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mar la pila, de alternar los lados mas calientes de las unas con los que no lo estan tanto en las otras, de modo que se imprima asi un calor á poca diferencia uniforme en todas las piezas sometidas al prensado.

El grado de calor de las planchas, debe variar segun la naturaleza de los colores de los tejidos: jamas debe llegar á un punto que esponga á que los colores se alteren ó ennegrezcan. Este grado de temperatura, muy elevado para los negros, los azules oscuros y los morenos, debe ser mas débil para el carmesí, el color de rosa, y la escarlata, y mucho mas para los azules y verdes de Sajonia, el color de lila, los grises y otros colores bajos. Solo con la práctica se puede juzgar y obtener el grado preciso que cada color necesita; grado que varía aun, segun la humedad de la pieza, la estabilidad de los colores, la fuerza del tejido, etc.

El aderezador no debe abandonar á los obreros ó trabajadores esta parte tan difícil del trabajo; él juzga por sí mismo, segun la naturaleza y el estado actual de los tejidos, y el de las planchas; y para conducirlos al punto conveniente uno despues de otro, y emplearlos cuando corresponde, los debe rociar con agua por medio de un hisopo, ó brocha con mango, en tan gran cantidad y tantas veces como necesario le parezca por el hervor del agua, la forma y movimiento de sus glóbulos, su prontitud á resolverse en vapor y á desaparecer, y en fin, por el tinte que el agua evaporada ha dejado sobre la plancha.

Aderezo de los tejidos de lino ó de cáñamo. Cuando los tejidos de esta clase han sido blanqueados, se les da un azul ligero con el objeto de neutralizar el tinte rojizo, que daria á estos tejidos un aspecto ménos grato. Se disuelve en agua clara una corta cantidad

TOMO I.

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de polvos de azúl, ó de una disolucion de añil fino. Esta mezcla se efectua en una cuba que pueda contener de 2 á 12 piezas, segun su magnitud y finura; se mojan los tejidos, bastando que queden en la cuba el tiempo necesario para que se empapen: en seguida se tuercen, pasándolos por dos garfios, uno fijo y otro móvil que se hace girar por medio de un manubrio, para esprimir toda el agua supérflua del baño, que vuelve á caer en la cuba. Mas, si los tejidos son finos ó delicados, como los linones y las batistas, se deben poner en un cordelillo que se tuerce del mismo modo en los espresados garfios.

Conviene determinar la dósis de azul segun el estado de los tejidos, y á veces conforme el capricho del comprador: si es demasiado fuerte, da motivo á sospechar defectos en la blancura; y si es demasiado débil no impide que la tela adquiera un viso-rojo que la deslustra.

Continúase pasando otras telas por la cuba, añadiendo nuevas cantidades de azul y de añil, á medida que estas materias colorantes se absorven.

Se secan las telas al aire libre, pero los fabricantes mas escrupulosos tienen enjugadores cubiertos, bien oreados, y cuidan de suspender las telas alternativamente por los dos orillos, á fin de que el azul quede distribuido con igualdad en toda la estension de la pieza.

Hecho esto se doblan, se igualan y se colocan en unos armarios donde permanecen hasta el momento que se despachan. Entónces se les da un aderezo, que consiste en una mezcla de almidon y de azúl; pero si han de despacharse al instante, en vez de darles dicho aderezo como el primer azulado, se pone en éste el espresado almidon.

Se adoban luego las telas para quitarlas los pliegues y estenderlas, prensándolas despues (V. CALANDRIA ). Por último, se doblan, se pasan á la prensa donde permanecen 24 horas, se enfardan y se despachan.

Tal vez es inútil indicar que el polvo de azul ha de estar encerrado en una muñeca de lienzo, que se aprieta en el agua, solamente cuando conviene, y que el almidon empleado en dósis muy variables, ántes de que se disuelva en la misma agua, debe desleirse con un poco de agua tibia, y hervirse con mayor cantidad de

agua.

El aderezo de las batistas y linones se hace del mismo modo que el de las telas, tomando siempre las precauciones que exije la delicadeza de estos tejidos; se les da el azul, se almidonan, se secan y se prensan despues de doblados.

Se cortan las telas, batistas y linones unidos en dos partes iguales, que se doblan en cuadrados de 20 á 25 centímetros de lado. Se arreglan estos cuadrados en pila ó monton bajo la prensa, interponiendo entre cada uno de ellos una tabla de madera de nogal delgada y muy tersa. A las 24 horas se sacan de la prensa y queda terminado el aderezo. Entónces se envuelven en un papel de color azul oscuro para que sobresalga su blancura.

Para el aderezo de las gasas y marlises se usa un almidon muy ligero, en que se mezcla un poco de alumbre, para dar brillantez al tejido, y otro poco de goma, tragacante para que adquiera consistencia. Cuando la gasa ó el marlis ha recibido esta ligera agua de almidon, se sostiene por los orillos sobre un bastidor guarnecido de garfios pequeños, de modo que esté bien estendida, haciéndose pasar por debajo un braserillo lleno

de carbones encendidos, para que se seque con prontitud.

Los tules, encajes y demas tejidos calados, se hallan cubiertos de un vello que perjudica á su hermosura, porque cierra las mallas ó intersticios de estos tejidos, y les hace que parezcan mas espesos de lo que son en realidad. Muy delicada es la operacion de quitar el vello de unos tejidos tan ligeros, y compuestos de hilos tan sumamente delgados. Hasta ahora no se habia efectuado sino chamuscándolos por medio de una lámpara con aceite ó con espíritu de vino. Sin embargo, era natural el pensar, que empleando la llamas del gas hidrógeno para el tostado de estos tejidos, se podrian conseguir mejores resultados, y que los fabricantes podrian dar á esta operacion la deseada perfeccion, sin aumentar sus gastos ó mas bien economizando considerablemente los del combustible. En efecto, el gas hidrógeno produce la llama mas pura, no ennegrece los tejidos que se someten á su accion, y se puede arreglar, segun se quiera, su direccion é intensidad, proporcionándolas á la naturaleza y al estado de cada especie de tejido. Veamos como M. Hall ha resuelto este problema con el auxilio de un aparato que ha imaginado, y por el cual obtuvo una patente el 3 de noviembre de 1817.

El tejido pasa por entre dos rodillos dispuestos el uno encima del otro, y se estiende despues horizontalmente sobre otros rodillos, bajo los cuales está colocada la lámpara con gas hidrógeno, cubierta con su chimenea, para facilitar la corriente del aire. Como los rodillos giran, obligan al tejido á pasar sucesivamente á traves ó por encima de la llama, de modo que ninguna parte se sustrae á su accion. La veloci

, y

dad de su movimiento se arregla de manera, que el vello se tueste sin que se altere el tejido, y por lo mismo esta velocidad, que depende de la naturaleza de és-. te de la intensidad de la llama, no es posible que pueda determinarse de una manera absoluta: conviene pues asegurarse de ella por algunos ensayos, pero en general, el movimiento debe ser regular y uniforme. Se puede repetir el tostado tan frecuentemente como se desee, y si se quiere que se haga con prontitud, se reunen los dos estremos de la pieza de tejido, que en seguida se estiende sobre un sistema de rodillos, para formar una tira sin fin, cuyas partes están todas en contacto sucesivo con la llama. El aparato para la produccion del gas hidrógeno, es el mismo que se emplea para el alumbrado, aunque mas pequeño y mas sencillo. Puede sin embargo escusarse la construccion de un aparato particular, si hay en las inmediaciones un grande aparato de gas hidrógeno destinado al alumbrado de las calles y de las casas. En todo caso, el gas llega por unos conductos, á un tubo horizontal que forma la llama propiamente dicha, y estendiéndose por debajo de la tela, en todo su ancho, cuando esta se tuesta de un lado, se vuelve para que sufra igual operacion por el otro.

Las fig. 34 y 5 de la lám. iv, representan la lámpara vista de frente en su corte y elevacion, así como el sistema de cilindros en que se estiende el tejido; AD son dos rodillos cubiertos de fieltro ú otra sustancia cualquiera, entre los cuales pasa el tejido; uno de estos se mueve por un manubrio con su volante, para arreglar la velocidad; C, cilindro en que está arrollado el tejido; E, tubo conductor del gas; gg, pequeños tubos verticales en los que se eleva el gas para di

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