nos grande, el mango CF comprime mas ó ménos el resorte interior. Á lo largo del mango CF, que está dividido en varias partes, se cuentan las libras ú onzas de la fuerza del viento, por el mismo estilo que en las palancas conocidas baxo el nombre de romanas. La diferencia que se advierte entre el anemometro y las romanas cargadas de pesos constantes consiste, en que las divisiones de estas últimas corresponden las mismas, siempre que no se alteren los pesos; pero como el viento exerce sus esfuerzos desigualmente soplando á rachas, el anemometro está en una contínua agitacion; y así, ó bien se elegirá un medio entre las divisiones que señalase el mango C F durante determinado tiempo, para concluir la fuerza media del viento, ó bien se elegirá la mayor señal para tener el mayor de sus impulsos, segun el objeto que se lleve en la experiencia. Una de las ventajas de este instrumento consiste en que basta colocar el pedazo de carton paralelamente á la superficie de las velas, para concluir el esfuerzo que el viento exerce contra cada pie de superficie, sin que interese el atender á la oblicuidad del choque. De esta forma se vé que seria muy fácil el determinar la fuerza total que se emplea en el movimiento de un buque, y para mas exâctitud puede substituirse al quadrado de carton, otro de la misma tela de las velas; de este modo se podrian preveer las ocasiones en que hay riesgo de desarbolar, ó de que sucedan otros accidentes de mayor peligro. 544 Para graduar ó dividir el mango C F de este instrumento, es menester que el dicho esté casi del todo concluido. Entónces se procura situarlo verticalmente de suerte que el plano A D quede horizontal, y se van colocando sobre él sucesivamente varios pesos, los quales, segun son mayores ó menores, profundizan en el tubo ó cilindro F G mayor ó menor porcion del mango C F, y dan lugar á que se señalen en él los efectos de los pesos por libras y onzas. Mr. Bouguer encarga que se disminuya en quanto sea dable la longitud del mango C F G, y que el todo del instrumento resulte lo mas ligero que sea posible, advirtiendo que para disminuir el roce del C F á su entrada en el tubo, se coloque en dicho parage un mango pequeño molinete ó rollete. 545 Hemos dicho (art. 543.) que para hacer uso de este instrumento se presenta la superficie A D contra el viento, y teniendo agarrado firmemente con la mano el tubo F G, se determina la fuerza del viento por las divisiones del mango C F que se introducen. El modo de asegurar la experiencia, y conocer quando el plano A D está dispuesto perpendicularmente contra la direccion del viento, consiste en darle á aquel varias inclinaciones, y observar en qual de ellas se introduce mas el mango C F. Para que esta práctica goce de un suficiente grado de exactitud, importa que nos aseguremos de la constancia del viento. Desde luego se manifiesta que el tubo F G, que presentamos al viento agarrándolo con la mano, y el todo del anemometro puede colocarse sobre un pie fixo en disposicion que el mismo viento haga girar el plano A D, hasta situarlo en una direccion perpendicular á su impulso, al modo que lo efectúa con las veletas que se colocan en las torres. De esta suerte sabremos que la fuerza del viento que nos indique el instrumento es efecto de un impulso perpendicular, y no tendremos duda en que el valor de su esfuerzo absoluto, deducido de la experiencia, resulte disminuido por la oblicuidad del choque. En la parte Marina de la Enciclopedia, el autor del artículo Anemometres ofrece darnos en el artículo Vent la descripcion de un anemometro de su invencion, en el qual se distingan quando las direcciones del viento difieren de la horizontal y son de abaxo para arriba, ó al contrario. Como quiera sea, la sencillez de este último instrumento diferirá poco del que acabamos de describir, y solo debemos esperar ventajas por lo que hace á su perfeccion. 546 Habiendo descripto el anemometro y el modo de observar en él la fuerza del viento, conviene que indiquemos los medios de que podemos valernos para reducir la fuerza observada de este elemento á velocidad, á fin de que en los triángulos C G c, C MJ (Lam. XVII. y XVIII. fig. 143. y 145.) podamos concluir los lados c G, JM, que expresan la velocidad relativa del viento para ambos casos, y sin cuyo dato no podriamos resolver dichos triángulos y averiguar los ángulos en G y en M, ó la cantidad que difiere la aparente direccion del viento que nos dan las grimpolas de la real y verdadera, como indicamos (art. 536.). Pero ántes importa considerar que, quando navegamos y hacemos uso del anemometro, solo concluimos la fuerza relativa del viento; porque dicho instrumento insistente en el buque participa de la velocidad de este último, y el viento solo lo impele con su fuerza relativa. Muy al contrario se verifica estando anclados, ó en la circunstancia de quedarnos en facha; en semejante caso el viento hace contra el anemometro el mismo esfuerzo que haria contra un cuerpo inmovil; y por consiguiente di cho instrumento nos dará entónces el esfuerzo absoluto del viento. 547 Mr. Bouguer en el cap. 1.o seccion 3.3 de la Manoeuvre des Vaiseaux, nos dá una tabla de las distintas velocidades del viento correspondientes á sus diversos esfuerzos contados en libras y onzas; pero es menester advertir que la correspondencia entre las velocidades é impulsos de esta tabla, está deducida con arreglo al antiguo sistema acerca de las resistencias de los fluidos, en que se supone que sus impulsos son proporcionales á los quadrados de sus velocidades. Los trabajos y nuevos descubrimientos de D. Jorge Juan no nos consienten hacer uso de la tabla del autor citado, y nos presentan en el uso de una de las elegantes fórmulas de su Exâmen Marítimo, los medios de reducir á velocidades absolutas ó relativas, los absolutos ó relativos esfuerzos del viento que nos dé el ane mometro. = 20 548 La fórmula que conviene para el caso del anemometro cuya superficie A D es plana, es la que dicho autor trae en el art. 266. del 2.0 tomo de su Exâmen Marítimo, y es mauh sen. a. En dicha fórmula m indica la densidad del agua del mar, a h la superficie ó pie quadrado del anemometro que se expone al choque del viento, sen. a el seno del ángulo que forma la superficie A D de dicho instrumento con el viento, y suponiendo que este último le es perpendicular, sen. a será 1, ó igual al radio, u representa la velocidad del viento. Para hacer uso de esta fórmula, supongamos que el anemometro nos haya señalado 8 onzas por el esfuerzo del viento; tendremos que re decir, que para convertir el esfuerzo del viento que nos dá el anemometro en velocidad, debemos multiplicar dicho esfuerzo por 20, y dividir la cantidad que nos resulte, por el producto que nos dá la densidad del agua del mar multiplicada por la superficie del mauh=8 onzas; y sacando el valor de u — anemometro. 20 x 8 onz. mah Quie 549 En el uso de los globos areostáticos podemos hallar uno de los medios mas seguros para formar una larga tabla, en la qual se establezca la correspondencia entre los diversos esfuerzos del viento que nos indique un anemometro, y las correspondientes velocidades de dicho elemento. Para la experiencia puede elegirse la cortina de una muralla comprehendida entre dos de sus baluartes, ó el lienzo de otro qualquiera edificio que corra paralelamente á la direccion del viento. Dos observadores se colocarán en el baluarte de barlovento de la muralla, y al tiempo mismo que el uno de ellos exprese con una voz las libras y onzas del esfuerzo del viento que señala el anemometro, expuesto perpendicularmente á su direccion, largará el otro un pequeño globo areostático, notando en un buen relox de segundos el minuto y segundo en que lo largó. Entre tanto otros dos observadores situados en el baluarte de sotavento, esperarán el momento en que apulse el globo en un hilo vertical dispuesto en una pínula, ó en el centro del vidrio objetivo de un anteojo; y el que tenga en la mano otro buen relox de segundos, arreglado al primero, notará el momento que señala quando su compañero indique por una voz qualquiera el instante del apulso. Con solo un relox de segundos se puede practicar lo insinuado, significando los momentos en que se larga y apulsa el globo por el fogonazo de una pistola. Teniendo ya medida de antemano la distancia entre los dos observadores, ó midiendola despues con toda exâctitud, se tendrá en qualesquiera medidas la velocidad del viento, que durante un segundo de tiempo corresponde al determinado esfuerzo que señala el anemometro. Esta misma experiencia repetida con varios vientos, ó en las alternativas de mas y ménos fuerte de uno mismo, nos facilitará la formacion de una larga tabla, que establezca las velocidades del viento correspondientes á los esfuerzos que indique el anemometro. Con el fin de fundar la eleccion que acabamos de hacer de los pequeños globos areostáticos para medir la velocidad del viento, extractaremos las siguientes reflexiones de un sugeto á quien hemos consultado en el asunto. »Los cuerpos mas pesados que el ayre manifiestan próximamente "la velocidad media de las capas de dicho elemento que atraviesan »descendiendo; y los mas ligeros la media de las capas que atravie»san elevándose por esto es menester una cierta gravedad específi»ca en el cuerpo para cada capa, si la velocidad de estas no es la "misma. La ventaja de los cuerpos mas ligeros consiste en que sien»do muy corta su masa, reciben mas prontamente el movimiento que "el viento procura imprimirles venciendo su inercia. Por esta razon »un cuerpo de mucha gravedad específica seria enteramente inútil; »porque necesitaria, por exemplo, que el viento actuase sobre él 15′ "para tomar la misma velocidad, quando los igualmente ligeros que "el ayre pueden tomar casi toda la velocidad del viento, por exem"plo, en 1'. Los cuerpos mas á propósito serán aquellos cuya super»ficie es mayor respecto de la masa: y quizás por esta razon algu »nos cuerpos muy porosos, aunque mas pesados que el ayre, serian "preferibles á los globos areostáticos. Se debe tener cuidado en no empezar á contar el tiempo y dis»tancia caminada por el cuerpo desde que éste se arroja, sino algun "tiempo despues por las razones expresadas; de las quales sigue que "aunque el cuerpo fuese diez ó cien veces mas ligero que el ayre, »siempre tendria algunos instantes despues de haberlo soltado una » velocidad menor que el viento. Tambien sigue que, haciendo la ex"periencia con varios cuerpos á un tiempo, el que da mayor veloci»dad es el mejor." 150 Respecto á la exâcta reduccion del esfuerzo del viento en velocidad debemos advertir que, en igualdad de velocidades, la accion del viento puede variar sensiblemente, segun lo mas rarefacto que se halle por el calor, ó lo mas condensado que esté por el frio; porque los cuerpos que caminan con una misma velocidad, causan en los que chocan unos efectos, que crecen á medida que aumentan sus densidades. Ademas, el viento puede hallarse impregnado de maó menor número de partículas de agua, lo que lo hace mas ó yor ménos denso, y lo constituye capaz de diversos esfuerzos. De esto mismo se puede inferir que para la perfecta reduccion de los esfuerzos del viento á velocidades, convendria entre otras cosas, que acompañase al anemometro un buen higrometro. CAPÍTULO XX. De los errores que pueden cometerse en el método ordinario de observar los abatimientos causados por solo el efecto del viento. Hemos visto que la direccion del viento indicada por las 551 grimpolas podia equivocarnos, no solo en el concepto formado de los objetos situados á nuestro barlovento y sotavento, sino tambien en el que, atenidos á dichos instrumentos, formasemos del número de quartas en que un buque puede ceñir el viento, y de las variedades de este último. Conseqüentemente á estos errores, manifestamos en los capítulos precedentes los modos de emendarlos: en este insinuaremos brevemente, el error á que puede estar sujeto el juicio que se forma del abatimiento ó deriva de un navio, por el método ordinario de observarlo. Aunque este punto pertenece á los tratados de navegacion, singularmente en la parte de la correccion de los rumbos, Pp |