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veracidad, podamos dar las gracias á los que se hayan hecho acreedores á ellas, y desembuchar muchas cosas que tenemos atragantadas, en cuanto á los teatros de nuestra Capital."

En los momentos que se hizo, esta acusación revestía cierta gravedad y sobrados peligros. El 8 de Junio el General Presidente había regresado de Michoacán convencido de lo imposible que le sería triunfar de los partidarios del Plan de Ayutla acogido y aceptado por casi toda la nación. Guardándose muy mucho de descubrir su decepción, apenas se ocupó desde ese instante en otra cosa que en preparar su retirada, pero de modo y manera de no dar á conocer sus fundados temores de que la venganza popular le hiciese su víctima. Ni aun confesó que le pareciese irreducible la rebelión de Michoacán, y hasta dió á entender que la tenía vencida. Uno de sus poetas cantó así:

"La guerra fratricida horrible brama
De Michoacán en el fecundo suelo,
Llevando por doquier el desconsuelo
Con el incendio y sangre que derrama.

"Todo allí es confusión: el bueno clama

Por el pronto remedio al alto cielo,
Pues crece su pesar y su desvelo
Al ver del fuego la terrible llama.

"Mas pronto se recobra la alegría,
La confianza en el alma toma asiento,
Pues se presenta el héroe, y en un día,
"Cual el roble arrancado es por el viento,
Así derriba al monstruo de anarquía
Haciéndole expirar en el momento.'

Nada, en efecto, hacía conocer en la Capital que estuviese próxima la catástrofe: día á día las calles, engalanadas con cortinajes y arcos de flores, eran recorridas por las procesiones sinnúmero con que se festejó la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción. El día del cumpleaños del Presidente hubo gran fiesta y gran banquete en Tacubaya. El 17 de Junio, la Guarnición le obsequió con un espléndido baile, al que asistió toda la mejor sociedad. Los teatros le brindaron con funciones de obsequio. El domingo 22 de Julio se celebró con gran solemnidad el principio de las obras de un camino de hierro proyectado por los Sres. Mosso, D. Manuel Payno y D. Antonio Suárez: de esto dijo el Diario Oficial:

"Como estaba anunciado, el domingo 22 á las once de la mañana, concurrió S. A. S. á la ceremonia de colocar el primer riel y la primera piedra en el tramo que ha empezado á trabajarse en la vía

férrea que los Sres. Mosso hermanos construyen, camino de Tampico. El almacén de depósito formado junto á la garita de Peralvillo, se hallaba convertido en un elegante salón, bellamente decorado con banderas nacionales, festones y cortinas de damasco. Desde las diez y media se encontraba el Excmo. é Ilmo. Sr. Obispo de Michoacán D. Clemente de Jesús Munguía, bajo el dosel dispuesto para S. E. I. en esta augusta ceremonia. Sobre un pequeño altar, colocado inmediatamente, se hallaban las medallas fundidas para perpetuar la memoria de este notable acontecimiento, y una concurrencia numerosísima esperaba ansiosa la presencia del ilustre jefe del Estado. Este se presentó y ocupó el solio que le estaba destinado, en medio de los vivas entusiastas del pueblo, del tronido de los cañones, del incesante murmullo de admiración y aplauso de los concurrentes, y del eco espléndido y sonoro de las músicas militares que tocaban el himno nacional.... Después de los discursos de D. Miguel Mosso y del Sr. Velázquez de León, el Sr. Restory, Capitán del ejército y director de la obra del camino, dirigió la palabra á S. A. S. casi en los mismos términos que el Sr. Mosso, y le presentó en una elegante caja forrada de tafilete y terciopelo, el martillo y clavo de plata que habían de servir para la colocación del primero de los rieles. S. E. el Obispo de Michoacán bendijo la obra, se repartieron las medallas acuñadas exprofeso, y S. A. S., seguido de su ministerio, del ilustrado Obispo celebrante, de los empresarios y de otros caballeros de lo más granado de nuestra sociedad, se dirigió al punto en que había de colocarse la primera piedra y riel destinados para la ceremonia, poniendo ambas piezas, y desempeñando el Excmo. Sr. Munguía los oficios de su augusto y elevado ministerio. El agua bendita salpicó aquellos objetos industriales, y cuando todos los espectadores contemplaban silenciosos aquella ceremonia en que el mediador entre Dios y el hombre invocaba sobre la obra del entendimiento la protección del cielo, dos carros, preparados ad hoc, rodaron por las quinientas varas que hay ya construídas, llevando la música del cuerpo de artillería que llenaba el aire con las cláusulas armoniosas de la marcha nacional. La concurrencia prorrumpió en vivas estrepitosos, y todo fué placer, animación y regocijo. S. A. S., juntamente con los Excmos. Sres. Ministros y algunas otras personas notables, recibieron medallas de oro, conmemoradoras del suceso. Estas medallas tienen de un lado una locomotora con una inscripción que no recor. damos, en el exergo, y otra en la parte posterior de dichas medallas. S. A. S. quedó vivamente complacido de la actividad, decisión y empeño de los Sres. Mosso, aplaudió repetidas veces los esfuerzos de los empresarios; les prometió su alto y poderoso apoyo, y se mostró allí como en todas partes el primero entre los patriotas mexicanos."

Como la cosa política andaba, sin embargo, de mal en peor, el Gene

ral Presidente comenzó á moverse en su viaje para fuera del país, haciendo ir por delante á su señora esposa, y véase por un párrafo del periódico El Universal, como se hizo esa marcha y cuán grandes aires de corte y de aristocracia desplegaba, aun en su agonía, aquella administración. Hé aquí el párrafo citado:

y

"Según se nos escribe de Puebla, el 29 de Julio último á las diez de la noche, llegó á aquella Capital, la Serenísima Sra. Presidenta, fué magníficamente recibida por todas las autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Se hospedó en el Palacio del Gobierno departamental, y al llegar á él, fué saludada con un repique á vuelo, salvas de artillería y la marcha nacional que tocaron las músicas militares. Desde las tres de la tarde estuvieron las tropas formadas en la plaza, los artilleros junto á los cañones, los campaneros bajo las campanas, y las bandas militares con sus instrumentos listos para tocar. En las calles del tránsito, que estaban llenas de gente, lo mismo que la plaza, había vistosas colgaduras. El Excmo. Sr. Gobernador, al frente de una lucida cabalgata, salió á recibir á S. A. S. Dos filas de hombres con hachas encendidas la esperaban desde el salón del Palacio hasta la calle. Al apearse del coche, la recibió el Ayuntamiento bajo de mazas. Arriba la aguardaban el Ilmo. Sr. Obispo y algunas otras personas. Hubo una espléndida comida, y entretanto se disparaban cohetes y se ejecutaban piezas de música. El día 30 á las cinco de la mañana continuó S. A. S. su viaje para Veracruz. Una salva de 21 cañonazos anunció su salida de Puebla. Tales son los pormenores que uno de nuestros corresponsales en aquella ciudad nos comunica."

Era la víspera de la fuga de Santa-Anna y aun el Diario Oficial daba por firme al Gobierno y hablaba alto y gordo. Léase en comprobación lo que sigue:

"S. A. S. ha recibido en estos últimos días varios anónimos contra determinadas personas, acusándolas de estar mezcladas en los acontecimientos revolucionarios. El sábado se entregó á S. A. S. una carta contra los Sres. D. Lorenzo Carrera, D. Manuel Gargollo y D. Casimiro Collado, acusándolos á S. A. como agitadores, colaboradores del desorden y como los más apasionados instigadores de los rebeldes. S. A. S. envió la carta anónima á dichos sefiores, quienes han escrito á S. A. dándole gracias por su cortesanía y bondad, aplaudiendo su buen juicio y protestándole que no sólo no se mezclan en la política del país, sino que, consagrados exclusivamente á sus giros mercantiles, desean siempre para México un gobierno que proteja los intereses individuales, y que dando garantías de inalterable, fomente la decaída industria y la empobrecida agricultura y haga que se fecundicen prontamente los recursos de la pública riqueza. Dichas personas han significado á S. A. S. cuánto aplauden y cuán digno

de estimación le hace en el público sensato el noble rasgo de enviar un anónimo calumniador á las mismas personas señaladas como revoltosas.

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'Sépase, pues, que el General Presidente conoce harto bien los hombres y las cosas, para caer en un lazo grosero, para ser instrumento de ruines venganzas, para infamar su buen nombre persiguiendo á ciudadanos pacíficos y laboriosos, tan sólo porque se trate de persuadirle que son sus enemigos y que conspiran contra la paz; y sepan, en suma, los autores de tan miserables cartas, que esos resortes gastados no hacen mella en el ánimo de ningún hombre de buen sentido, porque no son más que una prueba del grado de ruindad, de frivolidad y de desmoralización á que nos han conducido las revoluciones. ¡Descúbrase quién es el autor de un anónimo, y el escarmiento será terrible!"

El miércoles 8 de Agosto, no siendo ya posible prolongar más aquello, se publicó la siguiente circular:

"Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación.-Sección 1a -Excmo. Señor—S. A. S. el General Presidente ha resuelto marchar al Departamento de Veracruz, para atender personalmente al restablecimiento del orden que ha sido alterado en algunos puntos de aquella demarcación; y dispone en consecuencia que el ministerio quede en esta Capital facultado para el despacho de los negocios comunes, en los mismos términos que se ha hecho otras veces en que se ha ausentado S. A. S. Dígolo á V. E. de orden suprema para su conocimiento y efectos correspondientes. Dios y libertad. México, Agosto 8 de 1855.-Aguilar.”

Pero no es nuestra misión hacer historia: búsquese en la de México en esos días, cómo salió de la Capital y de su patria D. Antonio López de Santa-Anna, dándose todos los honores propios de su rango y so pretexto de bajar á Veracruz á restablecer el orden en aquel Departamento, y limitémonos á decir lo que en la gran México pasó con tal motivo.

De El Siglo Diez y Nueve, tomo la siguiente relación de lo acontecido el lunes 13 de Agosto, al pronunciarse la ciudad por la revolución de Ayutla.

"Hasta aquí todo iba bien; pero después de la agitación llegó el desencadenamiento de las pasiones. El pueblo tranquilo por lo presente, dirigió los ojos á lo pasado; entonces se acordó, y con el recuerdo le volvieron las ideas de venganza.

"Según hemos dicho, desde las cuatro y media de la tarde la multitud que venía de la Alameda se había estacionado en la Plaza Principal; sitiaba las puertas del Palacio pidiendo la organización de la Guardia Nacional, y armas para los nuevos soldados ciudadanos, á los que se les señalarían puestos fijos en los diferentes puntos de la ciudad.

"La distribución de las armas podía tener serios y desfavorables resultados en aquellas circunstancias: creemos que fué desechada, y esto estuvo muy bien hecho. La multitud, más y más compacta y exigente, amenazaba forzar las puertas del Palacio, cuando una descarga disparada al aire la hizo más circunspecta. Hacia las cinco se dispersó en grupos, y á los gritos amenazadores que lanzaban, adivinamos que íbamos á asistir á alguna conmovedora escena de venganza popular.

"En efecto; la justicia del pueblo pasó durante dos horas por la imprenta del Universal y del Diario Oficial, por la casa particular de Lizardi, por la que habitaba la familia de la mujer de Santa-Anna, por la de Bonilla, antiguo Ministro del exterior, por la de Lares, y creemos que por la de Lagarde, Jefe de Policía.

"La imprenta del Universal y del Diario Oficial, sita en la calle de Cadena, fué destruída desde el techo hasta el suelo; la calle estaba cubierta de restos de material tipográfico y de una enorme cantidad de impresos.

"La casa de Lizardi, en frente del Colegio de las Niñas, fué forzada; echaron todos los muebles por las ventanas, y con ellos, en señal de alegría, hicieron una inmensa luminaria.

"La casa de la familia del ex-presidente, calle de Vergara núm. 6, sufrió la misma suerte que la de Lizardi: todos los muebles fueron quemados: tres coches, hallados en sus cocheras, fueron incendiados y paseados por la ciudad.

"Pero sobre todo, donde el daño ha de haber sido más considerable, es en la casa de Bonilla, esquina de las calles de Tacuba y San José el Real: un ajuar numeroso y muy rico, una biblioteca de las más completas, un piano de cola, y objetos de valor de toda clase, eran arrojados implacablemente en medio de la calle; y el fuego de un coche incendiado que habían llevado delante de la puerta, se comunicó con todas aquellas riquezas amontonadas, y se elevaba en llamas hasta los techos de las casas.

"La casa de Lares, calle de Jesús, fué tratada como la de Bonilla. "Ignoramos lo que habrá pasado en casa de Lagarde; lo que nos hace creer que su casa ha sido igualmente visitada, es que hemos oído á los terribles ejecutores que un coche ardiendo que llevaban, pertenecía al antiguo jefe de la policía.

"El Omnibus, anuncia que comenzaron á apedrear su imprenta, pero que esta manifestación no tuvo consecuencias.

"La tropa comenzó á hacer su aparición activa en el momento en que todo estaba concluído en casa de Bonilla: los ejecutores de la venganza popular, estaban ya fatigados de romper y de quemar. Algunos caudillos llamaron muchas veces á los que quisieran seguir la obra de destrucción contra la casa de Escandón, en la plazuela

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