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ticularidad digna de atencion que los distingue de los del algodon, del cáñamo y del lino; estos tienen una superficie lisa, al paso que los pelos están cubiertos de pequeñas hojas 6 escamas sumamente delgadas, y sobrepuestas desde la raiz á la punta. Se conoce con fa→ cilidad la existencia de estas escamas, tomando un pelo de lana bien seco, colocándolo entre el pulgar y al índice y haciendo resbalar despues alternativamente los dedos uno sobre otro, y entonces se percibe que el pelo toma un movimiento progresivo en la direccion de su longitud, y siempre dirigido hacia la raiz. Si se pone despues el pelo al revés, colocando la punta en lugar de la raiz, el movimiento se hará en direccion opuesta, es decir, que se dirigirá siempre hacia la raiz. (V. FIELTRO).

Es fácil de concebir, que á consecuencia de esta esa tructura particular de la lana, seria preciso, para que el hilo tuviera la mayor fuerza posible, que todos los pelos contiguos estuviesen colocados en direccion opuesta, es decir, que la punta del uno estuviese arrimada á la raiz del otro, y vice-versa; entónces las escamas del uno encajarian en las del otro; la adherencia de los pelos seria la mas completa posible, y el hilo adquiriria en consecuencia una fuerza mayor. Se debe pues hacer de modo en la operacion de cardar, que los pelos tomen la disposicion mas parecida á la que acabámos de indicar, y asi es, que esta interesante operacion debe dividirlos, agitarlos, darles vueltas muchísimas veces,

colocarlos de modo, que en cuanto sea posible, nin guo pelo se encuentre tendido en la misma direccion que su inmediato, á fin de que pueda asirse sin falta uno á otro. Se obtiene este efecto, formando las cardas con un cilindro grande, á cuyo alrededor giran en diferen

tes direcciones muchos otros cilindros. Resulta de ello, que arrastrados los pelos por su movimiento circular y llevados у traidos á todos lados, solo por una casualidad muy poco probable, pueden encontrarse en la posicion relativa que tenian al principio. Los hilos hechos con la lana cardada de este modo, y que se ha hecho susceptible de tomar una gran adherencia, se hilan con mayor facilidad y con mas solidez que los que resultan de la cardadura de la lana hecha á la mano.

El trabajo de la cardadura mecánica de la lana se subdivide en dos operaciones: la primera llamada cardadura en grueso, no es en cierto modo, mas que una desbastadura preparatoria, y la lana sale en forma de tela filamentosa, de la máquina que hace esta primera operacion. Se somete en seguida á la accion de otra máquina, en la que se verifica la cardadura difinitiva, ó cardadura propiamente dicha, y que la reduce á rajitas en estado de ser hiladas.

La carda de tela filamentosa, (lám. 60 fig. 4) se compone de varios cilindros cubiertos de cardas, colocados al rededor de un tambor A cubierto tambien de cardas, cuyo diámetro es de 9 decimetros poco mas ó ménos. La lana se coloca y estiende primero sobre una tela sin fin a tendida entre dos rodillos b, b, que la llevan por grados hacia los rodillos alimentadores c, c; estos van cogiendo los filamentos colocados encima de la tela, y los distribuyen al primer cilindro cardador B, que los entrega al tambor A. Este cilindro grande tiene en su parte superior tres pares de otros cilindros mas pequefios, que efectuan sucesivamente la cardadura. Cada par de cilindros se compone de un trabajador C y de un limpiador D, este mas pequeño que el otro y girando con él en direccion contraria del tambor. Los dientes

del primer trabajador toman la lana de encima del cilindro grande, y se la dejan luego quitar por el limpiador, que gira con mucha rapidez, y la restituye á las cardas del tambor; la que es casi inmediatamente arrebatada por el segundo trabajador, que la entrega al limpiador que le acompaña, y la transmite al tambor, asi sucesivamente. Por esta traslacion reiterada de uno á otro cilindro, y por un alargamiento continuo que sufre la lana entre los dientes de las cardas, se opera la division de los filamentos, su separacion y su dilacion. Arrastrados, girados y vueltos á girar en todas direcciones, los filamentos se mezclan, se confunden, se separan sucesivamente y forman una lana ligera, igual y homogénea en todas sus partes.

y

Los dientes de los diferentes cilindros no se tocan, pero trabajan tan inmediatos que se quitan unos á otros con facilidad la lana de que están cargados, tomándola solo en cantidades muy pequeñas.

Cuando los filamentos han sido estirados de este modo, por tres, ó algunas veces por cuatro pares de cilindros trabajadores, son al fin arrebatados de encima del tambor por un cilindro de descarga E mas pequeño que este, y que gira con mucha lentitud. La lana se desprende del cilindro de descarga por medio de un peine de acero F, que tiene un movimiento alternativo tal, que el peine al subir no toque la superficie del cilindro, y si la toque al bajar, de modo que la lana sale de entre los dientes de las cardas en forma de una tela filamentosa sin fin; pero sumamente delgada, la que es recibida por un tambor liso, donde dá muchas vueltas, formando al fin un colchon de materia filamentosa mas ó ménos grueso y bastante homogéneo (*).

(*) Como solo describímos aqui la carda de rajitas ó cintas, no está representado este tambor en la figura,

La lana no está sin embargo todavia bastante desenredada en este tambor, y se vén en ella pequeños copos arrollados que no han podido ser estirados por esta primera desbastadura. Se sujeta la lana á una segunda operacion en la misma máquina, y se reitera si es necesario, procediéndose despues á la cardadura propia→ mente dicha, que se hace en la carda de cintas.

Esta se diferencia de la precedente en varios puntos; el cilindro se descarga en vez de tener su superficie convexa enteramente cubierta de cintas de cardas; solo tiene planchas colocadas de distancia en distancia, de mo do que la lana cardada es arrebatada de ella por el peine, bajo la forma de telas filamentosas estrechas y largas como las planchas. Cada una de estas telas parciales forma en seguida una cinta, y para ello son sucesivamente recibidas en un cilindro extriado G envuelto en su parte inferior y posterior de una cantidad de cilindro hueco H. La lana al dar vueltas en el pequeño espacio que separa estos dos cilindros, toma tambien la forma cilíndrica, y va á caer en forma de cintas sobre una tela sin fin I colocada debajo y en la parte anterior del cilindro extriado.

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La card de cintas tiene ademas una dentadura mas fina que la de telas filamentosas. Todas las partes de ambas máquinas reciben su movimiento de un solo motor que hace girar el eje del tambor, desde donde se distribuye el movimiento hasta los extremos por medio de encajes de ruedas, de correas y de cadenas sin fin.

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La armazon de la máquina es por lo regular de madera; pero si se hace de fundicion, es mucho mas sólida y ménos expuesta á descomponerse. La armazon sostiene el tambor principal, al que se dá un diámetro de

9 decímetros sobre 8 de longitud, y este tambor hace 100 rotaciones por minuto. Un arco ó una media luna JJ, de madera, pero mejor de fundicion, se coloca sobre la armazon á derecha é izquierda del tambor, para suportar los apoyos destinados á sostener los cilindros pequeños que cubren al grande. Como estos cilindros trabajadores y limpiadores deben estar mas ó ménos inmediatos uno á otro, lo mismo que el tambor, sus apoyos deben prestarse á esta condicion, y ser de consiguiente movibles en una sola direccion, y los otros en dos, lo que es fácil conseguir asegurándolos con tornillos de llamamiento ó atraccion.

La superficie de los cilindros trabajadores se mueve en la misma direccion que la del tambor; pero gira con mucha mayor lentitud, y estos cilindros reciben el movimiento de una cadena con eslabones K, K, que lo recibe del eje del tambor por medio de un engargante que lo hace sumamente lento. Las proporciones deben ser tales que los cilindros trabajadores solo hagan una revolucion por cada 10 vueltas del tambor, y como tienen 2 decímetros de diámetro, su superficie se mueve con 45 veces ménos celeridad que el tambor.

Los cilindros limpiadores están colocados de modo que cardan la lana sobre los trabajadores, y tambien sobre el cilindro grande giran con mucha velocidad y toman la lana de encima de los trabajadores que dejan enteramente limpios; pero su superficie no se mueve con tanta rapidez como la del tambor, cuyo eje tiene una polea de 5 decímetros que transmite á aquellos el movimiento por medio de una correa sin fin, y de otras tantas poleas de 15 centímetros. Se vé pues que los limpiadores dan á poca diferencia 3 vueltas por cada revolucion de cilindro grande; pero como solo tienen 1 deci

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