firme en A, con motivo de obrar de A para B el obstáculo invencible de la xarcia, en tal caso tendremos que hallándose perfectamente sujeto en su otro extremo ó coz H, la palanca A H ya no será de la clase de primera especie (art. 73.) como se ha dicho anterior mente; y en conseqüencia de lo que queda probado en el artículo 96, trabajando la fuerza de la vela en la medianía C, procurará romper con igual fuerza las secciones de los brazos C A, y C H, equidistantes del punto C. En semejante caso en virtud del menor diámetro que se dá á los palos y masteleros en su parte superior C A, respecto á la inferior C H, resultará que esta última resistirá mucho mas á la ruptura, y los masteleros y palos estarán expuestos á romperse á lo largo de su parte superior C A. Si en vez de tener la gávia arriada hasta C, la tenemos hizada en M, será mas corta la palanca M A, y por , y por lo que pertenece á esto, habrá ménos riesgo de que falte por la parte superior M A; de suerte que quando se pudiese dar el caso de que la fuerza de la gávia obrase segun la A L, igual y diametralmente opuesta á la resistencia A B de la xarcia, quedaria destruida toda rotacion, y el mastelero al abrigo de todo riesgo. Para que esto se verificase seria menester que la xarcia no diese de sí lo mas mínimo, á fin de poder conceptuar su obstáculo en A como á invencible. Aunque desde luego no debemos contar con esta última suposicion en el modo ordinario con que suele tesarse la xarcia á bordo, sin embargo no podemos dexar de conocer que la xarcia se dispone en las embarcaciones para la seguridad de los palos; y en conseqüencia ha de producir los efectos de la fuerza A B, con la diferencia de mas ó ménos, relativamente á su calidad, diferente grado de torcido, y mayor ó menor tension que se le dé. En virtud de esto se vé que en el caso de un viento fresco, la precaucion de arriar la gávia hasta un punto como C, puede ser perjudicial á la seguridad del mastelero, exponiéndole á que se descabeze, ó falte por la parte superior C A. Este accidente deberá recelarse á medida de la mayor tension dada á la xarcia. Quando se arria una vela, disminuimos su esfuerzo CD, á causa de la mayor curvidad que la dicha adquiere como veremos (art. 399.). Por lo tanto esta diminucion que padece la fuerza de una vela arriada, puede poner al abrigo de todo riesgo el total del mastelero, y autorizar dicha práctica. Si la xarcia en vez de obrar en el extremo A del mastelero, obrase en M, disminuiria la extension del brazo de palanca C A, y habria ménos riesgo de que se rompiese. Á este efecto puede contribuir el uso de emendar los brandales volantes, ó de quita y pon, en las circunstancias de arriar las velas, particularmente quando se les han tomado rizos. 327 Siempre que se verifique que los palos y masteleros falten por su parte inferior, y en términos que nos aseguremos que este accidente ha tenido lugar á causa de obrar la fuerza de una vela en viento por el estilo establecido en el art. 324., debemos inferir que en semejante caso, léjos de considerar la xarcia que obra en A (Lam. XI. fig. 82.) como á un obstáculo invencible, la dicha ha cedido irremediablemente dando lugar á la ruptura. En la práctica general se observa que á los desarbolos ocurridos por el estilo indicado, ha precedido la falta de la xarcia; comunmente por no haberse tesado en los términos convenientes, ó á causa de lo mucho que dá de sí por su clase de torcido (art. 354.). Esta reflexion nos impone el prolixo cuidado que debemos tener en tesar la xarcia á medida de lo que se arrie, á fin de que quede siempre en la disposicion mas acomodada para la seguridad de la arboladura. En las circunstancias en que se verifique el descabezo de los masteleros en los términos indicados en el art. 326. debemos contar con el obstáculo invencible de la fuerza A B (Lam. XI. fig. 82.) de la xarcia; y en conseqüencia es indispensable atender á que la dicha no quede tan tirante, de suerte que incline y arquee los palos por la sola fuerza de su tension, desviándolos de la situacion vertical que deben conservar. 328 Pasemos ahora á considerar la figura que deben tener las vergas. En los masteleros todo el esfuerzo de la vela se exerce en uno de sus puntos; pero en las vergas sucede muy al contrario. En efecto como la vela está afirmada por los embergues á lo largo de la verga, los esfuerzos de aquella se distribuyen todos á lo largo de esta última ; y suponiendo en la Lam. X. fig. 8o. que el mastelero J G divida por mitad la anchura de la vela y largo de la verga A B, tendremos que comprehendiendo un mismo número de esfuerzos iguales las partes G B, y G A, el centro ó reunion de todos ellos se deberá considerar en G, que es el medio de la verga y por consiguiente la mayor resistencia ó espesor de la verga deberá ser en su cruz ó mitad G. Tomemos ahora otro punto N distante del penol B la mitad del largo del brazo G B; dicho punto será centro de todos los esfuerzos iguales comprehendidos entre N B, y N G; ó de todo G B. Los tales esfuerzos serán mitad de la suma total de los dis tribuidos en todo B A, que actuan en G. Luego por esta sola razon la resistencia en N debe ser mitad de la resistencia en G: ademas los brazos de la palanca, ó las distancias N B, N G, del punto N, á los extremos By G, son solo la mitad de las distancias G B, y G A, de G á los penoles A y B. Luego por esta última razon sola, las resistencias en N deben ser tambien mitad de las que deben residir en G; y reuniendo ambas razones (art. 26.) las resistencias en N han de ser una quarta parte de las que tiene G. Si tomasemos otro punto que distase del penol B una quarta parte del largo del brazo G B, deduciriamos del propio modo, que las resistencias en el tal punto, I deberian ser de las que obran en G. Lo mismo se debe entender 16 con el otro brazo G A de la verga. De suerte que las resistencias de dicha ó los cubos de los diámetros de su espesor en varios puntos, deberán ser iguales á los quadrados de las distancias de los tales puntos al penol inmediato, para que resulte equilibrado el particular esfuerzo que la verga experimenta en cada uno de ellos. Supongamos que la mitad del largo de una verga, ó uno de sus brazos como GA, conste de 64 partes iguales, y el diámetro de su espesor en el punto G, de 16; resulta de esta suposicion, que en un punto qualquiera que diste de A 27 de dichas partes, importará dar 9 de las tales partes al diámetro que determine el espesor del tal punto. Porque en virtud de la regla establecida, el cubo del diámetro 9 debe ser igual al quadrado de la distancia 27: esto es, 93 = 272; y esto en efecto se verifica; porque 93 =729, y 272=729. Si tomamos otro punto que diste 8 partes de A, el diámetro de dicho punto deberá constar de 4; porque 43= 8a2. 3 3 329 Dada esta breve idea de la figura que próximamente deben tener los masteleros y vergas, por razon de los distintos esfuerzos que experimentan en sus varios puntos, consideraremos ahora la direccion y efectos de los esfuerzos con que obran contra ellos las velas impelidas por el viento. Supongamos que G H (Lam. X. fig. 80.) nos represente el mastelero y palo mayor; A D la vela de gávia ; C F la vela mayor. Sea ademas K el centro de la vela de gávia, y el punto de reunion de los esfuerzos que el viento exerce contra ella. Por medio del anemometro, que se describe en el art. 543., sabremos el esfuerzo que el viento exerce sobre cada pie quadrado de superficie, y conseqüentemente sabiendo la extension de la vela en pies quadrados, nos consT tará el esfuerzo total que se efectua en el punto K. La vela A D está sujeta por medio de sus embergues, en su parte superior, á la verga A B, y en sus extremos inferiores á la verga mayor CD por mcdio de los escotines; en virtud de esta disposicion se vé, que el esfuerzo residente en K obra á la vez contra la parte superior é inferior, y solo el esfuerzo correspondiente á la superior trabaja contra el mastelero, empleándose el restante contra el palo á quien corresponde la verga C D. Reflexionando del propio modo sobre la vela C F, tendremos que solo parte de su esfuerzo total se empleará contra el punto J, y el restante contra los costados del buque en donde se afirman sus puños E y F, por medio de la mura y escota. En este supuesto, si consideramos la distancia intermedia J K, como la extension de una palanca en cuyos puntos extremos K y J se exercen dos esfuerzos determinados, concluiremos el punto de reunion L de ambos esfuerzos por lo dicho en el art. 89. En dicho punto debemos considerar reunidos todos los esfuerzos que el viento exerce sobre la vela de gávia, y sobre aquella parte de la mayor que los dirige contra el punto J. Del propio modo se hallaria el punto de reunion de los esfuerzos de tres ó mas velas, á lo largo de los masteleros y palos. Considerando su extension G H como una palanca, estarán mas expuestas á romperse aquellas partes de dicha, que mas disten del punto L, en donde se consideran reunidos los esfuerzos de las varias velas mareadas correspondientes á cada uno de sus palos. En conseqüencia de todo esto, se aumentan los diámetros de dichos en su parte inferior, para proporcionar sus resistencias en los términos insinuados (art. 324.) 330 Represente G H (Lam. XI. fig. 83.) la extension de un mastelero y palo; G S Q la curvidad de la gávia de arriba para abaxo; y QJ H la de la vela mayor. La gávia efectuará sus esfuerzos contra los puntos G y Q, segun la direccion de las tangentes G P, y Q P, tiradas á sus extremos. En este supuesto el esfuerzo absoluto R P se descompondrá en los dos GP, y Q P. Como el esfuerzo G P es obliquo al mastelero en G, lo podremos descomponer en los dos G M, y M P ; el primero paralelo al mastelero, y que obra de arriba para abaxo, y el segundo que obra perpendicularmente contra su longitud; este último contribuirá, como vimos en el art. 324. á romper el mastelero, y el primero lo haria descender, á no estar sujeto en su coz contra la espiga del palo. La misma division de fuerzas se advierte en la vela mayor Q J H. El punto Q de la gávia corresponde á la verga mayor; por consiguiente dicha verga sufrirá dos esfuerzos, uno segun la QP, perteneciente á la gávia, y otro propio suyo que se efectua segun la tangente QO. La fuerza y direccion equivalente á estas dos Q P, y Q O, resultará horizontal al modo de las R P, y N O, que representan las de sus correspondientes tangentes en una y otra vela. La verga mayor es mucho mas larga que la de gávia (Lam. X. fig. 80.), así aunque el esfuerzo horizontal que se exerce sobre la dicha C D fuese igual al que obra contra la gávia A B, sufriria no obstante mucho mas la verga mayor; porque dicho esfuerzo obra á los extremos C y D de una palanca CD, mayor que la A B. Por esta razon deben ser mayores los diámetros de las vergas mayores, que los de las gávias en sus correspondientes puntos. y 331 Habiendo descompuesto la fuerza G P (Lam. XI. fig. 83.) en las dos G M, y M P, vimos que la primera obraba de arriba para abaxo; por consiguiente la verga de gávia, por exemplo, sufrirá verticalmente una fuerza que procurará romperla. A medida que por qualesquiera causas aumente la curvidad G S Q de la vela, disminuirá el ángulo G P Q que forman las dos tangentes; y en el caso de ser dicho ángulo infinitesimo, las dos fuerzas G P, y Q P, se reducirán á la sola horizontal R P. Todo al contrario sucede si por razon de izar extraordinariamente la verga, disminuimos la curvidad de la vela G S Q; de suerte que en el caso de dexarla tan tirante tesa que destruyamos toda curvidad, y la dexemos enteramente plaresultará de 180° el ángulo G P Q de las dos tangentes. En semejante caso, las fuerzas segun las tangentes G P, y QP, GP, resultarian infinitas, y la vela de gávia, y otra qualquiera que consideremos en iguales términos, se romperia irremediablemente, en virtud de la fuerza infinita que obra segun la G Q. En atencion á esto, no se izan hasta lo sumo las vergas, y singularmente en las circunstancias de ser el viento fresco. na, 332 y Hemos dicho que quando una vela quede perfectamente tela fuerza que obra para romperla de abaxo para arriba, ó en su sa, direccion vertical es infinita. Para no dexar duda acerca de la verdad de esta asercion, propondremos una sencilla experiencia por cuyo medio pueda qualquiera convencerse. Procurese mantener lo mas tirante que sea posible un hilo vertical A B (Lam. XI. fig. 84.) sujetándolo, quanto sea dable, en A y en B. Muevase luego horizontalmente el dedo CD, con una velocidad y suavidad que haga su con |