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sificarse que el achiote, á causa de la facilidad de poderse introducir en su pasta cuerpos estraños á ella. Uno de los medios de ensayo ó prueba puestos antiguamente en uso, consistia en desleir el achiote en un poco de agua tibia, y colar el todo á traves de un lienzo; el achiote pasa y quedan las sustancias estrañas, pero puede concebirse de cuanto abuso es capaz este método, pues bastaria que los cuerpos añadidos se hubiesen reducido á polvo muy fino, para que no se conociera el fraude. Mas vale pues, disolver el achiote en algunos vehículos apropiados; en el agua alcalizada, por ejemplo; y el fraude se descubrirá inmediatamente por el resíduo insoluble. Como lo mas ordinario es que se añadan tierras boláreas (*) ú ocre para aumentar el peso del achiote, la calcinacion ofreceria un medio excelente de reconocer su existencia. El peso del resíduo indicaria inmediatamente la proporcion añadida.

El achiote ofrece muy poco interés respecto á la estrema fugacidad de su materia colorante; por esto se han estudiado tan poco sus propiedades. Apénas es conocida la manera de obrar del achiote bruto con los diferentes agentes, y solo se sabe que esta sustancia colorante participa de la naturaleza de las materias resinosas, y que como tal, es poco soluble en el agua, á la que comunica un tinte amarillo bajo; los alcalis, el alcohol, el éter y los aceites la disuelven en mucha mayor proporcion; el cloro la destruye en un momento, etc. Boussingault ha publicado sobre este asunto una nota que se insertó en el tomo XXVIII, pag. 440 de los Anales de Química y Física. Esta nota no nos

(*) Nombre de una especie de tierra que se usó antiguamente en Egipto para vidriar la loza, etc.

dice, sin embargo, mucho mas de lo que sabiamos sobre el particular.

Antes que los europeos penetraran en America, los naturales se servian del achiote para teñirse el cuerpo; y para estraer esta materia colorante, frotaban sus simientes, envueltas en la pulpa, entre las manos impregnadas antes de aceite, por esta especie de trituracion, la materia colorante se transmitia al aceite, de lo que resultaba una clase de pomada, que recogian con una laminilla cualquiera, muy delgada. Preparado asi el achiote tenia mucho mas brillo que el del comercio.

La poca estabilidad de los teñidos hechos con el achiote limita singularmente su consumo, y ni aun se hace uso de él para las lanas; para lo que principalmente sirve, es para teñir sobre seda, y tambien tiene algun uso para el algodon y el hilo. Se recurre generalmente á los alcalis para efectuar su disolucion en los baños de tintes. R.

ÁCIDO. La serie numerosa de compuestos que se comprende bajo esta denominacion general, es sin contradicion la mas importante, así bajo el aspecto de la teoría como bajo el punto de vista de la práctica. En efecto, estudiando de muy cerca la naturaleza y composicion de los ácidos es como se ha llegado á dar al conjunto de la química un impulso tan brillante como rápido; aprendiendo á conocer mejor sus propiedades es como ha podido el hombre aprovecharse de ellas, y sacar una gran ventaja para el estudio de los demas cuerpos no han contribuido poco asimismo á los progresos de la ciencia y al adelanto de las artes químicas; y este es el punto de vista con que debemos considerarlas en este tratado, donde procuraremos concederles toda la atencion que merecen.

Cuando se trata de describir un grupo entero de cuerpos, se comienza por fijar ideas generales y dar sus disposiciones; pero tambien debe confesarse el ordinario embarazo que se esperimenta al establecerlas, especialmente cuando este grupo es algo numeroso. En este caso están los ácidos, y la dificultad existe aqui en toda su integridad. Esta clase, que al principio solo encerraba productos de un sabor ágrio muy pronunciado, solubles todos, y saturando los alcalis, etc., comprende en el dia algunos que no se disuelven y carecen por consiguiente de sabor, y otros cuyas afinidades son tan efímeras, que puede decirse que saturan las bases. Lo mismo sucede respeto á las demas propiedades; de suerte que estamos reducidos á indicar como único carácter general de los ácidos, la facultad que tienen de enrojecer ciertos colores azules vegetales, y particularmente el del tornasol. Pero cuando se reflexiona que estos mismos colores son el resultado de la combinacion de una materia colorante roja, con base, es fácil concebir que otros cuerpos, ademas de los ácidos, pudieran muy bien apoderarse de esta base restablecer el color á su tipo primitivo. Bajo este respecto nos hallamos pues en una indeterminacion absoluta que procede evidentemente de la misma naturaleza de las cosas. Estas clasificaciones, tan cómodas para el espíritu, solo existen en nuestra imaginacion, á lo ménos en la manera decisiva como las concebimos, de lo cual podemos convencernos facilmente siempre que se quieran alcanzar sus límites. De cualquier modo puede decirse, que con muy pocas escepciones los ácidos tienen en general un sabor mas ó ménos ágrio, que enrojecen el tornasol, y que se combinan con las bases para formar sales.

y

Distinguense los ácidos minerales, vegetales y animales, segun contengan en su composicion elementos que deben referirse mas particularmente á una de estas tres series que comprenden todos los cuerpos.

Los ácidos minerales son los ménos complicados en su naturaleza, pues no contienen sino dos principios, y segun la opinion de Lavoissier y de sus contemporáneos, se habia admitido que uno de aquellos principios era variable para cada especie: se le llamaba radical. El otro elemento era constante para todos; tal era el oxígeno. Despues se halló que muchos ácidos debian su existencia á una combinacion de otro género, y que resultaban de la union del hidrógeno con un radical: estos radicalos están por otra parte comprendidos todos en la clase de combustibles simples. Estos dos órdenes de ácidos se han distinguido por las denominaciones de oxácidos é hidrácidos. Algunos radicales pueden suministrarlos de ambas suertes; pero hasta ahora no se ha hallado sino una combinacion posible entre un radical y el hidrógeno para formar un ácido, mientras que el oxígeno puede combinarse en muchas proporciones con un mismo radical, para dar lugar á otros tantos ácidos particulares, distinguidos entre sí por la terminacion ico, para los mas oxigenados, y oso, para aquellos que lo son ménos; porque en un principio no se conocian mas que de estos dos grados. En estos últimos tiempos se han descubierto combinaciones intermedias que son igualmente ácidos, y para designarles se han adoptado los epitetos de hiper ó hipo, segun estén encima ó debajo del grado que se quiere indicar; se dice pues, ácido-hiper-nitroso, hipo-sulfu roso, etc. Estas espresiones no pueden ser sino pro

visionales, porque salen de la regla general impuesta, á la cual se volverá necesariamente.

Muy pocos datos ciertos hay en cuanto á los ácidos vegetales, que todos están formados de los tres principios que entran en la composicion de las materias vegetales, y seria sumamente dificultoso decir si tienen ó no radicales. Sin embargo, los hermosos esperimentos de M. Dulong sobre el ácido oxálico parecen conducir á ello, y es probable que otros muchos se hallen en el mismo caso. Esta idea está ya casi demostrada en cuanto al ácido tartárico.

Entre los productos que suministran las sustancias animales, se cuentan demasiado pocos ácidos verdaderos, para que puedan determinarse algunos datos generales sobre su composicion. Con todo, con uno de estos ácidos ha hecho M. Gay-Lussac uno de los mas brillantes descubrimientos de la química moderna. Este célebre químico ha sido el primero que ha hallado en el ácido prúsico un radical compuesto, y que este radical , aunque compuesto, se trataba generalmente como simple, y era acidificado por el hidrógeno, esto es, se hacia un verdadero hidrácido.

Siendo nuestro mas especial objeto el tratar de los cuerpos bajo el punto de vista de su utilidad y de su fabricacion, no daremos una estension mayor á estas ideas generales, y pasaremos inmediatamente á las consideraciones prácticas.

Siempre que se trate de hacer uso de un ácido, sea con el objeto de producir una nueva combinacion, ó con la intencion de destruir otra, es necesario saber el grado de concentracion del ácido que se emplea. Sin esta precaucion es frecuente el esponerse á groseras equivocaciones y á pérdidas muchas veces considerables. Para

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