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Para esta clase de cartones solo se emplea papel blanco, se redondea perfectamente y se presenta mucho mejor á tomar cualquiera forma que aquel en que se hace entrar el papel de estraza. Con el objeto de conseguir alguna economía sobre el precio del papel, se compra en las fábricas de papel, papel costero: asi se llaman los pliegos rasgados ó que tienen defectos que los hacen desechar, y les impiden el hacer parte de las manos y de las resmas. Este papel se vende en Francia por lo regular á peso. La colocacion preparatoria de este papel se hace del modo que hémos indicado, es decir, que primero se pone sobre la tabla un pliego de papel sin ningun defecto, y encima de este se ponen tantos pliegos como debe tener el carton, ménos dos, segun el grueso que se quiera dar á este. Estos pliegos intermedios son de papel costero; pero si el pliego no es entero, debe tenerse cuidado de añadir otros pedazos, á fin de que el grueso sea igual en todas partes. Se concluye poniendo encima dos pliegos de papel como el primero. Sobre este primer monton se coloca otro igual, pero solo de pliegos intermedios, y se acaba siempre con dos pliegos sin defectos, excepto en el último monton que se concluye por un pliego entero y sin defectos. Es menester tener tambien cuidado al colocar estos montones unos encima de otros, de hacer que sobresalgan alternativamente de una pulgada poco mas ó ménos, sobre la derecha y sobre la izquierda. Esta disposicion es necesaria para que el operario conozca que cuando ha tomado sucesivamente todo el monton un pliego despues de otro, debe tomar á la vez los dos primeros pliegos del monton que sigue, y por este medio quedan separados los cartones.

Prensadura. Cuando están engrudados todos los car

tones, se cubre el monton con un pliego de papel de calidad inferior, como el primero que se ha puesto sobre la tabla de roble, y se cubre todo con una tabla igual. Se coloca todo el monton en la prensa y se aprieta con poca fuerza, á fin de no exprimir demasiado engrudo ántes de que esté bien pegado, Se aprieta de cuarto de hora en cuarto de hora hasta que la prensa resista ya el comprimir. Durante este tiempo se engruda otro monton y no se saca el primero de la prensa, hasta que el segundo se halla en estado de poder ponerse en ella.

Tender y secar. Se limpian los montones tan luego como se sacan de la prensa, es decir, que se quitan con un pincel muy suave mojado en agua fria, las rebabas de engcudo que la presion ha hecho salir de entre los pliegos. La aplicacion del agua fria deslie el engrudo, le hace ménos pegajoso, y hace que adhiera muy poco á los bordes de los pliegos que se separan despues con facilidad.

Con un punzon que solo tiene una pulgada de longitud se agujerean muchos pliegos de carton á la vez, á una distancia de 8 á 10 líneas del borde. El punzon está formado de un cilindro de madera cortado chato en su punta: en cuyo centro está clavado el hierro puntiagudo de una pulgada de largo. (fig. 9.)

A medida que se van agujereando los pliegos de car. ton, se quitan dos ó 3 de ellos á la vez, y se coloca en el agujero del punzon un garabatillo en forma de S (fig. 10) formado de un hilo de laton del grueso de un alfiler regular. Por este medio se cuelgan los cartones en un bramante colocado en el enjugador y de modo que no se toque uno á otro. Cuando se han colocado muchas cartones reunidos, y cuando están secas las dos super

ficies, se separan y se les hace secar del todo, siguiendo el mismo procedimiento. Solo en los cartones para naipes se dejan dos puntos, segun lo hémos dicho.

Cuando los cartones están bastante secos, se ponen en la prensa para unirlos bien, cuando no deben ser alisados, en cuyo caso se dejan acabar de secar enteramente en la prensa.

CARTONES DE segundo moldE. Se llaman asi los cartones fabricados con carton ó con papel de toda clase que se han descompuesto en el agua, y que se han reducido segunda vez á pasta. Este carton se hace del mismo modo que el papel y que el carton de primer molde (V. PAPEL, Fabricacion de), y solo hay diferencia en el modo de formar la pasta, de cuyo objeto tratarémos úni

camente,

Los que se ocupan de la fabricacion de estos cartones, compran en las tiendas y en casa de los encuadernadores, todos sus desperdicios, y hacen recoger por los ropavejeros todos los papeles escritos ó sin escribir, pintados, etc., y todos los cartones sean de la especie que fueren, y con estos materiales hacen el car

ton.

La primera ocupacion es el limpiar estos papeles ó cartones, el quitarles todas las porquerías, y en particular las piedras, la arena, etc., que hacen el carton de muy mala calidad. Hémos visto emplear para ello un instrumento muy fácil de construir, que exige poco gasto y que hace mas corta esta operacion engorrosa y algunas veces desagradable y repugnante.

Es un cilindro de 3 pies (1 metro) de diámetro formado de dos rodajas unidas una á otra por medio de listones de un metro de largo. Estos listones están colocados á una distancia de 27 milímetros (1 pulgada). Un

eje atraviesa este cilindro en su longitud, y está sostenido en los dos costados extremos de una caja, tenien do el eje un manubrio en una de sus puntas. Se introduce en el cilindro cierta cantidad de papel con tres ó cuatro balas de metal de 54 milímetros (2 pulgadas) de diámetro; se hace girar el manubrio con cierta velocidad que permite á las bolas el caer con bastante fuerza sobre el papel, y esta percucion separa las inmun-` dicias, las piedras pequeñas, etc., que salen de la caja al través de los barrotes que hay en ella.

Mojadura. Acabada la operacion que precede, se echan los materiales en grandes pilas, y se rocian repetidas veces con agua. Cuando están bien humedecidos se sacan de la pila y se colocan en monton sobre un empedrado bien limpio de 6 á 7 pies de elevacion. El agua se escurrè; pero queda siempre una cantidad suficiente de ella para producir una gran fermentacion, que se ha creido hasta ahora indispensable, tan difícil es el destruir las preocupaciones de los talleres. Esta fermentacion destruye sin provecho alguno una parte de la pasta, y vámos á indicar un medio mucho mas preferible que hémos visto puesto en práctica con mucha ventaja, en una hermosa fábrica de Suiza.

En una cuba de colar cónica A (lám. 62 fig. 11) de 110 centímetros de elevacion, y cuyos diámetros de las dos bases están en la proporcion de 36 á 28, está colocado verticalmente un eje de hierro B, al que se aplica con solidez un cono truncado de madera compacta y perfectamente redondo C. Se ponen en toda la superficie de este cono tiras de hierro delgadas colocadas paralelamente al eje, y á la distancia de 2 centímetros poco mas ó ménos de la parte mas ancha, del mismɔ mɔdo que se hace con el cilindro holandés en las fábricas

de papel. Una señal hecha con la sierra en el cono, á la profundidad de 2 centímetros, basta para asegurar con fuerza la tira de hierro; la madera se hincha con la hu- · medad, el hierro se enmohece, y estas dos causas son suficientes para consolidar estas tiras ú hojas, que salen de 2 á tres milímetros en todo el alrededor del cono de madera. Cuando este está preparado de este modo con las hojas de hierro, conviene tornearlo, á fin de que tengan estas una parte saliente igual.

En la parte inferior del eje hay un quicio que gira dentro de un centro sostenido por un tornillo que atraviesa el fondo de la cuba, de modo que por la parte de afuera se puede bajar ó subir el cono para hacerlo acercar mas ó ménos de la pared interior de la cuba.

En la parte superior del eje B hay una rueda de ángulo E, de 8 dientes, que engarganta en otra rueda grande de ángulo D de 36 dientes, ó mejor 12 dientes en la pequeña y 54 en la grande. En uno de los extremos del árbol de esta última rueda, está colocado el manubrio, al que dá movimiento un solo hombre, y se vé que á cada vuelta del manubrio, el cono C dá cuatro vueltas y media.

El cubo cónico A tiene dos aros de hierro de mucha resistencia; sus duelas deben estar unidas con solidez, y no dejar salir el agua por parte alguna.

La superficie interior de la cuba está cubierta de una hoja de hierro batido, picada ó cortada en forma de raspa. Las hojas de hierro del cono deben acercarse mucho á la raspa; pero sin tocarla, y pasan á una corta distancia de ella, á fin de que la masa pueda dar vueltas entre estos dos cuerpos.

En uno de los costados de la cuba hay un tubo H de hoja de lata, ó mejor de cobre de 10 á 11 centímetros

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