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'porque así que supieron los enemigos se había desbaratado el aparato de guerra que contra ellos se iba disponiendo, que los tenía ya en gran cuidado no haciéndose cargo de los motivos y causas que hubo para que se frustrase sino que hechando el discurso á la medida de su deseo, lo atribuyeron, que su poder que lo tienen por incontrastable motivaría á desistir de la disposición comenzada, y con esta bárbara presunción prosiguieron más vanagloriosos á cometer mayores insolencias, porque botándose á los puertos de San Pedro Sula, juridicción de Comayagua y costa de Yucatán, y saquearon algunos pueblos y haciendas cometiendo los propios sacrilegios que los pasados, llevándose la gente y se retiraron á la población mayor que tienen en la junta ó Cabo de Gracias a Dios donde se dice hay más de siete mil personas y á poco tiempo volvieron á la dicha costa, robaron lo que pudieron y desbarataron un armamento de piraguas que se había mandado hacer para aquella costa, mataron toda la gente y se llevaron las piraguas y todos los pertrechos de guerra, y saliendo costeando hácia la parte del río del San Juan apresaron en la mar dos embarcaciones, y tirando al valle de Matina donde los de Costarrica tienen sus cacaguatales, se llevaron una balandra cargada de cacao, y á poco tiempo volvieron con treinta y tres piraguas al dicho valle, y cargaron más de ochocientos zurrones de cacao y cuarenta y tantas personas de negros y blancos mancornados; y en otras ocasiones han hecho lo propio, así en dicho valle, como entrando amenudo por el río de San Juan hasta el propio castillo que dista de la mar treinta y tantas leguas donde han registrado y especulado todo el río y el contorno del castillo, sus montes, entradas y salidas, y en seis años que yo fuí castellano llegaron bastantes veces, una de las cuales me tuvieron tres meses con el castillo coronado y puesto en punto de guerra de día y de noche, por la mansión que hicieron en todos sus alrededores, por la parte de abajo y de la de arriba que va para la laguna, que por la montaña cercana lo cortaron, sin poderlo remediar como es público y consta de autos, y consultas que hice al capitán general del reino don Francisco. Rodríguez de Rivas dándole cuenta y pidiéndole las prevenciones convenientes para su mayor defensa en caso que determinasen sitiarlo por hambre. Y el año de setecientos y veinte y cinco se llevaron una balandra cargada, que iba de este puerto para la ciudad de Puertobelo en la barra de dicho río. Y el setecientos y veinte y siete se llevaron la carga de otro barco en la propia barra y asotaron cruelmente á la gente blanca que iba en él. Todo lo dicho y

relacionado, y mucho más han ejecutado los dichos enemigos, en la provincia de Comayagua, Nicaragua, Costa-Rica y Yucatán, que su ambición no los deja ya sosegar y todo lo han medido y miden á palmos por todas partes, cuyas operaciones no pueden ser con buena intencion ni pueder hacer buen estómago ni alegre corazón á los habitadores de aquellas provincias, que se consideran á cada paso prisioneros y en cautiverio sin que por sí lo puedan remediar por las cortedades de medios con que se hallan soprimidos y atajada la saca y dispendio de sus frutos que es lo único que tienen y padeciendo todavía Granada de Nicaragua la convalecencia de las tres ruinas causadas de los piratas ya relatados, y como han visto y ven ahora el peligro, y que viene siempre el enemigo acompañado de Ingleses, piratas y otras naciones que reciben en sí como también esclavos y delincuentes que se huyen de las provincias y reino y que tienen por suya la costa del norte y to la la montaña, francos los ríos y caminos, cortado el castillo del río de San Juan, concordes y parciales los indios Caribes del centro. Las cortas resoluciones que se toman para atajarlos y consumirlos, aumenta con razón la pena y cuidado de los vecinos, sin que la puedan olvidar porque teniendo presente que todo lo que han ganado y quitado en la América los enemigos no se ha podido restaurar (como ya queda expresado) mucho menos se restauraría de Nicaragua que es una manga entre mar y mar, si el enemigo se apoderare de ella, porque fuera dueño luego de las provincias vecinas de Nicoya y Costarrica, todas fértiles y abundantes de todos frutos y bastimentos sin que la necesidad los pudiese jamás obligar á desampararlos, ni poder ser sitiados por parte alguna, de hambre, y muchos puertos por una y otra mar para meter cuanto socorro quisieren sin embarazo, y para fabricar cuantas embarcaciones necesitasen, que lo dicho es circunstancia digna de ser recapacitada porque todos los días nacen enemigos y todos los días crecen, y la paz entre los príncipes suele durar poco, y lo poco que dura suele servir para compasear la guerra cada uno para sus intereses y conveniencias, y los que tienen que le puedan quitar, es preciso continuadas prevencionespara defenderlo sin rastro de descuido que es únicamente la contra y medicina que hay para este accidente como realmente no se descuidan los señores presidentes de Guatemala, ni las provincia en todo cuanto puedan y está de su parPero como la mayor fuerza para esta función consiste de armamento, por la mar necesitan de ayuda por todas partes, por no poderlo en el todo hacer y estándose en el

te.

estado que va expresado, el gobernador y teniente general de Puertobelo don Joseph Diez de Vivar, escribió diferentes cartas misivas al cabildo de la ciudad de Granada, y al tesorero don Ambrosio de Bétancourt y al adelantado de Costarrica, y un poder jurídico que mandó para que de su cuenta le mandaren fabricar dos galeras y cuatro piraguas que necesitaba para hacer armamento contra los enemigos Zambos de Mosquito y guardacostas tan dañinos y perjudiciales á los reales dominios de S. M. y al comercio de aquellas provincias y estos puertos porque quería dar principio á esta función y hacer este servicio á Dios y al rey, y reducirlos á nuestra santa fe católica, y á la obediencia de nuestro soberano á fuerza de armas, como aquel reino y provincias le ayuden para conseguirlo, y que se diese cuenta al capitán general de esta función; y habiéndose recapacitado sobre el punto en la ciudad de Granada y reconocido era lo propio que la provincia deseaba, y que se daba principio otra vez á lo que casi estaba olvidado; yo como alferez real y regidor decano de la dicha ciudad, dije: no se podría faltar á su pedimento que á su costa y mención solicitaba, por resultar en servicio de ambas majestades, divina y humana, y que yo en compañía del adelantado frabricaria la una galera y que con licencia del señor presidente se la traeria sin perjuicio de mi empleo. Para enterarme de la forma y providencias que tenía para dar principio á esta función y visto daría parte al capitán general y á la provincia para la otra y lo demás que se ofreciese, y todos como leales vasallos de S. M. se ofrecieron y conformaron, y dando cuenta al presidente no solo concedió la licencia, sino que me libró título de capitán de mar y guerra, para que viniese con ella, en cuyo estado dí principio y fin á la dicha galera, y posponiendo todo peligro, y abandonando mujer y cinco hijos, que dejé pobres, y sin reparo de cincuenta y cinco años que Dios me ha dejado ver de edad y con los imponderables trabajos que me costó sacarla del río de San Juan, que no se expresan, ni la invernada de un año en el castillo, llegué con ella á este puerto donde la entregué á dicho teniente general quien la recibió gustoso dándome las gracias, y yo se las dí en nombre de S. M. y de los vecinos de la provincia, pues se movía á dar principio á una función y empresa tan heróica de la cual podía esperar correspondiente de Dios y del rey nuestro señor; que sabiendo S. M. se halla empeñado en esta función, daría todas las providencias necesarias, como se ve por la real cédula que traígo, librada de su real mano para el propio asunto, la cual entregué á dicho gobernador, y preguntán

dome si venía la otra galera y las piraguas le dije: que no vendría hasta que yo avisase ó me fuere para avinar las demás providencias, que para eso había venido yo personalmente, á ver las que tenía aquí para poder con formalidad dar razón de todo. Y habiéndose enterado del contesto de dicha real cédula y confiriendo entre los dos, despacio, del estado, posesión y fuerzas que tenía el enemigo, y héchole capaz de todo su habitación, lo hallé tan constante como fino, para emplear su persona y cuanto tuviese en esta tan justa expedición de el real servicio, pero que no habiendo tenido tan radical noticia de la naturaleza de aquellas partes y número de los enemigos que las habitaban como la que yo le refería le parecía conveniente al mismo real servicio hacer con maduro acuerdo reflexión de ser árdua y dificultosa la empresa sin el poderoso brazo de las soberanas armas de S. M para la conclusión y corona de la obra y que habiendo yo venido para el efecto de este asunto quería informar á S. M. y enviar testimonio de la real cédula que le traje y la carta que yo le escribí desde la ciudad de Granada por ser adecuada, y ceñida al mismo intento, como lo hize por duplicado en dos avisos que vinieron á este puerto el año próximo pasado por mano de sus agentes, marqués de la Paz y don Fraccisco Alonso de Arce, y que la galera que traje serviría de guarda costa y corso, por ver si con las presas se podía rehacer de otras embarcaciones, y demás posible para hacer un razonable armamento, inter S. M. mandaba dar las providencias que convenian á su real servicio y que entonces conferiría con el capitán general de este reino como superior, y que viene sitado en la referida real cédula, y daria aviso al capitán general del reino de Guatemala, y á la provincia de Nicaragua por ser la de más riesgo, para que aunándose las fuerzas se haga la función en forma y de propósito sin dejarla de la mano hasta conducirla y quitar el cuidado que S. M. tiene de esos enemigos, y en este intermedio tiraría él á embarazar y quitar el trato ilícito que los extranjeros introducen de contínuo en estas costas que para uno y otro efecto había pedido las dichas galeras y piraguas, por dirigirse todo al real servicio, y que no faltaría á todo lo que tenía prometido en lo posible y hacedero, cuyas razones convencibles satisfacieron la causa de mi venida á esta ciudad, y me dieron luz y puerto para satisfacer el deseo y voluntad del capitán general de aquel reino y los ánimos de los vecinos de las provincias, para las prevenciones que se obieren menester cuando llegue el caso: cuya relación señor: he hecho á V. S. en lo que he alcanzado, así de oídas como de vista y por declaracio

nes que se han tomado, no deseando mi voluntad otra cosa más que un total acierto por parecerme todo conveniente al servicio de ambas majestades, divina y humana; que es fecha en esta ciudad de San Felipe de Puertobelo, en once días del mes de Febrero de mil setecientos y treinta y un años.-Beso la mano de V. S., su más obligado servidor.Don Carlos Marenco.

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