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está unido á la sal marina ó cloruro de sódio, y como de él resulta sulfato de óxido de sódio (sulfato de sosa), debe descomponerse el agua; su oxígeno se dirije al sódio, mientras que su hidrógeno acidifica el cloro y forma el ácido hidro-clórico; éste se desprende bajo forma gaseosa, luego que queda libre por la combinacion del ácido sulfúrico con la sosa; aunque esta accion se verifique tambien en frio, se hace mucho mas viva por el calor; el agua la favorece asimismo aumentando los puntos de contacto, y el espacio que determina el desprendimiento como vehículo. Necesita una temperatura muy elevada para arrojar las últimas porciones de ácido sulfúrico, sobre todo hácia el fin de la operacion. P.

ÁCIDO HIDRO-CLORO-NITRICO. Tal es en el estado actual de nuestros conocimientos, la denominacion que debe tener la preparacion que los antiguos llamaban agua régia, y que los primeros autores de la nomenclatura moderna han designado con el nombre de ácido nitro-muriático. Este ácido misto, que goza de una energía mucho mas considerable que cada uno de sus componentes, ha sido mirado por mucho tiempo como constituyente de un ácido particular, susceptible de entrar integramente en las combinaciones salinas. La época en que eran reconocidos los nitro-muriatos no dista todavia mucho de nosotros, y solo hace algunos años que por análisis exactas se ha demostrado que el ácido nítrico no entraba para nada en estas combinaciones salinas, y que el ácido muriático solo, quedaba definitivamente unido á ellas, entónces se prestó mas atencion á la influencia que estos dos ácidos podrian tener en su accion simultánea sobre los cuerpos, y pretendieron dar razon de esto, diciendo que

el ácido nítrico como mas móvil en su composicion elemental, cedia facilmente su oxígeno á la sustancia metálica, y que el óxido que de aquí resultaba, se combinaba inmediatamente con el ácido muriático; y finalmente, que formada una vez esta combinacion, el ácido nítrico escedente, quedaba enteramente estraño á ella. Todo parecia en efecto autorizar este modo de ver. No obstante, cuando se conoció mejor la composicion del ácido muriático, y que la esperiencia hubo demostrado que solo su radical era el que se combinaba, no ya con el óxido, sino con el mismo metal, pudo juzgarse mejor de este ácido misto, y concebirse como podia atacar unos metales que ni el uno ni el otro, tomados aisladamente, eran capaces de disolver. Hé aquí la teoría que se ha sustituido á la precedente; es menester confesar que está fundada sobre mucho mayor número de hechos, y es poco probable que mas adelante puedan proponerse otros. Nos consta que el ácido nítrico está formado de azoe y de oxígeno, y que las demas combinaciones de estos dos cuerpos, como el protóxido de azoe, el deutóxido ó gas nitroso, y en fin el vapor nitroso ó ácido nitroso, son ménos oxigenados que él. Tambien sabemos que el ácido muriático se compone de cloro y de hidrógeno esto supuesto, es muy fácil concebir la accion del agua régia sobre los metales; lo que se reduce á decir, que una porcion de oxígeno del ácido nítrico se combina con el hidrógeno del ácido hidroclórico, de lo cual resulta un agua que queda en el licor, gas nitroso que se desprende, y cloro que se combina al metal para formar un cloruro. Puede igualmente probarse que esta esplicacion es conforme con los resultados. En efecto, si sometemos á la ac

cion del calórico el agua régia sola, y recogemos los gases obtendrémos por producto gas nitroso y cloro; si añadimos un metal, como el estaño, el oro ó la platina, y que la accion no sea demasiado viva, apénas recogerémos mas que gas nitroso. Por otra parte, está bien demostrado que son realmente cloruros lo que se obtiene en este caso.

Antes se variaba mucho en cuanto á las proporciones respectivas de los dos ácidos que constituian el agua régia. La teoría que acabamos de esponer conduce muy naturalmente á hallar las verdaderas, pues que sabemos que la cantidad de ácido nítrico debe limitarse á la rigorosamente necesaria para descompo ner el ácido hidro-clórico, y descubrir el cloro. Las proporciones que mas se acercan á este dato, son de tres partes de ácido hidro-clórico por una de ácido nítrico, y hay cierta receta antigua que daba precisamente las proporciones contrarias; asi es que cuando se servian de ella para metales de oxidacion fácil, como el estaño, se precipitaba casi enteramente al estado de sur-óxido, y apénas quedaba nada de él en el licor. En la mayor parte de los tratados antiguos se hallan muchas recetas para el agua régia, y hay algunas en que no se exige el uso de la mezcla directa de los dos ácidos. En otras se prescribe el hacer macerar el ácido nítrico sobre muriato de potasa, de sosa ó de ámoniaco, y unas veces usan esta mezcla en las disoluciones metálicas, y otras aconsejan el hacerla destilar y no servirse mas que del producto de la destilacion. Se ve pues, que en todos casos se reduce á lo mismo, esto es, á la reunion de los dos ácidos, y que deben obtenerse resultados semejantes, siempre que las proporciones relativas sean las mismas; sin embargo,

en la mayor parte de las fábricas donde se emplea la cochinilla, se da la preferencia, para hacer la disolucion de estaño, al agua régia que resultà de la mezcla de dos partes de ácido nítrico y una de sal amoniaco. Tal vez el amoniaco sirve aquí para preservar el metal de toda oxidacion, ó quizá forme ademas una combinacion triple; yo lo ignoro, pero lo cierto es que el estaño se disuelve en él con la misma rapidez que el azúcar en el agua, y sin efervescencia.

Concluiré este artículo recordando que el nombre de agua régia se le aplicó por los alquimistas, en ra¬ zon de la propiedad esclusiva que posee este ácido de disolver el oro, que consideraban como el rey de los metales. R.

ÁCIDO HIDRO-CIÁNICO. Este ácido no tiene uso alguno en las artes; pero como es la base esencial de una preparacion que se emplea mucho, creemos conveniente hacer aquí algun mérito de él, y tiene ademas tal accion en la economía animal, que es muy venta> joso el dar á conocer sus propiedades, á fin de poner á cada uno en estado de preservarse de un cuerpo tan mortífero.

El descubrimiento del azul de Prusia, debido á la casualidad, ha precedido de mucho al del ácido prúsico; el primero data de 1710, y solo setenta años despues Scheele consiguió aislar lo que entonces se llamaba materia colorante del azul de Prusia. Demostró al mismo tiempo que este producto debia contarse en el número de los ácidos; pero como este ilustre químico no le habia obtenido sino mezclado con cierta cantidad de agua, no pudo darse una justa idea de su descomposicion: sin embargo se acercó tanto como las circunstancias y el estado de la ciencia

se lo permitieron, pues le consideró como formado de amoniaco y carbon. Cuando la doctrina del flogístico se abandonó, y que el oxígeno ocupó el lugar que le fué señalado, como único principio acidificante, y necesario alimento de toda combustion, se admitió por analogía la existencia de este principio en el ácido prúsico así como en todos los demas. M. Berthollet , que se habia ocupado mucho en el estudio de este ácido, se pronunció contra esta idea, y sostuvo, contra la opinion general, que no contenia otra cosa que hidrógeno, carbono y azoe. Este químico hizo observar tambien con mucha precision, que en igual caso se hallaba el hidrógeno sulfurado, porque enrojecia el tornasol y se combinaba con las bases, aunque no contenia oxígeno. Los esperimentos en que se fundaba M. Berthollet no parecieron bastante concluyentes, y aun se conservaba alguna duda, cuando M. Gay-Lussac llegó á obtener el ácido prúsico perfectamente puro, y que le fué posible someterle á una rigorosa análisis. Desde entónces se probó definitivamente que este singular y peligroso ácido no contenia en efecto sino los tres elementos que Scheele y Berthollet habian admitido; se demostró ademas que dos de estos elementos, el azoe y el carbono, formaban un cuerpo á parte, susceptible de combinarse con los metales sin que se oxidasen, y ejerciendo en todo funcion de radical; de tal modo que reunido con el hidrógeno constituia un verdadero hidrácido. Se llamó cianógeno, al radical compuesto, y el ácido prúsico tomó el nombre de ácido hidrociánico. Este resultado tan notable como inesperado, es uno de los rasgos que mas honran al genio del autor de este brillante descubrimiento.

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