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te su celeridad; el otro extremo del eje del cilindro pequeño tiene una rueda de ángulo G que hace girar un árbol H destinado á comunicar el movimiento á los cilindros alimentadores c, c, y desde ellos á los rodillos de la tela sin fin b, b. En fin, desde una polea doble I colocada sobre el eje del tambor, se propaga el movimiento por un lado al cilindro desmenuzador, y por el otro al eje codado ƒ que hace mover el peine.

En este estado se puede seguir sin trabajo la operacion de la máquina; la tela sin fin entrega el algodon á los cilindros estriados que lo comprimen y que solo lo ceden al pequeño cilindro desmenuzador, haciéndole pedazos, en razon á que este gira con mayor celeridad que aquellos. El algodon de que se ha cargado este primer cilindro, pasa en seguida al gran tambor; pero despues de haber sido hecho pedazos otra vez, pues aunque las superficies de estos dos cilindros giran en la misma direccion, como tienen una celeridad relativa muy diferente, el algodon pasa de una á otra y se divide entre ellas, como si la una estuviera fija y la otra fuese movible. Los filamentos son llevados en seguida contra los dientes de los sombreros, donde sufren un alargamiento prolongado que los endereza y los peina, por decirlo asi; cada fibrita pasa sucesivamente y con lentitud de un diente al que le sigue, ya sobre el cilindro, ya sobre el sombrero, y es arrastrada hasta el cilindro de descarga; este presenta una superficie despojada con· tinuamente de filamentos por el peine, y asi es que las cardas que lo cubren, girando con mayor lentitud que las del tambor, aunque es la misma direccion, tienden á quitar á este último la mitad de su carga, y lo dejarian pronto á descubierto si no reparaba continuamente las pérdidas por la accion de los cilindros alimenta

dores que le van proveyendo de materia á proporcion que la necesita.

El algodon queda finalmente reducido á una tela filamentosa muy delgada y muy suelta, y se conoce la mayor ó menor perfeccion del trabajo cuando al colocar esta tela entre la luz y la vista, no se vén en ella desigualdades, y si en todas las partes la misma transparencia y homogeneidad.

Pero no basta una primera cardadura para obtener este grado de perfeccion, y se hace indispensable una segunda operacion y á veces hasta una tercera. La última cardadura se llama cardadura en fino, por oposicion á la primera, que no hace mas que desbastar, y la máquina en que se opera, toma el nombre de carda de cintas, porque en efecto el algodon sale de ella bajo esta forma. Se diferencia de la carda en grueso, en que en vez de tener un cilindro liso, como lo hémos dicho ya, tiene un embudo y dos rodillos comprimidores destinados á transformar la tela filamentosa en cintas. Las cardas de que está provista, tienen ademas mayor finura y suavidad que en el primer caso.

Para que una máquina de cardar trabaje de un modo satisfactorio, es preciso que los cilindros de que se compone, tengan dimensiones convenientes, y que sus celeridades de rotacion, tengan entre si relaciones determinadas. Solo la experiencia ha podido enseñar cuales son las dimensiones y las celeridades que presentan mayores ventajas, y los constructores han adoptado, casi generalmente, las siguientes:

Los cilindros alimentadores tienen por lo regular de 3 á 3 centímetros de diámetro.

El diámetro del tambor grande varia entre 9 y 10 decímetros.

El cilindro de descarga tiene 3 decímetros de diá

metro.

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La celeridad relativa de las superficies de estos dos tambores debe estar en la relacion de 6 67 á 1 es decir, que mientras el primero dá una vuelta, el otro debe dar 16 6 20.

En algunas máquinas, el tambor grande tiene un metro de grueso, hace 25 revoluciones, al paso que solo hace una el pequeño, que tiene solo tiene 33 centímetros, lo que dá á la superficie del uno mas de 8 veces la celeridad del otro es un defecto reconocido, en particular en los algodones de hebra corta, pues aunque por este medio tenga la tela filamentosa una apariencia mas hermosa, se ha conocido que los filamentos se rompian demasiado por la celeridad desproporcionada del tambor grande con la del pequeño; el hilo que resulta del empleo de este algodon debe ser por precision ménos adherente, mas cargado de filamentos no reunidos y de consiguiente mas velloso.

El producido medio de una carda de telas filamentosas es de 30 kilógramos por cada 24 horas, suponienel cilindro grande describa 100 revoluciones poco mas ó ménos por minuto.

do que

La carga de la carda es de 12 decagramos poco mas ó ménos, de algodon tendido con toda la igualdad posible por un muchacho, sobre la tela sin fin, de 8 decímetros de largo, que la transmite á los cilindros alimentadores.

La igualdad de hilo que se hace con el algodon cardado, y la posibilidad de darle la mayor finura que sea dable, depende esencialmente de la regularidad con que las cardas preparan las telas filamentosas y las cintas. Para obtener la perfeccion de este trabajo importante,

seria necesario que el algodon pudiese llegar al tambor en cantidad perfectamente igual en todos los instantes de la operacion, y para ello, seria preciso que el tambor y los cilindros conservasen inalterablemente una forma rigorosamente cilíndrica, que no fuese de modo alguno suceptible de resentirse de la influencia de las variaciones atmosféricas.

Es claro que si varian, aunque sea insensiblemente, las formas y dimensiones de los tambores, resultará que en todos los puntos donde falte redondez, las partes proeminentes se llevan mas algodon que las partes bajas, originándose de ello desigualdades inevitables en el grueso de la tela filamentosa y de la cinta.

Muchos constructores han buscado los medios de evi tar este inconveniente. M. Molard, ha hecho construir cilindros y tambores que conservan perfectamente su redondez, y ha obtenido este resultado, combinando las piezas de madera que los componen, de modo que las fibras de la madera tengan su direccion desde el cen→ tro á la circunferencia.

M. Calla forma el tambor de descarga de cobre laminado, lo que le dá la propiedad de estar ménos expues→ to á perder su forma, que los que se construyen de ma→ dera, segun el método comun. En cuanto al tambor grande, está compuesto de duelas de tres gruesos de maderas diferentes; la del centro es de pino, y las de los dos lados de tilo, de 2 decímetros cada una. Estas due las están ménos expuestas á torcerse que si fueran de un solo pedazo de madera por mas seco que se suponga. Su ancho excede de unos 3 centímetros la de las planchas de carda. V. esta descripcion en x, x, fig. 1.

Los cruceros ó círculos que sirven de ánima son de hierro fundido y de 6 radios. Las duelas están clavadas

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á su circunferencia por medio de pernos con cabeza cuadrada y con tuerca.

M. Collier reemplaza las duelas de madera con una cubierta delgada de hierro, la que cubre por encima y por debajo con una capa de un cimiento cualquiera; pero sólido é inalterable.

M. Jorge Bodmer ha empleado en sus máquinas, tam, bores de cardas de papel, construidos á imitacion de los émbolos de Belidor, y la experiencia y el raciocinio han demostrado que eran preferibles á los cilindros de madera. (V. CILINDROS de papel ).

Cardadura de la lana. La cardadura de la lana tiene por objeto el desenredar y separar sus filamentos para hacerla mas ligera, mas igual y mas homogénea; la cardadura rompe la lana al tiempo de abrirla, y este quebrantamiento hace sus hilos mas erizados y mas veIlosos, y por lo mismo mas dispuestos á unirse y á entremezclarse unos con otros. La lana toma tambien mucha dilatacion, los filamentos cortos y quebrantados no tienen direccion alguna determinada, tienden á asirse unos á otros, lo que hace que los hilos de lana cardada que se emplean en la fabricacion de un tejido, tienen una gran disposicion á fieltrarse.

Las máquinas para cardar la lana son semejantes á las del algodon; pero diferentes en muchos puntos esenciales. Los filamentos de la lana mas encrespados y ménos suaves que los de algodon, exigen una cantidad de cilindros alternativos de descarga y de envio, y solo por su medio puede abrirse la lana sin desmenuzarla demasiado, en vez de que en las máquinas de cardar el algodon, los cilindros de que acabámos de hablar, están reemplazados por coginetes inmóviles.

Los filamentos de la lana presentan tambien otra par

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