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do; antes bien alguna vez tocó las lindes de la temeridad. La reposición de la conversión de Tucapel es un hecho que revela gran inteligencia y táctica. Partió el P. Ramírez de la plaza de Arauco el 16 de diciembre del año antes citado de 1787, llevando consigo al P. Melchor Martínez, misionero del lugar, á los PP. José Blasco y Joaquín Ruíz y el H. Fernando Sosa, que lo había acompañado desde que partió de Chillán. Se le agregaron además los caciques Neculgud y Vdalevi, el capitán Santibañez y otros individuos de valer, dos soldados y sobre 30 arrieros conductores de los utensilios de la conversión de Tucapel, que los misioneros fugitivos habían sacado en los primeros momentos en que estalló la revolución indígena. En el mismo día hubieran llegado á Tucapel, no obstante las veinticinco y más leguas que median de uno á otro lugar, si Neculgud no hubiese instado para que se alojaran en Cupangue. El cacique caminaba pénsativo y receloso, temiendo á cada instante alguna sorpresa de los enemigos; estado de ánimo que se reagravó con un sueño que tuvo en la noche, del cual despertó sobresaltado, creyéndose perseguido por las lanzas de los indios insurrectos. «Yo me mantuve toda aquella noche-dice el P. Ramírez-como me apeé del caballo, dando vueltas en contorno de los alojados, oyendo con cautela y disimulo sus conversaciones nada favorables, y previendo por estas que con la demora podia preocuparles más el miedo y malograrse la empresa, antes de romper el dia monté a caballo». Prosiguieron la marcha. Muchos caciques, agrega, «se iban juntando para poner en consejo de guerra a los misioneros y tratar sobre si convenia o no que viniesen a la mision en el estado presente de las cosas: con que a mi vista se sorprendieron todos, y pasada la sorpresa, rompieron en abrazos y marimaris, manifestando en la ternura de sus ojos el júbilo de sus corazones. Yo les correspondí sin darme por entendido de nada de lo acaecido; mandé repicar las campanas y abrir la iglesia para la accion de gracias, y se concluyó la funcion con vivas y agasajos. A esto se redujo únicamente el restablecimiento de la mision..., sin otras ceremonias ni que

cumplimientos mas que ocupar el puesto y decirles

venia a pasear a esta casa de Dios y del Rey y a ver a mis caciques y darles mis abrazos».

«Luego que corrió la voz de mi llegada y la de los Misioneros, se conmovió todo el Aillaregue y Reducciones tucapelinas de modo que antes del medio dia habia ya en el patio de la casa cuatrocientos y mas Indios, fuera de los que me manifestaron su gozo y complacencia con mil ademanes mujeriles y afectos cariñosos, que quebraron mi natural entereza y me obligaron a derramar tantas lágrimas de placer, como me habian costado de pena las funestas noticias del desamparo y abandono de la Mision» (1).

No obtuvo el mismo resultado el P. Ramírez en su em

peño de reponer las conversiones de Imperial y Toltén, que fueron saqueadas por los asaltantes en medio del tumulto revolucionario y desamparadas de los misioneros; porque, aunque celebró Juntas y Asambleas con algunos caciques y enviaron proposiciones de paz á las diversas reducciones alzadas, éstas se mantenían firmes en no entrar en arreglos. «Los indios fronterizos se muestran amigos como los de la costa y llanos-escribía O'Higgins al presidente Alvares de Acevedo;-pero no los de Boroa, Maquegua, Repocura e Imperial alta, los cuales, sea por no soltar el botin, o porque temen la venganza, o por otro motivo, se mantienen armados». (2) En este estado de cosas era necesario esperar que el tiempo y las insinuaciones pacíficas persuadieran á los indios de que no se trataba de guerras y desquites, sino de hacerles comprender su error con respecto á los fines que se había propuesto el Obispo al transitar por sus tierras.

(1) Carta del P. Ramírez á O'Higgins, fecha 17 de dic. de 1787, Archivo Nacional, Vol. 707, Capitanía General.

(2) Carta de O'Higgins, 20 de enero 1788, Vol. cit.

18 Historia de las Misiones del Colegio de Chillán.

CAPÍTULO XIV

NUEVOS ESTABLECIMIENTOS MISIONALES. COMPRA-VENTA DE INDIOS EN VALDIVIA

1. La conversión de Niebla y sus progresos.-Niebla llamábase la costa marítima comprendida entre Chamchán y la bahía de Corral. Los indios de esta faja de tierra se manifestaron en todos tiempos adictos á la religión cristiana y no muy ajenos al dominio español. «Aun antes (del extrañamiento de los jesuítas) habia muchos bautizados y casados por la iglesia, y despues de él solian bajar con inmenso trabajo al castillo de Niebla a fin de que el capellan de aquella tropa los casase y bautizase sus hijos, bien que en lo demas ni estaban instruídos, ni cuidaban de instruirse en la doctrina cristiana, ni habian dado de mano a muchas de las costumbres gentílicas» (1).

Advertiremos de pasada que, aunque los antiguos franciscanos de la Provincia de la Sma. Trinidad se retiraron del campo indígena, según hemos referido, siguieron como capellanes de los castillos de Mancera, Cruces, Niebla, Amargos y Corral, por lo menos hasta el año 1804, como puede verse en las tablas de capítulos de aquella Provincia y en los libros parroquiales de Valdivia.

<<Posesionados nuestros misioneros de la mision de la plaza de Valdivia, empezaron algunos indios a concurrir a ella para los expresados fines; y aunque, en fuerza de la demarcación que le habían dado, quedaron excluidos los indios de esta reduccion, con todo, los miraban con singular afecto y cariño por la docilidad y deseo que mostraban de ser instruidos en las cosas de Dios, y hacian con ellos todos aquellos oficios de PP. espirituales que les permitia la situacion en que se hallaban, instruyendo a cuantos (1) Informe Cronológico. Gay. Doc. t. I, pág. 366.

concurrian a Valdivia en las obligaciones cristianas, administrándoles los Santos Sacramentos de que eran capaces y socorriéndolos en sus necesidades corporales». Pero mediando la distancia y la dificultad de los caminos por terrenos montuosos, quebrados é inhabitables, los mismos misioneros persuadieron á los indios neblinos que pidieran al Gobierno misión fija en su propio suelo. Accedió á esta solicitud el presidente D. Agustín de Jáuregui, y el 13 de agosto de 1776 decretó el establecimiento de la conversión de Niebla. Nuestros misioneros la fundaron á principios de noviembre de 1777 bajo la advocación de Cristo Crucificado. Su distrito comprendía nueve leguas de N. á S. y dos de E. á 0.

El número de indios de la costa neblina era bastante reducido, porque la estrechez del distrito y la esterilidad. del suelo no podían sustentar mayor número de habitantes; y si la costa no hubiera sido tan abundante y regalada en mariscos de toda clase, como son los erizos, locos, mañehues, choros, apancoras, peces, apenas algunos indios habrían establecido en ella sus tolderías.

Doce años después de fundada la conversión de Niebla, escribía el P. Ascasubi: «Todos son cristianos, sin que por la gracia de Dios haya quedado un solo infiel; y todos los que han llegado al uso de la razon, que son ciento veinte y cinco, estan bien intruidos en las obligaciones de tales, segun lo exige su condicion y la diversidad de estados, y cumplen anualmente con los preceptos eclesiásticos de confesion y comunion. Mediante la asistencia del Señor y la vigilante aplicacion de los misioneros, se ha conseguido desterrar del todo las prácticas de aquellas costumbres gentílicas que conservaban aun al tiempo de la entrada en la mision, fuera del vicio de la embriaguez que, como tan natural a estas gentes, no se ha podido desarraigar enteramente, bien que no es con tanta frecuencia, ni con excesos tan escandalosos y perjudiciales como se experimenta en otras naciones de estos naturales» (1), Los indios de Niebla, como los de Arique y muchos otros, no mos

(1) Informe Cronológico, pub. por Gay, t. I, doc. pág. 367.

traban repugnancia á las prácticas del cristianismo y no rehusaban la amistad con los españoles, mostrándose sumisos á la voluntad de los gobernantes; acudían al llamamiento de éstos siempre que eran requeridos, ú ocupados en los trabajos, aun sin mediar la remuneración de justicia. Desde el año 1780, en que los misioneros abrieron campo santo, ya no sepultaron más sus cadáveres por donde quiera, al uso indígena, sino en cementerio católico según el rito de la santa Iglesia. Aprendieron á hablar el castellano con el frecuente trato y comercio con los de la plaza y castillos de Valdivia; pero en las Juntas públicas, oficiales, como para cumplir el precepto de la Confesión, nunca se allanaron á manifestarse en otra lengua que la araucana, sea por conservar cierta autonomía nacional, ó por explicarse más á satisfacción (1).

Ganada para Dios la costa de Niebla, los misioneros siguieron cultivándola con verdadero entusiasmo y satisfacción, sin que ninguno de sus indios volviese á la gentilidad, en tanto que los párvulos, que iban apareciendo, quedaban desde luego incorporados á la santa Iglesia, y así como en 1788 podía decirse que todos sus indios eran cristianos, así también en el estado de las misiones que se envió al presidente Marcó del Pont en 1815, y por su mediación al Ministerio de Indias, en la línea de los gentiles sólo se hallan escritos tres ceros, como se verá á su tiempo.

La constancia de los misioneros de Niebla fué sometida á dura prueba por un incendio casual que el 30 de octubre de aquel mismo año de 1788 redujo á cenizas la iglesia y las habitaciones, sin que pudieran salvar más que los ornamentos y vasos sagrados. Los mismos indios, compadecidos del total desamparo de sus misioneros, les aconsejaban que se retirasen á Valdivia mientras no se construyeran nuevas habitaciones; pero uno de estos «les respondió con espíritu verdaderamente apostólico que no por aquel trabajo habria de abandonar la causa de Dios y el cuidado de sus indios»; habilitaron «una pobre choza», y sin más au

(1) Ibidem, pág. 368.

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