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del golfo de California, de la magnificencia de la ciudad de Cibola*, de su inmensa poblacion, de su policía y de la cultura de sus habitantes. Cortés y el virey Mendoza se disputaron de antemano la conquista de aquel tombuctu mejicano. Los establecimientos que hicieron los jesuitas en la vieja California desde el año 1683, dieron ocasion para reconocer la grande aridez de aquel pais, y la dificultad extrema de cultivarlo. El poco efecto que tuvieron las minas que se beneficiaron en Santa Ana, al norte del cabo Pulmo, disminuyeron el entusiasmo con que se habian preconizado las riquezas metálicas de la península. Pero la malevolencia y odio con que se miraba á los jesuitas, hicieron sospechar que aquellos regulares ocul

* El antiguo mapa manuscrito de Castillo, situa la villa fabulosa de Cibola ó Cibora, bajo los 37° de latitud. Pero si reducimos su posicion á la del embocadero del rio Colorado, se podria creer que las ruinas de las Casas grandes del Gila, de que hemos hablado en la descripcion de la intendencia de la Sonora, podrian haber dado lugar á los cuentos del buen padre Marcos de Nizza : sin embargo la gran civilizacion que este fraile asegura haber hallado entre los habitantes de aquellas comarcas setentrionales, me parece un hecho bastante importante, y que tiene conexion con lo que hemos expuesto hablando de los indios del rio Gila y del Moqui. Los autores del siglo xvi, situan un segundo Dorado al norte de Cibora, á los 41o de latitud. Segun ellos, allí se encontraba el reino de Tatarrax, y una inmensa ciudad llamada Quivira, en las márgenes de la lengua de Teguayo, bastante cerca del rio del Aguilar. Esta tradicion es bastante notable, si se funda en el aserto de los indios de Anahuac; pues las orillas de la lengua de Teguayo, que acaso es la misma que la de Timpanogos, estan indicadas por los historiadores aztecas, como la patria de los mejicanos.

taban al gobierno los tesoros que habia en una tierra tan de antiguo ponderada. Estas mismas consideraciones movieron al visitador don José de Galvez, que su espíritu caballeresco habia empeñado en una expedicion contra los indios de la Sonora, á pasar á la California. Se encontró con montañas peladas, sin tierra vegetal ni agua las higueras de Indias, las sensitivas nacian en las grietas de los peñascos: nada anunciaba el oro y la plata que se acusaba á los jesuitas haber sacado de las entrañas de la tierra: pero en todas partes se encontraron vestigios de su actividad, de su industria y del zelo laudable con que habian trabajado para cultivar un pais desierto y árido. En el curso de esta expedicion de California, acompañó al visitador Galvez un sugeto tan notable por su talento, como por las grandes vicisitudes que ha experimentado en su fortuna: el caballero Azanza desempeñó el cargo de secretario del señor Galvez. Manifestó sin rebozo lo que las operaciones del pequeño ejército probaban aun mejor que los médicos de Pitic; no titubeó en asegurar que al visitador se le habia trastornado el juicio. El señor Azanza estuvo preso y encerrado por espacio de cinco meses en una cárcel del pueblo de Tepozotlan, en donde, treinta años despues, hizo su entrada solemne como virey de Nueva España.

La península de California, que sobre una extension de terreno igual á la de Inglaterra, no tiene la poblacion de las pequeñas ciudades de Ipswick ó de Deptford, está situada bajo el mismo paralelo que

Bengala y las islas Canarias. El cielo es allí constantemente sereno, de un azul subido y sin nubes; y si estas se asoman momentáneamente al ponerse el sol, es resplandeciendo con los mas bellos matices de violado, púrpura y verde. Cuantos han vivido en California (que he visto muchos en Nueva-España), todos han conservado la memoria de la extraordinaria belleza de este fenómeno que se debe atribuir á un estado particular del vapor vesicular, y yá á la pureza del aire en aquellos climas. Un astrónomo no puede hallar una morada mas deliciosa que la de Cumaná, Coro, la Panpatar en isla de la Margarita, y las costas de la California. Pero por desgracia, en aquella península el cielo es mas bello que la tierra, el suelo es árido, y cubierto de polvo como en el litoral de la Provenza; la vejetacion es tan miserable como la lluvia escasa.

El centro de la península está cortado por una cordillera de montañas: el cerro de la Giganta, que ́es la mas alta, tiene de 1400 á 1500 metros de elevacion y parece de orígen volcánico. Esta Cordillera está poblada de unos animales que por su estructura y costumbres se asemejan al mouflon (ovis ammon) de la Cerdeña, y que el padre Consag ha descrito imperfectamente. Los Españoles los llaman carneros cimarrones; saltan con la cabeza inclinada como el revezo ó cabron montes que se cria en los Alpes, y sus cuernos estan encorvados sobre sí en espiral. Segun las observaciones del señor Constanzo, este animal difiere

* Diario de un viage á la antigua California y al puerto de San

esencialmente de las cabras salvages, que son de un blanco ceniciento, de una estatura mucho mayor, y peculiares de la Nueva California, sobre todo en la sierra de Santa Lucía, cerca de Monterey. Por lo cual estas cabras que acaso pertenecen al género de los antilopos ó gazelas, se designan en el pais con el nombre de Berrendos: tienen los cuernos encorvados hácia atras como las gamuzas.

Al pie de las montañas de la California no hay mas que arenales ó una capa pedregosa, en la cual se crian cactus cilíndricos (órganos del tunal) á extraordinarias alturas. Hay pocos manantiales, y por una gran fatalidad, se advierte que en donde la roca está cubierta de tierra vegetal, no hay una gota de agua; y en donde brotan las fuentes, se ve la roca enteramente pelada. Pero donde quiera que se reunen ambas circunstancias de tierra vegetal y agua, el suelo es feracísimo. En aquellos pocos parages tan favorecidos por la turaleza fundaron sus primeras misiones los jesuitas. Vegetan con lozanía en aquellos terrenos el maiz, jatrofa y la dioscorea; las vides dan excelentes uvas, y el vino se asemeja mucho al de Canarias : por punto general, lo árido del suelo, y la falta de agua y de tierra

na

Diego, escrito en 1769 (manuscrito). Este papel interesante ya se habia impreso en Méjico, cuando se confiscaron todos los ejemplares de órden del ministro. Es de desear para los progresos de la zoología, que se consiga pronto el conocer, por el esmero de los viageros, los verdaderos carácteres específicos que distinguen los carneros cimarrones de la antigua California de los Berrendos de Monterey

vegetal que se observa en lo interior de California la Vieja, nunca podrá mantener una poblacion crecida, ni tampoco la parte mas setentrional de la Sonora que con corta diferencia viene á ser igualmente seca y

arenosa.

Lo que mas ha excitado á los navegantes á visitar la costa de aquel desierto de la California, ha sido la pesca de las perlas que abundan señaladamente en la parte meridional de la Península; y desde que cesó cerca de la isla de la Margarita frente á la costa de Araya, los golfos de Panamá y de California son los únicos de las posesiones españolas que surten de perlas al comercio de Europa. Las de California tienen una agua muy hermosa, son grandes, aunque la mayor parte de figura irregular y poco agradable á la vista. La concha que produce las perlas, se encuentra principalmente en la bahía de Cerralvo, y alrededor de las islas de Santa Cruzy de San José. Las mas preciosas que posee la corte de España, se encontraron en 1615 y 1665 en las expediciones de Juan Yturbi y Bernal de Piñadero. En la mansion que en 1768 y 69 hizo el visitador Galvez en California, un soldado raso del presidio de Loreto, Juan Ocio, se enriqueció en muy poco tiempo pescando perlas en las costas de Cerralvo. Desde entonces acá, es casi nulo el envio de perlas de California para el comercio. La pesca está casi abandonada, porque los blancos pagan muy mal á los indios y á los negros que se han dedicado al penoso oficio de buzos; y puede asegurarse que este ramo de

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