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clase de árboles, podrian tambien darla, y sirven para este objeto en los paises donde son comunes.

Para preparar la casca, es preciso levantar la corteza del tronco y de las brancas del roble, sobre todo de los jóvenes de 20 á 30 años, á la sabia de primavera, lo que se hace con hachas y otros instrumentos cortantes. Se puede quitar la corteza al árbol, antes de la sabia de otoño; dejándolo entónces, no tarda, es verdad, á morir de resultas de esta operacion, pero su madera adquiere densidad. (V. MADERA.) Las dificultades que se encuentran en esta operacion hacen que se prefiera quitar la corteza, despues de haber cortado el árbol. Cuanto mas viejo es el árbol, tanto mas curtiente contiene. Se corta la corteza circularmente sobre el tronco, cuando entra en jugo, y se quita 6 arranca del árbol partiéndola Jongitudinalmente. Un arpent de monte tallar de robles, dá cerca de 200 atados de corteza de un pié de diámetro cada uno. Se calcula que se necesitan 4 6 5 libras de corteza, para curtir una libra de cuero fuerte; pero este cálculo está sujeto á grandes variaciones. Se amontona esta corteza, se hace secar bien, y se pone en un parage seco hasta tanto que se quiera hacer uso de ella. Entonces se reduce á polvo.

Se principia desde luego partiéndola en pequeños fragmentos con unos majaderos cortantes que los hace astillas. En seguida se lleva esta materia al molino movido por el viento, ó por el agua, etc., que pone en accion unos levadores levantando unos pilones. Se reduce asi la corteza en polvo; y este es el producto que se llama casca. El mas nuevo es el mas estimado, pues pierde una parte de sus calidades envejeciendo.

El procedimiento que acabámos de describir, es el mas usado para reducir en polvo la corteza del roble;

pero de algunos años á esta parte que las máquinas en Francia han hecho grandes progresos, se sirven de otros medios perfeccionados mas preferibles.

Para cortar la corteza en pedazos de 27 á 34 milimetros emplean el corta-corteza de M. Farcot, maquinista de Paris, que es de una solidez mayor, que el cortapaja á tambor. Dos cilindros alimentarios AA' (lám. 58 fig. 4) conducen las cortezas, extendidas primeramente sobre una mesa inclinada a al borde de 4 grandes cuchillas de acero B, colocadas en élice, sobre dos círculos paralelos, que presenta el árbol C. Estos cilindros AA' están acanalados, y se comunican el movimiento por medio de ruedas, cuyos dientes son muy largos, á fin de que no cesen de engargantar cuando sus ejes se apartan. Un motor cualquiera transmite su potencia á estas ruedas, al mismo tiempo que á los círculos que llevan las hojas BB.

En b hay un virotillo de acero sirviendo de contra cizalla, sobre la cual las cortezas están partidas por las cuchillas BB: está fijado por sus extremidades á los lados opuestos de la armazon. Las palancas F tienen suspendido un contrapeso C, cuyo objeto es de apoyar el árbol del cilindro A, el cual se levanta durante el paso de las cortezas. Se adaptan al aparejo unas guias que sostienen las palancas en sus oscilaciones verticales. En fin, hay piezas destinadas á impedir que las cortezas caigan sobre los lados de los cilindros alimentarios de la otra parte de la estria de estos últimos.

La circunferencia de los cilindros alimentarios es de 67 centímetros; la conexion del piñon de la rueda C á la rueda J que la mueve es de 1 á 5. Se conocerá que pasa entre los cilindros cerca de 17 metros de corteza por minuto, observando que en el mismo tiempo el tam

bor hace 130 vueltas; y como está armado de cuatro cuchillas, estos 17 metros quedan partidos en 520 pedazos, cada uno de 33 milímetros de largo. Esta disminucion es la mas favorable para que el molino de pulverizar no se atasque. Este cortador conservándolo en buen estado, puede cortar 1500 libras de corteza por hora. Hay máquinas de estas de un precio bajo, con las cuales un solo hombre puede cortar 3000 libras de corteza por dia.

Cuando la corteza está puesta á este estado de divi – sion 6 particion se pone á la máquina de pulverizar, llamada molino de campana, formado de dos partes principales, la medida AA (fig. 3), y la campana B. La primera es un cilindro cóncavo de poco grueso, terminado abajo por un cono truncado cuya pared interna está guarnecida de cuchillas 6 dientes sacadas ya en la fundicion inclinadas en élice: algunas de estas cuchillas se prolongan á la parte inferior del cilindro. Los pies aa sirven para fijar la base del cono, à la armazon de hierro colado que sostiene el aparejo. Encima de la medida se vé una tolva C, donde se hecha la corteza ya dividida, y que le dà salida poco a poco; entonces cae hecha ya polvo à medida que pasa entre la campana y la medida. La campana B llamada asi con motivo de su forma, tiene su superficie exterior guarnecida paralelamente de dientes fundidos con la campana, y dispuestos en élices. Todos estos dientes estàn cortados con bisel à fin de que presenten un ángulo cortante, à los fragmentos de la corteza que caen de la tolva C, los que son cortados por estos dientes, los cuales se prolongan hacia la parte superior de la campana, y en seguida se pulverizan enteramente con los que guarnecen las dos superficies cónicas.

Esta campana se sostiene por un árbol vertical DD, que recibe del motor y comunica el movimiento de rotacion. El árbol lleva por debajo una rangua detenida por el virotillo E. Este virotillo está atravesado por un tornillo b cuyo objeto es de subir y bajar la nuez B, y regular el espacio entre ella y la medida; lo que determina el grado de finura de la casca. Una barra atraviesa horizontalmente el diámetro interior de la campana, y está sólidamente unida al árbol, que pasa por un agujero cuadrado.

La plancha de hierro colado F arriba del árbol DD, está destinada á recibir el brazo ó palanca en donde se engancha un caballo que dá el movimiento.

La velocidad de este molino es de 25 vueltas por minuto, y en 24 horas de trabajo despacha 60 sacos, es decir 7800 libras de corteza. Luego pues un molino ordinario compuesto de 5 á 6 majaderos, renueva al mismo tiempo, tres majadas cada una de 28 á 30 atados del peso de 30 libras, ó cerca de 2800 libras de casca, con la misma fuerza motriz y el mismo grado de finura de la moledura. Se vé pues que por este último producto no es realmente mas que un tercio de la otra.

En el establecimiento de M. Salleron, en Paris, una máquina de vapor de la fuerza de 12 caballos, hace andar cuatro molinos de campana, y produce un poco mas de 100 libras de casca por hora y por caballo. Admitiendo lo que se hace en este establecimiento, que el cortado circunstanciado en este artículo no parta mas que 1050 libras de corteza por hora, se vé que se halla en estado de mantener tres molinos de campana, pulverizando cada uno 350 libras en el mismo tiempo.

El molino de campana se construye tambien en casa M. Farcot.

Cuando el efecto de la casca se ha agotado por su`accion sobre los cueros (V. CURTIDOR) no es mas que un polvo vegetal inerte. Se emplea entonces para diferentes usos, ya sea como estiércol, hechándola sobre la tierrra, ó como combustible haciéndola secar al aire, amontonandola por compresion en moldes circulares de madera de 5 á 6 pulgadas de diámetro y sobre 1 de alto poco mas ó ménos. Estos productos se llaman turba; se sirven de ella para animar la combustion de la leña, y tambien para guarnecer los braserillos despues que se ha carbonizado la materia. La gente pobre hace una gran consumacion de ello, en razon de que es un medio muy económico de calentarse.

Pero uno de los usos, el mas estendido de la casca inerte, consiste en formar camas espesas en los semilleros é invernaderos, para dar y conservar á las plantas el calor que necesitan. La fermentacion lenta que se opera dentro la masa, desenvuelve una temperatura que la poca conductibilidad de la materia hace de larga duracion.

La casca no tiene como el fiemo, los inconvenientes de desprender humedad y de extender un olor fuerte y gases nocivos á los vegetales: conserva el calor por largo tiempo, y se reanima bastante la materia, removiéndola ó añadiendo casca. Ordinariamente las camas se hacen de casca nueva y vieja por mitad, para evitar el demasiado calor, y en ellas emplean la casca al salir de la hoya, porque la que está desecada no tiene ya virtud, y algunas veces es necesario hecharla agua.

Los invernaderos de ananas y de plantas tropicales no pueden pasar sin casca; meten los tiestos en la cama que no se mueve mucho, sino á la entrada y salida del invierno. El jardinero clava alli una estaca ó baston que se pone al cabo de algun tiempo á la temperatura de la

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