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occidental del rio Zaguananas hacia los montes de los Guacaros, ningun viagero ha llegado hasta ahora del Nuevo-Méjico á la costa de la Nueva-California: hecho que debe causar gran maravilla á los que saben, por la historia de la conquista de América, los brios y denuedo asombroso con que acometian las grandes empresas los españoles del siglo xvi. Hernan Cortés desembarcó la primera vez en las costas de Méjico, en la playa de Chalchiuhcuecan, en 1519, y cuatro años despues ya mandó construir buques en las costas del mar del Sur, en Zacatula y en Tehuantepec. En 1537, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca se presentó con dos compañeros suyos desmazalado, en cueros, acribillado de heridas, en las costas de Culiacan á la parte opuesta de la provincia de California. Habia saltado en tierra con Pánfilo Narvaez en la Florida, y al cabo de dos años de correrías, de ha ber atravesado la Luisiana toda y la parte setentrional de Méjico, llegó á la orilla del océano grande en la Sonora. Esta distancia, recorrida por Nuñez, es casi tan grande como la que nos presenta el itinerario del capitan Lewis, desde las márgenes del Misisipí hasta Noutka y embocadero del rio Colombia *. Al considerar los atrevidos viages, emprendidos por los primeros conquistadores españoles á Méjico, al

* Este viage admirable del capitan Lewis se emprendió bajo los auspicios de M. Jefferson, quien por este servicio tan importante que ha hecho á las ciencias, ha dado nuevos motivos al reconocimiento que ya le debian los sabios de todas las naciones.

Perú y en el rio de las Amazonas, causa gran maravilla el ver que esa misma nacion no haya sabido en dos siglos hallar por tierra, un camino en la Nueva-España, desde Taos al puerto de Monterey, ni en la NuevaGranada desde Santa Fe á Cartagena, ó desde Quito á Panamá; ni en la Guayana, desde la Esmeralda á Santo Tomas de Angostura.

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Varios geógrafos, siguiendo las cartas inglesas, llaman Nueva-Albion á la Nueva-California, denominacion fundada en la opinion poco exacta de que navegante Drake, en 1578, fue el primero que brió la costa NO. de la América comprendida entre los 38° y los 48° de latitud. Es verdad que el famoso viage de Sebastian Vizcaino fue 24 años posterior á los descubrimientos de Francisco Drake : pero Knox, y otros historiadores olvidan que Cabrillo habia examinado ya, en 1542, las costas de la NuevaCalifornia hasta el paralelo de los 43o, término de su navegacion, segun resulta comparando las antiguas observaciones de latitud con las que se han hecho en nuestros dias. Asi que, ateniéndonos á las noticias históricas bien ciertas, la denominacion de NuevaAlbion deberia únicamente aplicarse á la á la parte de costa que corre desde los 43° hasta los 48°, ó desde el Cabo blanco de Martin de Aguilar á la entrada de Juan de Fuca.

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Knox's, Collection of Voyages, t. 1, p. 18.

** Véanse las eruditas indagaciones de la introduccion al Viage de las Goletas Sutil y Mejicana, 1802, p. 34, 36, 57.

Por otra parte, desde las misiones de los sacerdotes católicos hasta la de los sacerdotes griegos, es decir, desde el pueblo español de San Francisco en la Nueva-California hasta los establecimientos rusos sobre el rio Cook, en la bahía del príncipe Guillelmo, y en las islas de Kodiac y de Unalaska, hay mas de inil leguas de costas, habitadas por hombres libres, y pobladas de una gran multitud de nutrias y focas: y por consiguiente podemos reputar por muy ociosas las discusiones acerca de la extension de la Nueva-Albion de Drake, y de los imaginarios derechos que los europeos se habian figurado adquirir solo con plantar crucecitas, dejar letreros colgados en los troncos ó ramas de los árboles, ó enterrando vasijas y botellas.

El gran navegante Sebastian Vizcaino reconoció todo el litoral de la Nueva-California con el mayor esmero (como lo prueban los planos que hizo él mismo en 1602); y no obstante eso, todavía tardaron 167 años en ocupar los españoles aquel delicioso pais. Temerosa la corte de Madrid de que otras potencias marítimas de Europa fundasen sobre la costa NO. de América varios establecimientos, en perjuicio de las antiguas colonias españolas, expidió al virey caballero de Croix y al visitador Galvez las órdenes competentes para fundar misiones y presidios en los puertos de San Diego y de Monterey; para lo cual salieron del puerto de San Blas dos paquebotes, y fondearon en San Diego, en abril de 1763. Al mismo tiempo llegó por tierra otra expedicion por la

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Vieja California. Desde el tiempo de Vizcaino, ningun europeo habia saltado á tierra en aquellas costas apartadas asi es que los indios quedaron atónitos al ver unos hombres que estaban vestidos, aunque ya sabian que caminando mas hácia el E., habia gentes cuyo color no era bronceado. Conservaban algunas piezas de plata, que sin duda las habian recibido del Nuevo-Méjico. Los primeros colonos españoles se encontraron en el último apuro por la escasez de vituallas, y por una enfermedad epidémica de resultas de malos alimentos, fatigas y desabrigo. Enfermaron casi todos, y solo quedaron en pie ocho individuos, entre los cuales habia dos sugetos respetables, fray Junípero Serra, fraile conocido por sus viages, y el señor Costanzo, gefe de ingenieros, de quien hemos hablado á menudo con elogio en el discurso de esta obra. En-` trambos sugetos se ocupaban en abrir con sus manos la fosa que habia de recibir los cadáveres de sus compañeros. Solo mucho tiempo despues llegaron los socorros de la expedicion de tierra para aquella desventurada colonia. Para decir los indios que habian Hegado los españoles, se sentaron encima de las pipas con los brazos tendidos, dando á entender que habian visto á los blancos montados á caballo.

Al contrario del suelo de la Vieja California, que es árido y pedregoso, el de la Nueva es fértil, y todo él está regado; por lo cual es de lo mas delicioso y pintoresco que pueda verse. El clima es allí mucho mas benigno, que á igual latitud en las costas orien

tales del nuevo continente. El cielo de ordinario está cubierto; pero las nieblas que á menudo dificultan el surgidero en las costas de Monterey y San Francisco, avivan la vegetacion y fertilizan la tierra, cubierta siempre de un mantillo negro y esponjoso. En las 18 misiones que actualmente hay en la Nueva-California, se cultiva en abundancia el trigo, el maiz y frejoles; y en medio de los campos en la mayor parte de la provincia se dan muy bien la cebada, las habas, lentejas y garbanzos. Por punto general se cultivan las mismas legumbres y árboles frutales que en España, por el esmero que han puesto en ello los 36 frailes franciscanos, que son europeos todos, y gobiernan aquellas misiones. Los primeros colonos que arribaron en 1769, ya encontraron en lo interior de aquel pais cepas de viña silvestre, que daban racimos de uvas, bastante grandes, pero muy agrias; y tal vez eran una de las muchas especies de vitis peculiares del Canadá, de la Luisiana y de Nueva-Vizcaya, y que los botá-. nicos conocen apenas. En California han introducido los misioneros la viña (vitis vinifera), cuyo cultivo en toda Europa se debe á los griegos y á los romanos, y que ciertamente no pertenece al nuevo continente. Se hace buen vino en los pueblos de San Diego, San Juan Capistrano, San Gabriel, San Buenaventura, Santa Bárbara, San Luis Obispo, Santa Clara y San José; y por consiguiente en toda la costa al S. y N. de Monterey hasta mas allá de los 37° de latitud. El olivo de Europa se cultiva con buen éxito cerca del

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