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tiempo cuanto es necesario para que el alcali obre con fuerza sobre las materias crasas, sin atacar el tejido. Este tiempo es de 8 á 12 horas en verano, y de 20 á 24 en invierno. Se aplancha el tejido y se vuelve á la pila con la primera materia de que está impregnado. Allí se trabaja un instante, se destapa la pila y se lava con agua abundante.

En vez de orines se suele emplear solamente jabon en pequeñas dósis; entónces el desengrase se verifica perfectamente con un baño de grasa, esto es con agua en que se haya lavado lana en vellon, sin haberlo sido ántes del esquileo: pero lo mas sencillo es servirse de salvado que se pone en una cantidad indeterminada en la pila, mezclado primero con un poco de agua que se hace entibiar segun la necesidad. Este procedimiento tiene la ventaja de desengrasar cualesquiera especie de tejidos sin endurecerlos, ni alterar los colores de que estan teñidos, y de predisponer á los que no lo estan, á absorver el tinte, y á reflexar bien los colores.

Cuando el tejido está bien des engrasado y lavado en agua corriente; se seca, se tuesta, si ya no lo ha sido, y se pasa á teñirle ó blanquearle.

Para desplegar y estender los tejidos, se hace uso de un mecanismo llamado tendedero compuesto de cuatro montantes verticales á altura de apoyo, ensamblados con solidez por unos travesaños horizontales. Este ensamblage tiene unos rodillos de madera, en que se arrolla y desarrolla el tejido; ademas está guarnecido de otros cilindros y barras de madera y de hierro; unas movibles sobre sus ejes, y otras fijas, puestas á diferentes alturas, de manera que el tejido, pasando alternativamente por debajo y por encima, se desplie

ga y se estiende perfectamente por la resistencia y los roces que esperimenta. Esto es lo que se llama adobar un tejido. Este adobo puede tambien hacerse en caliente, para lo cual basta preparar un rescoldo lleno de carbones encendidos sobre dos barras de hierro situadas horizontalmente debajo de los cilindros, por encima de las cuales pasa y repasa el tejido, pero en este caso vale mas servirse del hornillo de tostar, haciendo pasar la pieza, no sobre la plancha de hierro enrojecida, sino sobre otra superpuesta á ella de 2 ó 3 milímetros de grueso, y que se adapte perfectamente á la primera.

El calor de esta plancha debe ser inferior al que quemaria el pelo de los tejidos, y debe serlo tanto ménos, cuanto mas tiernos ó susceptibles de alterarse al fuego sean los colores de los tejidos. Si la plancha de cobre estuviese demasiado caliente, se habria de cubrir de otra semejante para amortiguar el esceso de calor.

Por este procedimiento se estienden los tejidos y se borran los pliegues de un modo mas eficaz, que adobándolos á fuego vivo, sin esponerse á los mismos inconvenientes. El fuego vivo calienta con desigualdad, altera los colores, ataca el tejido, encrespa los pelos de éste, mientras que deja otros puntos de la misma pieza sin haberlos casi calentado.

Para proceder á hervir los tejidos, se envuelven fuertemente por medio de la máquina de adobar, y en frio, sobre un rodillo de madera blanca de cerca de un decímetro de diámetro; se cubren de una triple tela, y estos rodillos se ponen verticalmente en una caldera llena de agua de rio. Los tejidos ligeros se hierven durante hora y media, y los mas fuertes ó tupidos pasan

otra vez á la caldera despues de habérseles cambiado de rodillo, de manera que las partes interiores se hallen por defuera, y reciprocamente. Se dejan enfriar sobre el rodillo, y en este estado se dan al tinte. Por lo que toca á los tejidos que ya tienen color, cuando se teme que el hervor altere su brillo, basta pasarlos por agua tibia ó fria, y á veces no se hace mas que rociarlos. Despues se ponen sucesivamente sobre los dos orillos para que se embeban igualmente todas las partes. Una vez secas, se adoban en caliente, ó bien se pasan sobre un cilindro de cobre hueco, interiormente caliente por unas barras de hierro incandescentes, cuya operacion dilata las partes del tejido, le da cuerpo y le fortalece.

Adobado en caliente y bien apretado, el tejido queda 24 horas en el rodillo, y algunas veces mas tiempo. De alli pasa á la CALANDRIA, en la que se le da el último aderezo; pero cuando se trata de que el tejido tenga firmeza, lustre y flexibilidad, conviene someterle ademas á la accion de la prensa.

Esta última operacion se hace del mismo modo que con los paños, con la única diferencia, que siendo estrechos los tejidos rasos, no hay necesidad de doblarlos en su longitud, y que muchas veces se enlustran igualmente por ambos lados, poniendo tan buenos cartones por el derecho como por el reves. En seguida se sacan de la prensa, se cambian, se vuelven á prensar, se doblan, se apuntan, se envuelven con papel, se atan, se embalan y se despachan.

La perfeccion del aderezo que suministra el prensado, depende de la buena calidad de los cartones que se emplean. Solo los cartones ingleses pueden dar á los tejidos un lustre perfecto, una superficie suave y ter

sá, en una palabra, una apariencia de esmalte. Por esto los ingleses han gozado tanto tiempo del privilegio de proveer al comercio de tejidos lustrosos y brillantes, que el consumidor preferia á todos los demas.

El método mas ventajoso en el uso de los cartones, consiste en no usarlos primero mas que para aderezar los tejidos de colores débiles, pasar despues á los colores mas vivos, y de estos á los mas fuertes y oscu→

ros.

Pero como los cartones mas hermosos están sugetos á ensuciarse, tanto por la impureza de las materias que entran en su composicion, como por el manejo de los que los han preparado, conviene que empiezen á servir en piezas teñidas de negro, que no son tan susceptibles de mancharse; se acaban de purificar pasándolos por una pieza teñida de azul, y entonces se puede seguir á tintes mas suaves, continuando en la progresion que hemos indicado.

Unos cartones tratados de este modo duran muchísimo tiempo; pero si se emplean en el aderezo de los tejidos mal desengrasados, ó mal secos, se deterioran muy pronto. El prensado debe siempre hacerse en seco, como no sea en los tejidos negros ú oscuros que se hayan secado demasiado, en cuyo caso se humedecen ligeramente ántes de prensarlos ó de pasarlos por la calandria; y entonces se prensan húmedos, pero siempre en perjuicio de los cartones.

Cuando estos están deslustrados, lo que muchas veces acontece al poco tiempo de uso, se les hace servir como si fuesen nuevos, alisándoles otra vez, suponiendo que sean de buena pasta, ó bien se usan en los aderezos comunes.

Cuanto mas fuerte es el prensado, mas hermoso y

durable es el aspecto que presenta el aderezo; por esto la accion de la prensa hidráulica conviene maravillosamente á este género de trabajo: solamente hay que atender á no dar de una vez toda la prensadura, pues es menester dejar al calor el tiempo que necesita para penetrar, á la materia el de dilatarse, y á la humedad el de evaporarse. Producido este efecto, se puede apretar definitivamente la prensa, y dejar las piezas en este estado durante 24 horas, ó mejor aun, hasta que estén perfectamente frias. Entónces se cambian para borrar los pliegues y enlustrar igualmente todas las partes; mas puede evitarse esta última operacion, si los cartones siendo fuertes y delgados, se han puesto con cuidado y precision, y si se aumenta convenientemente la duracion é intensidad de la presion.

Cuando se han de prensar tejidos granosos, se arreglan del mismo modo que los anteriores, aunque los cartones con que se guarnecen no son lustrosos, pero si algo blandos, para no romper el grano; ántes bien permitirle entrar en la pasta y dejar en ella su señal. La presion debe se ménos fuerte y no tan vivo el calor.

Las planchas de esta clase de aderezo que sirven para calentar los tejidos durante el prensado, deben ser de fundicion muy suave, susceptible de resistir á los cambios súbitos de temperatura que esperimenta y á la fuerte presion que soporta. Comunmente tienen 8 decímetros de largo, 6 de ancho, y 2 centímetros de grueso. Se calientan en una caja de hierro colado, á cuyo rededor circula la llama del hornillo que se entretiene con carbon de tierra. Se sacan las planchas de la caja luego que han adquirido el color rojo oscuro; mas como se calientan con desigualdad en el hornillo, y mas de un lado que del otro, se debe cuidar al for

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