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fanegas de tierra para esta clase de cultivo en un terreno escogido; y contra las reglas de la PARTICION de terRENOS PARA SEMBRADOS, solo se cultiva en él el cáñamo prodigando los ABONOS, (V, estas palabras). Sembrando espeso los tallos dán mejores cerros, se elevan mas, los hilos son mas largos y mas finos, y la corteza es ménos gruesa; pero cuando se cultiva para coger los cañamones es preciso sembrar claro, en razon á que se ramifican mas las raices, las fibras son mas toscas y mas cortas, y las simientes mas abundantes.

Labrada la tierra á mucha profundidad y estercolada ántes del invierno, se siembra el cañamazo en la primavera, en el momento en que no se temen ya las heladas, que son funestas al cáñamo. Por lo regular se emplean en Francia 3 hectolitros de simiente por cada arpent, y esta no debe ser enterrada. Se siembra despues de haber pasado por el campo la grada y el rodillo, bastando luego el rastrillar la tierra con un manojo de espinos. Los pájaros, los turones y los insectos apetecen mucho estas simientes, y conviene tomar precauciones para preservar el semillero de los destrozos de estos animales. La primera lluvia hace levantar el cáñamo inmediatamente.

Esta planta es dióica, es decir que sus flores masculinas están separadas de las femeninas en tallos diferentes; los botánicos la clasifican en la dioiecia peutandria y en la familia de las urticeas. En general los taIlos masculinos son mas delgados, ménos altos, y se ponen amarillos ántes que los femeninos, y asi es que Jos cultivadores por un error fundado en el conocimiento de la fuerza de los séres del género masculino, tienen la costumbre de dar el nombre de cáñamo masculino ó macho al tallo femenino, que es mas vigoroso,

á pesar de ser el que lleva las semillas. Se distinguen con facilidad estos dos sexos en un campo donde crecen mezclados unos con otros. Se deberian coger primero los tallos masculinos tan pronto como están amarillos y marchitos; los femeninos no llegan á la ma→ durez hasta un mes ó seis semanas despues, y exigen una segunda cosecha. Para seguir este método seria preciso sembrar por radios á fin de hacer sucesivamente estas dos cosechas sin que la primera pudiera destruir parte de los productos de la segunda; pero como por lo regular solo hay un tallo masculino por cada dos femeninos, y que no se pueden arrancar los primeros ántes que los segundos sin perder mucha parte de estos, que solo maduran mucho mas tarde, no se acostumbra hacer las dos cosechas sucesivamente. Cuando están ma-, duras las semillas, es preciso tener mucho cuidado con el cañamar para preservarlo de los ataques de los pájaros, que son muy golosos de las semillas de cañamazo.

Los tallos masculinos son los mas fuertes en su juventud; pero pronto les sobrepujan en elevacion los que llevan las simientes. La hermosura del cáñamo depende de la profundidad de los labores, de la calidad de los abonos, de la fecundidad del terreno, de la humedad de la estacion, etc. Cuando se cultiva esta planta para sacar de ella la simiente, se debe sembrar en hileras separadas, ó á lo largo de los setos ó cercados, á fin de que el aire y la luz puedan obrar con fuerza; pero escepto en este caso, casi nunca se coge sino un tercio ó un cuarto mas de lo que se ha sembrado.

Los tallos arrancados se colocan en el suelo en pequeños montones que se dejan secar al sol; se recogen las semillas golpeando las cabezas sobre una sábana, sin servirse del TRILLO DE MANO, ó peinándolas en un

banco que tiene algunos dientes de hierro. Se aecha la semilla, se hace secar el monton, y se guarda luego para emplearla cuando se necesita. Está destinada para alimentar las aves caseras ó para hacer aceite; en este último caso se pone en el molino y el resíduo sirve para alimentar los animales domésticos, que las comen con mucho gusto.

agua

Cortadas las cabezas y las raices, se trata de hacer enriar los tallos para sacar de ellos los cerros. Estos filamentos están pegados á la corteza por medio de una substancia gomo-resinosa que hace tan fuerte su adherencia, que seria imposible despegarlos sin romperlos. El objeto de embalsar ó ENRIAR EL CANAMO es el descomponer esta substancia á fin de hacer fácil la extraccion de los cerros. Se quitan todas las hojas; pero podria ahorrarse este trabajo, pues no producen efecto alguno perjudicial; se hacen en seguida manojos ó atados de tallos, que se dejan estar en el hasta que la putrefaccion haya destruido la resina. En la corteza y en la direccion de la longitud de la planta es donde están las fibras de los cerros, que forman como las tres cuartas partes del peso de la corteza. En el artículo ENRIAR EL CANAMO, describirémos los procedimientos que deben seguirse y la teoría de esta operacion; debémos limitarnos ahora á decir que los manojos de cáñamo se ponen en el fondo del agua, donde están asegurados por medio de estacas ó de piedras, hasta que la fermentacion pútrida haya producido la descomposicion de la corteza, y permita el quitar de ella los filamentos.

Las exhalaciones infectas que emanan de los pantanos y de los arroyos donde se establecen las albercas 6 balsas, la putridez de las aguas que por lo regular son estancadas, el calor de la estacion, el mismo olor de la

planta que es narcótico, causan con frecuencia enfermedades contagiosas en los parages en donde se enria el cáñamo. Seria muy ventajoso el poderse pasar de una operacion tan perjudicial á la salud, que debilita los filamentos y expone á sufrir pérdidas. Muchos mecánicos han probado el extraer el cáñamo sin enriarlo, y despues de varios experimentos infructuosos, hechos en España y en Italia, M. Lee, Hill y Bondy en Inglaterra, y M. Christian en Francia, han creido haber conseguido este importante objeto; pero se ha visto por la experiencia que sus máquinas no podian dispensar de enriar los cáñamos. Los cerros dados por los procedimientos mecánicos son cortos, duros, rotas, es preciso prepararlos, y hay en fin desperdicios de mucha consideracion. Estas circunstancias unidas á los gastos de adquisicion y conservacion de una máquina que no trabaja con bastante rapidez, y ocasiona desembolsos dobles que el enriar los cáñamos, han hecho abandonar estas invenciones, cuyo mérito y utilidad se habian exagerado al principio,

Una vez curado el cáñamo, se pone á secar al aire ó al sol. Conviene el colocar los tallos á lo largo de las paredes para apresurar su desecacion, pues la humedad tarda poco en pudrir los filamentos, si se lleva mas allá del punto en que queda descompuesta la goma-resina. Unas veces se quitan estas fibras con la mano, y es lo que se llama agramar, y otras veces se emplea una máquina que quebranta la parte leñosa que se ha hecho muy frágil, sin romper los hilos que tienen al contrario mucha flexibilidad, y á esta operacion se dá el nombre de rastrillar ó peinar. Lá mas sencilla de estas máquinas es la AGRAMADERA (V. esta palabra); se hace tambien rodar sobre los tallos ya secos un cono de

piedras para aplastarlos, lo mismo que en los MOLINOS de aceite.

Los pedazos de tallos que resultan despues de haber agramado se llaman cañamiza ó agramiza, de que se hacen pajuelas; se emplean para calentar el horno, y su carbon es reputado por el mejor para la fabricacion de la pólvora, etc. En las largas noches del otoño, cuando ya no se puede trabajar en los campos, las mugeres agraman el cáñamo y sacan de él la cañamiza. Este procedimiento, muy largo, es poco costoso, pues solo se emplea en él un tiempo inútil para otra cosa, y se conservan mas enteros los filamentos que si se hiciese uso de las máquinas.

Las hojas de cáñamo son un abono excelente, y para fecundar el terreno se podria sembrar esta planta, á fin de enterrar despues los tallos por medio del arado. cuando la planta tiene un pié de elevacion, poco mas ó ménos.

El cultivo del cáñamo es por lo general muy costoso, y rara vez la cosecha reembolsa los gastos con una ganancia proporcionada á los trabajos que se han hecho. Asi es que este ramo de industria está muy lejos de tener actualmente la extension que tenia en otro tiempo, y el terreno dá apenas dos tercios del cáñamo necesario para el consumo que se hace de él, en particular para fabricar las cuerdas y las velas de la marina. El comercio hace venir esta substancia del extrangero á precios muy bajos, y los gastos de cultivo no permiten el sostener la concurrencia con ellos, en razon al mucho coste del trabajo material; pero este mal es de poca consideracion, pues no se debe sacar de él otra consecuencia, sino que el terreno se emplea entre nosotros con mayor utilidad para producir otras substancia sque no

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