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tablado, hincharse gradualmente por una causa invisible, y en 7 minutos de tiempo presentar á los ojos de 150 mil espectadores un globo de magestuosa magnitud, que con toda tranquilidad se levantaba por si mismo á una altura de 300 toesas. Y cuando se llegaba á saber que un fenómeno tan imponente era solo debido á la combustion de 50 lib. de paja y de 5 lib. de polvos de lana, la sorpresa que habia producido se acrecentaba en vez de disminuirse.

Ya congeturaban los físicos que les seria posible atravesar los aires sin peligro, é ir á las altas regiones de la atmósfera á intentar esperimentos de un nuevo género. Semejante pensamiento no tardó en realizarse. En el mes de octubre siguiente, Montgolfier hizo levantar en el arrabal de San Antonio en Paris, y por sus mismos procedimientos, un globo de 70 pies de alto, sobre 46 de diámetro, encerrando una capacidad de 60.000 pies cúbicos. Este globo soportaba una barquilla de mimbre, suspendida por medio de encordaduras la parte inferior del globo estaba abierta para dar paso al aire dilatado por el calor, y en ella habia un vasto escalfador de alambre sugeto con cadenas. Pilatre des Rosiers y d'Arlandes se colocaron en la navecilla y alimentaban el fuego que sostenia la dilatacion del aire interior. Esta máquina, de peso de mas de 1600 lib., se elevó repetidas veces, á 2 ó 300 pies de altura, retenida al suelo por unas cuerdas.

Era menester atreverse á una prueba mas peligrosa y arrojarse á globo perdido en el vasto campo de los aires, y el 20 de noviembre de 1783 los mismos físicos tuvieron la audacia de emprender esta osada idea. Estos intrépidos aeronautas partieron del castillo de la Muette, en el bosque de Boloña, se elevaron

á 500 toesas y fueron á descender á mas de 2 leguas del punto donde salieron, despues de haber atravesado todo Paris admirado de un viage tan estraordinario, cuya duracion fué solo de 17 minutos.

No obstante el feliz éxito que coronó este esperi→ mento, no dejaron de conocerse muy pronto los peligros que ofrecia. No solamente habian de embarcarse con un monton de combustibles que era preciso dar al fuego sucesivamente, sino que era muy de temer que las llamas ganasen el almacen ó la cubierta, la incendiasen en medio de los aires, y tal vez hiciesen caer el fuego hasta los edificios sobre que pudiese hallarse. Por otra parte, ocupados los aeronautas en alimentar incesantemente el fuego, no podian entregarse á los descubrimientos físicos que semejantes ascensiones prometian. El peso del combustible, del que era necesario se proveyesen suficientemente para el viage, y la poca diferencia del peso específico del aire dilatado, comparado con el de la atmósfera, no permitian subir á alturas muy grandes. Entónces se conocieron las ventajas que por su ligereza debia ofrecer el uso del gas hidrógeno, la facilidad de producirle y sugetarle, de detener ó apresurar su perdida en medio de los aires, previéndose que el brillante descubrimiento de Montgolfier no daria los resultados que de él se esperaban, sino uniéndole al de M. Charles, cuyo nombre se asoció al del primero, en esta hermosa época de la Física.

El 19 de diciembre de 1783, MM. Charles y Robert subieron en globo perdido, desde el jardin de las Tullerías, en un globo de tafetan engomado, lleno de gas hidrógeno. En la red que cubria este globo estaba sugeta una barquilla que contenia el lastre y los

dos viajeros. Antes echaron un pequeño globo de prueba para asegurarse de la direccion de los vientos superiores. El globo aerostático subió inmediatamente cargado con los dos físicos, elevándoles sobre las nubes que los ocultaron á la vista de la atenta multitud. El viage fué de 9 leguas en dos horas, y los navegantes volvieron á tierra, cuando su globo, que iba perdiendo gas, no fué capaz de sostener á los dos: pero solo descendió M. Robert, y aligerado el globo de su peso, volvió á ganar las altas regiones de la atmósfera. M. Charles, con una intrepidez igual, pero mas ilustrada que la de Pilatre des Rosiers y de d'Arlandes, habiendo subido á 1524 toesas, volvió á bajar despues de 35 minutos, á mas de una legua de su primera estacion.

Esta feliz navegacion demostró todas las ventajas del método de M. Charles, y los globos á la mongolfier, fueron abandonados por los globos de gas hidrógeno. Desde esta época se repitieron los viages con frecuencia y siempre sin peligro, cuando la prudencia dirigia los esperimentos. Las fiestas nacionales, los fuegos públicos adquirieron mayor embellecimiento por este género de espectáculo. Los mas célebres viages aéreos son:

10 El de Pilatre des Rosiers, el primero que osó emprender estas especies de navegaciones, y el cual tuvo la desgraciada idea de combinar los dos procedimientos de M. Charles y de Montgolfier. Para ello se sirvió de dos globos, el superior lleno de hidrógeno, y el inferior que alimentaba de aire dilatado por el calor. Invencion tan funesta costó la vida á su autor, que fué precipitado de lo alto de los aires por el incendio de semejante aparato.

2: El de Zambeccari, que pereció tambien vícti

ma de empresas mál concebidas y peor dirigidas. 3o El paso del brazo de mar que separa la Inglaterra de la Francia, por el aeronauta Blanchard, que saliendo de Douvres abordó en Calais, donde se levantó una pirámide para consagrar la memoria de esta

empresa.

4. El desgraciado acaecimiento ocurrido á la viuda de este físico, cuyo globo fué abrasado en medio del aire, por los cohetes que tuvo la imprudencia de arrojar desde la navecilla, que precipitada se hizo pedazos contra los tejados inmediatos, á vista del público reunido, con la esperanza de hallar en esta ascencion un agradable pasatiempo.

5o La peligrosa empresa, de que mas adelante hablarémos detalladamente, en la que separándose Garnerin de su globo con la confianza de un paracaidas, á pesar de la rapidez de su bajada salió sin accidente del mas espuesto esperimento que hasta ahora nadie se haya atrevido á intentar.

Estas ascenciones no estaban destinadas mas que á complacer la curiosidad, pero el gobierno sacó de ellas un medio de defensa: creó un cuerpo de aeronautas bajo la direccion de M. Conté, uno de los mas hábiles físicos franceses, y se atribuyó en parte la victoria de Fleurus el 26 de junio de 1794, á los servicios hechos por estos ingenieros bajo las órdenes del mariscal Jourdan.

Mas la física no habia recogido todavía fruto alguno de estas empresas. MM. Gay-Lussac y Biot, emprendieron un viage aéreo con el objeto de hacer muchos esperimentos sobre el estado eléctrico, el magnetismo, y la constitucion atmosférica de las regiones superiores. Otro viage ejecutado con este objeto por

Gay-Lussac solo, fué notable sobre todos los demas, por haberse elevado hasta 7.000 metros, altura superior á todas cuantas el hombre ha podido hasta aho ra alcanzar.

Ya es tiempo de esponer los principios de la construccion de los globos aerostáticos, el modo de llenarlos de gas, y las precauciones de prudencia que jamas deben descuidarse.

En los globos de gas hidrógeno, lanzado una vez el aeronauta á las regiones superiores, apenas tiene que cuidar de nada, y puede entregarse á todas las investigaciones físicas que proyecte. Bien provisto de sacos llenos de arena que vacía para aligerarse cuando quiere ascender á mayores alturas, si trata de bajar tiene en su mano el dar salida á una corta parte del gas. que ocupa el globo; y esto le hace mas pesado. Al efecto se cuida de practicar en lo interior y en la cumbre una válvula que se abre de arriba abajo, y que un resorte ayudado con la fuerza elástica del gas conserva cerrada; puede abrirse esta válvula tirando de un cordon que pende hasta la barquilla.

El objeto especial de la válvula, es el impedir que el globo se hinche y estienda escesivamente. En efecto, es evidente que al dejar la tierra seria peligroso henchir del todo el globo, porque á medida que se eleva, como las capas atmosféricas van teniendo ménos densidad, el gas del globo adquiere mayor dilatacion en razon de su esceso de fuerza elástica, y si esta espantosa accion no se moderase, produciria indefectiblemente una esplosion. El aeronauta halla entónces su salvacion en la válvula, la cual abre para perder gas siempre que observa que el globo está enteramente lleno. M. Biot recomienda el asegurarse con cuidado an

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