Imágenes de páginas
PDF
EPUB

al dicho hospital... que solo se ayuda de algunas limosnas que hacen los vecinos y moradores y de algunas estituciones que le aplicamos y mandas de testamentos) (1),

(1) Arch. antes cit.

CAPÍTULO IV

MÁS FUNDACIONES DE DOCTRINAS, CONVENTOS

Y COLEGIOS

1. Fundación de las doctrinas de Quillota, Malloa y convento de Valparaíso. Al convento y doctrina de Chillán siguió la conversión de Quillota, establecida por los franciscanos en un sitio de diez cuadras que en 1622 les donó el gobernador D. Alonso García Ramón (1), ó sea un siglo antes que se fundara la ciudad de ese nombre. Situado al pie del cerro Mayaca é incluyéndolo en buena parte, recibió por titular al seráfico doctor San Buena ventura. Incorporados todos los naturales al gremio de la santa Iglesia en el siglo XVII, tomó el nombre de convento, y como tal subsiste al presente.

Conversión fué también la de San Antonio de Malloa, fundada en 1635 gracias al celo del R. P. provincial Fernando Cid y Avendaño en un sitio de cuatro cuadras que en el valle de Colchagua cedió á los PP. D. Juan Bautista Camino á condición de que sus restos, como también los de sus próximos descendientes, fueran sepultados en la iglesia de la misma conversión. Y aunque los edificios dieron en tierra cuando el famoso temblor de mayo de 1647, que asoló á Santiago, no tardó en reedificarse, mediante la munificencia del gobernador D. Martín de Mujica, distinguido y piadoso caballero, y tan pródigo de sus bienes patrimoniales que, habiéndole observado dice el historiador Rosales-por qué se extremaba tanto en limosnas, contestó: «No vine á Chile á buscar hacienda, ni á ser rico;

(1) Así lo asegura el P. Gutiérrez en su catálogo de los conventos de la Provincia, que no alcanzó á completar. Carvallo Goyeneche dice que el del obsequio fué el capitán D. Francisco Hernández. (Descripción histórico-geográfica t. III, pág. 74).

3 Historia de las Misiones del Colegio de Chillán.

con un hábito de San Francisco que tenga para enterrarme, moriré contento.» De nuevo fué arruinada, tal vez por el terremoto de 1751, y tanto por esta causa como por estar los indios del valle malloano convertidos á la fe, no pusieron gran empeño en reconstruirla. Evacuado el convento de San Fernando en 1767 á consecuencia del general extrañamiento de los jesuítas, el señor síndico de la provincia D. Alonso de Guzmán, movido por solicitud del cura D. José Alvarez y los reiterados clamores de los vecinos de la ciudad, que pedían el traslado de los PP. á este pueblo, acudió al Gobierno con la correspondiente solicitud. El presidente Guill, previo dictamen del obispo de Santiago, decretó el traslado á 18 de noviembre del mismo. año, aceptando la cesión del convento arruinado en Malloa y la entrega del otro (1).

El convento de San Antonio de Puerto Claro en Valparaíso, cuyo sitio donó á los PP. el caballero D. Diego de Rivadeneira en 1658, data del año de 1670. El obispo de Santiago D. Diego Humansoro concedió permiso para fundarlo, en atención á que los franciscanos tenían que espe rar navío con frecuencia para sus viajes á España ó Lima; lo que les forzaba pasar muchos días á toda intemperie, por hallarse habitualmente repletas de pasajeros las pocas casas que poblaban los contornos de la bahía. Con tales fundamentos, fácilmente se comprende que la casa franciscana de Valparaíso nunca tuvo por objeto entender en la enseñanza de los indios, y que principió convento, como lo

es ahora.

Doble carácter de convento y conversión tuvo la de San Buenaventura de Copiapó fundada en 1662, y que aun. subsiste, no ya como conversión, de que en aquellas partes apenas hay recuerdos, sino simplemente como convento de la Provincia.

2. Colegio de San Diego.-Un notable Colegio con toques de Universidad tuvo en Santiago la provincia de la Santísima Trinidad. Este establecimiento docente se

(1) Archivo Nacional, volumen 9, sección «Jesuítas» folio 30. Carvallo,. Descripción histórico-geográfica, t. III, pág. 88.

fundó en un sitio de más de media cuadra de frente por dos de fondo que doña María Viera, viuda del capitán D. Lorenzo Núñez de Silva, «muy devota de San Francisco, como lo había sido su marido,» dice ella misma, y deseosa de que los PP. tuvieran un colegio para la enseñanza de la juventud, les donó el dicho solar á 11 de diciembre de 1664. El Ilmo. Humansoro, insigne hijo y be. nefactor de la orden franciscana, tomó por su cuenta la fábrica del colegio hasta dejarlo en estado de poder funcionar; lo que se llevó al cabo en abril de 1678. Su primer rector fué el P. Diego Corvalán, secretario que era del señor Humansoro, y maestro de estudios el P. Antonio Rive ros, las clases de ciencias sagradas y de artes quedaron á cargo de los PP. Pedro del Valle, Agustín, Jerónimo y Antonio Briseño, y se nombraron maestros, también religiosos, para las asignaturas inferiores, pasantes, celadores, etc. En el Colegio de San Diego se daba educación de preferencia á los jóvenes que aspiraban al sacerdocio; pero también tenían entrada en él los del pueblo que acudían á oir las explicaciones escolares (1).

Dos siglos aproximadamente tuvo de existencia este Colegio, durante los cuales debió producir abundantes frutos, que habríamos dado á conocer con alguna amplitud á haber conservado la Provincia los registros del dicho Colegio. No es este solo el déficit; su archivo, sobre ser pobrísimo, no está ni siquiera compaginado (2). Por otra parte, no siendo esta reseña el objeto principal de nuestro trabajo, nos reducimos á estas ligeras indicaciones, dejando el estudio del mencionado Colegio al que acometa la difícil é ímproba tarea de escribir la historia de la Provincia de la Santísima Trinidad.

(1) Constituciones del colegio San Diego y tablas capitulares, archivo del convento máximo. Carvallo, obra cit., t. III, pág. 42.

(2) Lamentable por demás es que ni siquiera en los tiempos modernos, en que ha habido prelados gobernantes de la Provincia por cinco períodos y más, no hayan hecho reconstruir su archivo, que en los siglos de la colonia debió de ser copioso, y disgregado seguramente después por la incuria é indiferencia con que suelen mirarse las obras de nuestros antepasados. Una exploración al «Archivo Nacional,» al de lå orden en Roma y muy especialmente al <Archivo General de Indias» en Sevilla le devolvería, aunque en copia, tan preciosos tesoros.

Conviene saber, no obstante, que el Colegio de San Diego terminó á mediados del siglo XIX, porque, interesado el supremo gobierno de Chile en levantar en el mismo sitio la Universidad del Estado, forzoso fué complacerlo. Pero no por haber terminado el dicho Colegio ha perecido la memoria de sus bienhechores. Entre las actas del definitorio hay una de 1670, en que se reconoció solemnemente que el Ilmo. Humansoro, fundador y patrono de ese Colegio, se había conquistado la gratitud de la Provincia. Las cenizas de la señora Viera y de su marido reposan en la iglesia de San Francisco, y sus almas reciben anualmente el sacratísimo don de dos misas cantadas de requiem.

Aún conservan tradicionalmente los habitantes de Ninhue la memoria de la conversión indígena que los franciscanos tuvieron en aquel sitio llamado Unigüe en sus primeros tiempos. Pero el hecho no consta sólo de tradiciones: en las tablas de la Provincia se la encuentra desde 1685, y hay otros papeles que hablan de ella desde 1672, año en que don Rodrigo Ortiz de García puso empeño en que se la fundara en una estancia suya cerca de Canquenes. Todavía por los años de 1735 los PP. ejercían su ministerio en Ninhue, cuando ya no quedaban indios que convertir á la fe católica.

3. Los conventos de Mendoza y San Juan, conversiones de Corocorto y Huanacache.-En la conquista de Chile entró también y formó parte de él el territo rio de Cuyo, situado al oriente de los Andes y paralelo á ellos, á contar desde el desierto de Atacama hasta Magallanes, y tanto ó más ancho que el territorio actual de nuestra república. Los españoles cultivaban la fe católica como su más preciado patrimonio, en tal manera que se habría considerado delito enorme carecer de ella, porque estaban persuadidos de que el hombre tanto más se engrandece y sublima, cuanto más tiende á la perfección del alma en sus relaciones con la vida futura; y tanto más se degrada, cuanto más propende á confundirse con la materia. Con tales principios no es de extrañar que nunca faltasen los ministros del culto divino en dondequiera que los conquistadores españoles implantaban su dominio. Los PP.

« AnteriorContinuar »