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producto haya cambiado de manos, pues en algunos departamentos ofrecia una ventajosa circulacion de vinos de calidades inferiores, y de aquellos que se agrian naturalmente; pero como ha sido forzoso proveer á un consumo mayor, y que el ácido piroleñoso ofrecia mas ventajas, estos dos productos se han hecho, por decirlo asi, forzosamente anejos.

En otro tiempo se preparaba el acetato de plomo con vinagre destilado y plomo metálico: procedimiento que se halla en el tomo 37 de los Anales de Química, descrito por M. Pontier, y comunicado por M. Vaqquelin. En aquella época se empleaba en algunas fábricas albayalde para el mismo objeto, pero ademas de la diferencia que esto producia en el gasto, semejante método tenia tambien la desventaja, de emplear una porcion de ácido en pura pérdida para la saturacion de la greda contenida en el albayalde. El acetato de cal que resultaba de aqui, aumentaba la masa de aguas madres y perjudicaba á la cristalizacion. Vamos á dar una idea muy sucinta de este procedimiento, como lo ha descrito M. Pontier.

Como el plomo metálico no se deja atacar bien del ácido acético, era menester oxidarle á espensas del aire, á lo menos en parte. He aqui como lo practicaban : tomaban plomo colado y no laminado, por ser ménos poroso, y le dividian en correjuelas con auxilio de las tijeras; le distribuian despues en barreños de barro, en los cuales vertian vinagre destilado, pero en cantidad bastante corta para que el plomo no se cubriese enteramente de él. La porcion no bañada se humedecia no obstante ligeramente y recibia la accion simultánea del aire y del ácido; tardaba poco en oxidarse, é inmediatamente despues que la eflorescencia blanca que se

formaba era bastante pronunciada, se volvian las láminas para cambiar de superficies. Repetida esta operacion muchas veces al dia, tomaba el ácido al cabo de cierto tiempo un tinte de un gris lechoso, porque disolviendo el óxido de plomo, arrastraba tambien algunas partículas mecánicas que la frotacion desprendia. Concíbese que la marcha mas ó ménos rápida de la operacion, estaba subordinada á la fuerza del ácido, á la sequedad atmosférica, á su temperatura y otras causas variables que el fabricante sabia apreciar, pero que no siempre era dueño de evitar. Cuando el ácido quedaba sin accion sobre el metal, se reunian todos los licores en una caldera de cobre estañada, para someterlos á la ebullicion. Se acababa la saturacion cuando el ácido, concentrándose mas, disolvia aquellas porciones que solo estaban en suspension. Despues de haberse reducido á un tercio, se filtraba el licor para terminar su concentracion, hasta que una pequeña parte, con que se ensayaba, era susceptible de cristalizarse inmediatamente por el enfriamiento. Entónces se dejaba reposar unos instantes para dacantarle y ponerle en estado de cristalizacion. De esta pri→ mera operacion, se obtenian masas hebrosas de un blanco bastante hermoso, pero las que proveian las aguas madres, eran cada vez mas coloridas.

Fácil seria demostrar que este procedimiento estaba espuesto á una multitud de inconvenientes. Indicados por M. Pontier, en la mayor parte, es inútil insistir mas en ello, siendo mejor pasar inmediatamente á la descripcion de los medios que se usan en el dia, y que de mucho son preferibles á los que acabamos de mencionar, porque están cimentados en el conocimiento exacto de la naturaleza y de las proporciones de esta sal.

Por las mas escrupulosas análisis se sabe que el acetato de plomo está compuesto de 58 óxido, 26 ácido y 16 de agua en números redondos. Ante todo se empieza por determinar la fuerza saturante de su ácido, á fin de saber lo que contiene de ácido real, para lo cual se hace uso del método indicado en la palabra ACIDO. Conocida esta fuerza, se indaga cual es la cantidad de ácido dada que es menester tomar para corresponder á 26 partes de ácido seco, ó á 2600 de ácido real. Ahora, suponiendo que el ácido dado esté á 40 ácido-métricos, lo que corresponde con muy poca diferencia á 8o del areómetro, es evidente que se necesitarán 65 kilog., pues que 65+40=2600. En efecto, si se echan 65 kilog. de ácido á 400 sobre 58 kilog. de litargirio, la disolucion se efectua inmediatamente, y es tan pronta y tan completa, que resulta de ella un calor bastante considerable para retener en disolucion toda la sal que se forma, á pesar de la concentracion del ácido. No obstante, se añade un poco de fuego á la caldera donde se verifica la disolucion, á fin de poderla abandonar al reposo por algun tiempo, ántes de distribuirla en los cristalizadores. Las proporciones que acabamos de indicar son exactas para la saturacion recíproca; pero el líquido estaría demasiado concentrado y daria una cristalizacion confusa; asi pues, hay precision de dilatarle con la misma agua que ha servido para limpiar los vasos en que se han hecho las disoluciones, etc.; se añade hasta que el líquido hir viendo esté de 50 á 55 grados; entonces se deja reposar por algun tiempo. Inmediatamente que el licor aparece limpio, se echa en los barreños y se lleva á cristalizar. Ordinariamente al cabo de 36 horas se ha terminado la cristalizacion; se colocan los barreños á lo largo

de una canal inclinada ligeramente, que conduce á un pequeño receptáculo. En seguida se seca la sal en una estufa muy moderadamente caliente, pues esta sal es eflorecente. En fin, para darla al comercio, se distribuye en barriles muy secos, guarnecidos comunmente de papel azul, á fin de dar al color de la sal una vista mas agradable. Asi se obtienen por la primera vež 75 kilog. de acetato de plomo de una hermosa cristalizacion y bien blanco, quedando por consiguiente 25 kilog. en las aguas madres. El producto que se obtiene por la evaporacion de estos resíduos, nunca es tan hermoso como el primero, por lo cual se le sujeta ordinariamente á nuevas operaciones. Cuando las aguas madres se niegan á cristalizar, se separan, bien sea descomponiéndolas con el carbonato de sosa para obtener el acetato de sosa y el carbonato de plomo, de que se puede sacar partido con facilidad, bien sea trá tándolas inmediatamente por el ácido sulfúrico, para se parar en seguida el ácido acético por la destilacion. El primer medio es el mas ventajoso, porque facilita igualmente el sacar el ácido del acetato de sosa, y que ademas el carbonato de plomo, cuando ha sido bien lavado, da con el ácido acético un bellísimo acetato, sin emplear el sulfato de plomo. Hay todavia un partido mejor que sacar de las aguas madres en lugar de concen trarlas por el calor, lo que siempre las colora, se las hace entrar tal cual en una nueva disolucion, y agi tándolas de este modo se saca por primera cristalizacion, con las proporciones arriba indicadas, 100 kilog. de acetato de plomo en lugar de 75 kilog. Las aguas madres, á pesar de esta adicion, no retienen sin embargo, como se vé, sino la misma cantidad de sal. Asi este método es verdaderamente preferible. Desgracia

damente no se puede practicar indefinidamente, porque llega un momento en que las aguas madres adquiriendo cierta viscosidad, interrumpen la cristalizacion, é impiden que la sal gotee con facilidad; entónces deben necesariamente consumirse por la concentracion, etc.

A estos datos generales, deben seguir algunos pormenores y observaciones que pueden ser de utilidad para el éxito de la operacion, Diré en primer lugar que se hace variar algo el grado de las disoluciones; segun se quiera obtener una sal mas ó ménos ligera, se la fija de 55 á 48 grados conforme la ocurrencia. Es evidente que cuanto ménos concentradas sean las disoluciones, mas densidad ofrecerán los cristales de este modo podrá satisfacerse á los diferentes gustos de los consumidores.

Ya he observado con relacion al ácido, que debia tomarse á 80 areométricos para que pudiese efectuarse prontamente la disolucion; añadiré ademas, que es menester que este ácido sea puro y bien despojado de aceite empireumático y de ácido sulfuroso. Este formaria un sulfato de plomo insoluble, que se perderia totalmente, el aceite coloraria la disolucion, etc.

Antes se aconsejaba no emplear para esta fabricacion sino plomo ingles; mas posteriormente se ha visto que los plomos franceses pueden servir tambien, teniendo cuidado de estraerles el cobre que contienen, lo que se consigue con facilidad poniendo en la caldera algunas láminas de plomo. Lo mismo sucede con los litargirios. Conviene no obstante observar, que hay fabricantes que no quieren separar este cobre, viendose en algun modo forzados á ello por los consumidores, pues dan con mucho gusto la preferencia á la sal de saturno, que tiene una ligera tinta azulada.

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