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balo y Director de Orquesta, Antonio Barilli: Maestro compositor, Juan Bottesini: Primer violin director, José María Chávez; Violin de espalda, Ansano Bandini; Director de escena, Timoleón Barattini; Apuntador, Primo Pozzesi.-Pintores, Constantino Brumidi, N. Biseo."

Sonámbula estuvo repartida así: Amina, Enriqueta Sontag: Lisa, Sidonia Costini: Teresa, Eugenia Barattini; Elvino, Gaspar Pozzolini: Rodolfo, Eliodoro Specchi: El notario, Timoleón Barattini. Aquella espléndida audición de Sonámbula se repitió en segunda de abono el Domingo 23 de Abril. En tercera función fué cantada Norma para presentación de Claudina Fiorentini en la protagonista: la Costini desempeñó la Adalgisa; la Jesús Bianchardi, Clotilde; Attilio Arnoldi, Polión; Nicolás Barili, Oroveso; Timoleón Barattini, Flavio. Esta representación de Norma se dió el miércoles 26, repitiéndose el viernes 28. En la tarde del Domingo 30 fué cantada Sonámbula, y para la noche estuvo anunciado El Barbero de Sevilla, pero César Badiali fué súbitamente atacado por el cólera y hubo necesidad de suspender la obra de Rossini, y sustituirla con un concierto en que tomaron parte Bottesini, la Sontag, la Costini, Pozzolini y Rocco, todo ello improvisado y sin ensayo. Para el 3 de Mayo volvió á anunciarse El Barbero, y segunda vez hubo que suspenderlo por continuar enfermo Badiali, y la función se transfirió al día 4, con carácter de concierto extraordinario, según el siguiente programa, repetición casi del de 30 de Abril: Obertura de Nabuco, de Verdi: Aria de Roberto el Diablo, de Meyerbeer, por la Costini; Cavatina de Semiramis, de Rossini, por Carolina Vietti: variaciones de Sonámbula ejecutadas en el contrabajo por Juan Bottesini: Aria suizi escrita en alemán, compuesta por Carlos Echart y cantada por la Sontag: Obertura de Ana Bolena, de Donizetti: Romanza de El Juramento, de Mercadante, por Pozzolini: Rondó de Maria de Rohan, de Donizetti, por la Fiorentini: Gran solo de contrabajo sobre temas de El Carnaval de Venecia compuesto y ejecutado por Bottesini; Cavatina de Linda, de Donizetti, por la Sontag: Dúo de Linda, por la Sontag y Pozzolini: Obertura de la Muda de Portici, de Auber: Dúo del Elixir de Amor, de Donizetti, por Pozzolini y Rocco: Canción Andaluza La calesera, por la Fiorentini en traje de maja española: Dúo del Elixir de Amor, por la Sontag y Rocco.

Por fin, el sábado 6 de Mayo pudo cantarse El Barbero, repartido así: Rosina, la Sontag: Berta, María López; Figaro, César Badiali; Almaviva, Gaspar Pozzolini; Don Bartolo, Luis Rocco; Don Basilio, Eliodoro Specchi: en la escena de la lección de música Enriqueta Sontag cantó unas variaciones de Adam sobre el tema Ah! vous diraije maman, arregladas para orquesta por Antonio Barilli. El siguiente día 7, Domingo, se repitió El Barbero. En ambas representaciones César Badiali, milagrosamente salvado de la muerte, convaleciente aún y

con una energía sin ejemplo para presentarse en escena, se acreditó como uno de los mejores barítonos aquí oídos: como actor su acción era natural y perfecta; como cantante un magnífico barítono: con la misma facilidad daba el do grave que el do sobreagudo, y recorría sin esfuerzo las tres escalas siendo siempre su voz extremadamente dulce.

Siguió en 9 de Mayo Maria de Rohan, con la Fiorentini en la protagonista, Badiali en el Duque de Chevreuse, Pozzolini en el Conde de Chalais, la Vietti en Gondı, Barattini en Aubri, y Cisneros en Fuesqui. Acostumbrado el público á oir á la Steffennone y á Beneventano en esta obra, no encontró que la Fiorentini estuviera á la altura de la prima donna del Teatro de Oriente; sin embargo, poniéndose en lo justo aplaudió á la Fiorentini en la plegaria y en el aria del tercer acto, llevándose todo el lleno de la ovación el magnífico barítono Badiali.

El jueves II cantó Enriqueta Sontag La Hija del Regimento, acompañándola la Costini en la Marquesa, Pozzolini en Tonio, Specchi en Sulpicio, y Barattini en Hortensio: al final, la Sontag cantó la polka D'Alary, compuesta expresamente para ella por su autor. El domingo 14, en la tarde, fué cantada Maria de Rohan, y en la noche se repitió La Hija del Regimiento. El 17 la función se dió en obsequio del Gral. Santa-Anna, con un himno compuesto por Bottesini, La Hija del Regimiento, y piezas de concierto por Bottesini, la Fiorentini y

Rocco.

El sábado 20 tocó su turno al Elixir de Amor, de Donizetti, con este reparto: Adina, la Sontag; Juanita, María López; Norino, Pozzolini; Doctor Dulcamara, Luis Rocco, y el Sargento Belcore, Specchi, quien se prestó á desempeñar este papel por nueva enfermedad de Badiali.

Anunció entonces la Empresa un segundo abono en las mismas condiciones del anterior y primero. En su prospecto se disculpó de la poca variedad de aquél, motivada principalmente por las enfermedades de sus artistas, lo que la obligó á frecuentes repeticiones: avisó á la vez haber contratado al primer tenor D. Juan Bautista Bordas, á quien esperaba en la Capital de allí á pocos días. El 23 como función de obsequio á los abonados se repitió una vez más, y con gran contento del público, Sonámbula, por la admirable Enriqueta Sontag, y en la noche del jueves 25 principió el segundo abono con El Barbero de Sevilla, por tercera vez. Para el 30 estuvo anunciado Don Pascual, pero hubo de suspenderse porque César Badiali, cuyo entusiasmo por el arte y deseo de no perjudicar á la Empresa le habían hecho volver al trabajo en los primeros instantes de su convalecencia, quedó tan delicado que una vez más cayó en cama. En vez de Don Pascual, fué repetido el Elixir de Amor.

La tercera función del segundo abono fué dada con la primera representación del Otelo, de Rossini, así repartido: Desdemona, Enriqueta Sontag; Emilia, María López; Otelo, Juan Bautista Bordas; Yago, Specchi; Rodrigo, Carolina Vietti; Elmiro, Luis Rocco; el Dux, Barattini. En el primer acto se estrenó una hermosa decoración representando la Plaza de San Marcos de Venecia, pintada por Constantino Brumidi y Camilo Biseo. El Otelo, que gustó mucho, se repitió el sábado 3 de Junio. Para el jueves 8 volvió á anunciarse Don Pascual, y nuevamente hubo que suspender el estreno por grave recaída de Badiali. Para el domingo II se anunció Lucrecia Borgia, con este reparto: Don Alfonso, Badiali; Lucrecia, la Sontag; Genaro, Pozzolini; Mafio Orsini, la Vietti; Yeppo, la López; Apóstol Gacella, Rocco; Oloferno, Cisneros; Gubela, Specchi; Rustighelo, Barattini; Astolfo, Carrillo: en el prospecto la Empresa anticipó las gracias á la López, Rocco y Specchi por haberse prestado á desempeñar papeles que no les correspondían.

Pero no hubo lugar á ello, pues fué necesario suspender la función porque Enriqueta Sontag, de regreso de un paseo á Tlálpam, se sintió enferma y tuvo que meterse en cama. Quísose creer que la indisposición sería pasajera, y para la noche del lunes 12 se preparó en obsequio á Santa-Anna por su cumpleaños, un espectáculo así formado: Obertura de la Muda de Portici; Gran Himno Nacional, letra del poeta cubano Juan Miguel Losada y música de Antonio Barilli: Segundo acto de Lucrecia: Pieza característica Recuerdos de Nápoles, composición de Ansano Bandini, ejecutada en el violín por la Srita. Lavinia Bandini, de quince años de edad: Segundo acto de La Hija del Regimiento, pedido expresamente por Su Alteza Serenísima: al final del acto la Sontag cantaría la polka D'Alary: Tercer acto de María de Rohan.

Mas tampoco esa función iba á darse. En la tarde del lunes circuló el siguiente aviso: "La Empresa se ve en la imperiosa necesidad de suspender la función de obsequio dispuesta para esta noche, por continuar enferma la Sra. Sontag.-Confiada en la excesiva indulgencia del respetable público, manifestada en todos los contratiempos que ha sufrido á causa de la mala estación, la Empresa espera que disimulará esta nueva falta involuntaria, que le es imposible superar. Oportunamente se dará aviso del día que Su Alteza Serenísima se sirva elegir para que se verifique la función que hoy se suspende."

La noticia horrible, la espantosa noticia, circuló con rapidez y terror por toda la ciudad: Enriqueta Sontag estaba atacada por el cólera morbus. Tal era la verdad, por más que de orden del Gobierno estuviese prohibido decirlo, para no alarmar á los habitantes de México. Pobre artista! Pobres Rosina, Amina, Maria y Adına, protagonis

R. H. T.-T. II.-30

tas de el Barbero, Sonámbula, Hija del Regimiento y el Elixir, aquí hechas cuerpo y realidad por la Condesa de Rossi! Ella que con tanta naturalidad expresaba su alegría al asegurarse, con la posesión de la sortija, del amor de Elvino, desgarraba el corazón de los que la oían cuando en medio de su desesperación se arrojaba á los pies de su amante queriendo probarle su inocencia. Qué modo el suyo de imitar el sonambulismo! Cuánta era la verdad de su expresión al despertar y saber que su prometido la quiere siempre! Pero ¿qué cosa más natural que el disgusto de aquella Rosina, al verse reprendida por su tutor porque éste se encuentra una hoja de papel de menos y mojada en tinta la pluma?: el rostro, la mirada, la acción, todo revelaba el disgusto, y al fin, para que la naturalidad nada dejase que desear, se tapaba los oídos demostrando que ni escuchar quería. Pero en nada fué como en La Hija del Regimiento: con qué primor, sin exagerar nunca, se mostraba siempre la criatura formada en el cuartel! Las costumbres allí adquiridas por María en su infancia, hallábanse tan arraigadas en ella, que inútiles eran los esfuerzos de la Marquesa para corregirla: era siempre la vivandera, aunque en el segundo acto vistiese con lujo y elegancia. Como cantatriz ¡cuán eminentes fueron sus cualidades! Pero ¿á qué hablar de lo que nadie ignoró y aun recuerda el mundo y repetirá siempre la historia del arte? Pero volvamos á nuestro relato, repitiendo que con horror se supo que al regreso de un paseo en Tlálpam Enriqueta Sontag había tenido que meterse en cama con todos los síntomas de un caso de los más violentos. La ciudad se conmovió profundamente con esta noticia, pues en los dos únicos meses que la artista llevaba en México habíale cobrado un entusiasta y singular cariño. Por orden del Gobierno, por demás exagerado en su prohibición de que se hablase de casos de cólera, se quiso hacer creer que la artista no lo padecía ni estaba siquiera grave: mas ambas cosas eran de la mayor falsedad, y por más que hicieron los médicos extranjeros y nacionales llamados cerca del lecho de la interesante enferma, Enriqueta Sontag, dejó de existir á las tres de la tarde del sábado 17 de Junio. Sus últimas notas en el teatro fueron las que forman el canto de muerte de la Desdémona, de Rossini, último que se levantó de aquella garganta que fué la admiración de los más cultos públicos de Europa y de América.

El domingo á las cuatro de la tarde, la multitud, imponente por su recogimiento, empezó á invadir las calles adyacentes á la morada de la artista, que murió y vivió en la casa núm. 13 de la 1a de San Francisco: todas las clases, sin excepción, querían asistir al entierro ó presenciar al menos el paso del cortejo fúnebre. El dolor estaba retratado en todos los semblantes.

El cadáver de la Condesa de Rossi había sido colocado á las tres de la tarde en una caja de plomo y ésta en otra de madera. Hasta

entonces había sido tendida en su lecho mortuorio, vestida de blanco y cubierta con un velo transparente; sus facciones no estaban descompuestas, parecía dormida, y aun estaba hermosa, con sus manos de marfil, con su pura fisonomía, y con sus cabellos de oro trenzados sobre su frente de alabastro.

A las cinco y media, el cadáver fué sacado de la casa mortuoria, en hombros de los individuos de la Sociedad Filarmónica Alemana, para ser conducido al cementerio. Sobre el ataúd veíanse una cruz y una lira de plata, una corona de trinitarias y una guirnalda de jazmines. El cortejo, á pie, y con un recogimiento perfecto, se puso en marcha tomando por el callejón de Betlemitas y en dirección á San Fernando: ministros extranjeros, funcionarios públicos, comerciantes, las redacciones de todos los periódicos, literatos, músicos, artistas, todas las clases, en fin, formaban la comitiva: detrás seguía una tan larga fila de carruajes de duelo que llegaron á ocupar sin interrupción todo el espacio que mediaba entre la casa mortuoria y el cementerio. El cadáver entró en la iglesia de los Fernandinos como á las seis y media, y colocado en un sencillo catafalco se cantó una solemne vigilia, dirigiendo la orquesta el profesor D. José Antonio Gómez: siguiéronse los imponentes responsos de los religiosos, y el ataúd fué conducido, siempre en hombros, al panteón.

Allí, y antes de dar sepultura al cadáver, á la tétrica luz de los cirios, el Club Alemán entonó fúnebres cantos de despedida, y se leyeron composiciones del Barón Carlos Gagern y de D. Pantaleón Tovar, y á las ocho de la noche, al dar el toque de ánimas, el ataúd quedó depositado en el nicho núm. 194, mientras se gestionaba su translación á Alemania, como se verificó tiempo después, mediando en ello poderosas influencias, pues el Conde de Rossi no quiso separarse del cadáver de su esposa, al haber tenido que regresar á Europa.' Cerrado el nicho provisional, el cortejo se retiró consternado y afligido.

El jueves 13 de Julio, todos los artistas residentes en la Capital, rindieron el último homenaje á la memoria de la insigne artista, tomando parte en las solemnes exequias habidas en la Iglesia de la Profesa, por el descanso de su espíritu. Más de seiscientos cirios iluminabau las naves del templo, cuyas columnas vestían negros paños: de la cúpula pendía un pabellón negro y blanco sobre un catafalco de tres cuerpos: en el primero de éstos se leían un soneto de D. Anselmo de la Portilla y varios versículos tomados de los libros santos, en lugar de otros tres sonetos de D. Marcos Arróniz, D. Casimiro del

1 En 2 de Mayo de 1855 los restos de Enriqueta Sontag fueron definitivamente sepultados en el Convento de Merientchel, próximo á Dresden, en que estaba de monja su hermana menor. Al acto asistieron el Conde de Rossi, sus cuatro hijos, la madre de Enriqueta y su hermano el Capi. tán Sontag.

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