciantes españoles que habian comprado guarda-tiempos de 1200 á 6500 pesos, con el objeto de embarcarlos en los buques nuevamente construidos. He sabido con satisfaccion que varias embarcaciones inglesas y anglo-americanas, que doblan el cabo de Hornos para ir á la pesca de la ballena, y para visitar la costa del NO. de América, van provistos de cronómetros.

La travesía de Acapulco á Lima, es muchas veces mas penosa y larga que una navegacion desde este último puerto á Europa. En invierno se navega subiendo hasta los 28° ó 30° de latitud austral, antes de acercarse á las costas de Chile; y algunas veces se ven precisados á virar al SSO. mas allá de la isla de

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