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diseminado en 'terrenos de aluvion ó acarreo. Se encuentran pepitas de oro puro de peso de dos á tres kiló-gramos pero estos lavaderos se benefician con mucha tibieza á causa de las frecuentes incursiones de los indios independientes, y principalmente por la carestía de los víveres que se tienen que llevar de muy lejos, á esta comarca inculta. Mas al norte en la orilla derecha del rio de la Ascension, viven los Seris, indios muy belicosos, á quienes muchos sabios mejicanos atribuyen un orígen asiático, á causa de la analogía de su nombre con el de los Seri, que los geógrafos antiguos colocan al pie de las montañas de Otorocorras, al E. de la Scythia extra Imaum.

Hasta ahora no hay ninguna comunicacion constante entre la Sonora, el Nuevo Méjico y la Nueva California, aunque la corte de Madrid varias veces ha mandado que se estableciesen presidios y misiones entre el rio Gila y el rio Colorado. La disparatada expedicion militar de don José Galvez no ha servido para extender de una manera estable los límites setentrionales de la intendencia de la Sonora. Sin embargo, dos frailes osados y emprendedores los PP. Garcés y Font, han llegado por tierra, sin pasar por el mar de Cortés y sin tocar á la península de la vieja California, atravesando paises habitados por indios independientes, desde las misiones de la Pimeria Alta, hasta Monterey y hasta el puerto de San Francisco. Esta empresa atrevida, sobre la cual el colegio de la propaganda en Queretaro ha publicado una noticia

interesante, tambien ha suministrado. nuevas luces sobre las ruinas de la Casa grande, que los historiadores mejicanos * consideran como la residencia de los aztecas que llegaron al rio Gila á fines del siglo XII.

EIP. Francisco Garcés, acompañado del P. Font **, que estaba encargado de observar la latitud, salió del presidio de Horcasitas el 20 de abril de 1773. Al cabo de once dias de camino llegó á un hermoso y vasto Hano á una legua de distancia de la orilla meridional del rio Gila, en donde reconoció las ruinas de una antigua ciudad azteca, en medio de las cuales se levanta el edificio llamado la Casa grande. Estas ruinas ocupan un terreno de cerca de una legua cuadrada. La casta grande está exactamente orientada segun los cuatro puntos cardinales, y tiene de N. á S. 136 metros de largo y de E. á O. 84 metros de ancho. Está construida de tapia. Los plastones de tierra son de un tamaño desigual, pero colocados con simetría. Las paredes tienen 12 decímetros de grueso. Se reconoce

* Clavigero 1, p. 159.

** Crónica seráfica del colegio de Propaganda Fide de Queretaro, por Fray Domingo Arricivita (Méjico, 1792, t. 11, p. 396, 426 y 462). Esta crónica que forma un grueso volúmen en fol. de 600 páginas, mereceria que se hiciese un extracto de ella: contiene nociones geográficas muy exactas sobre las tribus indias que habitan la California, la Sonora, el Moqui, Nabajoa y las márgenes del rio Gila. No he podido averiguar de que instrumentos astronómicos se sirvió el P. Font en las excursiones que hizo al rio Colorado, desde 1771 hasta 1796. Me temo que fuese un anillo solar.

que este edificio ha tenido tres pisos y una azotea : la escalera era exterior y probablemente de madera. Este mismo género de construccion todavía se encuentra en todos los pueblos de los indios independientes del Moqui al O. del Nuevo Méjico. En la Casa grande se reconocen cinco piezas, cada una de las cuales tiene 8m, 3 de largo, 3m, 3 de ancho y 3,5 de alto. Un muro, interrumpido con gruesas torres, circunda el edificio principal, y parece haberle servido de defensa. El P. Garcés descubrió los vestigios de un canal artificial, que conducia á la ciudad las aguas del rio Gila. Todo el llano inmediato está cubierto de cántaros y pucheros de tierra quebrados, pintados de blanco encarnado y azul. Tambien se encuentran entre estos destrozos de loza mejicana, piezas de obsidiana (itztli), fenómeno bastante curioso, porque prueba que los aztecas habian pasado por alguna comarca setentrional desconocida que oculta esta sustancia volcánica; y que no es la abundancia de obsidiana que hay en Nueva-España, la que ha hecho nacer la idea de las navajas de afeitar y de las armas de itztli. De otra parte, no se deben confundir las ruinas de esta ciudad del Gila, centro de una antigua civilizacion de los pueblos americanos, con las Casas grandes de la Nueva Vizcaya, situadas entre el presidio de Yanos y el de San Buenaventura. Estas últimas los indígenas las designan como la tercera morada de los aztecas, en la suposicion muy vaga de que la nacion azteca, en su emi

gracion desde Aztlan, hasta Tula y el valle de Tenochtitlan, hizo tres paradas; la primera cerca del lago Teguyo (al S. de la ciudad fabulosa de Quivira, el Dorado mejicano); la segunda en el rio Gila, y la tercera en las inmediaciones de Yanos.

Los indios que viven en los llanos vecinos de las Casas grandes del rio Gila, y que jamas han tenido la menor comunicacion con los habitantes de la Sonora, no merecen el nombre de indios bravos. Su cultura social hace un singular contraste con el estado de los salvages que andan vagando en las márgenes del Misury, y en otras partes del Canadá. Los PP. Garcés y Font hallaron que los indios que habia al S. del rio Gila, estaban vestidos, eran labradores pacíficos y reunidos en número de dos ó tres mil en pueblos que ellos llaman Uturicut y Sutaquisan. Vieron los campos sembrados de maiz, algodon y calabazas. Los misioneros, para ver de convertir estos indios, les enseñaron un cuadro pintado en una gran pieza de algodon, representando un pecador condenado á las llamas del infierno. El tal cuadro amedrentó á los indios, y suplicaron al P. Garcés que no lo desarrollara mas ni les hablase de lo que él creia que les sucederia despues de muertos. Estos indígenas son de un carácter apacible y franco. El P. Font les hizo explicar por sus intérpretes la seguridad que reina en las misiones cristianas, en donde un alcalde indio administra la justicia. El gefe de Uturicut le respondió: « Ese órden de «< cosas puede ser necesario para vosotros nosotros

« no robamos, rara vez nos disputamos; luego, ¿á હું « qué fin entre nosotros un alcalde »? La civilizacion

que se encuentra entre los indígenas, al acercarse á la costa NO. de la América, desde los 33° hasta los 54° de latitud, es un fenómeno bien singular, que no deja de dar alguna idea sobre la historia de las primeras emigraciones de los pueblos mejicanos.

En la provincia de la Sonora, se cuenta una ciudad (Arispe), dos villas (la Sonora y Ostimury), 46 pueblos, 15 parroquias, 43 misiones, 20 haciendas, y 25 ranchos.

La provincia de Cinaloa contiene cinco villas (Culiacan, Cinaloa, el Rosario, el Fuerte y los Alamos), 92 pueblos, 30 parroquias, 14 haciendas y 450 ranchos.

En 1793, el número de indios tributarios, solo era de 251 en la provincia de la Sonora, al paso que en la de Cinaloa ascendia á 1851. Tambien la poblacion de esta última provincia es mas antigua que la de la primera.

Los

parages mas notables de la intendencia de la Sonora son:

ARISPE, residencia del intendente al S. y al O. de los presidios de Bacuachi y de Bavispe. Algunos sugetos que acompañaron el señor Galvez en su expedicion de la Sonora, aseguran que la mision de Ures. cerca de Pitic, habria sido mas á próposito que Arispe,

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