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que los cazadores muy prácticos, conocen hasta la edad del animal que persiguen, y el lugar hácia el cual se ha refugiado, que no tardan en encontrar.

Lo que acabo de decir de los cuadrúpedos, debe tambien aplicarse á los volátiles; sin embargo es muy difícil el poder conocer su especie por la sola señal de las pisadas: ademas de esto, las señales que, pudieran dejar en la tierra ó en la arena, serian indicios equivocados, para seguir sus huellas, en razon á que el pájaro que toma el vuelo cuando se vé perseguido, desorientaria á cada momento al cazador. Este debe conocer sus habitudes, los sitios en que se junta para tomar su alimento, aquellos en que mas se complace, y alli es donde le va á buscar para apoderarse de él. Por todo lo dicho se vé claramente que es preciso tener algunas nociones de la Historia natural, á fin de no equivocarse á cada momento, y de no hacer inútiles los cuidados y fatigas que se toman con el objeto de hacer provechosa la caza.

Práctica de la caza. Con el auxilio de los animales domésticos, y de otros que sujetó á su obediencia y llegó á enseñar, el hombre se hizo pronto mas terrible á las demas especies. Para sorprenderlos mas fácilmente, estudió su modo de vivir, varió sus celadas segun la variedad de sus instintos; se armó de un dardo (*) para herir á los unos de cerca; aguzó su flecha para al

(*) Hablando con propiedad se entiende por dardo, el hierro de que está armada la punta de la flecha; pero el arma á que se habia dado aquel nombre, es la de que se servian los pueblos de la antigüedad, y de que hacen uso los salvages aun en el dia. El dardo mas antiguo estaba formado con un palo de unas 30 pulgadas de largo, armado en ambos extremos de un hierro puntiagudo y cortante como la flecha ; se arrojaba con la fuerza del brazo. Se llevaba atado á la muñeca por medio de una correa ó cordeli to que servia para sacarle cuando se habia dado el golpe.

canzar á los otros desde lejos, enseñó á los perros, montó á caballo, é hizo caer bajo sus golpes á los animales mas fieros.

Los dardos venablos (*), las fleches, las ballestas (**) precedieron el descubrimiento de la pólvora. En el reinado de Francisco I, hácia el año de 1515, fué cuando empezó á hacerse uso de las armas de fuego portátiles. El arcabuz y la carabina (***) se emplearon á la par, hasta el principio del reinado de Luis XIII; desde aquella época, solo se ha hecho uso de la escopeta, que es mucho mas ligera y cómoda que el arcabuz, y alcanza mas léjos que la carabina.

La caza se divide en dos especies; la de los cuadrúpedos y la de los volátiles. Como la teoría y la práctica de cada una de ellas difieren mucho entre sí, las trataré en dos artículos distintos.

Caza de los cuadrúpedos. No seria suficiente un tomo entero para describir los varios modos de cazar de que se valen los diferentes paises; citaré sin embargo algunos de ellos, y sobre todo los que están mas en uso. En Alemania y en otros paises del norte, se caza todavía, ó por mejor decir, se lucha contra la fuerza y habilidad de las fieras, por medio de los venablos, ó el cuchillo. En Persia, se va á la caza de las gazelas, especie de cabras, con la onza, animal salvage, manchado de diversos colores como una pantera, que se domestica con facilidad, y se enseña con este objeto: se la

(*) Especie de dardo que solo tiene hierro en uno de sus extremos; pero cuyo mango es mas largo. Es una verdadera alabarda de que se hace uso para traspasar el animal; pero que no se suelta de la mano.

(**) Es un arco de acero colocado sobre un fuste para dirigir la flecha. (*) El arcabuz es un antiguo fusil muy pesado, y como ya no se usa actualmente, seria superfluo el hacer su descripcion.

conduce sobre el terreno, y al parecer la gazela, la onza, que se suelta, la atrapa en tres saltos y la ahoga.

El ciervo, el macho cabrío montés, la gamuza el javalí, se cazan casi todos de un mismo modo: se les obliga por medio de perros y se matan con el venablo, ó á tiros. La zorra y el lobo se cogen por medio de trampas ó de cepos.

Las trampas son unos grandes hoyos redondos, hechos en la tierra, bastante profundos á fin de que ro puedan salirse de ellos los animales: están enteramente tapados con un techo bien equilibrado, y que descans a sobre un quicio, que permite al techo el inclinarse por el peso del animal, sea cual fuere la parte por donde este se presente. Este techo se cubre regularmente con césped. En el centro hay atado, ó un carnero vivo, ό un pedazo de carne fresca, ó una gallina viva, cuando se trata de coger la zorra. El lobo corre con anhelo para apoderarse de la presa; el techo se inclina, y el ani. mal cae inmediatamente en el hoyo; el techo, libre al momento de este peso accidental, se levanta otra vez, y vuelva á su primera posicion, para recibir los demas lobos que pudieran presentarse; se matan en seguida á tiros, dentro del mismo hoyo.

Estas trampas son peligrosas: ha sucedido que han caido algunos hombres en el hoyo, y han padecido horrorosas agonías durante el tiempo que se han visto precisados á estar en esta estrecha prision, en compañía de un lobo, y hasta que han acudido á libertarles los transeuntes atraidos por sus gritos. No hay ejemplar que un lobo cogido de este modo haya atacado al hombre; pero no me admiraria que este fuese despedazado, si aquel estaba hambriento, ó permanecia por mucho tiempo en el hoyo.

El cepo es un instrumento de hierro, compuesto de dos semicirculos con charnelas sobre su diámetro comun. Un fuerte resorte tiene constantemente cerrados estos dos semicírculos; esto es, en contacto uno con otro, cuando no está tendido este lazo. Cada uno de estos semicírculos tiene grandes puntas muy agudas que, cuando está cerrado el instrumento, entran profundamente en la carne del animal, y hacen inútiles todos sus esfuerzos para salir del lazo, Para tender este instrumento, se abren los dos semicírculos, que se apoyan en el suelo; una cuerda pasada, doblada, por un agujero que hay en el centro, sujeta un pedazo de carne fresca que sirve de carnada; los dos extremos de la cuerda están atados á un corchete que hay en uno de los semicírculos. El instrumento está asegurado á una piedra muy pesado ó á un árbol, por medio de una fuerte cadena, á fin de que el lobo cuando se halla cogido, por una parte que no sea el cuello, no pueda llevárselo á consecuencia de sus esfuerzos. El animal atraido por la carnada, se arroja á ella y la devora. En el mismo instante en que la carne se halla despedazada de modo que no puede resistir á la fuerza del resorte, se afloja la cuerda, se cierran con violencia los dos semicírculos, y está cogido el animal.

El mejor lazo que conozco para coger lobos es el siguiente se delínean en el terreno dos círculos concéntricos, á una diferencia de 24 pulgadas, y de los cuaes el mas pequeño tiene 20 pies de diámetro. Se plantan en cada una de estas circunferencias grandes estacas muy inmediatas unas á otras, á fin de que el lobo no pueda pasar entre dos de ellas, lo que forma dos empalizadas concéntricas muy unidas. Las estacas son de unos diez pies de elevacion fuera de la tierra. Se hacen

sólidas las empalizadas, enlazando por arriba las estacas con ramas de árbol flexibles. Estas empalizadas dejan entre ellas un pequeño camino circular, de 18 a 20 pulgadas de ancho; esto es, del grueso de un lobo; pero no bastante ancho para que pueda volverse, lo que es de la mayor importancia. Se coloca en el círculo exterior una puerta que se abre de fuera para adentro, y que queda siempre abierta por medio de una cuerda tirante, y que forma un resorte como en una sierra. Esta puerta, que se cierra contra la empalizada exterior, solo debe abrirse una sexta parte de la circunferencia que describiria si se hallase suelta, á fin de dejar paso al lobo para que se introduzca entre las dos empalizadas. En el centro del círculo interior, hay atado un carnero vivo, que puede pacer á su alrededor. El lobo atraido por el carnero, dá la vuelta á la doble empalizada, encuentra la puerta, y cree que esta le facilitará el llegar hasta á él; entra, y se pasea sin cesar entre las dos empalizadas, sin poder salir de ellas; porque cuando llega al sitio donde se halla la puerta, que cede al menor esfuerzo, la empuja en razon á que no puede volverse. La puerta cierra la entrada á su llegada: apénas ha acabado de pesar, se abre de nuevo la puerta, para dejar la entrada libre á los otros lobos que pueden presentarse. He visto hasta tres, cogidos á la vez en el mismo lazo, y que fueron muertos con facilidad.

Las fig. 1 y 2 de la lám. 58 demuestran el plano y elevacion del lazo que acabo de describir. Las mismas letras indican en ambas figuras los mismos objetos. Figura 1, plano del lazo.

Figura 2, su elevacion.

El recinto interior AA tiene 20 pies de diámetro.
He dicho que el recinto exterior BB está distante de

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