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ponerse á un desengaño muy duro, porque, como repetimos, que en México hemos visto muy buenos cuadros dramáticos, el público cree que engañarlo de este modo, es burlarse de su indulgencia, abusar de su bondad.

"No sabemos á quién echar la culpa de este abuso; pero nos parece que el comisionado de la empresa, para traer la actual compañía, ya que así se quiere que se llame, no tiene conocimiento del arte dramático y conoce muy poco á nuestro público. Si no fuera esto, habría traído una buena compañía, porque además de lo desagradable que le es al público que lo engañen, resulta que, al ver representar á nuevos actores un drama que ya ha visto, haga recuerdos y comparaciones que tal vez pueden ofender á alguna persona. Basta por ahora, y veremos en adelante. El público está contento de Matilde; pero no de los demás actores."

En su número del martes 22, El Omnibus decía:

"Anteanoche hizo su segunda salida en nuestro teatro, la Sra. Matilde Díez. La Escuela de las coquetas es una comedia muy vista del público, y sin embargo, agradó anteanoche. La Sra. Díez estuvo muy feliz en el desempeño del papel de Clara, y recibió aplausos muy merecidos. Las Sritas. Planas y Robreño, que acompañaron á la Sra. Díez en la representación, son dos jóvenes que acaso adelantarán. Los Sres. Armenta y Mendoza tienen muy poco trabajo en la comedia de que se trata, y aunque quisieran hacer algo para dar á conocer las facultades que tal vez tengan, les es imposible hacerlo en papeles semejantes. El carácter de la Duquesa, lo hemos visto otras veces representado con mucho aplauso en el último acto, en la escena entre ella y Rompelanzas. El Sr. Catalina (D. Juan), que hizo al General, no comprendió las situaciones en que se encuentra el personaje, y daba pena verlo trabajar al lado de la Sra. Díez. En prueba de lo que decimos, citaremos la escena del segundo acto, entre Clara y el General, escena en que éste, apasionado, ciego de amor por la Duquesa, hace que ya no la ama y que la desprecia. En esa situación, el Sr. Catalina debió manifestar dos sentimientos diferentes, el desprecio para con Clara, porque era á quién quería engañar, pero al público debió hacerle ver la aflicción, el dolor, las angustias de su alma, tanto por las coqueterías de la Duquesa, cuanto por el dolor que le causaba fingir que la despreciaba, cuando se moría de amor por ella. El Sr. Catalina no compre.idió ésto, y estuvo tan frío para Clara como para el público.

"El Sr. Catalina (D. Manuel), es otro actor muy diferente del que vimos trabajar la otra noche; en el drama no agrada, en la comedia de costumbres está bien, sin que por esto se crea que no tiene que criticársele. Hemos notado que muchas veces hace reticencias tan largas, que destruyen el efecto de las palabras, como sucedió

anteanoche, al final del segundo acto. En honor de la justicia, debemos decir que la escena en que estuvo perfectamente bien, fué en la del tercer acto, con la Sra. Díez, á pesar de que al concluir, la exageró un poco. Por otra parte, el papel de D. Valentin Rompelanzas, no es un papel de prueba para un actor; el público aplaude y celebra las ocurrencias del autor, y el actor tiene muy poco que hacer para captarse la aprobación del espectador, porque la sola bondad del papel, con tal que el actor que lo desempeñe lo haga medianamente, hará que la concurrencia le aplauda y le celebre. En vista de esto, concluímos que, para juzgar de las facultades cómicas del Sr. Catalina, necesitamos verle representar una comedia en que sea aplaudido por su habilidad, por su trabajo. Quisiéramos verle en el Amante Universal. De la pieza no decimos nada, porque nos salimos del teatro cuando concluyó la comedia."

Dos días después, el 24, El Omnibus y los intrigantes que le inspiraban, se descararon más, contestando á un remitido publicado en El Siglo, en elogio de la compañía de Matilde Díez, que trabajaba casi sin apuntador Hé aquí como se expresó El Omnibus:

"El remitente dice en su artículo que el no oírse al apuntador en el teatro de México, es una novedad, porque los mexicanos estamos acostumbrados á concurrir á las representaciones dramáticas pagando sencillo y escuchando doble. Esto que al articulista le sorprende, no nos sorprende á nosotros, porque el público de México ha sido tan exigente con las compañías que han trabajado en nuestros teatros, que no satisfecho con querer veintidós funciones al mes, y cuento distinto todas las noches, nunca ha estado contento si no le han dado dos comedias nuevas cada semana, y tres y cuatro en tiempo de beneficios. Que no se oiga al apuntador de esta. . . . . compañía, no es nada extraño, porque las comedias que los actuales actores están representando, las han hecho muchísimas veces, las saben como sus nombres de bautismo, y han tenido sobrado tiempo de estudiarlas y repasarlas, motivos por los cuales hay actores que las desempeñan muy bien, y no necesitan del apuntador para maldita la cosa. Haga esta compañía el insoportable trabajo que han hecho las otras en nuestros teatros, y estamos seguros de que si antes tenía el público que oir hablar alto al apuntador, hoy le oiría desgañitarse, y las comedias saldrían malísimamente representadas, porque estos actores no están acostumbrados á trabajar al oído."

Poco después, aquellos ataques dejaron descubrir de dónde y de quiénes partían, al decir el mismo periódico:

"Parece que nos vamos saliendo con nuestro propósito. Anteanoche desempeñó muy bien el Sr. Catalina (D. Manuel), el papel de D. Fernando Torrente en la comedia El arte de hacer fortuna. Nos alegramos sinceramente de su triunfo, y sentimos que el resto de la com

pañía no hubiera contribuído á él. No hay remedio, los concurrentes al teatro deben contentarse con ir á ver trabajar en el drama y en la comedia á la Sra. Díez, y en el género cómico al Sr. Catalina, porque lo demás del cuadro dramático, es sumamente débil. Si con los buenos actores que actualmente trabajan y con los que hay aquí, forma la empresa una verdadera compañía dramática, el teatro progresará, el público estará contento, y la empresa tendrá buenos productos.” Pero como esa empresa no mostrase disposición á darse por entendida, ni á cargar su presupuesto con nuevas contratas de actores, El Omnibus dijo claramente lo que pretendía, publicando en sus columnas lo siguiente, con carácter de remitido:

"Cada función en que trabaja la eminente actriz española Da Matilde Díez, da á conocer más su talento y maestría en el arte difícil de la escena; lo mismo sucede con respecto al apreciable y simpático joven D. Manuel Catalina; pero en cada función se da á conocer también más y más lo débil é incompleto que es el cuadro de la compafiía, sobre todo, en la parte de actores. Los Sres. Robreños, excepto D. José y el joven galán Miranda, apenas podrían haber desempeñado papeles muy secundarios en las compañías que han trabajado otros años en el gran teatro de Santa-Anna. No hay un barba para los caracteres de este género que requieren fuerza é inteligencia, tanto en el drama como en la comedia de costumbres, y en que ha lucido siempre el distinguido actor D. Juan de Mata, como tampoco un galán joven para muchos papeles, como el que se encargó á Miranda en la pieza de Olona que se representó el viernes último, y en que hubiera trabajado muy en armonía con Catalina, el apreciable D. Manuel Fabre, joven de talento, muy elegante, y que en muchos papeles dramáticos ha merecido la aprobación y los aplausos del público inteligente é ilustrado.

"Necesario es reforzar el cuadro de la compañía, incorporando á él dos ó tres actores del mérito de los que hemos indicado, así como á la Srita. Da Pilar Pavía, y cuyos primeros ensayos en el teatro de México anunciaron desde luego sus admirables disposiciones para el arte dramático, en que sabemos ha hecho bajo la dirección de la entendida actriz Da Concepción Samaniego, notables adelantos.

"Si la empresa desea captarse la benevolencia del público, lo que además influirá muy favorablemente en sus intereses, debe obsequiar las insinuaciones que se le han hecho sobre este punto, no retardando más el ajuste de los actores que tanta falta hacen para el más lucido y cabal desempeño de las representaciones dramáticas.

"A esto, añadimos nosotros, que si la empresa ajusta nada más al Sr. Mata, sin duda que adquirirá un buen actor, pero no por eso dejará de quedar débil la compañía. En cuanto al Sr. Fabre, quien en la pieza de Olona, Alza y baja, ha desempeñado con mucha elegancia,

con mucha finura, con mucha maestría, el papel que hizo el Sr. Catalina, y que está tan bien en el drama como en la comedia, creemos que no puede ajustarlo la empresa, porque se halla comprometido á trabajar este año y el que entra en el interior, á menos que alguna circunstancia le obligue á rescindir su compromiso.

"La empresa, pues, debe formar su compañía dramática, ajustando no sólo al Sr. Mata, sino también á los Sres. Castro, Viñolas, Servín, Padilla y otros; además de éstos, á algunas de las primeras actrices que hay en México, y sólo así tendrá un verdadero cuadro dramático, porque el que actualmente está trabajando, no vale la pena de que se le vea dos veces."

La empresa no dió señales de inmutarse ni de estar dispuesta á obsequiar los sentimientos caritativos del periodista, que dolíase de que los actores sus amigos anduviesen escasos de recursos y de que no se los proporcionase, contratándolos, la artista española. Para que no se suponga invención nuestra la especie, véase cómo la asentó en letra de molde el citado Omnibus de 9 de Junio: "La compañía dramática que muchos años ha trabajado en esta Capital, se halla hoy sin local en que dar representaciones. ... Invitamos á S. E. el Ministro de Fomento á dictar las disposiciones necesarias para que esos actores puedan trabajar, pues no es justo que muchos hombres de bien estén sin trabajo, no teniendo donde ganar honradamente lo necesario para sus familias." El periodista no discurrió nada menos que el proponer "que se diese á esos actores el Teatro Nacional las noches en que no trabajase la Sra. Díez para que alternase con ella como lo había hecho la compañía Freixes," y encontrando bueno á ese propósito hasta el invocar el poder dictatorial entonces dominante, añadía en el mismo párrafo: "De la justicia de Su Alteza Serenísima esperamos se nos escuche: Su Alteza Serenísima el General Presidente, ama á su patria, desea sus adelantos, sus progresos: su acendrado patriotismo comprenderá que es razonable lo que pedimos, y su justicia tomará una determinación que le honre y que haga un bien á su país.”

Pero Su Alteza Serenísima andaba demasiado preocupado con el crecimiento de los revolucionarios de Ayutla, que estaban en vísperas de dar al traste con la dictadura, y además tenía en aquello ó para aquello sobrado buen juicio, y no hizo caso alguno de la adulatoria excitativa. Fué necesario cambiar de táctica y entonces se atacó á la compañía porque estrenaba comedias en funciones de tarde, sin haberlas dado antes en las de las noches, y porque no ponía en escena obras mexicanas. Hé aquí, como demostración, otro párrafo de El Omnibus: "Varios señores abonados quieren que, por medio de nuestro periódico, hagamos presente á la Empresa lo descontentos que están, porque debiendo ser ellos los preferidos, á los concurrentes por las tardes se les dan dramas nuevos. Los señores abonados nos han dicho

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que recordemos á la Empresa la costumbre que hay en México, de que para dar una comedia nueva al público de la tarde, es preciso dársela primero á los abonados. También nos han dicho manifestemos á la Empresa los deseos que tienen de que la Sra. Díez represente los dramas de nuestro malogrado compatriota D. Fernando Calderón, y son El Torneo, Ana Bolena, Hermán ó la vuelta del Cruzado, y su comedia A ninguna de las tres. Cumplimos el encargo de los señores abonados: la Empresa sabrá si accede á sus peticiones."

En otros casos ó párrafos se atacó á la compañía porque no daba muy seguidas sus funciones: léase este párrafo de un remitido al susodicho Omnibus:

"Somos abonados al Gran Teatro de Santa-Anna, y acostumbrados como estamos á que se nos den funciones cinco noches á la semana para ir allí á pasar las horas y tener una distracción que nos libre por algún tiempo del fastidio de este mundo, estamos demasiado descontentos con la actual compañía de verso, que deja pasar tres y cuatro días sin darnos función, como sucedió la semana pasada, pues desde el domingo que nos dieron Isabel la Católica, no se sirvieron volver á darnos otra, sino hasta el jueves que se representó Bandera Negra; y desde ese día hasta ahora, no nos han dado otra función y ya han transcurrido seis días.'

Mas como por ninguno de estos medios consiguiesen los actores en disponibilidad ser contratados, dieron á sus hostiles manejos intención más pérfida y procuraron atraer sobre la compañía española la mala voluntad de los patrioteros, precisamente en los días de mayor efervescencia de odios entre las masas indoctas. Suscrito con la firma casi anónima de Varios mexicanos, apareció un remitido que decía:

"Ha llegado á correr muy válida la noticia de que la junta patriótica ha invitado á los actores dramáticos mexicanos que actualmente se encuentran parados en esta Capital, en unión de todos sus compafieros los que formaban la antigua Compañía que trabajaba en el Teatro Nacional, diesen una representación cuyo producto sería destinado á socorrer á las viudas y mutilados de la guerra de nuestra independencia; también se ha dado como positivo, que los actores todos accedieron gustosos á esta solicitud, siempre que la junta les facilitase el teatro en cualesquiera de las noches que no se diera función. Pues bien; hoy se asegura que esto no tendrá verificativo porque habiéndose dirigido una comisión de la junta á los Sres. Mosso, subarrendatarios de dicho teatro, éstos dijeron que el locatario era la Sra. Matilde Díez, por cuyo motivo tuvo que pasar la comisión á solicitarlo de dicha señora, la que no ha tenido á bien acceder á la petición.

"Nosotros deseamos y exigimos de la Junta Patriótica, dé publicidad de lo que haya pasado en este negocio, para que enterados con

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