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de Guardiola, y sólo una treintena de hombres tomaron esa dirección.

"La puerta maciza de esa casa estaba sólidamente cerrada; no pudieron abrirla; en su impotencia, rompieron á pedradas todas las vidrieras de los balcones; la posibilidad ó el tiempo les faltó para subirse por los balcones como lo hicieron en casa de Bonilla. Llegó un destacamento de tropa, é hizo una descarga sobre la multitud que se dispersó.

"Poco tiempo después se abrió la puerta y la tropa tomó posesión de la casa que se había escapado de buena.

"La tropa impidió otras tentativas hechas contra las casas de la Sra. Da Merced Santa-Anna, la de Blanco y la de Sierra y Rosso. "Desde ese momento, la tropa barrió todas las calles de la ciudad; oímos frecuentes detonaciones de fusilería; hasta vimos el fuego muy de cerca, y como no vimos caer á nadie, podemos creer que al principio, las armas de los soldados estaban cargadas con cartuchos de instrucción.

"Con todo, parece que más tarde se vertió sangre, sobre todo en el Puente de Leguizamo; hemos oído calcular en quince ó veinte el número de muertos y heridos.

"Hacia las nueve de la noche vimos que la tropa conducía cosa de sesenta presos: por todos fueron cien.

"Con nuestros propios ojos hemos visto el orden perfecto que reinaba en medio de todo ese desorden popular. Excepto las personas contra quienes el pueblo ejercía su justicia, ninguna otra ha sufrido. durante esas tres horas. La fábrica de pianos que está en el piso bajo de la familia del ex-presidente, la tienda y la zapatería que están abajo de la casa de Bonilla, han sido perfectamente conservadas.

"No nos atreveremos á afirmar que no se ha cometido ningún robo, pero podemos asegurar que no ha sido cometido por los devastadores: lo echaban todo en el brasero, y muchos individuos sorprendidos en delito de sustracción, fueron castigados por el pueblo.

"Todas las casas devastadas estaban sin habitantes, y felizmente no tenemos que denunciar ninguna violencia personal.

"Muchos individuos fueron gravemente heridos en la calle por la caída de los muebles.

"Estos excesos son de sentirse bajo todos aspectos; pero acaso habrían sido mucho más graves en esta reacción después de dos años y medio de un despotismo sin ejemplo en la historia moderna de las naciones; y si por otra parte quisiéramos buscar un argumento para paliar la culpabilidad de esos hechos, en cierto modo nos felicitaríamos un día por haber hallado la pasión política en un pueblo que, falto de esa pasión política no puede elevarse ni engrandecerse.

Aquella excitación duró aún muchos días, al menos en los ánimos, y cuando aun persistían sus efectos fué cuando el remitido de El Om

nibus quiso enajenar simpatías á la Empresa Dramática de Matild e Díez haciéndola aparecer como desdeñosa para con las glorias de México y para con los mexicanos necesitados de auxilios. La intriga podía haber producido resultados graves, y entonces sí respondió la Empresa por medio del siguiente comunicado que publicó El Omnibus, en esta forma.

"El Sr. Catalina.-En contestación á un comunicado que se publicó en nuestro periódico, nos ha remitido la siguiente carta, que ciertamente es satisfactoria, y creemos que no se puede exigir más de la Compañía Dramática.

"Sr. Director del Omnibus.- Muy Señor mío: en el núm. 215 de su periódico, correspondiente al viernes 7 del actual, he leído un comunicado suscrito por varios mexicanos, en el que se manifiesta que habiendo la Junta Patriótica invitado á los actores dramáticos que en la actualidad se hallan sin contrata en esta Capital, á que diesen una representación cuyo producto sería destinado á socorrer á las viudas y mutilados de la guerra de independencia, la comisión de la Junta nombrada para este objeto, había acudido, para que se les facilitase el Teatro Nacional, á los Sres. Mosso, quienes manifestaron que la arrendataria del mismo era D Matilde Díez; y que habiendo solicitado el permiso para el objeto anunciado, esta señora no había tenido á bien acceder á la petición.

"Como esta aserción es inexacta, y perjudica en su buen nombre á la Sra. Da Matilde Díez, y á la compañía dramática que actúa en el Teatro Nacional, es un deber de los individuos que la componen, rectificar semejante aseveración, haciendo constar, que en el momento que la comisión se presentó á pedir la casa-teatro, el que suscribe, á nombre de toda la compañía, ofreció, sin excitación de ninguna especie, hacer la función á beneficio de los objetos indicados.

"Teniendo ya cedido el local para la noche del 15, y habiendo sido aceptada la oferta que la compañía dramática hizo, no suponía ésta que la Junta Patriótica insistiría en la cesión del local para otros actores, puesto que creía, como cree, haber hecho cuanto puede hacer para contribuir á una idea filantrópica; pero habiendo renovado la petición, la compañía dramática ha ofrecido el teatro Principal que también tiene en arriendo.

"Resulta, pues, de lo expuesto, que Da Matilde Díez y su compañía han cooperado al pensamiento de la Junta Patriótica, primero: cediendo el Coliseo para el día 15; segundo: ofreciendo hacer una función á beneficio de los heridos y viudas; y tercero, facilitando el teatro Principal para que pueda darse en él otra representación. No es creíble que la moderación y la justicia puedan exigir más.

"Espero, Señor Director, se servirá dar cabida á estas líneas en su diario, para esclarecimiento de la verdad, y contestación al comunicado de varios mexicanos.

R. H. T.-T. II.-38

"Soy con la mayor consideración su seguro servidor Q. B. S. M. - Manuel Catalina, director de la compañía del Teatro Nacional. México, Setiembre 9 de 1855."

Luchando con los males consiguientes á un estado tal de cosas, que tenía al público intranquilo y alarmado, Matilde Díez y sus actores procuraron animar su temporada cómica en la que no les faltó el apoyo de las personas ilustradas. En el mes de Mayo, que lo fué de su presentación y estreno, entre las funciones más notables se señalaron aparte de La trenza de sus cabellos, las obras tituladas Escuela de las coquetas, El anillo del Rey, El Arte de hacer Fortuna, La niña boba ó buen maestro es Amor, y Es un ángel. En el mes de Junio, El hombre de Mundo, Isabel la Católica, Bandera negra, El amante universal, y Don Francisco de Quevedo. En Julio, República conyugal, Borrascas del corazón, Casa con dos puertas, Un novio á pedir de boca, La Mogigata, La escuela del matrimonio y Jugar por tabla; además, en 15 del mismo Julio la compañía de Matilde Díez estrenó el drama en tres actos y un prólogo La Seducción, original del poeta mexicano José Ignacio Anievas, que valió un triunfo al autor y á la gran artista española: con el papel de Don Luis en La Mogigata, de Moratín, se presentó en 20 de Julio Juan de Mata Ibarzábal, ajustado por esa empresa. En Agosto, la duodécima función del tercer abono se dió con El español en Venecia, y la primera del cuarto, el día 3, con Amor de Madre. Las más notables en Setiembre fueron El Trovador, Sullivan, El Castillo de San Alberto, y El pelo de la Dehesa. En Octubre, Todo es farsa en este mundo, El arte de hacer fortuna, El arte de conspirar, Adriana de Lecouvreur, A ninguna de las tres, de nuestro Fernando Calderón, Un marido como hay pocos, Escuela de las coquetas, Trabajar por cuenta ajena, El rigor de las desdichas, La escuela del matrimonio, Un marido como hay muchos, Batalla de damas, y Carlos Segundo: el 18 del citado Octubre se estrenó el drama de costumbres nacionales, escrito por José Tomás de Cuéllar en tres actos y en verso con el título de Deberes y Sacrificios, desempeñando Matilde Díez el papel de Julia, Mata el de Don Pedro, Manuel Catalina el de Fernando, José Robreño el de Carlos y Daniel Robreño el de un oficial. El drama de Cuéllar se representó, como vengo diciendo, en esa fecha, à beneficio de las viudas y huérfanos de nuestras guerras civiles, en función dedicada á D. Juan Alvarez, en representación del cual concurrió al teatro D. Ignacio Comonfort.

La Compañía de Matilde Díez dió la última función de su temporada, que duró ocho meses aunque en su prospecto no pensó que pasase de tres, el 19 de Noviembre, con el drama La Carcajada á beneficio de Manuel Catalina, que fué muy aclamado al final de los actos segundo y tercero. Después, la compañía de la actriz insigne se despidió de México y salió para Veracruz.

Matilde Díez estuvo bastante enferma durante algún tiempo de su estancia en México, y muchas funciones se dieron sin tomar parte en ellas la perla del Teatro Español según era llamada, y se retiró de la Capital sin haber recobrado la salud. Aquí se la apreció mucho como artista y como señora, pues en su trato particular y en su conversación afable y amena dejaba apreciar su educación escogida y su instrucción y buen juicio notables: la casa en que se alojó se convirtió en un centro artístico y literario, que frecuentaron todos los escritores y periodistas distinguidos y todos los hombres señalados en la política y la alta y culta sociedad.

CAPITULO X

1855.-1856.

Dos días después de haber concluído su temporada en el Gran Teatro la insigne actriz española. Matilde Díez, es decir, el sábado 3 de Noviembre, con la obra de Verdi, Los Lombardos, hizo su estreno la Compañía de Opera Italiana de Amilcare Roncari, así formada: Prime donne sopranos, Marietta Almonti y Constanza Manzini; prima donna contralto, Felicitá Vestvali; comprimarias, Marietta Pagliari, Isabel Zanini; primeros tenores, Leonardo Giannoni y Giovani Tiberini; barítono, Eduardo Winter; bajo, Carlos Carroni; segundos tenores y bajo, comprimarios, Juan Zanini, Miguel Jiménez, Ignacio Solares; maestro Director, José Winter. En su prospecto, el empresario Roncari no quiso extenderse en ponderaciones y elogios de sus artistas, expresándose así: "Tampoco puedo dejar de decir que los artistas recién llegados de Europa, le merecen al Sr. Salvi que me los contrató, el mayor aprecio. El maestro Winter es hombre de conocida habilidad y autor de varias óperas aplaudidas en Europa. Las Sras. Vestvali y Manzini tienen su reputación bien establecida, y espero que el público mexicano ratificará los aplausos que han recibido, la segunda en la Habana y la primera en Nueva York, donde dividió sus aplausos con Mario y la célebre Grissi. Del Sr. Tiberini, que es aún muy joven, han pronosticado los críticos que le oyeron últimamente en la Habana, que llegará á ser dentro de poco tiempo uno de los artistas más distinguidos de ambos mundos."

Cuando á México vino Constanza Manzini era una bella y seductora mujer que en toda clase de metros fué cantada por los poetas

mexicanos Rivera y Río, Flores Pensado, Ramírez y Meoqui entre otros muchos, cuyas composiciones coleccionó en un cuaderno José María Ramírez. La Manzini había nacido en Roma en 1829, y fué hija de un cónsul de España y de la Princesa Rúspoli. Bajo la dirección de los maestros Fioravanti y Romani hizo sus primeros estudios en el canto, y por haberse arruinado su familia se dedicó Constanza al teatro lírico, presentándose al público á los diez y seis años de edad en Beatrice di Tenda, en el Teatro Nuevo de Nápoles. Aplaudida con entusiasmo por sus oyentes, fué escriturada por cuatro años para cantar en el de San Carlos, y en Mesina y Luca. Después de dos largas y brillantes temporadas en Constantinopla y Odessa, se embarcó para América haciéndose aplaudir y admirar en Nueva York y en la Habana, y de esta última población vino á México con la Vestvali.

Felicitá Vestvali nacida en Varsovia en 1831, de padres nobles, fué discípula de Mercadante, y en 1853 se presentó bajo el amparo de Verdi en la Scala de Milán con la parte de Azucena en El Trovador. Hecha su fama desde ese mismo momento, cantó en los principales teatros europeos con la Caradoti, la Tasca, Formes, Belletti, Lablache, Ronconi, la Grissi y Mario, y con las dos últimas celebridades pasó á los Estados Unidos, electrizando en Romeo y en Arsace, pues su hermosa y arrogante presencia era indeciblemente encantadora en trajes de hombre.

En la segunda función de abono, el día 8, se presentó Felicitá Vestvali, con el Romeo de Capuleti é Montechi, de Bellini y Vaccai. La triple salva de aplausos con que fué recibida, pudo atribuirse á galantería del público, pero los que después resonaron estrepitosos y entusiastas, durante toda la obra, fueron hijos de la admiración justa y espontánea que México consagró á un gran talento, nacido y ensalzado en otros países. La arrogancia varonil, el porte, el garbo, el aplomo de la Vestvali, y la soltura é idoneidad de sus movimientos, revelaron á la excelente actriz; las primeras notas de su recitativo anunciaron una cantante hábil, consumada; no hubo palabra del libreto que no se reflejase en su gesto, en su mirada, en su postura. Las condiciones de su voz y su manera de conducirla eran admirables; acentuaba, ligaba y sostenía con igualdad suma los períodos vocales más extensos; sabía á la perfección cantar di portamento; su dicción era clara é inteligible; era su órgano de un timbre agradable; hacía con extraordinaria habilidad las ingratísimas y difíciles transiciones del registro agudo al medio, y de éste al grave, lo que es la piedra de toque de la voz de contralto; y la claridad y brillantez de ciertas notas que en el primero daba, hacían ver que podía alcanzar las más altas del mezzo-soprano; sus inflexiones en algunos casos producían cierta vibración penetrante y magnética que, por un fenómeno físico,

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